De repente, Occidente no puede derrocar «regímenes»

Normalmente es lo que se hacía y funcionaba: Occidente identificaba un país como enemigo, lanzaba su propaganda profesional contra él y luego administraba sanciones, que provocaban hambruna y asesinatos a niños, ancianos y otros grupos vulnerables. Si el país no colapsaba en unos meses o en un par de años, comenzaba el bombardeo. Y la nación, totalmente conmocionada, confusa y con miedo, se derrumbaba como un castillo de naipes cuando los primeros hombres de la OTAN ponían un pie en tierra.

Leer más De repente, Occidente no puede derrocar «regímenes»