«Ya hay emiratos islámicos en África Occidental»

Luis Martinez, director de investigación en el Sciences Po CERI en París, firma una notable obra sobre la progresión del yihadismo en África y, particularmente, en el Sahel. Es una región que este especialista en el Magreb y Oriente Medio conoce bien, sobre todo porque ha sido observador para la Unión Europea en el África subsahariana.

Su libro se titula L’Afrique, le prochain califat ? (África: ¿el próximo califato?) con un signo de interrogación que se va difuminando conforme avanza la lectura... ¿Le parece que este escenario se hará realidad?

En las condiciones que conocemos hoy, en vista de la debilidad de los Estados y de la dificultad de las sociedades para movilizarse de manera colectiva contra este reto, está claro que esta posibilidad es más que plausible. Hay una probabilidad muy alta de que sea así, y eso es lo que este libro trata de demostrar. Trato de poner en evidencia que hay un reto muy importante al tener que encontrar una alternativa religiosa para los Estados que se construyeron después de las independencias sobre la base de una república laica, en particular para una gran parte de los países del Sahel.

Visto desde aquí, este movimiento yihadista, con ataques perpetrados por hombres en moto, en lo militar parece irrisorio…

Los medios de estos yihadistas están adaptados a su entorno. En el Sahel, el Estado Islámico no es el que conocemos en Oriente Medio, donde había recuperado los arsenales del ejército iraquí. En el Sahel, se utilizan los medios disponibles, es decir, motocicletas, principalmente chinas. Pueden montar dos personas y es fácil circular con ellas, repararlas y encontrar gasolina. Es rústico, muy pobre. Movilizamos combatientes que están en un entorno donde el salario medio es de 50€ al mes. Cuando los franceses envían operaciones como la Serval o Barkhane, con sus tanques y sus aviones, resulta algo completamente inadecuado. Se enfrentan a ganaderos, jóvenes de la sabana, aldeanos que toman las armas…

¿Hay realmente un proyecto detrás de este movimiento?

Al contrario de lo que se haya podido decir en los últimos diez años, uno no se une a los grupos yihadistas solo porque es pobre, porque quiere defender su ganado o su pueblo. También hay un proyecto. En el norte de Malí o en el norte de Burkina Faso, ya hay emiratos islámicos con tribunales islámicos, escuelas que se reabren con las condiciones impuestas por los islamistas… Su objetivo es extender esta influencia y estructurar los Estados en torno a su creencia, con la sharía como modo de interpretación. Son conscientes de que no pueden derrocar a los poderes públicos, ya sea en Bamako o en Uagadugú. Saben que habrá reacciones internacionales o regionales muy fuertes. Por lo tanto, su proyecto consiste más bien en encontrar socios políticos, militares o religiosos dentro de las capitales para poder establecer formas de cogestión, de codirección de estos Estados.

¿Podría interesar este proyecto a los Estados?

Aceptar este enfoque podría permitir al poder en Bamako o Uagadugú recuperar la soberanía sobre los territorios que han perdido y que claramente no lograrán recuperar con Francia o con Wagner. Hablamos de un 60% de territorio perdido en Malí y entre el 45% y el 50% en Burkina Faso, es una extensión inmensa. Según mi lectura, la recuperación de la soberanía por los Estados se haría a cambio de una aceptación de las reivindicaciones yihadistas, es decir, la aplicación parcial de la sharía en las instituciones políticas. Algunos países ya se han adelantado. Níger, por ejemplo, ha sacado de su Constitución el término de laicidad. Ya no se habla de República laica en Níger. Ha quedado claro que los islamistas y los yihadistas tienen la laicidad en el punto de mira. No la quieren. En Chad, los ministros que son nombrados prestan hoy en día juramento ante el Corán.

Después de Malí y Burkina Faso, ¿perderá Francia otros «amigos» en África?

¿Qué atrae a la gente a estos movimientos?

Esta es una pregunta que se ha hecho muchas veces. Hay varios elementos a tener en cuenta. Pongamos a un joven que se une a ellos, que conduce una motocicleta, que utiliza un Kalashnikov… Está involucrada la noción de estatus social. Se une a una organización ambiciosa, que tiene medios, que se hace respetar. Unirse a los grupos yihadistas es ganar estatus social. Luego están todas estas posibilidades de vínculos que se abren con los países del Golfo Pérsico. Porque estos países, en el Sahel o en África Occidental, son a menudo ricos comerciantes; traen donaciones de Kuwait o de Arabia para construir escuelas, mezquitas, perforar pozos, proporcionar becas… Mientras Europa se cerraba, preocupada por la inmigración, con un enfoque paternalista y miserabilista del continente africano, los países del Golfo invertían en él. Valoraban la pertenencia al islam, el pasado islámico de Malí. También revalorizaban el pasado islámico de los pueblos, especialmente del siglo XIX, en Guinea y en otros lugares. Nosotros nos contentábamos con mirar a Malí como un país pobre, presa de la disidencia de norte a sur. También existen otros aspectos más pragmáticos. Cuando se está en las comunidades de la cuenca del lago Chad, que se ha reducido en un 50%, y se es miembro de Boko Haram, se controla todo el sistema de pesca y todas las islas de alrededor. Con este control, uno puede mantener a la gente con vida. Es toda una economía la que se ha establecido bajo el control de Boko Haram. Lo mismo va para la caza, incluida la caza de animales protegidos en parques a los que los turistas ya no van porque algunas áreas están minadas. Los yihadistas ofrecen a las poblaciones y a las comunidades locales el derecho de ir a cazar animales protegidos, hecho prohibido por los poderes públicos. Es condenable desde el punto de vista ecológico o económico, pero. desde el punto de vista local, la gente dice que no se beneficiaba del turismo. Los yihadistas responden de manera muy populista a las demandas inmediatas de las poblaciones locales.

¿Cree que es un movimiento que se puede mantener a largo plazo?

En mi opinión, hoy en día este movimiento es estable. Ha encontrado un ecosistema que le permite funcionar.

La estabilidad de África Occidental amenazada por la guerra en Ucrania.

Lo que es muy llamativo es la gran violencia de este movimiento.

No se hace nada en el marco de un compromiso. Todo es cuestión de violencia. Son millones de desplazados en la región, de niños desescolarizados, de personas que terminan en campamentos de ayuda humanitaria. Lamentablemente, Europa no presta suficiente atención. Fíjese en los llamamientos de UNICEF o de la FAO. Son advertencias que dicen: «Abandonar a estas personas hoy en estas condiciones conlleva abrir la puerta a problemas aún más graves». Sin embargo, no reaccionamos realmente. Ucrania absorbe casi toda nuestra atención, nuestros recursos y nuestras preocupaciones. No estamos a la altura. En estas condiciones, los grupos yihadistas tendrán medios considerables de reclutamiento.

Se refiere a Ucrania, pero ¿la situación ya se estaba deteriorando mucho antes de febrero de 2022?

Por supuesto, el drama comenzó a partir de 2017, 2018. Durante años, Europa se ha escondido; le gustaba creer que podría resolverlo todo con una intervención militar.

¿Qué se puede hacer en concreto frente a esta situación?

Debemos entender mejor lo que está sucediendo allí y no proyectar nuestras propias creencias, visiones y lecturas de los conflictos. En segundo lugar, hay que dejar de creer que tenemos respuestas inmediatas a estos problemas y que somos capaces de encontrar esas respuestas y medios, y de proyectarlos sobre el terreno. A menudo creamos más problemas que otra cosa. También hay que aceptar trabajar con la Unión Africana. Hoy se hace como si no existiera. Imagínese cómo reaccionaríamos si los chinos vinieran a Europa y se burlaran de la Unión Europea, del Parlamento y de la Comisión. Si nos dijeran: «Vamos a crear nuestra propia estructura, vamos a ver cómo resolvemos sus problemas», no estaríamos contentos.

Viendo la evolución de los poderes en Burkina Faso, en Malí, ¿Europa tiene aún la posibilidad de entrar en el juego?

Precisamente, los franceses han sido empujados a marcharse porque han sustituido a las autoridades malienses. A partir de 2017, se opusieron a la negociación con los yihadistas. Una vez más, Francia se ha desviado en su delirio de omnipotencia. Pero para tener esta pretensión, se necesitan resultados. Cuando no se obtienen resultados después de diez años, se vuelve en tu contra. Pero creo que el diálogo puede resurgir si el enfoque cambia en el sentido que hemos mencionado.

Hubert Leclercq

Fuente: La Libre Belgique. Política. Publicado originalmente el 3 de abril de 2023

https://www.lalibre.be/international/afrique/2023/04/03/le-djihadisme-au-sahel-cette-bombe-a-retardement-52C7OGUT7FB3XMUELJC2BHZ4FE/

 

TRADUCCIÓN: BELÉN MORENO REGAÑA

REVISIÓN: CARMEN SAN EMETERIO RÁBAGO

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