La próxima gran guerra africana

Noticia: https://africasacountry.com/2022/11/africas-next-great-war

Autor: Evan Nachtrieb

Un hombre en moto transporta soldados congoleños en Kibumba, objetivo de un ataque del M23, cerca de Goma, RD del Congo, 1 de junio de 2022.

La escasa atención de la comunidad internacional sobre África se concentra en el yihadismo en el Sahel y en el Cuerno de África. Sin embargo, la guerra interestatal se está gestando en el este de la RD Congo.

Ha vuelto a suceder. Un grupo rebelde respaldado por Ruanda amenaza Goma, la capital de la provincia congoleña de Kivu norte. Mientras, se organiza una intervención extranjera para socorrer al ejército congoleño en apuros. A diferencia de las dos o tres últimas veces, el conflicto se enfrenta a la posibilidad de una terrible escalada que derive en una guerra interestatal. Las tropas de Ruanda y Kenia se acercan inexorablemente a una confrontación. Mientras Kenia envía tropas aéreas al este del país bajo la bandera de la Comunidad de África Oriental (CAO), los soldados ruandeses integrados en la rebelión del M23 no dan señales de retroceder. Ambos Estados africanos, cada uno de los cuales afirma disponer de la fuerza más profesional de la región, entrarán en conflicto en breve.

Los casi treinta años de una guerra compleja y trágica en los Grandes Lagos han conducido a esta última escalada. El este del Congo nunca se recuperó del infierno que fue la «gran guerra africana», un amargo conflicto que afectó a nueve países y acabó con la vida de cinco millones de personas. Aunque la paz se declaró en 2003, los rescoldos de la guerra siguieron ardiendo en el este de la RDC, donde la guerra había inyectado violencia en la política local. Una violencia local que sigue presente y se mezcla con la política nacional y regional.

Paul Kagame visita la República Democrática del Congo, 31 de mayo de 2019

Ruanda, que mantiene relaciones complejas y a menudo competitivas con Uganda y Burundi, tiene un historial de crear y apoyar repetidamente rebeliones en el Congo. A pesar de que la actual rebelión del M23 cuenta con numerosos miembros congoleños con motivos legítimos de queja, esta fuerza ha sido históricamente creada y apoyada por el Estado ruandés. Aunque no está claro qué motivó exactamente esta ofensiva, algunos apuntan a la preocupación de Ruanda por la creciente influencia de Uganda, su rival, en la RDC. La relación entre Uganda y Ruanda no es sencilla y, además, existen informes que afirman que elementos ugandeses han apoyado al M23. Las tensiones regionales que están en juego no están claras, ya que el Estado ugandés y el congoleño no son actores unitarios. Según informes filtrados de la ONU, Ruanda está prestando apoyo directamente a esta última versión del M23 con infantería, artillería y logística. Ha hecho retroceder fácilmente a las tropas regulares congoleñas y a sus milicias aliadas y ha derribado aviones militares congoleños y de la ONU.

Según informes filtrados de la ONU, Ruanda está prestando apoyo directamente a esta última versión del M23 con infantería, artillería y logística. Ha hecho retroceder fácilmente a las tropas regulares congoleñas y a sus milicias aliadas y ha derribado aviones militares congoleños y de la ONU.

En respuesta a la escalada, la CAO ha anunciado el despliegue de una fuerza militar a petición de la RDC, su miembro más reciente. Kenia parece estar detrás de esta intervención y ha comenzado a desplegar sus fuerzas. La comunidad internacional, por su parte, ha ido perdiendo interés en la región, considerando la inestabilidad en los Grandes Lagos como un conflicto endémico de baja intensidad e ignorando la posibilidad de que estalle. En Kenia, la potencia económica regional, algunos sueñan con un mercado unificado en África Oriental, en el que una región pacífica garantice el suministro de productos keniatas a los consumidores congoleños. Mientras, Ruanda cree que solo puede estar segura si se garantiza su influencia en el este del Congo, donde se han refugiado varias fuerzas rebeldes opuestas al régimen de Kagame. Así, Ruanda respalda cualquier rebelión que le garantice su continuidad cuando esta influencia mengüe.

Independientemente de que se crea que la intromisión ruandesa y la intervención de la CAO respaldada por Kenia son respuestas válidas a la inseguridad en sus flancos occidentales, la actual escalada es peligrosa. Nadie se está echando para atrás hasta que no se derrama sangre. En una partida en la que ambas partes parecen subestimar la voluntad y la capacidad de la otra.

Felix Tshisekedi, presidente de la RDC

Felix Tshisekedi, el recién llegado a la presidencia congoleña, exige una solución militar y anuncia el fracaso de las negociaciones. Invita a ejércitos extranjeros de toda la región que colaboren con él para traer la paz que necesita para salvar su popularidad, que está en declive.

Mientras tanto, la reforma del sector de la seguridad que tanto se necesita sigue paralizada debido al gran negocio que se genera en esta zona congoleña. Bajo la bandera de la fuerza regional de la CAO, las fuerzas de Uganda y Burundi se encuentran ahora en la RDC para perseguir a sus propios enemigos en suelo congoleño, con lo que aumenta la posibilidad de incitar a la contramovilización. Se podría decir que el ecosistema del conflicto del este congoleño a menudo reacciona ante los cuerpos extraños con una respuesta inmunológica violenta que exacerba aún más el conflicto.

La escasa atención que la comunidad internacional dedica a África se centra exclusivamente en el yihadismo en el Sahel y en la implosión del Cuerno de África.

La escasa atención que la comunidad internacional dedica a África se centra exclusivamente en el yihadismo en el Sahel y en la implosión del Cuerno de África. Cameron Hudson, antiguo responsable del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos para África, se pronunció en Twitter y declaró en The Telegraph que la guerra de Tigray era «la nueva gran guerra de África». Por desgracia, las cenizas de la última gran guerra, la que afectó a la zona de los Grandes Lagos, se están avivando de nuevo. Y pocos actores internacionales parecen darse cuena de lo que está en juego.

Estados Unidos envió al jefe de su diplomacia, el secretario de Estado Antony Blinken, para dialogar tanto con los congoleños como con los ruandeses. Tras la visita, las declaraciones públicas de Blinken estaban plagadas de ambivalencia y parecían aceptar el comportamiento de Ruanda como respuesta ante el apoyo congoleño al genocida grupo rebelde ruandés FDLR, una suposición problemática. La clase política congoleña, siendo generosa, se queja de que la postura estadounidense es tibia y confusa. Esta razonable opinión es mucho menos popular que las teorías que acusan a los estadounidenses de respaldar activamente las conspiraciones del presidente ruandés. Por desgracia, estas teorías conspiratorias se basan en la ceguera histórica de Estados Unidos y en su apoyo al destructivo intervencionismo ruandés de finales de la década de 1990.

La indiferente respuesta internacional ante la crisis contrasta con la respuesta mundial ante la anterior rebelión del M23, hace casi diez años, cuando Estados Unidos presionó públicamente a Ruanda para que retirara su apoyo a este grupo. En 2013, una actuación combinada de la Comunidad para el Desarrollo del África Austral abanderada por la ONU, el ascenso de un competente coronel del ejército congoleño y la presión de Estados Unidos condujeron al éxito de las negociaciones con Ruanda y a la caída del M23. Esta vez, los intentos de la CAO de encontrar una solución diplomática han fracasado hasta el momento y parece que la presión militar se presenta como la única herramienta eficaz.

Los intentos de la CAO de encontrar una solución diplomática han fracasado hasta el momento y parece que la presión militar se presenta como la única herramienta eficaz.

El conflicto no tiene necesariamente que desembocar en una gran guerra interestatal pero, si llegara a ocurrir, toda la región tendría que lidiar con las consecuencias. La comunidad internacional debe ejercer más presión diplomática y la CAO debe replantearse el amplio mandato de su actual intervención. En cualquier caso, la escalada bélica va en aumento y los congoleños de Kivu Norte serán los primeros en sufrir las consecuencias si fuerzas extranjeras luchan en su hogar.

Sobre el autor:

Evan Nachtrieb se graduó con una licenciatura con honores en estudios políticos de Pitzer College en mayo pasado, donde escribió su tesis sobre las tendencias de protesta e insurgencia al sur del Sahara. Actualmente reside en California.

Traductora: Eva Fernández Silva. Revisora: Laura Cepeda Jiménez

 

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