El acuerdo de paz entre Sudán e “Israel”, resultado de numerosas estrategias entre bastidores

Acuerdode paz Sudán-Israel

El acuerdo de paz entre Sudán e “Israel” no ha sido un acto espontáneo de reconciliación como es erróneamente descrito por algunos. No es más que el resultado de numerosas maniobras entre bastidores, incluidos el golpe de estado militar del año pasado y los informes recientes que revelan que Arabia Saudí pagará en secreto los 335 millones de dólares americanos que Sudán acordó pagar a Estados Unidos a modo de compensación por las víctimas norteamericanas del terrorismo.

El proceso para el reconocimiento

Sudán, que en el pasado tuvo uno de los gobiernos más antisionistas del mundo, anunció que normalizaría las “relaciones” con «Israel», su enemigo desde hace dos décadas, después de la firma prevista del «acuerdo de paz por intermediación de  EE. UU.». No ha sido un acto espontáneo de reconciliación como es erróneamente interpretado por algunos sino el resultado de numerosas estrategias urdidas entre bastidores que han tenido lugar a lo largo de estos últimos años. Es importante que analicemos el desarrollo de los acontecimientos para entender mejor la forma en que se ha desarrollado algo tan importante como este proceso. En ningún modo, fue una decisión impulsiva, sino más bien un plan que lleva varios años fraguándose, y responde enteramente a la intromisión externa en los asuntos sudaneses.

El factor Yemen

El expresidente Bashir fue derrocado por un «golpe de estado militar» durante unas manifestaciones masivas presuntamente a raíz de la negativa de sus fuerzas armadas a dispersar con violencia los cada vez más descontrolados disturbios. Antes de este cambio de gobierno impulsado por el “estado profundo”, durante el curso de la actual guerra en Yemen el país- que había estado más estrechamente alineado con Irán en los años anteriores- había comenzado a alinearse gradualmente con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) (1). La condición de “paria” de este estado del Norte de África, tras haber acogido anteriormente a Osama Bin Laden y apoyar causas militantes antisionistas en el extranjero no le dejó otra opción al país que la de aliarse con la República Islámica y China. Sin embargo la guerra de Yemen, fue la “cínica oportunidad” de cambiar todo esto, o eso pensaba el presidente Bashir.

El envío masivo de tropas y mercenarios sudaneses a la zona de conflicto coincidió con el «fin de la ruptura de relaciones» con Irán en enero de 2016. Después de esto, Sudán quedó, a todos los efectos, bajo el control casi total del CCG . El  tiempo comprendido entre ese momento y el golpe de estado militar puede interpretarse con mirada retrospectiva, como el periodo en el que se extendió por el país el dominio de ese bloque militar, no tan secretamente apoyado por Israel, que confiaba en la nueva ventaja que tenía sobre las poderosas fuerzas armadas. Esto sentó las bases del posterior cambio de gobierno que, más adelante, transformaría Sudán en un protectorado, a falta de mejor descripción, del CCG. Fue entonces cuando su nueva dirección militar afín al CCG empezó a considerar seriamente la “normalización” de las relaciones con “Israel”.

Ser designado como “país patrocinador del terrorismo” por Estados Unidos siempre ha sido el obstáculo que ha impedido a Sudán salir del aislamiento internacional. El expresidente Bashir se equivocó al pensar que esto podría cambiar gracias al gran apoyo que éste  ofreció al CCG en su guerra en Yemen. Este deseo nunca se materializó, ya que el verdadero quid pro quo (n.t. “algo que se recibe a cambio”) hubiera sido el reconocimiento de Israel, lo que habría generado un descontento mucho mayor que las manifestaciones antigubernamentales que se extendieron incontroladamente por todo el país en la primavera de 2019. Fue por eso por lo que el exlíder «se negó» a dar ese fatídico paso. Al final esto fue su ruina, ya que, si lo hubiera hecho, podría haberse asegurado la lealtad del ejército durante estas revueltas por el cambio de gobierno.

La estrategia de “estado profundo” del CCG

 Bashir solo habría podido sobrevivir políticamente a esas revueltas, según informes,  si el ejército hubiera apoyado su decisión de usar fuerza letal para sofocarlas. Pero no fue así, y no porque los militares simpatizaran con los manifestantes, sino porque ya no eran leales al internacionalmente reconocido líder del país. Esa pérdida de lealtad se debe a que los avances que realizó el CCG apoyado por Israel, en los años anteriores, puso a esa institución de “estado profundo” en su contra. Si se considera bien, no fue realmente el expresidente Bashir quien tomó la decisión, sino el CCG, y este necesitaba deshacerse de él para poder seguir con el “acuerdo del siglo”. (2)

No está claro el papel de los militares en la incitación de las revueltas por el cambio de gobierno en aquel momento, pero podemos decir con casi total certeza que se aseguraron de que las fuerzas armadas, que eran más leales al CCG que al expresidente Bashir, no las reprimieran. Tras su destitución, los dirigentes militares intentaron reconocer  a Israel con el apoyo del CCG, pero para lograrlo Sudán tenía que desaparecer de la lista estadounidense de “países patrocinadores del terrorismo”. Aquí es donde entra Arabia Saudí. Aunque posiblemente el estado de los  EAU ( Estados Arabes Unidos) (3) sea el país más fuerte de los dos líderes del CCG actualmente, Arabia Saudí se sigue considerando a sí mismo el “hermano mayor” del bloque, motivo que explicaría el por qué, según informes que han circulado recientemente este país se ha ofrecido a pagar los 335 millones de dólares americanos que Sudán acordó pagar a Estados Unidos en compensación por las víctimas estadounidenses del terrorismo y sus familias.

Aunque no se sepa con total certeza, no se puede poner en duda que estos informes sean creíbles, ya que Sudán es uno de los países más pobres del mundo y, siendo realistas, no se podría permitir pagar una cifra tan grande como esta sin algún tipo de ayuda secreta. Irán describió este pago acordado como un «“soborno”» para salir de la lista negra de “países patrocinadores de terrorismo” confeccionada por Estados Unidos;  descripción bastante acertada, aunque parece que es Arabia Saudí la que acabará pagando esta cuota en lugar de Sudán. Parece que algunos sudaneses están de acuerdo con esta afirmación, como pone de manifiesto el ex primer ministro Mahdi, quien «condena» la acción. Si se tiene en cuenta que es el líder del mayor partido político del país, su voz crítica es muy influyente y, en este aspecto, probablemente refleje el sentimiento popular.

La agenda estadounidense

Si no se hubiera pagado este «“soborno”» (independientemente de quién acabase poniendo el dinero), nunca habrían quitado a Sudán de la lista negra estadounidense. Esto le habría dado una mala imagen a “Israel”, al ser oficialmente reconocido por un país que el gobierno de Estados Unidos considera “país patrocinador del terrorismo”.

Por este motivo, podemos deducir que el verdadero quid pro quo era el reconocimiento de Israel por parte de las autoridades militares establecidas tras el  golpe de estado a cambio de que Arabia Saudí pagase en secreto la compensación acordada. El resultado final de todo esto era «intensificar el eje de influencia “Israeli-CCG” » en una parte geoestratégica de África. Desde un punto de vista estadounidense, este es el resultado ideal, ya que satisface todos sus intereses.

Se destituyó a un exdirigente que anteriormente había colaborado con Irán usando como pretexto la existencia de una “democracia restauradora” militar “patriótica” conforme a la “voluntad del pueblo”, lo que proporciona la excusa para luego ir en contra de la voluntad legítima del pueblo al reconocer a Israel. Las protestas que se pudieran provocar por usar esta táctica podrían ser sofocadas  con facilidad por el “ejército democrático” usando fuerza letal, como también podrían haberlo hecho cuando se enfrentaron a las revueltas para el cambio de gobierno en la primavera de 2019, pero decidieron no hacerlo por lealtad a sus patrocinadores del CCG apoyados por Israel. En ese momento, Occidente lo habría  condenado como un crimen contra la humanidad al no haberse tomado ninguna decisión pública para reconocer Israel, sin embargo, ahora pueden «ignorarlo» o incluso justificarlo.

De todo ello se pueden aprender varias lecciones. En primer lugar, que es muy fácil influenciar a los estados autoritarios (cuya descripción objetiva no se debe interpretar como expresión de ningún juicio de valor) a través de sus  “estados profundos”, concretamente el ejército y las facciones de inteligencia. En segundo lugar, que los países en una situación económica desesperada, empobrecidos tras años de fuertes sanciones, pueden intentar salir de su “aislamiento” participando en aventuras militares en el extranjero, lo que sin darse cuenta les conduce a una situación en la que sus “estados profundos” son cooptados por sus nuevos “socios”. Por último, que, en momentos de crisis nacional, estas intromisiones externas pueden ser explotadas para alentar un cambio de gobierno mediante el cual, finalmente, se lleva al  estado en cuestión a  quedar bajo el control total de un gobierno extranjero.

Reflexiones finales

Mirando hacia el futuro este modelo podría repetirse siendo realista en algún otro lugar del mundo, pero eso no significa que siempre vaya a tener éxito. El mayor error del expresidente Bashir fue pensar que una alianza con el CCG apoyado por Israel al final les haría salir del “aislamiento” internacional. Lo que debería haber hecho es redoblar las relaciones con China y mantenerse al margen de la guerra en Yemen. Aunque hubiese seguido sin mantener  relaciones con Irán, como “gesto de buena voluntad” hacia el CCG, podría haber conservado suficiente autonomía estratégica como para permanecer en el cargo con una mayor cooperación con China, generando beneficios económicos para el pueblo, y logrando que Sudán todavía conservase su independencia de hecho en vez de convertirse en el peón de otros.

Andrew Korybko es un analista político estadounidense establecido en Moscú especialista en la relación entre la estrategia de Estados Unidos en Afro-Eurasia, la visión global de  China´s Belt and Road para la conectividad de la Nueva Ruta de la Seda, y la Guerra Híbrida

1.- El Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del, llamado antes “Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)” es una organización regional que involucra a seis países del Oriente Medio, que tienen objetivos sociales y económicos en común. Creado el 25 de mayo de 1981, está conformado por Baréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Cabe destacar que no todos los países que rodean el golfo Pérsico son miembros del consejo, específicamente Irán e Irak.

2.- El “acuerdo del siglo”, fue una propuesta del gobierno de Estados Unidos que tuvo la intención declarada de resolver el conflicto israelí-palestino. El presidente estadounidense Donald Trump dio a conocer formalmente el plan en una conferencia de prensa junto al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu el 28 de enero de 2020. Los representantes palestinos no fueron invitados.

3.- Los Emiratos Árabes Unidos, oficialmente Estado de los Emiratos Árabes Unidos comúnmente conocido como EAU, es un país soberano constituido en monarquía federal de Oriente Próximo, situado en la península de Arabia. Está compuesto por siete emiratos: Abu Dabi, Ajmán, Dubái, Fuyaira, Ras al-Jaima, Sarja y Umm al-Qaywayn. Limita con Omán al sureste, con el golfo Pérsico al norte y con Arabia Saudita al oeste y sur.

4.- Nueva ruta de la Seda u OBOR (siglas del inglés One Belt, One Road) son los nombres por los cuales se designa un proyecto impulsado por la República Popular China, el cual pretende formar un conjunto de enlaces marítimos y ferroviarios entre China y Europa pasando por Kazajistán, Rusia, Bielorrusia y Polonia para terminar en Alemania, Francia y el Reino Unido. Fue propuesto en 2013 por el Secretario general del Partido Comunista de China, Presidente de China, Xi Jinping, quien lo vinculó a la antigua ruta comercial euroasiática conocida como Ruta de la Seda.

 

 

Madrid 8 de Diciembre

Traducido para UMOYA por Carla Domínguez Gamo de la Universidad de Salamanca. Departamento de Traducción y Documentación.

Revisado por Nuria Blanco de Andrés de UMOYA

Fuente :  https://thealtworld.com/andrew_korybko/the-sudanese-israeli-peace-deal-required-lots-of-behind-the-scenes-maneuvering

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