El norte de Etiopía devastado por una guerra que comenzó hace ya un año

ROBBIE COREY-BOULET | AFP

Viernes, 29 de octubre de 2021

ADDIS ABEDA, Etiopía | El 4 de noviembre de 2020, todo el planeta estaba atento a las elecciones presidenciales estadounidenses. Mientras, en Etiopía, el primer ministro Abiy Ahmed lanzaba una operación militar en la región septentrional de Tigray, que marcaría el inicio de una guerra devastadora.

La intervención rápida y limitada que prometió el Premio Nobel de la Paz 2019 se ha convertido en un conflicto prolongado, marcado por masacres y violaciones. Ahora, la sombra de la hambruna se cierne sobre el norte del país.

¿Cuál es el origen del conflicto?

Según Abiy Ahmed, la operación militar tenía como objetivo arrestar a los dirigentes del Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT). Este partido era el predominante en la región y había estado al frente del gobierno de Etiopía durante las tres décadas anteriores a la llegada al poder de Abiy en 2018.

El primer ministro acusó al FLPT de haber atacado dos bases militares en Tigray, declaración que el Frente siempre ha desmentido.

Esta intervención fue el punto álgido de meses de tensión durante los que los líderes del FLPT, destituidos por Abiy, desafiaron abiertamente la autoridad del gobierno federal.

Después de varias semanas de ataques aéreos y enfrentamientos armados, el 28 de noviembre el ejército federal tomó el control de Mekele, la capital de la región. Ese mismo día, Abiy Ahmed proclamó la victoria.

Sin embargo, en junio, el FLPT lanzó una contraofensiva y reconquistó la mayor parte de Tigray. El ejército etíope se retiró y el gobierno de Abiy declaró un «alto el fuego humanitario».

¿Cuál es la situación sobre el terreno?

Tras Tigray, el FLPT extendió su ofensiva hacia las regiones vecinas de Afar y Amhara para evitar, según sus dirigentes, que las tropas etíopes se reagruparan y acabaran con lo que la ONU ha descrito como un «bloqueo de facto» de la región.

Abiy Ahmed, por su parte, ha convocado una movilización nacional contra los «terroristas» del FLPT.

En las últimas semanas, los combates se han concentrado en Amhara, al sur de Tigray.

Se han cortado las comunicaciones en gran parte del norte de Etiopía y se ha restringido el acceso de periodistas, lo que dificulta la verificación de las posiciones sobre el terreno.

Apenas ha habido combates en Tigray desde finales de junio, pero la aviación etíope llevó a cabo ataques aéreos que causaron la muerte a varios civiles a finales de octubre.

El gobierno asegura dirigir sus ataques a las instalaciones rebeldes. Por su parte, el FLPT afirma que estos ataques muestran el desprecio de las autoridades federales por las vidas de los civiles.

¿Cuál es la situación humanitaria?

En Tigray, más de 400.000 personas «han cruzado el umbral de la hambruna», alertó un alto responsable de la ONU en julio. Desde entonces, las condiciones no han hecho más que empeorar.

Algunos servicios básicos como la electricidad, los bancos y las telecomunicaciones «no están siendo proporcionados por el gobierno etíope», aclaró un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos a la AFP en septiembre, quien también habla de «signos propios de un estado de sitio».

La ONU estima que se necesitan cien camiones de ayuda diarios para satisfacer las necesidades de la población de Tigray. Desde mediados de julio, solo se ha alcanzado el 15% de esta cifra.

En octubre, la AFP pudo confirmar que el hambre había causado muertes en la región, basándose para ello en documentos internos y de organizaciones humanitarias que están presentes sobre el terreno.

El gobierno culpa a las incursiones del FLPT en Afar y Amhara de las dificultades de transporte. De la misma manera, las autoridades etíopes están acusadas de obstruir el acceso a Tigray, hecho que niegan.

La catástrofe humanitaria se extiende más allá de la región y hace que cientos de miles de civiles se hayan visto obligados a desplazarse debido a los combates en Afar y Amhara.

¿Hay esperanza para la paz?

El gobierno de Abiy Ahmed ha rechazado cualquier intento de mediación, especialmente de la Unión Africana (UA), pues considera que se trata de un asunto interno de Etiopía.

En agosto, la UA nombró al expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo como Alto Representante para el Cuerno de África. Los diplomáticos afirman que Obasanjo está esforzándose para organizar negociaciones.

Pero «es difícil imaginarse a las partes implicadas hablando sentadas alrededor de una mesa», subraya William Davison, analista del International Crisis Group: «Por muy deprimente que sea, parece que la resolución del conflicto se disputa cada vez más en el campo de batalla».

Incluso si las negociaciones llegaran a darse, «sería ilusorio pensar que las cosas podrían volver a la “normalidad” después de tanta sangre derramada y de tal destrucción», estima Awet Weldemichael, experto sobre seguridad en el Cuerno de África de la Universidad de Queen (Canadá).

Traducido: Denisse González Coello.

Revisado: Antía Cerdeira Temprano.

fuente: journaldemontreal

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