Estados Unidos intenta desestabilizar Eritrea y Etiopía mediante propaganda como la que utilizó durante la guerra de Siria

Tanque en Tigray, Etiopía, donde el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), apoyado por EE. UU.,libra una guerra civil contra los grupos minoritarios etíopes.

Fotografía del archivo. (rainershea.com)

Por: Rainer Shea – 8 de septiembre de 2021

Mientras los medios occidentales dirigen su atención hacia Eritrea y Etiopia cuando se produce la ocupación fallida de Afganistán se está extendiendo un conjunto de narrativas que ya nos son familiares. Dichas narrativas son conocidas por cualquiera que haya investigado  el torrente de información construida sobre  «mentiras» y «bulos» que conforman la imagen que tiene Occidente sobre la guerra de Siria. Entre ellas, la acusación a Assad de numerosos ataques químicos que, posteriormente, fueron  «desmentidos». También, cualquiera que se haya documentado sobre la «propaganda de atrocidades» de la CIA contra Serbia durante el conflicto de los Balcanes conocerá estas narrativas.

Este es el tipo de engaño que se alimenta de cualquier ápice de verdad, si es que siquiera éste existe. Consiste en exagerar las atrocidades reales que puede estar cometiendo un gobierno (los regímenes neoliberales de Eritrea y Etiopía han sido culpables de numerosos abusos durante décadas) de tal manera que ello impida tratar las verdaderas contradicciones  existentes en estos lugares de forma correcta. Todo lo que queda después de estas tácticas es una desestabilización y  división imperialista.

Cuando la CIA pierde el control de sí misma haciendo uso de operaciones psicológicas en un país, inventándose historias para justificar el belicismo por delegación de Washington, se priva a las fuerzas de lucha de clases de la oportunidad de mejorar las condiciones de las masas. Esto ya ocurrió en Yugoslavia, cuando se aprovecharon de las contradicciones del estado socialista de la nación para llevar a cabo una contrarrevolución. También ocurrió en Siria malogrando los esfuerzos de los auténticos reformistas, cuando Washington empujó al país a entrar en una guerra yihadista . Esto es lo que está pasando en Eritrea y Etiopía.

El Washington Post,« relacionado con la CIA», nos «dice» que las sanciones de EE. UU.  contra Eritrea no solo “llegan tarde”, sino que además están “incompletas”. Esta declaración es un juicio moral condenable desde una perspectiva verdaderamente humanitaria. Las sanciones están dirigidas a matar población civil, sobre todo cuando se aplican a un país que sufre una hambruna creciente

Human Rights Watch, (HRW)  «conocido» órgano de propaganda para realizar cambios de régimen vinculado al gobierno de EE. UU., ha acusado al gobierno etíope de abusos generalizados contra el pueblo de Tigray. Estas acusaciones, que los medios de comunicación imperialistas exageran cada vez más, omiten información crucial sobre el contexto, tal y como declara el fiscal general de Etiopía, Gedion Timothewos, en respuesta al informe de HRW:

Nuestro Parlamento ha declarado al Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) como grupo terrorista. Cualquiera que los apoye, les proporcione ayuda material o patrocine este tipo de organización tendrá que rendir cuentas ante la justicia. El TPLF ha resultado ser una organización construida según criterios étnicos, así que la mayoría de sus simpatizantes y fuentes de financiación, aunque no todos, pero sí la mayoría, suelen ser parte de un grupo étnico. Es por esto por lo que, en ocasiones, algunas personas ajenas no entienden ni el contexto ni el reto que supone. Comprendo cual es la razón de ello, pero tienen que entender cuál es el medio en el que estamos operando.

Este hecho no desmiente automáticamente todas las atrocidades, pero sí que muestra la  forma tan sospechosa en la que HRW y otras ONG imperialistas están describiéndole el conflicto al resto del mundo, es decir, de una manera que protege al Frente de Liberación Popular de Tigray y promueve sus narrativas sin ningún sentido crítico. Una vez más, vemos cómo las semillas de la verdad se aprovechan y se convierten en armas, en este caso, abiertamente con fines antihumanitarios.

La parcialidad del complejo industrial de las ONG es tanto más sospechoso si se consideran los  esfuerzos de los medios de comunicación occidentales por ignorar o restar importancia a crímenes fácilmente demostrables cometidos por la principal organización  contra la que luchan estas autoridades. A pesar de que el TPLF ,«saquee y acapare alimentos», sea conocido por cometer crímenes de guerra con frecuencia en las regiones de Afar y Amhara, utilice el sabotaje de los servicios esenciales durante una hambruna como parte de su estrategia central de insurgencia y de haber iniciado su campaña de violencia durante la temporada de cosecha del año pasado para agravar deliberadamente la crisis humanitaria, los medios imperialistas de información silencian estas atrocidades siempre que pueden hacerlo.

A pesar de que, hace poco, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés) tuvo conocimiento de los intentos por parte del TPLF de privar a la población de comida, los EE. UU. aún no la han clasificado como organización terrorista. El escándalo de acaparamiento de comida pone en duda la principal de las acusaciones de Washington contra Eritrea y Etiopía, es decir, que estos dos países han tratado de asfixiar a los que se encuentran en las zonas controladas por los rebeldes mediante el bloqueo de alimentos. La historia no solo ha desmentido esta acusación cuando ha sido formulada contra Eritrea, sino que ahora se ha demostrado que también es errónea cuando se aplica a Etiopía.

Si la USAID -organización que lanzó las acusaciones -ha estado destinando ayudas a los señores de la guerra del TPLF que malgastan estos recursos sin pudor alguno y realizan continuas emboscadas a los camiones de ayuda, estarían justificados los fuertes controles y otras medidas de seguridad adoptadas por el gobierno etíope. Washington ha propiciado una crisis humanitaria facilitada por sus fuerzas subsidiarias en la zona y las sanciones, sin embargo, ha presentado como origen de este conflicto las respuestas al mismo por parte de Eritrea y Etiopía.

Tal y como Bana Negusse «escribió» este año:

Grandes medios de comunicación internacionales, como el AFP ( Agencia de Noticias Francesa ), siguen reciclando alegaciones falsas y sin fundamento [contra los gobiernos e Eritrea y Etiopía] sin el más mínimo nivel de escrutinio, confirmación o validación. Es curioso observar que  tras levantar acusaciones ilegítimas nunca se hace un seguimiento de ellas ni son objeto de retractación, clarificación o corrección, algo que en sí mismo merece una investigación seria, ya que es de interés periodístico. Desgraciadamente, parece que las declaraciones y demandas de algunos en la región, independientemente de si se ajustan o no a la realidad, no solo se presupone que son falsas, sino que se descartan, rechazan e ignoran por completo. Por el contrario, en evidente contraste, solo las declaraciones de los vestigios del TPLF son consideradas como verdades objetivas y se difunden acríticamente.

Los que hemos analizado los engaños de los imperialistas –especialmente cuando se trata de países a los que intentan “balcanizar”, dividir y desestabilizar– ya hemos visto todo esto anteriormente. Hemos visto cómo la desinformación es propagada «idílicamente por»  organizaciones “humanitarias” como los Cascos Blancos. Cómo utilizan a estas organizaciones de fachada para dar asistencia a las atrocidades del aparato terrorista subsidiario de Washington—ya sean yihadistas sirios que han « recibido» ayuda directa de miembros de los Cascos Blancos  o los señores de la guerra del TPLF que, con la complicidad de la USAID, han dejado morir de hambre a la gente. Hemos visto también, cómo los medios de comunicación tergiversan sistemáticamente la historia para presentar la peor imagen posible de los gobiernos perseguidos por Estados Unidos, mientras ignoran o incluso glorifican los crímenes de los peones de Estados Unidos; Así, durante la guerra por el cambio de régimen en Siria, Washington llegó a alentar a los yihadistas.

Tal y como ha «estimado» el activista antibélico eritreo estadounidense Elias Amare, se está aplicando el mismo trato de favor al TPLF, incluso ahora que se ha demostrado innegablemente que están agravando la hambruna:

Los miembros del TPLF son criminales que deben ser llevados ante la justicia. Muchos de sus líderes ya han sido capturados, pero otros siguen en Tigray u otros frentes de batalla. Las fuerzas gubernamentales se retiraron de Tigray y declararon un alto el fuego humanitario unilateral en junio, pero el TPLF siguió luchando e invadió más allá de su base hacia las regiones de Afar y Amhara. Siguen cometiendo atrocidades contra la población civil. En Occidente, los crímenes del TPLF se silencian o se pasan por alto, mientras que el gobierno y ejército etíope son el blanco de una campaña mediática de desinformación masiva. Es increíblemente vergonzosa la manera en que los medios de comunicación corporativos occidentales, elaboran historias de masacres y violaciones y lo que sea; al igual que lo hicieron en Libia y en Siria, donde fabricaron a los Cascos Blancos, así como, ataques con armas químicas o lo que fuere. El guion es el mismo y sigue usándose.

Los antimperialistas tienen que reflexionar desde un punto de vista intelectual para reconocer que si bien Eritrea y Etiopía pueden tener contradicciones graves que deben ser abordadas, son al mismo tiempo el blanco de una campaña de desinformación de la CIA. Una campaña cuyo objetivo es impedir la victoria del movimiento revolucionario proletario dentro de estos países, y hacer que su futuro consista únicamente en morir de hambre, vivir una guerra perpetua y un colapso continuo de los servicios sociales básicos.

Traducido para UMOYA por Lucia Gonzalez Verdeja de la Universidad de Salamanca. Departamento de Traducción y Documentación.

Revisado por Nuria Blanco de Andrés de UMOYA
Fuente:https: orinocotribune

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