Las naciones pobres se echan a temblar después de que Bill Gates aconsejó a Oxford que abandonara la Vacuna COVID de código abierto

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Beneficiarios de la Pandemia

En la imagen: Bill Gates sostiene la vacuna contra la meningitis durante una conferencia de prensa en la sede de las Naciones Unidas en Génova, Suiza, el 17 de mayo de 2011. Anja Niedringhaus | AP

Las multinacionales occidentales, incluido el socio privado de Oxford, AstraZeneca, al no poder asegurarse beneficios de la inmunización a los países más pobres, han dado prioridad a los que más pueden pagar.

Europa se echa a temblar tras oír la alarmante noticia de que la gran farmacéutica AstraZeneca no entregará el número de dosis que prometió. La empresa informó a los funcionarios de la Unión Europea de que solo enviaría 31 millones de dosis a 27 estados miembros, en lugar de los 80 millones que había prometido enviar para finales de marzo.  El primer ministro italiano, Giuseppe Conti, ya predijo que la noticia causaría grandes estragos en el continente, que ya ha soportado 32 millones de casos confirmados y 703 000 fallecimientos registrados debido a la COVID-19.

La vacuna de Oxford-AstraZeneca había sido aclamada como un milagro en la lucha mundial contra el coronavirus del pasado año, principalmente porque el equipo de investigación de la Universidad de Oxford había prometido compartir los derechos de propiedad intelectual de su producto con todas las demás farmacéuticas ; por lo que los países más pobres podrían producir e inocular la vacuna a sus habitantes a precio de coste (entre tres y cuatro dólares por dosis lo que significa una fracción del de Pfizer o Moderna).

 

El año pasado, el economista y defensor de la reforma de la patente de los medicamentos Dean Baker declaró a MintPress que:

 «El caso de la vacuna de Oxford llama aun más la atención, ya que el objetivo era pagar a los investigadores y no depender de los monopolios de patentes para generar enormes beneficios. Al final conseguiríamos una vacuna más barata y mejor… Sería fantástico que pudiéramos extraer alguna lección de la experiencia que ha supuesto desarrollar vacunas durante esta crisis y huir del antiguo mecanismo de monopolio de patentes para financiar las investigaciones».

 

 

Sin embargo, detrás de los focos mediáticos, el equipo de Oxford faltó a su promesa y firmó un acuerdo exclusivo con la gran farmacéutica AstraZeneca, con ningún compromiso por parte de ésta de vender la vacuna salvavidas a bajo precio. Tampoco se hizo público que esta decisión se había tomado a instancias del cofundador de Microsoft, Bill Gates. «Fuimos a Oxford y les dijimos: eh, estáis haciendo un trabajo brillante, pero necesitáis formar un equipo », declaró Gates. El magnate tecnológico, de 65 años, es un gran defensor de las patentes y emplea gran parte de su tiempo diseñando la política sanitaria mundial.

James Love, director de Knowledge Ecology International (1), una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es extender el acceso a la tecnología médica, señala que «Gates ha participado, desempeñando un papel enorme, en el mundo de las vacunas. Según su convicción ideológica, el sistema de propiedad intelectual es un mecanismo maravilloso, necesario para innovar y obtener beneficios».

Es probable que la decisión de anteponer los beneficios económicos a la salud de las personas tenga un impacto desastroso en el Sur global. Los países más pobres no pueden vacunar a toda su población, especialmente cuando los países más ricos del mundo están acaparando la mayor parte de las dosis disponibles, negándose a apoyar las iniciativas de empresas del Sur global para producirlas ellas mismas. Como consecuencia de esto, la población más pobre del planeta tendrá que esperar al menos hasta 2024 para vacunarse. Según estas noticias de última hora es muy improbable lograr nada que no sea retrasar el proceso.

Las multinacionales occidentales, al no poder asegurarse beneficios con la vacunación a las poblaciones africana, asiática y latinoamericana, han dado la espalda a estas regiones y han decidido priorizar a aquellas que pueden asumir un pago mayor. En consecuencia, los países del Sur global han recurrido a Rusia y China en busca de ayuda.  Mientras la prensa occidental ha desestimado estos esfuerzos tachándolos de «diplomacia de las vacunas» y «ofensivas seductoras », a la vez que ha conseguido sembrar dudas sobre la eficacia de la vacuna Sputnik V, los informes mundiales de opinión muestran que la oferta de Rusia es en realidad la opción más fiable. Hungría ha quebrantado las leyes establecidas por la U.E. y ha encargado de forma unilateral dos millones de dosis de la vacuna para su población.

La razón por la que las empresas médicas y farmacéuticas occidentales no confían en el Sur global, en parte, está relacionada en el propio Bill Gates. En 2009, la Fundación Bill y Melinda Gates supervisó un ensayo clínico poco claro e ilegal de la vacuna contra el VPH (Virus del Papiloma Humano) en la India, en el que 23 000 niñas de entre 9 y 15 años fueron expuestas a medicamentos potencialmente letales sin el consentimiento de sus padres, produciéndose siete fallecimientos.

Gates se aprovecha de su enorme poder económico para ejercer de palanca política ante las organizaciones internacionales y conseguir que sus opiniones se impongan en los programas de salud y desarrollo. Como señaló la revista Foreign Affairs, «son pocas las iniciativas políticas o normas establecidas de la Organización Mundial de la Salud que se anuncian sin que,  el personal de la Fundación Gates las haya examinado de manera informal y no oficial».

Además de ser bastante preocupante que un solo hombre pueda ejercer el veto en la política internacional, Gates también mantiene muchas opiniones polémicas con respecto a estas cuestiones, por lo que su poder resulta especialmente problemático.  Su fundación mantiene una estrecha relación con la tristemente célebre multinacional química Monsanto, productora de agroquímicos, a la que ayudó a afianzarse en África.  El mismo Gates es el mayor agricultor privado de los Estados Unidos al ser propietario de casi 101.171 hectáreas de tierras agrícolas americanas. También parece especialmente preocupado por circuncidar a los hombres del Sur global. Aunque hay pruebas que parecen demostrar que la circuncisión ayuda a reducir la propagación del VIH/SIDA, los estrechos vínculos del multimillonario de Microsoft con el desgraciadamente bien conocido depredador sexual Jeffrey Epstein (que tenía extrañas fantasías sobre poblar la Tierra con su semilla) ponen en duda sus buenas intenciones. En 2011, tres años antes de que  Epstein fuera condenado por solicitar servicios de prostitución infantil,  Gates hizo la siguiente declaración sobre él: «su estilo de vida es muy diferente y bastante enigmático».

Este último obstáculo en la lucha contra el coronavirus se puede atribuir directamente a la decisión de querer proteger celosamente la propiedad intelectual de la vacuna.  Teniendo en cuenta que actualmente mueren 14 000 personas al día a causa de la COVID-19, este podría ser el consejo más mortífero que ha proporcionado Gates (sobre la producción de vacunas).

 

                                             Alan MacLeod es redactor veterano de MintPress News. Tras completar su doctorado en 2017, publicó dos libros: Bad News From Venezuela: Twenty Years of Fake News and Misreporting and Propaganda in the Information Age: Still Manufacturing Consent, así como varios artículos académicos. También ha colaborado con FAIR.orgThe GuardianSalonThe GrayzoneJacobin Magazine, y Common Dreams.

 

Notas de la Traducción:

(1) Knowledge Ecology International (KEI) Organización no gubernamental fundada en 1995 por Ralph Nader (abogado activista en defensa del consumidor). Se dedica a temas relacionados con la gestión del conocimiento, los efectos de la propiedad intelectual en la salud pública, ciber-ley y el             e-commercio. Se ha posicionado en contra del monopolio de Microsoft y las patentes de software .

 

Fuente: Alan Macleod (25 de Enero de 2021): "Poor Nations Left Reeling After Bill Gates Advised Oxford to Ditch Open Souce COVID Vaccine" en Mint Press News.

Traducido para UMOYA por Ana López Gutiérrez, Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca.

Editado por María Abellán Sacristán, secretaria del Comité Umoya de Valladolid.

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