Influencias africanas en el Arte Moderno

Young Sailor II / © 2021 Succession H. Matisse / Artists Rights Society (ARS), New York
Young Sailor II / © 2021 Succession H. Matisse / Artists Rights Society (ARS), New York

Por Denise Murrell

Departamento de Historia del Arte y Arqueología, Universidad de Columbia.

A comienzos de la década de 1900 la estética de la escultura tradicional africana  llego a ejercer una poderosa influencia en la obra de artistas europeos que representaban a la vanguardia del arte moderno. En Francia, Henri Matisse, Pablo Picasso, y sus compañeros de la escuela de París combinaron el tratamiento estilizado del cuerpo humano propio de las esculturas africanas con estilos pictóricos derivados de las pinturas postimpresionistas de Cézanne o Gauguin. La planitud pictórica resultante, la paleta de colores vivos y las formas fragmentadas cubistas ayudaron a definir el modernismo temprano. Aunque estos artistas desconocían el significado original y la función de las esculturas de África central y occidental que habían descubierto, reconocieron al instante el aspecto espiritual de la composición y adaptaron estas características a sus propias obras para huir del naturalismo que había definido el arte occidental desde el Renacimiento.

Los pintores del expresionismo alemán como Ernst Ludwing Kirchner, del grupo Die Brücke (El Puente) que se reunía en Dresde y Berlín, fusionaron la estética africana con la intensidad emocional de los tonos de color disonantes y de las figuras deformadas para reflejar las preocupaciones propias de la vida moderna. Mientras tanto, Paul Klee, que formaba parte del grupo Blaue Reiter (El Jinete Azul) de Múnich, desarrollaba un imaginario simbólico transcendente. Ese interés de los expresionistas en el arte no occidental se intensificó después de una exposición de Gauguin en Dresde en 1910, al tiempo que los movimientos modernistas en Italia, Inglaterra y Estados Unidos se comprometieron inicialmente con el arte africano gracias a sus contactos con los artistas de la escuela de París.

Seated Male Figure / The Michael C. Rockefeller Memorial Collection, Gift of Nelson A. Rockefeller, 1969
Seated Male Figure / The Michael C. Rockefeller Memorial Collection, Gift of Nelson A. Rockefeller, 1969

Esos artistas vanguardistas, sus marchantes y los críticos más prestigiosos del momento fueron de los primeros europeos que coleccionaron esculturas africanas por su valor estético. Desde 1870, como resultado de la conquista colonial y de las expediciones exploratorias, miles de esculturas africanas llegaron a Europa, y se expusieron en museos como el Musée d’Ethnographie du Trocadéro de París, y en sus homólogos de otras ciudades como Berlín, Múnich y Londres. En ese momento, se consideraba que estas piezas eran meros objetos procedentes de los pueblos colonizados en lugar de obras de arte, por lo que se les atribuía un valor económico tan bajo que se exhibían en los escaparates de las casas de empeño y en los mercadillos. Aunque las obras de arte de Oceanía y América ya llamaban la atención de algunos artistas, especialmente durante el movimiento surrealista de los años 30, el interés en lo que no era arte occidental de muchos de los primeros modernistas más influyentes y sus discípulos se centró en la escultura del África subsahariana. Durante la mayor parte del siglo XX, este interés solía calificarse de Primitivismo un término que refleja una visión de las culturas no occidentales que en la actualidad suscitaría controversia.

Las influencias estilísticas de la escultura africana

Los artistas modernistas se sintieron atraídos por la escultura africana y, especialmente, por su visión sofisticada de la figura humana, que se aprecia, por ejemplo, en la cabeza esculpida de un conjunto de relicarios fang (1) (1979.206.229) o en otro relicario de un artista mbete (2002.456.17). Parte de las obras fang proviene de la colección del escultor Jacob Epstein, establecido en Londres, que estuvo relacionado con los vorticistas (2) y mantuvo una gran amistad con Picasso y Matisse. En cuanto al relicario mbete, durante un tiempo perteneció a Charles Ratton, marchante de arte pionero en París, y luego a Pierre Matisse, uno de los hijos del artista.

La escultura fang constituye un ejemplo de la integración de forma y función propia de la tradición centenaria de abstracción en el arte africano, previa al colonialismo europeo. El elemento escultórico, colocado en la parte de arriba de un recipiente de corteza en el que se conservan los restos de los miembros más importantes de una gran familia, puede considerarse como la materialización del espíritu de los antepasados. Así pues, el estilo representado es más abstracto que naturalista. La forma abstracta de la pieza mbete llega aún más lejos para cumplir con su función. Como la figura es un recipiente que alberga las reliquias de los antepasados, el torso es alargado, hueco y accesible desde una apertura en la parte trasera. La planitud exagerada del rostro en estos relicarios y su falta de expresividad son elementos propios de la estética africana que aparecían con frecuencia en la pintura y escultura modernistas. 

Sculptural Element from a Reliquary Ensemble: Head (The Great Bieri) / The Michael C. Rockefeller Memorial Collection, Bequest of Nelson A. Rockefeller, 1979
Sculptural Element from a Reliquary Ensemble: Head (The Great Bieri) / The Michael C. Rockefeller Memorial Collection, Bequest of Nelson A. Rockefeller, 1979

Matisse, Picasso y la escuela de París

Es probable que Matisse, un explorador empedernido de los museos, ya hubiese descubierto las esculturas africanas en el museo de Trocadéro junto con el pintor fauvista Maurice de Vlaminck antes de emprender su viaje al norte de África en la primavera de 1906. Así, ese verano, al regresar, Matisse pintó dos versiones de Joven marinero (1999.363.41), ya que remplazó los rasgos faciales naturales de la primera por un semblante más rígido y abstracto que recordaba a una máscara en la segunda. Al mismo tiempo, Picasso finalizó el retrato de la escritora estadounidense expatriada Gertrude Stein (47.106), cuyo rostro, tras pintarlo una y otra vez, terminó con un estilo frío similar, también, al de las máscaras de los bustos escultóricos y arcaicos de su Iberia natal.

En Autobiografía de Alice B. Toklas (1913), Stein narra un episodio de otoño de 1906 en el que Matisse compra una pequeña escultura africana, ahora catalogada como una figura Vili procedente de la República Democrática del Congo, en una tienda de antigüedades por la que había pasado mientras iba de camino a visitarla; Stein recordaba también cómo Matisse mostraba la escultura a Picasso, que estaba presente. Más tarde, este último contó a conservadores y escritores las importantes visitas que había ido realizando desde junio de 1907 a las colecciones africanas del Trocadéro, lo que incluía sus famosas descripciones sobre la repugnancia que le producían las galerías húmedas y oscuras. También habló sobre su incapacidad para abandonar el estudio de la elegante composición figurativa y creativa de los objetos. Las esculturas africanas, afirmó, le habían ayudado a comprender que su propósito como pintor no consistía en entretener con imágenes decorativas, sino en mediar entre la realidad percibida y la creatividad de la mente humana – para liberarla o “exorcizarla” del miedo a lo desconocido dándole forma.

En 1907, después de cientos de bocetos, Picasso completó una de sus obras más influyentes, Las señoritas de Avignon. Muchos consideran que los cuerpos femeninos facetados y los rostros que se asemejan a máscaras de esta pintura constituyen el nacimiento del cubismo y que, por ende, desempeñan un papel determinante en el arte moderno del siglo XX. Durante ese periodo cubista, continuó realizando importantes cuadros, esculturas y bocetos de figuras con rostros similares a máscaras formadas por fragmentos de volúmenes geométricos, entre los que se encuentran Busto de hombre (1996.403.5), de 1908; Cabeza de mujer (1996.403.6), de 1909, y Mujer en una butaca (1997.149.7), de 1909.-1910.

Un miembro más joven de la escuela de París, el pintor y escultor Amedeo Modigliani, fue un vínculo fundamental entre esa escuela y los artistas futuristas establecidos en su Italia natal. Destaca su originalidad a la hora de adaptar influencias estilísticas, sobre todo las del arte baulé, procedente de la Costa de Marfil (1978.412.425). Modigliani hizo bocetos de las caras alargadas de las máscaras y figuras baulés, que tenían forma de corazón y se estrechaban hasta la barbilla situada debajo de una pequeña boca que estaba antinaturalmente colocada en la parte baja del rostro. Luego, reflejó esa forma tan característica de representar el semblante en una serie de esculturas, entre las que se encuentra Cabeza de mujer de 1912 (1997.149.10), y posteriormente mantuvo este estilo en pinturas como Desnudo acostado de 1917 (1997.149.9). Constantin Brancusi, amigo y vecino de estudio en Montparnasse de Modigliani, también se interesó en el arte africano porque, al igual que la escultura de su Rumanía natal, se tallaba directamente en la madera. Pese a que se formó con Rodin, uno de los escultores europeos más notables, Brancusi rechazó en múltiples ocasiones la técnica de fundición del bronce de su maestro, ya que suponía un coste elevado y no permitía el contacto directo de las manos del artista con la obra y, en su lugar, prefirió esculpir en madera o, como en Pájaro en el espacio (1996.403.7ab)) en mármol.

Ventriloquist and Crier in the Moor/ © 2021 Artists Rights Society (ARS), New York
Ventriloquist and Crier in the Moor/ © 2021 Artists Rights Society (ARS), New York

El modernismo en Estados Unidos

Matisse y Picasso fueron figuras clave a la hora de sembrar el interés por el modernismo inspirado en el arte africano en las vanguardias de Estados Unidos. En 1905, el artista estadounidense Max Weber se trasladó a París y allí estudió pintura con Matisse. En 1908, Weber, asistente habitual de las tertulias que se celebraban los domingos por la noche patrocinadas por Gertrude Stein y  su hermano Leo, visitó el estudio de Picasso, donde probablemente pudo ver su gran colección de arte africano. A su regreso a los Estados Unidos, Weber escribió al fotógrafo Alfred Stieglitz sobre las influencias africanas que había observado en las obras de Picasso y de otros modernistas establecidos en París, influencias que acabaron apareciendo también en los cuadros del mismo Weber, en los que las formas de máscaras fueron forjando un estilo cada vez más abstracto. Más adelante, Stieglitz organizó la primera exposición de Picasso en Estados Unidos en su pequeña galería 291, nombre que recibía por su ubicación en la Quinta Avenida, y en 1914 trabajó con el artista mexicano Marius de Zayas en una de exposición en Estados Unidos que estaba entre las primeras en exhibir  la escultura africana como un arte. En 1923, otra exposición, que tuvo lugar en el Whitney Studio Club, precursor del Whitney Museum de Nueva York, fue también, una de las primeras donde se presentaron las pinturas de Picasso junto con esculturas africanas.

El expresionismo alemán

Los artistas de la Alemania de entreguerras utilizaron muchos recursos compositivos africanos, ya que no les parecía que el naturalismo fuese adecuado para representar la ansiedad, la confusión y las fantasías utópicas de la sociedad alemana del momento. Paul Klee desarrolló un estilo abstracto individual distintivo a lo largo de su etapa como maestro en la Bauhaus, y la concentración de figuras en forma de signos, evoca connotaciones místicas como ocurre en los cuadros Ventrílocuo y pregonero en el páramo, de 1923 (1984.315.35) o Cartel de comediantes, de 1938 (1984.315.57). Algunos expertos han relacionado estas obras con las máscaras del pueblo bwa (3) de Burkina Faso y con los motivos geométricos de las telas de los bambaras (4) de Mali.

El exdadaísta George Gorsz enmascara las figuras melancólicas que llenan su Calle de Berlín en 1931 (63.220) con un estilo más generalizado que se convirtió en una referencia para sus estudiantes cuando emigró a Nueva York, donde enseñó en la Art Students League. Por su parte, Max Beckmann superpone la memoria, las pesadillas y los sueños en su tríptico alegórico de 1949 Comienzo (67.187.53a–c), que terminó una vez que emigró también a los Estados Unidos.

La etapa de madurez de Matisse y Picasso

Las obras de Picasso y Matisse continuaron reflejando la influencia de la estética africana hasta bien entrada la mitad del siglo XX, y ciertos estudios recientes han revelado algunos aspectos importantes de esta influencia posterior. Algunas de las primeras esculturas más relevantes de Picasso, así como los monumentales bustos de los años 30 de su joven amante Marie-Thérèse, se han relacionado, respectivamente, con las máscaras de arte grebo y nimba (5) de su colección de escultura africana. En cuanto a Matisse, cuya familia había sido tejedora durante generaciones, poseía varias telas kuba (1999.522.15) de África central y lujosos tejidos procedentes del norte de África y de Europa del este.

Matisse, probablemente, asistió en París a las primeras exposiciones de arte africano en los que se habían mostrado telas kuba, (6) y muchas permanecieron en su colección a su muerte. Estos tejidos artesanales del siglo XIX de la República Democrática del Congo se tejieron con fibra de rafia y constituían alguna dote, y las más grandes se utilizaban como indumentaria festiva en funerales. La correspondencia de Matisse revela cómo sirvieron de inspiración para sus collages de papel, como Flores de nieve (1999.363.46) de 1951, que fueron sus últimas grandes obras. En estos collages, Matisse mezclaba su paleta de colores vivos con los  motivos de las telas para producir formas florales abstractas suspendidas en el espacio, y para crear así cambios de perspectiva entre el primer plano y el fondo. Después de haber colgado paneles de los tejidos kuba en las paredes de su estudio, Matisse contaba en las cartas que enviaba a su hermana que solía quedarse mirándolos durante un largo tiempo, a la espera de que le llegara algo.

Legado para la posguerra y el Arte Contemporáneo

A principios del siglo XX, los modernistas afroamericanos ya se habían sumado a otros artistas estadounidenses para explorar las características formales del arte africano. En 1925, en el punto álgido del Renacimiento de Harlem, el filósofo negro Alain Locke afirmó que los artistas afroamericanos debían considerar el arte africano como fuente de inspiración. Se puede encontrar una gran variedad de influencias en la obra de artistas como Elizabeth Catlett (1999.529.34) y Romare Bearden, que alcanzó su madurez artística tras esta etapa tan importante de la historia de la cultura negra. Fue alumno de George Grosz en Nueva York; en La leñera (1970.19), de 1969, realizó un collage de influencias dadaístas con diversos materiales, como fragmentos de fotografías de escultura africana, método que desarrolló en El bloque (1978.61.1–.6), una celebración a gran escala de la vida cotidiana en el barrio de Harlem.

El artista afrocubano Wilfredo Lam, estrechamente ligado a los surrealistas de París y cuyo marchante era Pierre Matisse, pintaba figuras híbridas, como en Diosa con hojas (2002.456.32) de 1942, donde fusiona una sensibilidad surrealista sorprendente con estilos figurativos africanos y referencias a la espiritualidad. Varios miembros de los expresionistas abstractos de posguerra, entre los que se incluían el escultor David Smith y el pintor Adolph Gottlieb, eran conocidos por examinar y recopilar esculturas africanas a medida que iban desarrollando su estilo abstracto.

En la era contemporánea poscolonial, la influencia de las estéticas y procesos tradicionales africanos está tan profundamente integrada en el arte que raramente suele distinguirse como tal. La creciente globalización en el mundo del arte, que ahora reúne a artistas africanos contemporáneos como el fotógrafo maliense Seydou Keïta (1997.364) o El Anatsui (2007.96), escultor ghanés, hace cada vez más borroso cualquier trazo que suponga una clara división entre el arte occidental y no occidental. La visión del mundo propia del primitivismo queda en el olvido. No obstante, los grandes esfuerzos por comprender todo el espectro que reúne las bases estéticas artísticas del modernismo temprano hacen que la investigación sobre las influencias africanas en el arte moderno siga siendo relevante en la actualidad.

Notas a la Traducción.-

(1) La etnia fang es de origen nubia y originaria del interior del área continental de Guinea Ecuatorial. Esta extendida asimismo en Gabón y Camerún. Son célebres por sus esculturas talladas y por la música que crean con el instrumento del mvett.

 Los Mbete, Ambete o Mbedé, están asentados en la frontera entre Gabón y el Congo. También para ellos el culto a las reliquias es importante.
Su obra más conocida, los relicarios, están vinculados al culto del Ngoye, practicado por una sociedad secreta de jefes quienes atribuían poderes sobrenaturales a las reliquias de sus antepasados, principalmente los huesos de la cabeza, dedos y también algunos objetos muy relacionados con ellos. Estas reliquias se guardaban en unas estatuas antropomorfas de cuerpo bastante cilíndrico, cabeza entre ovoide y triangular, con dientes aparentes y con los brazos generalmente plegados y pegados a los costados. Una oquedad en la espalda de estas estatuas servía de receptáculos de las reliquias .Suelen presentar varios agujeros cuadrados, dos bajo las axilas y otros dos a la altura de los codos que atraviesan la figura de parte a parte, posiblemente destinados a portar la figura en angarillas durante las procesiones y para colgarla cuando está fuera de uso

(2) El Vorticismo fue un movimiento artístico británico de corta duración a principios del siglo XX. Se considera que es el único movimiento británico significativo de aquella época, pero duró menos de tres años.​

(3)  Los  producen diferentes tipos de máscaras, incluyendo máscaras de hojas dedicadas al dios Dwo, y máscaras de madera dedicadas al dios Lanle. El estilo de los Bwa es bien conocido por coleccionistas y estudiosos de todo el mundo. Son máscaras de madera que representan a los animales, o máscaras altas y anchas que representan al espíritu Lanle. Están cubiertos con motivos gráficos rojos, blancos y negros que representan las leyes religiosas que la gente de las aldeas debe obedecer si quiere recibir las bendiciones de Dios. Estos conocidos patrones no son decorativos, son patrones gráficos en un sistema de escritura que puede ser leído por cualquier persona de la comunidad que haya sido iniciada. Incluyen tableros de ajedrez en blanco y negro, que parecen un blanco, patrones en zig-zag que representan el camino de los antepasados, patrones en X y semilunas. Las máscaras se utilizan en una variedad de contextos diferentes. Aparecen en los funerales de los ancianos mayores, tanto hombres como mujeres. En la iniciación cuando a los jóvenes, hombres y mujeres, se les enseña el significado de las máscaras y la importancia de los espíritus y entran en la sociedad adulta de la aldea.

(4)  Los bambara, grupo étnico mandingá habitante del oeste de África, principalmente en Malí pero también en Guinea, Burkina Faso y Senegal. Sobre el arte bambara ver :

https://infomadera.net/uploads/articulos/archivo_4046_12189.pdf

https://angata.net/categoria-producto/etnias/bambara/

https://angata.net/categoria-producto/etnias/bambara/

(5) Los Grebo, es una etnia de Liberia y Costa de Marfil. Son un pueblo costero y los primeros en interactuar con los colonos afro-americanos. Practican también los rituales “poro y sande” ( son dos sociedades secretas de cazadores masculina y femenina respectivamente). Las máscaras grebo circularon por París a principios del siglo XX. Una de ellas inspiró a Picasso su escultura Guitarra, de 1912.  La máscara Nimba se encuentra entre los pueblos Baga y Nalu de África (República de Guinea). La máscara yelmo original, era destinada a los rituales de la sociedad secreta Simo celebrados después de la cosecha de arroz. Estas máscaras, compuestas por una cabeza y un busto femenino con cuatro apoyos, de gran tamaño, se portan sobre la cabeza y se apoyan en los hombros de un bailarín masculino, que mira al exterior a través de un orificio entre los pechos. Su cuerpo está totalmente  cubierto por un enorme vestido de fibra vegetal o textil. Ciertas opiniones apuntan la posibilidad de una combinación de rasgos humanos y animales. Se cree que los primeros incluyen el principio masculino, pues los ojos y la nariz, vistos de frente podrían ser identificados con los genitales masculinos. Esta pieza representa a la poderosa Nimba, el espíritu o la diosa del crecimiento, la fertilidad y la maternidad entre los baga, a la que se atribuye una doble función.

(6) En la República Democrática del Congo, el pueblo Kuba y algunas regiones limítrofes tejen unas telas de Rafia denominadas Kuba. Las telas Kuba forman parte de la artesanía tradicional de África, creada con técnicas primitivas que se han empleado durante siglos. El material básico utilizado en los paneles de tejido de la tela Kuba es la fibra de la palma rafia (Raphia vinífera), que crece en toda la región, después de ser tratada para poder ser tejida. Se utiliza  la capa exterior de las hojas más jóvenes, sacándole las fibras que son humedecidas y golpeadas repetidas veces para darles mayor flexibilidad. Una vez preparadas, los hombres, en unos pequeños y sencillos telares verticales tejen la rafia. Ahora es la mujer la responsable de la decoración de la pieza aplicando distintos motivos, o bordados. Para teñir las telas se utilizan tintes naturales de diversos colores: los tonos marrones, ocre y amarillo eran sacados de plantas locales, el rojo se obtenía de  las raíces de los árboles, el negro del hollín y alquitrán etc., etc. Alguna de estas telas está decorada con cauries ( caracol de mar, su concha se usa en las religiones animistas para la adivinación), reservadas para las gentes de mayor rango social.

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Referencias : Murrell, Denise. “African Influences in Modern Art.” In Heilbrunn Timeline of Art History. New York: The Metropolitan Museum of Art, 2000–. http://www.metmuseum.org/toah/hd/aima/hd_aima.htm (April 2008)

Lecturas complementarias

FitzGerald, Michael. Picasso and American Art. New Haven: Yale University Press, 2006.

LaGamma, Alisa, ed. Eternal Ancestors: The Art of the Central African Reliquary. Exhibition catalogue. New York: Metropolitan Museum of Art, 2007. Ver en  MetPublications

Messinger, Lisa Mintz, Lisa Gail Collins, and Rachel Mustalish. African-American Artists, 1929–1945. Exhibition catalogue. New York: Metropolitan Museum of Art, 2003. Ver en MetPublications

Matisse, His Art and His Textiles: The Fabric of Dreams. Exhibition catalogue. London: Royal Academy of Arts,, 2004.

Rewald, Sabine. Twentieth Century Modern Masters: The Jacques and Natasha Gelman Collection. Exhibition catalogue. New York: Metropolitan Museum of Art, 1989. Ver en MetPublications

Rubin, William, ed. “Primitivism” in 20th Century Art. 2 vols. New York: Museum of Modern Art, 1984.

Vogel, Susan M. Primitivism Revisited: After the End of an Idea. New York: Sean Kelly Gallery, 2007.

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Fuente original: Denise Murrel (abril de 2008). "African Influences in Modern Art", en The Met Museum.

Traducido por Candela Martínez Pérez.

Revisado por Bruno Cometto Arruga el 30 de noviembre de 2020.

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