SUDÁFRICA | Violencia policial, racismo y conexiones entre Minneapolis en Estados Unidos y Ciudad del Cabo en Sudáfrica

Ferrocarril a través de Cape Flats desde N2. Foto: Angus Willson, Flickr CC (recuperada por Africa Is a Country).
Ferrocarril a través de Cape Flats desde N2. Foto: Angus Willson, Flickr CC (recuperada por Africa Is a Country).

Durante las últimas semanas, Estados Unidos ha estado ardiendo. Las protestas políticas se extendieron rápidamente por todo el país después de que la policía de Minneapolis matara a George Floyd, un afroamericano desarmado. A partir de ese momento, por todas partes las imágenes de ventanas rotas, automóviles en llamas y palizas policiales inundaron las noticias y redes sociales. El presidente Donald Trump reaccionó pidiendo «justicia» para la familia Floyd y «ley y orden» para los activistas [1].

El que se acepte o no esta historia depende en gran medida de cómo se defina el término «violencia». Los comentarios de Trump sitúan la violencia directamente en los actos de malhechores de ambos lados, manifestantes y policías, que pueden ser fácilmente identificados y castigados. La solución parece bastante sencilla. Los estudiosos de la violencia podrían argumentar que es un análisis demasiado simple.

«La violencia nunca puede entenderse en términos de sus características físicas únicamente: fuerza, agresión o provocación de dolor», escriben Nancy Scheper-Hughes y Philippe Bourgois [2], dos estudiosos de la materia. Argumentan que la protesta rebelde y la brutalidad policial no son actuaciones independientes, sino puntos sucesivos en un «continuo de violencia» que también incluye «ataques a la personalidad, dignidad, sentido de valor o autoestima de la víctima». Al considerar la violencia como un proceso continuo se contemplan una serie de fuerzas interrelacionadas, que van desde el asesinato, al racismo y la pobreza, las cuales conspiran juntas como formas comunes de coacción y abuso para limitar las vidas, la condición social, el movimiento y las oportunidades de las víctimas.

Mi investigación [3] no trata acerca de los actos perpetrados por manifestantes o policías, sino sobre los perpetrados por pandillas [4]. Se desarrolla en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, una de las principales ciudades turísticas del mundo y también una de las más mortíferas [5]. Al igual que Estados Unidos, Sudáfrica tiene su propia historia de opresión racial. En 1948, los sudafricanos aplicaron una política de apartheid que significa separación e institucionalizó la segregación racial en todo el país. El gobierno de la minoría blanca terminó hace más de 25 años, sin embargo, la pobreza, la desigualdad, la segregación y la inseguridad aún marcan los perfiles raciales de las ciudades sudafricanas.

Rodeada por una costa que se extiende a ambos lados de los océanos Índico y Atlántico, Ciudad del Cabo brilla tanto como un folleto propagandístico de viajes de turismo, con muchas vistas panorámicas de la Table Mountain (n.t.: lugar turístico y símbolo representativo de la ciudad), restaurantes concurridos y tiendas bulliciosas. Sin embargo, a poca distancia del centro de la ciudad,  pandillas rivales libran sangrientas batallas para controlar el tráfico de drogas en las comunidades pobres de los townships [6], donde vive la mayor parte de la población negra y de color de la ciudad. Muchos habitantes blancos de Ciudad del Cabo se lamentarán de la falta de seguridad en su ciudad. Pero, como yo, la gran mayoría vive en el centro y zonas residenciales  y no experimenta nada que se aproxime a los niveles de violencia que se encuentran en los llamados townships [7].

La mayoría de los habitantes de las ciudades también olvidan, o ignoran, las otras formas en las que se encuentran conectados con esa violencia [8]. Por un lado, la pobreza en la periferia significa la oferta de mano de obra barata que genera un alto nivel de vida para los ricos [9]. Esta última es la cara brillante de la moneda, frente al llamado problema de las pandillas. Lo que hace que la ciudad sea un destino tan «asequible» para extranjeros como yo es lo mismo que hace que miles de jóvenes de Ciudad del Cabo recurran a las pandillas para obtener ingresos y poder [10]. La vigilancia policial en la ciudad también se centra en fortificar los restaurantes y tiendas del centro de la misma, mientras que el conflicto en las comunidades de los townships es simplemente controlado y contenido. Sin protección de la policía y los tribunales, aumentan los jóvenes que se unen a las pandillas [11]. Otros jóvenes, que debido al racismo permanecen fuera de las playas y restaurantes de la ciudad, probablemente se  encontrarán mejor acogidos por las pandillas [12; 13].

Lo que está sucediendo actualmente en Ciudad del Cabo es el resultado de una forma de «neo-apartheid» [14] que ha sobrevivido a la transición en Sudáfrica hacia el gobierno democrático de 1994. Las clases trabajadoras negras y de color actuales de Ciudad del Cabo siguen atrapadas en la pobreza extrema, mantenidas a cierta distancia de centros de comercio, turismo y ocio de la clase media, en su mayoría blancos [15]. Incapaces de acceder a los servicios básicos de la vida, hasta 100.000 personas han recurrido a integrarse en las pandillas [16]. Ciudad del Cabo puede parecer un mundo alejado de Minneapolis, pero las lecciones para los estadounidenses son claras: la violencia existe en un proceso continuo de entramado social. Las pandillas son violentas; pero también lo es el hambre; la falta de vivienda también es cruel y despiadada; también lo es la desigualdad, el racismo y la segregación; todo se presenta en formas que están entretejidas y son inseparables.

Phillipe Bourgois [17], uno de los investigadores que estudió el «proceso continuo de violencia», lo hizo en el entorno «del apartheid en la zona pobre estadounidense». La  frase del «continuo de violencia» la acuñó para sintetizar la opresión cotidiana en la que se encuentran  las comunidades marginadas de los Estados Unidos, cuyas tasas de homicidios son varias veces más elevadas que las de otras naciones industriales y donde el oportuno arresto y encarcelamiento sustituyen al acceso igualitario a la vivienda, al empleo, al sustento y la salud. Sin embargo, la mayoría de la sociedad estadounidense no ve esta faceta de sí misma «porque los traficantes de drogas, los adictos y los delincuentes callejeros internalizan su ira y desesperación. Dirigen su brutalidad contra ellos mismos y su comunidad inmediata en lugar de contra sus opresores estructurales». Bourgois animó a los lectores a evitar juicios severos sobre las personas que figuran en su investigación, si bien señalando que «la América dominante» debería identificarse con los personajes presentados en estas páginas y reconocer sus vínculos. Estas zonas urbanas deprimidas representan «el mayor fracaso de la política interior de Estados Unidos». Toda la sociedad estaba explícitamente implicada en el proceso continuo de violencia sobre el que Bourgois escribió.

Si Bourgois tiene razón, es poco probable que las iniciativas de ley y orden traigan paz o justicia, como afirma Trump. Aun así, Estados Unidos ha puesto en práctica este enfoque. Sudáfrica se ha inclinado hacia una justicia penal militarizada, enviando al ejército a las zonas marginales para luchar contra las pandillas de la calle y tampoco ha tenido efecto [18]. El fracaso en ambos lugares indica que lo que se necesita no es ley y orden, sino más bien una reforma completa del orden actual de las cosas. Si aceptamos una definición más globalizadora de violencia, nos ayudará a aclararlo, reorientando el objetivo prioritario para la prevención de la violencia lejos de las tácticas agresivas de la justicia penal y hacia un espectro más extenso de soluciones como: desarrollo comunitario, servicios sociales, programas de reactivación, intervenciones de salud mental, etc. De hecho, esta es la perspectiva de los activistas contra el racismo que exigen retirar fondos a la vigilancia policial y reconceptualizarla.

En un país como los Estados Unidos, que se considera a sí mismo una sociedad superior a las demás, puede ser particularmente difícil afrontar las múltiples formas en que es cómplice del asesinato de alguien como George Floyd; pero, si se observa, se comprenderá que la violencia cotidiana hace que los afroamericanos sean 2,5 veces más propensos a ser asesinados por la policía que los blancos [19]; es la violencia de una tasa de pobreza 2,5 veces más alta para los negros que para los blancos; la violencia de índices superiores de arresto y encarcelamiento de negros, con índices más bajos de empleo, nivel educativo y propiedad de la vivienda .

Esta ola de disturbios ya está en llamas. El policía que mató a George Floyd puede o no ir a la cárcel en los próximos meses. El interés de los medios de comunicación seguramente pronto se disipará, pero el  proceso continuo de violencia en los Estados Unidos seguirá inevitablemente. A medida que mueran más personas negras, también las manifestaciones al final volverán a estallar, a menos que los estadounidenses comiencen a percibir la rebelión callejera y la brutalidad policial como parte de un sistema de agresión que es continuo y pernicioso. Porque, si se deben censurar tales actos, también se deben censurar los sistemas que los sustentan, así como el papel que desempeña la sociedad en general para perpetrarlos. Cualquiera que no esté dispuesto a hacerlo también es culpable, convirtiéndose en cómplice de asesinato por ignorancia e inacción.

 

 

Notas de la traducción

[1] https://www.npr.org/2020/05/29/864722348/twitter-hides-trumps-tweet-on-minneapolis-saying-it-glorifies-violence

[2] http://www.philippebourgois.net/articles/Scheper-Hughes%20et%20al%202004%20PDF.

«Making sense of violence», artículo académico de los dos autores mencionados de la Universidad de los Angeles. California.

[3] https://academic.oup.com/bjc/article/doi/10.1093/bjc/azaa028/5843313?guestAccessKey=ad642323-0dca-4749-a325-dbf8f258225f

[4] Las pandillas de Ciudad del Cabo se originaron en la desorganización social de la era del apartheid (Lambrechts, 2012), expandiéndose y profesionalizándose después del apartheid cuando una Sudáfrica recién abierta los conectó a los mercados internacionales de drogas (Kinnes, 2000). La erudición cultural callejera según la teoría social de Bourdieu explica como las prácticas sociales criminales se generan en condiciones de marginalidad  y a su vez  son generadoras de las mismas. La investigación arriba mencionada se basa en el relato de dos «virtuosos callejeros» que han dominado con éxito el «arte de matar» para prosperar en el campo callejero en Ciudad del Cabo.

[5] https://www.msn.com/en-za/news/crime/cape-town-ranked-11th-deadliest-city-globally/ar-AAF3F6q

Ciudad del Cabo está clasificada como la 11ª ciudad con más muertes del mundo.

[6] En Sudáfrica, los términos township y location usualmente se utilizan para referirse a áreas urbanas subdesarrolladas, desde finales del siglo XIX hasta el fin del apartheid. Están poblados por gente no blanca, como indios, africanos negros y coloureds (se refiere al grupo étnico racialmente heterogéneo que posee ancestros europeos, asiáticos y de varias tribus bantú y koisán). Los townships eran frecuentemente construidos en las periferias de los pueblos y ciudades. https://es.wikipedia.org/wiki/Township_(Sud%C3%A1frica)

[7] https://issafrica.org/crimehub/facts-and-figures/provincial-crime

Estadísticas de Criminalidad en Sudafrica por Categoria y Provincia.

[8] https://www.huffingtonpost.ca/dariusz-dziewanski/violence-south-africa_b_4933050.html

Aunque los sucesos violentos del galardonado atleta olímpico Oscar Pistorius  -asesinó a su novia la modelo Reeva Steenkamp- merecen atención, hay otras historias personales conmovedoras a través de este espectro de experiencia que son ignoradas, y han sido ignoradas por décadas. Seguramente tales historias también merecen verdadera atención.

[9] https://www.nytimes.com/2017/02/15/world/africa/south-africa-minimum-wage.html

[10] https://www.groundup.org.za/article/recruiting-child-soldiers-cape-flats_2428/

Reclutamiento de  niños soldados en apartamentos del Ciudad del Cabo.    

[11] https://www.aljazeera.com/indepth/features/2015/09/price-justice-south-africa-150907102905146.html

[12] https://www.independent.co.uk/news/world/africa/racism-protest-rape-clifton-4th-beach-cape-town-south-africa-security-guards-sheep-slaughter-a8704036.html

[13] https://www.thedailyvox.co.za/eating-out-in-cape-town-a-starter-of-racism-anyone/

[14] https://www.africancentreforcities.net/wp-content/uploads/2013/10/post-apartheid_geographies_pieterse_15dec09.pdf 

«Geografías post-apartheid en Sudáfrica: ¿Por qué las diferencias urbanas son tan persistentes?».

[15] https://books.google.ca/books/about/Ambiguous_Restructurings_of_Post_aparthe.html?id=gKSjVuvb5PYC&redir_esc=y

Reestructuraciones ambiguas de la Ciudad del Cabo posteriores al apartheid: la forma espacial de cambio sociopolítico. Libro de Christoph Haferburg, Jürgen Ossenbrügge.

[16] https://www.bloomberg.com/news/articles/2019-07-24/rising-cape-town-gang-violence-is-yet-another-legacy-of-apartheid

El aumento de la violencia pandillera en Ciudad del Cabo es otro legado del apartheid. El presidente de Sudáfrica recurrió a la ayuda del ejército para detener una ola de asesinatos relacionados con las drogas. Julio 2019.

[17] https://etnografiaurbana.files.wordpress.com/2011/04/en-busca-de-respeto-philippe-burgois.pdf.

Libro del autor: En busca de Respeto. Estudio en el barrio de Harlem en Nueva York y la manera de sobrevivir con la droga por parte de los traficantes y sus familias.

[18] https://www.theglobeandmail.com/world/article-in-a-cape-town-crackdown-on-guns-and-gangs-south-africans-fear/

Los sudafricanos de Ciudad del Cabo temen sufrir los daños colaterales de la ofensiva del ejército contra las armas y pandillas callejeras.

[19] https://www.bloomberg.com/news/articles/2019-08-06/race-and-police-shootings-what-new-research-says

Dos nuevos estudios han resucitado el debate que ya viene de hace tiempo sobre cómo responde la policía ante los sospechosos blancos de delitos frente a como lo hace con los afroamericanos.

 

 

Dariusz Dziewanski. «The violence within us», en Africa Is a Country.

Traducido para Umoya por Nuria Blanco de Andrés.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos
Responsable Federación de Comités en Solidaridad con África Negra +info...
Finalidad Gestionar y moderar tus comentarios. +info...
Legitimación Consentimiento del interesado. +info...
Destinatarios Automattic Inc., EEUU para filtrar el spam. +info...
Derechos Acceder, rectificar y cancelar los datos, así como otros derechos. +info...
Información adicional Puedes consultar la información adicional y detallada sobre protección de datos en nuestra página de política de privacidad.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.