RUANDA | ¡Kizito, mi amor!

Kizito Mihigo. Foto: Musabyimana.net.
Kizito Mihigo. Foto: Musabyimana.net.

En el instante en el que algunos todavía se alegraban contemplando cómo ante nuestros ojos se rebobinaba el ruidoso casete de un perro casero, que creyó que podía imitar impunemente el mugido de las vacas del mismo redil, Evode, tal como «afectuosamente» lo llama Paul Kagame (¡!), nuestro deleite (en cualquier caso, de un voyerismo un tanto dudoso), recibió un brutal jarro de agua fría debido al inesperado asesinato del ídolo unánime del pueblo ruandés en el momento actual: ¡Kizito Mihigo!

No sé ustedes, pero para mí la conmoción fue prácticamente física: ¡tuve que salir apresuradamente para no vomitar en el taxi de mi jefe al enterarme del macabro comunicado de la policía ruandesa! Mi cuerpo tuvo exactamente la misma reacción emocional en 1988, en la época en la que trabajaba en el Banco Comercial de Kibuye: ¡vomité encima de la mesa de mi despacho cuando me enteré del asesinato de Sankara… el burkinés!

¡El mensaje que mata!

«Hutu + Tutsi = beauty and hope». He aquí la simplísima ecuación que resume el mensaje subliminal, poderoso y eterno, de la famosa canción de Kizito Mihigo, aquella que le condenó a muerte… Mal que le pese a todos los «aspectos positivos» del síndrome incapacitante de la etnicidad (SIE), este mensaje permanecerá para siempre grabado en todas las rocas esparcidas por Ruanda, desde Ndaba hasta Ngarama, pasando por los makoro del Gran Norte…

Mientras que, inmediatamente después de su desaparición, todos se apresurarán a enterrar hasta el recuerdo de Paul Kagame, la historia recordará que Kizito Mihigo murió por haber cantado en voz alta lo que la gran mayoría de los ruandeses desea, pero canta únicamente en la intimidad de la ducha: ¡paz y amor entre ellos… por fin!

El genocidio de los artistas ruandeses…

De este país altamente «siniestrógeno» para cada ruandés, pero del que en particular ningún artista sale finalmente ileso, a menos que salga por patas, Kizito Mihigo intentó huir a través de la vecina Burundi. No tuvo en cuenta la vigilancia de los «carceleros de Satanás” que, desde hace poco, ¡vigilan día y noche cada centímetro de las fronteras terrestres de esta penitenciaría a cielo abierto llamada Ruanda!

Durante la «guerra total» de 1994, hubo en Ruanda dos «limpiezas étnicas», hoy en día ampliamente documentadas. Una ya ha sido calificada como genocidio por la ONU y la calificación de la otra está dentro del oleoducto…

Una tercera limpieza ha sido ocultada hasta la actualidad: ¡la de los artistas y de cualquier etnia!

En una inédita y objetiva alianza, cuyos motivos psicosociológicos habría que analizar, las milicias «hutu» Interahamwe y la soldadesca «tutsi» Inkotanyi eligieron implacablemente como objetivo a los artistas de cualquier ideología, sin consideración étnica, ¡un poco a la manera de los nazis! Excepto quizás el cantautor Jean-Baptiste Byumvuhore, que por otra parte, es minusváildo, no se conoce ningún artista (de Rugamba a Sebanani) que se les haya escapado, como no haya sido huyendo del país. A modo de ejemplo revelador: las Interahamwe ejecutaron a Cyangugu, sobrino carnal de Mathieu Ngirumpatse, que por aquel entonces era el poderoso presidente del partido en el poder. El joven, a pesar de que morfológicamente era claramente hutu, fue masacrado ¡porque era famoso por cantarle a la vida en general y al amor en particular!

El grand écart de Kizito Mihigo

Antes de que se nos revelara como el generoso humanista que conocemos, Kizito Mihigo fue ese chaval guapo con una aterciopelada voz de tenor y mirada matadora que hacía zozobrar el corazón de las chicas… La «primera» de todas ellas sucumbió de inmediato a su arrebatador encanto ¡y le entregó las llaves de Rugwiro, Kiyovu y Ntete (los palacios)… «como a un hijo»!, antes de ofrecerle en bandeja una beca «presidencial» en Bélgica para ir allí a realizar estudios superiores de música.

Al concluir sus estudios, Kizito Mihigo decidió naturalmente regresar el redil…  para servir a su hermoso país. A ese país, lo sirvió «tan mal» que no tardó en verse entre rejas, ¡para diez años de reclusión criminal!

Crimen aducido por el poder: tentativa de asesinato en la persona del Jefe de Estado. ¡Oooh, qué traición! ¡Qué ingratitud!

Crimen-secreto (de títere): haber osado ejecutar la postura del grand écart con la cultura del Palacio que le «formó», preconizando (con canciones) la empatía, necesaria y saludable, entre víctimas tutsi y víctimas hutu del «drama» de 1994. Su suerte estaba echada incluso si, cuatro años más tarde, fue liberado gracias a una amnistía presidencial impuesta desde el extranjero, pero estrictamente enmarcada…

¡La maldición del palacio!

La misma proximidad con la familia presidencial, el mismo modus operandi criminal… Hace cuatro años fue asesinado en la misma brigada de policía de Remera, el antiguo médico particular del presidente, el doctor Gasakure. Entonces, también hubo un comunicado de la policía nacional que alegó ¡legítima defensa de un joven policía, robusto y armado, que fue mortalmente amenazado por el pobre y viejo galeno!

Kizito Mihigo acaba de ser asesinado en la misma celda y la policía anuncia oficialmente ¡su suicidio por ahorcamiento, con ayuda de las sábanas de la cama! Conozco muy bien la famosa cárcel de Remera por haberla «visitado» un día… ¡si ven lo que quiero decir! No hay ninguna ventana lo suficientemente alta para «acoger» el ahorcamiento voluntario de un coloso del tamaño de Kizito y, a menos, claro está, que la visión 2020 haya pasado por allí, es lícito preguntarse ¡desde cuándo los calabozos ruandeses se han convertido en hoteles con estrellas, con sábanas de cama y tutti quanti!

 

#JesuisKizito!

 

Fuente: Sylvestre Nsengiyumva (17 de febrero 
de 2020). «Kizito mon amour!», en Musabyimana.net.

Traducido por Dina Martínez para Umoya.

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