¿Y si Congo-Kinshasa necesita una terapia colectiva?

Paisaje de la RD Congo. Foto: Pixabay.
Paisaje de la RD Congo. Foto: Pixabay.

En la República Democrática del Congo, también conocida como el Congo-Kinshasa, cada vez es más extraño que los «escasos debates políticos» que se celebran estén impulsados por una cierta interdisciplinariedad. A menudo, se ha menospreciado la historia e incluso se ha reescrito incorrectamente por los partidarios del «presentismo» y del pesebre. Así, esos «escasos debates políticos» se han ido empobreciendo debido al culto a la personalidad y, generalmente, las aportaciones de los estudios humanísticos no se han tenido en cuenta. Sin embargo, convendría analizar algunos comportamientos aborregados desde el punto de vista de la psicología, la psiquiatría y la psicoterapia, pues parece que la patria de Lumumba está siendo gestionada por minorías de psicópatas y/o partidarios de la patocracia. De hecho, los intercambios que han tenido lugar entre determinados «aparentes actores políticos» o ciertos miembros de esa sociedad que se hace llamar civil pueden demostrarlo.

Un día, un «político» congoleño me llamó y me contó lo siguiente: «Nos han dicho que saquemos a los congoleños a la calle y que, si matamos a algunos de ellos, entonces tomarán medidas. Acaban de asesinar a más de cuarenta… ¿cuántas muertes más hacen falta para que hagan algo al respecto?».

Esta conversación tuvo lugar en la época en que los compatriotas se organizaron y se pusieron en pie para que el régimen de Kabila no pudiera modificar la «Constitución». Dichos compatriotas expresaron su repulsa al régimen a través de la publicación de un libro en 2015 titulado Les Congolais rejettent le régime de Kabila (Los congoleños rechazan el régimen de Kabila). En la portada, aparece una fotografía de Gaby Mamba, asesinado durante el tiroteo que se produjo en Kinshasa con motivo de las manifestaciones celebradas los días 19, 20 y 21 de enero de ese mismo año.

Por extraño que parezca, a día de hoy se considera que el «régimen» que recondujo el paradigma del rey Leopoldo II era de carácter «socialdemócrata». ¡Se trata de un problema verdaderamente serio! Pero retomemos la conversación anterior. El «político» congoleño aseguraba que les habían dicho que sacaran a los congoleños a la calle… pero ¿quién dijo qué a quién?

 

Una alianza tanatófila en el Congo-Kinshasa

«Algunos tomadores de decisiones» pidieron a sus «subcontratistas» que pusieran a los congoleños en la calle sabiendo que serían asesinados. De hecho, son asesinados y «los tomadores de decisiones» no intervinieron. Y un «subordinado», «un esclavo voluntario» gritaba pidiendo ayuda para que el macabro recuento de los muertos congoleños llegara a la esfera pública (¡las redes sociales!).

Para mí, este modus operandi esconde un pacto con tendencia tanatofílica, una alianza mortífera entre «ciertos tomadores de decisiones» y sus «marionetas», las cuales actúan como «aparentes actores políticos» del país. Así, este pacto transformaría la patria de Lumumba en una patocracia dirigida por «psicópatas transnacionales». Y con razón me refiero a ellos como psicópatas, pues dudo que alguien que haya tenido una buena educación pueda, conscientemente y con conocimiento de causa, mandar a seres humanos a una muerte segura y mentir sobre una posible intervención.

Reducir todas las preguntas ligadas a la guerra perpetua y de baja intensidad que se está produciendo en el Congo-Kinsasa a la necesidad que tienen las multinacionales de materias primas estratégicas, así como desentenderse de la situación mental de sus «pequeñas manos» o ayudantes, podría constituir un error a la luz de todas y cada una de las aportaciones que han dado los estudios humanísticos hasta la fecha. Ese pacto con tendencia tanatófila ante el cual el país se está doblegando es propio de psicópatas. La sed de dominación de «los tomadores de decisiones», la instrumentalización de sus subalternos, la desconsideración de los congoleños, la banalización de la muerte, el cinismo y el maquiavelismo demuestran que su comportamiento se asemeja al de un psicópata. Precisamente, «la psicopatía puede definirse como una tendencia a la dominación y a la frialdad al mismo tiempo. Los psicópatas tienden a encolerizarse e irritarse y están dispuestos a abusar del resto. Son arrogantes, manipuladores, cínicos, exhibicionistas, maquiavélicos y vengativos. Siempre están en busca de sensaciones y solamente les interesa su propio beneficio…».

 

Reducir todas las preguntas ligadas a la guerra perpetua y de baja intensidad que se está produciendo en el Congo-Kinsasa a la necesidad que tienen las multinacionales de materias primas estratégicas, así como desentenderse de la situación mental de sus ayudantes, podría constituir un error a la luz de todas y cada una de las aportaciones que han dado los estudios humanísticos hasta la fecha.

 

El hecho de que los subalternos y demás asesinos del «régimen» ya mencionado se autoproclamen «hombres de Estado», «autoridades morales», «ministros», «presidente» o «Padre de la democracia» y que estos, además, cuenten con gente que les aplauda por ello y con fanáticos que viven precariamente durante todo el año, pero que pueden ser manipulados para vestir traje y corbata en cualquier momento, hace que su «naturaleza contagiosa» resulte peligrosa. Parece que los psicópatas «exigen amor y reconocimiento social al mismo tiempo que se consideran verdaderamente honorables e importantes; sin embargo, ese amor y reconocimiento no es recíproco, pues creen que los demás son despreciables e insignificantes. Se trata de un comportamiento claramente acorde con la esencia de la psicopatía tal y como se la conoce».

Al observar ciertos comportamientos aborregados que se producen entre los compatriotas que frecuentemente dan su vida por esos psicópatas de «izquierdas» y de «derechas», resulta inevitable plantearse la siguiente pregunta: ¿acaso la República Democrática del Congo se ha convertido en una patocracia? Y, en ese caso, ¿es necesaria una terapia colectiva?

 

Guerra de baja intensidad, presas exhaustas y patocracia

¿Qué significa este término? «La patocracia es un sistema de gobierno en el que una pequeña minoría enfermiza toma el control de toda una sociedad. En una patocracia, todos los puestos de poder (…) deben estar ocupados por personas que padecen las mismas alteraciones psicológicas (…). No obstante, este tipo de personas representan un porcentaje de la población bastante bajo, lo que los vuelve más valiosos aún a los ojos de los patócratas. Así, estos últimos no se fijan en el nivel intelectual o en las competencias profesionales, que serían todavía más inusuales». Por lo tanto, los patócratas son a la vez psicópatas y depredadores.

 

Las «presas exhaustas» a causa de la guerra de desgaste en el Congo-Kinshasa acaban convirtiéndose en miembros de la patocracia. De hecho, «al cabo de algunos años dentro de un sistema como este, prácticamente todo aquel que padece alguna psicopatía acaba integrándose en la actividad patocrática e incluso se les llega a considerar los miembros más fieles, a pesar de que algunos de ellos estén relacionados de una u otra forma con el otro bando».

 

En 2003, se publicó un libro titulado Les nouveaux prédateurs. Politique des puissances en Afrique centrale (Los nuevos depredadores. La política de las potencias del África Central) que ofrecía su propia versión sobre la guerra de baja intensidad llevada a cabo contra la región de los Grandes Lagos de África. La segunda parte recibió el nombre de Les nouveaux prédateurs (Los nuevos depredadores) y, en él, se menciona tanto a la «red de poder de la depredación» criticada en el informe llevado a cabo en 2002 por expertos de la ONU (entre ellos Mahmoud Kassem) como a varios de sus miembros. Su participación en esta guerra de desgaste, sus mentiras y sus pretensiones, entre otras muchas cosas, hacen que su comportamiento sea idéntico al de los psicópatas.

«Los psicópatas son depredadores. Si nos paramos a pensar en las interacciones que discurren en la naturaleza entre los depredadores y sus presas, podemos hacernos una cierta idea de lo que se esconde tras la “máscara de salud mental” de un psicópata. Los depredadores utilizan tácticas para aproximarse sigilosamente a su presa, alejarla del rebaño, acercarse a ella y dejarla, así, agotada. Del mismo modo, los psicópatas confeccionan toda una gama de sofisticados artificios en los que camuflarse: palabras, apariencias, mentiras, manipulaciones… todo con el objetivo de “engañar” a su presa. A diferencia de la gente corriente, a la que le gusta ver a la gente feliz y complacerla, a los psicópatas les gusta hacer sufrir».

Las «presas exhaustas» a causa de la guerra de desgaste en el Congo-Kinsasa acaban convirtiéndose en miembros de la patocracia. De hecho, «al cabo de algunos años dentro de un sistema como este, prácticamente todo aquel que padece alguna psicopatía acaba integrándose en la actividad patocrática e incluso se les llega a considerar los miembros más fieles, a pesar de que algunos de ellos estén relacionados de una u otra forma con el otro bando».

 

Para el desarrollo de prácticas (colectivas) de liberación

Puede que (también) la psicopatía y la patocracia sean consecuencia de cómo los corazones y los espíritus han sido alimentados por la «magia capitalista». La influencia de las ideologías individualistas y nihilistas en «los tomadores de decisiones» y en sus subcontratistas no debería ignorarse en nombre de la psicologización y la psiquiatrización de la vida cotidiana.

 

El Congo-Kinshasa necesita «prácticas (colectivas) de liberación» a nivel cultural, psicológico, psiquiátrico, espiritual, filosófico, político…

 

No obstante, considero que las aportaciones de la psicología, la psiquiatría y la psicoterapia no deben pasarse por alto en la búsqueda de las causas que dieron lugar a la pérdida de la brújula ética de «los tomadores de decisiones» y de sus marionetas, así como de esos compatriotas en su mayoría hechizados por el culto a la personalidad de individuos mediocres, psicópatas y/o patócratas.

Y sí. Creo que la República Democrática del Congo necesita «prácticas (colectivas) de liberación» a nivel psicológico, psiquiátrico, espiritual, filosófico, político… Si las «minorías organizadas y en estado de alerta» consiguieran, con una cierta masa crítica, derrocar las relaciones de poder, podrían encabezar la revolución que necesita el país. Los medios de comunicación alternativos congoleños llevan trabajando en ello desde hace tiempo. Los escritores congoleños, africanos y panafricanos no duermen ni descansan. Saben que deben vencer el miedo a aprender siguiendo esta vía terapéutica. Y ya se están creando nuevas escuelas panafricanas. La lucha sigue…

 

Babanya Kabudi

Generación  Lumumba 1961

 

P.D. Para saber más, puede leerse La sorcellerie capitaliste. Pratiques de désenvoûtement (La magia capitalista. Prácticas de liberación) de Philippe Pignarre e Isabelle Stengers (2005), así como este artículo titulado « Lorsque les psychopathes prennent le contrôle de la société » (Cuando los psicópatas toman el control de la sociedad).

 

Fuente: Jean-Pierre Mbelu (8 de julio de 2019). 
"Et si le Congo-Kinshasa avait besoin d’une thérapie 
collective ?", en INGETA. 

 Traducido por María Iglesias Isidro para Umoya.

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