Zona de Libre Comercio Continental Africana: ¿qué panafricanismo? (Parte 3/3)

Puerto autónomo de Duala, Camerún (CC – Wikimedia)

El 21 de marzo de 2018, cinco años después de haber celebrado el medio siglo de existencia de la Organización de la Unidad Africana (OUA)/Unión Africana (UA) – considerado en la jerga de la UA como «cincuenta años de éxito» –, 44 de los 55 Estados miembros de la UA firmaron en Kigali el acuerdo por el que se creaba la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA), es decir, un «mercado único para las mercancías y servicios facilitado por la circulación de personas […], un mercado liberalizado para las mercancías y servicios», según el texto de dicho acuerdo.

Publicamos aquí la tercera y última parte de este análisis sobre la AfCFTA. Se abordarán su supuesta articulación con los AAE, la AfCFTA como continuación de una política de subordinación/complicidad y la necesidad de ir más allá de las políticas basadas en el extractivismo.

¿Un panafricanismo patrocinado por la Unión Europea?

Desde el punto de vista de los y las que alaban el proceso de la AfCFTA, el riesgo de su estancamiento incumbe al jefe de Estado nigeriano, así como a sus apoyos en la sociedad civil, a esa alianza «patriótica» considerada proteccionista. Pero la actitud oficial nigeriana manifiesta la prevalencia del entusiasmo sobre la lucidez (ya en la diversidad de intereses en el seno de la clase capitalista local), durante el proceso no democrático y más bien apurado de negociación de la AfCFTA.

En el marco del AAE interino, los diez primeros meses del acuerdo entre Camerún y la Unión Europea resultaron en una pérdida de ingresos aduaneros de 600 millones de francos CFA para el país africano.

Sin embargo, este estado capitalista de la periferia contaba ya con un precedente en cuanto a la firma de acuerdos de libre comercio: Nigeria se resistió durante mucho tiempo a la firma del Acuerdo de Asociación Económica (AAE) regional entre la UE (27 de las economías capitalistas calificadas de desarrolladas) y la CEDEAO (15 de las llamadas economías capitalistas subdesarrolladas o en vías de desarrollo), un acuerdo de libre comercio durante el Acuerdo de Cotonú entre la UE y los países de África, el Caribe y el Pacífico. Finalmente, en abril de 2018, el país confirmó que se negaba a firmarlo, argumentando principalmente lo siguiente: «En la actualidad, nuestras industrias no pueden competir con las industrias más eficientes y de alta tecnología de Europa. Tenemos que proteger nuestras industrias y a nuestros jóvenes», según su presidente [2]. Lo cual no se le reprocha. Si bien, exceptuando la dimensión simbólica de la AfCFTA (supuestamente «una zona africana diseñada por y para los africanos» y no firmada por el país más poblado de África y su primera o segunda economía), se trata del mismo principio proteccionista. Además de tratarse de un vínculo que no puede considerarse sutil entre los dos acuerdos. ¿Cómo puede Nigeria firmar el AfCFTA, que permitiría que también encontrasen un lugar en su mercado las mercancías cubiertas por el AAE regional, firmado por los Estados vecinos junto con la Unión Europea, así como las procedentes de Estados no ACP (África, Caribe y Pacífico), como Marruecos y Túnez, con acuerdos bilaterales con la UE? Esta actitud, compartida por Tanzania, no carece de coherencia.

Estos AAE se inscriben en el marco de los acuerdos entre la UE (antigua Comunidad Económica Europea) y los países ACP establecidos en los años setenta y actualizados constantemente desde entonces. Una asociación que nunca ha sido igualitaria, en la que los países ACP en general y los países africanos en particular se encuentran a un nivel inferior. En otras palabras, una relación que, a través de los llamados mecanismos de preferencia o favoritismos, supuestamente en beneficio de los países ACP, los ha mantenido en una situación de dependencia neocolonial, haciendo que estos se centrasen sobre todo en abastecer de materias primas (agrícolas y mineras) a los «socios» europeos. Lo que se puede considerar como uno de los factores que explican la baja tasa de comercio oficial intraafricano. Esto, a pesar de la llamada «ayuda al desarrollo» de la CEE/UE a sus «socios» africanos, en este caso, ha beneficiado principalmente al capital europeo, ya sea activo en Europa o en África. Por supuesto, también ha beneficiado a parte del capital africano, al igual que a los grandes agricultores.

Esto se adaptará al cambio neoliberal, impulsado tecnocráticamente por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). La Unión Europea como socio político, les proporciona la «misión civilizadora» neoliberal de África, de la Unión Africana. Los AAE entran así en el ámbito de la actualización del software de dominación de sus «socios» ACP, en este caso África, además de la «ayuda oficial al desarrollo» a los Estados y de una contribución particular a la financiación de la Unión Africana. No dudando, por tanto, en recurrir sin vergüenza al chantaje en caso de insumisión. Como el que sufrió Kenia, país cuya reticencia a aceptar el AAE propuesto a la Comunidad del África Oriental terminó por ceder ante la amenaza de cerrar el mercado europeo a sus flores, una de sus principales exportaciones, cuya «industria está controlada por grandes corporaciones transnacionales así como por ricos influyentes kenianos» (Yash Tandon, Trade is War). Mandando a paseo la solicitud de revisión del AAE realizada en nombre de la CEMAC (Comunidad Económica y Monetaria de África Central) por el Congo y Gabón, que se han especializado durante décadas en la exportación de petróleo, madera y algunos otros minerales, por lo que no tienen casi nada más que exportar a la Unión Europea, sino mucho que importar, a diferencia de Camerún, exportador de petróleo y de materia agrícola. Este último se separó de los demás al aceptar un AAE provisional, al que están llamados a someterse o no.

Mientras que los diez primeros meses de dicho acuerdo entre Camerún y la Unión Europea resultaron en una pérdida de ingresos aduaneros de 600 millones de francos CFA para el país africano [3].

Cuando se firmó el acuerdo de la AfCFTA en Kigali, algunas organizaciones de la sociedad civil de los países ACP (…) temían que esta política de subordinación-complicidad continuara

En África Occidental, Costa de Marfil y Ghana, países donde las transnacionales de origen no africano y las burguesías indígenas participan en las exportaciones agrícolas, aceptaron un AAE interino contra la unidad de la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental), uno de los supuestos pilares de la AfCFTA, con dolorosas consecuencias en los ingresos aduaneros [4]. Por supuesto, ganancias para la agroindustria privada (capital extranjero y nacional), pero pérdidas para las arcas públicas. Por no hablar de los sectores locales que se enfrentan a la competencia de los bienes importados que causaron estas pérdidas. Ni del impacto de estas en los presupuestos sociales de los países donde la pobreza extrema se estima en el 22,7 % de la población en Camerún, el 22,3 % en Costa de Marfil, casi el 10 % en Ghana y el 29,5 % en Kenia. Así, la Unión Europea – campeona (sin el Reino Unido) en términos de salidas de inversión extranjera directa en África (236 000 millones de dólares en 2016, frente a 55 000 millones y 40 000 millones, respectivamente, para Estados Unidos y China [5]) – concretamente no es sólo un actor, junto con el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, de la integración de África en la etapa neoliberal de la globalización capitalista, sino que también participa en la organización de su integración regional o continental, que supuestamente «hace realidad el sueño de los padres fundadores» del panafricanismo poscolonial, al sembrar también las semillas de la desintegración de las frágiles comunidades económicas regionales ya existentes. Es una bofetada al autor de Neocolonialismo, la última etapa del imperialismo, Kwame Nkrumah, y Gamal Abdel Nasser, Ahmed Ben Bella, Patrice Emery Lumumba, etc., esos antineocolonialistas [6]. Y este activismo de la Unión Europea por la «integración africana» no parece que vaya a terminar.

De hecho, cuando se firmó el acuerdo de la AfCFTA en Kigali, algunas organizaciones de la sociedad civil de los países ACP, reunidas en Acra con motivo de las negociaciones ACP-UE 2020 sobre el Acuerdo post-Cotonú, temían que esta política de subordinación-complicidad continuara: «Dada la brevedad de los plazos para la preparación y el inicio de las negociaciones, es probable que la relativa falta de preparación a nivel de los países ACP en comparación con la UE dé lugar a una repetición del modelo según el cual los países ACP, en lugar de entablar negociaciones en sus propios términos, se adaptan a la agenda de negociación de la UE y, por lo tanto, reproducen los desequilibrios que se encuentran en el centro de las negociaciones previas» [7]. No hay pruebas de que África – con el mayor número de Estados ACP – sea la excepción a esta observación general. Precisamente, esto va en la línea de lo que afirmó Ndongo Samba Sylla: «Participé en un simposio internacional sobre la CFTA del 29 de febrero al 1 de marzo de 2016 en Acra. Me sorprendió escuchar a los representantes de la Unión Africana decirnos que la CFTA es un proyecto que se supone que debe basarse en los logros de los AAE» [8].

La posible transición hacia un acuerdo ACP-UE post-Cotonú supondrá la continuación de esta relación de subordinación y complicidad. Mientras tanto, para consolidarla, con el pretexto de ayudarles a alcanzar los «objetivos de desarrollo sostenible», para frenar los flujos migratorios, la Unión Europea ha puesto en marcha un Plan de Inversiones Exteriores (PIE) «que fomentará la inversión en los países socios de África y de la vecindad de la Unión (…) basado en un modelo que ha demostrado su valía en la UE, el del “plan Juncker“, que ya ha generado cientos de miles de millones de inversiones en Europa» [9] (¿con qué resultados en cuanto a la lucha contra el desempleo, el empleo precario, el aumento de las desigualdades sociales en la UE?). Su lanzamiento tuvo lugar en junio de 2018 en Marruecos.

La industrialización de África que se supone que debe promover la CFTA también se basará en los intereses de las transnacionales de la UE, asociados o en competencia con los de las transnacionales de otros lugares (las famosas inversiones extranjeras directas) y las de África. Las empresas transnacionales africanas no tienen otro proyecto más que el de subirse al tren conducido en África por transnacionales de otros lugares. Y, según una concepción productivista salpicada con algunas medidas de seudoecología de mercado, ecocida, porque es similar al esparadrapo infectado colocado sobre una herida [10]. Esto aumentará inevitablemente la participación de África en las emisiones de gases de efecto invernadero, que actualmente es baja (4%). En otras palabras, una contribución al calentamiento global con consecuencias, obviamente perjudiciales, sobre el… supuesto desarrollo capitalista de África («gracias a» la CFTA, entre otros) como afirman diversos pronósticos sobre las consecuencias socioeconómicas, perjudiciales, del calentamiento global [11]. Por no hablar de la destrucción de la biodiversidad.

En el nuevo ciclo de endeudamiento crítico, muchos Estados sufren problemas de tesorería y se ven obligados a pasar por la horca del sistema de Bretton Woods, lo que deriva en consecuencias nefastas para las clases populares

Del mismo modo, la dotación de infraestructuras a África inscrita en la agenda de la UA, del Banco Africano de Desarrollo (12 de sus 27 Estados accionistas no africanos – 40% de los votos – pertenecen a la UE, de los cuales 2 – Alemania: 4,1 % de votos, y Francia: 3,7 %, frente a menos del 3 % para los seis Estados de la CEMAC – forman parte, junto con Canadá, Estados Unidos y Japón, de los 5 miembros del G7 que poseen el 25 % del capital de esta institución llamada panafricana), considerada un pilar para el desarrollo capitalista integral de África, la integración africana, cuyo coste se estima en 6 billones de dólares a lo largo de dos décadas, es una estratagema que probablemente haga salivar a los grandes grupos de construcción de la Unión Europea, de China, etc.

Con motivo de la edición de 2018 del Foro de AGOA (Ley estadounidense sobre Crecimiento y Oportunidad en África sobre los intercambios comerciales entre África y Estados Unidos), el Representante de Comercio de los Estados Unidos, también preocupado por la mencionada integración africana, expresó su interés por este mercado: «Existe una necesidad creciente de infraestructuras y de otros proyectos de desarrollo en África (…) Estados Unidos – y en particular las empresas americanas y la diáspora africana en Estados Unidos – está bien situado para contribuir a estos esfuerzos» [12]. Esta podría ser la razón del bombo que se está generando sobre la necesidad de estas infraestructuras, en una evacuación increíble de los problemas ecológicos ya planteados en otras partes por el tamaño de las «infraestructuras modernas de clase mundial» que la Agenda 2063 prevé para África. Es decir: a imagen de la norma, criticada a nivel ecológico en las sociedades capitalistas desarrolladas. Además, su consecución no podría lograrse sin riesgo de sobrendeudamiento, esto es, de consolidación de la dependencia.

Es un hecho que la UA ha iniciado un proceso de reducción de su dependencia financiera con respecto a donantes de orden público y privado no africanos [13], desde la Unión Europea hasta China, pasando por Turquía y la Fundación Bill y Melinda Gates [14], pero teniendo en cuenta que hay Estados africanos entre los cinco contribuyentes públicos que se muestran reacios a aceptar el método de recaudación elegido (un impuesto del 0,2 % sobre las importaciones no provenientes de África ) y que las CER (comunidades económicas regionales) se caracterizan por enormes retrasos (no pagados por los Estados), es poco probable que se rompa la cadena de la dependencia a corto o  incluso a medio plazo. Especialmente porque, en el nuevo ciclo de endeudamiento crítico, muchos Estados sufren problemas de tesorería y se ven obligados a pasar por la horca del sistema de Bretton Woods, lo que deriva en consecuencias nefastas para las clases populares.
Por un panafricanismo emancipador

De hecho, no hay nada en este proceso de la AfCFTA (Zona de Libre Comercio Continental Africana) que indique una preocupación real de la Unión Africana para liberar a los pueblos africanos de la explotación y la dominación. Sería un milagro que esto se lograra sobre la base de un proyecto diseñado, apoyado y aplicado por los y las que se benefician principalmente de la articulación de esta explotación y de las diversas formas de dominación, a pesar de las diferencias que puedan acompañar su comunidad jerárquica de intereses: capital transnacional de origen no africano, capital transnacional africano, capitalistas africanos/as [15] que operan solo a nivel nacional, actores políticos ligados a ellos, tecnócratas de instituciones subregionales y regionales (continentales) africanas, intelectuales aparentemente independientes pero cuyo discurso justifica y contribuye a la reproducción del orden capitalista mundial que se mantiene ocultando su existencia y su cohesión mediante los llamados «valores africanos» esencializados, etc. La AfCFTA se inscribe en su propio panafricanismo, desarrollado desde una conciencia de clase capitalista o procapitalista cuyo cinismo está demostrado.

Un panafricanismo para el sector dominante del capital que, destruyendo los empleos del sector dominado, sin duda puede crear nuevos empleos para las clases populares. Ya que la explotación de la fuerza de trabajo le es vital para su expansión. No es la patronal, evidentemente y pese a todo, quien crea la riqueza que acumula, sino aquellas y aquellos a los que explota con la complicidad del Estado opresor. Esto se acentúa en el marco actual de una neoliberalización muy avanzada de la globalización capitalista en la que participa la ola del libre comercio. Por lo tanto, los y las explotados y oprimidos no pueden esperar ninguna emancipación por parte de un panafricanismo organizado por la alianza de estas fuerzas explotadoras y opresoras.

Desde el punto de vista de la emancipación de las clases populares africanas, estructuralmente perdedoras dentro del orden capitalista, el bloqueo de la AfCFTA no será algo que lamentar. Su puesta en marcha, aún más que con relación a la AAE y otros acuerdos de libre comercio bilaterales, no tendrá otra opción que ser, en general, fuente de más desgracias para los y las perjudicados de esta tierra. Evidentemente, con repercusiones sobre la tradicional dominación falocrática o patriarcal, normalmente justificada mediante la referencia a los «valores africanos» esencializados. Así, pase lo que pase con la AfCFTA (implementada o no) solo queda optar por la necesidad de construir, mediante la interacción entre la práctica y la teoría – también se debe interpretar lo que se quiera transformar – proyectos, creados en los cerebros por las luchas, alternativos al capitalismo (transnacional extranjero, transnacional africano, nacional) y a su panafricanismo, sin ilusiones sobre la demagogia, el oportunismo que podrían manifestar sectores dominados por el capital africano.

En el contexto actual, el panafricanismo de las clases explotadas, dominadas, víctimas de la dominación falocrática/patriarcal, de los oprimidos étnicos, etc. como sector regional de un internacionalismo (global), sin centro geográfico, no puede compartir la concepción general de la economía contenida tanto en la Agenda 2063 como en el acuerdo de la AfCFTA. Como se mencionó anteriormente, la industrialización y la construcción de infraestructuras, a las que se puede agregar la agricultura, no pueden considerarse ignorando las necesidades ecológicas o sometiéndolas a la lógica de mercado/capitalista. Las asociaciones, redes, etc. de pequeña producción agrícola (familiar y campesina), sector que ocupa a la gran mayoría de la población de las clases trabajadoras africanas, mayoritariamente a las mujeres en muchos países, poseen una tradición de reflexión y práctica de las alternativas a la agricultura capitalista. Es una base importante para el debate sobre proyectos panafricanos alternativos. Pero todavía no existen equivalentes para las infraestructuras y la industrialización no ecocidas.

A pesar de las recomendaciones del Grupo Intergubernamental de Experto/as sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre el extractivismo, por desgracia sigue siendo la norma elogiar a África por sus recursos mineros y energéticos. La Visión del Régimen Minero de África adoptado por la Unión Africana (febrero de 2009), que es fundamentalmente extractivista, se menciona desgraciadamente en la «Consulta multi-actores de la AfCFTA» de Acra (junio de 2018) de manera acrítica, como una política de referencia a ser articulada por la AfCFTA [16]. Pero, por necesidad ecológica o vital, habría que aprender a no centrarnos en la riqueza del subsuelo de los países africanos. En otras palabras, reflexionar sobre una transición ecológica, económico-social, dando la espalda al extractivismo, al productivismo, al gigantismo y al consumismo de la economía capitalista. Esto incluye el discurso de la innovación tecnológica que está bastante difundido en África en ese sector de la juventud deslumbrada por los cuentos de Silicon Valley. Contra la innovación de la neomanía en el contexto de la competición, de la competencia intracapitalista [17], se trata de concebir la innovación de manera diferente, articulando las necesidades sociales (para el bien de todos y todas) y el principio de lograr las mínimas repercusiones posibles, o la ausencia total de estas, sobre la naturaleza (humana y no humana).

La AfCFTA se inscribe en su propio panafricanismo, desarrollado desde una conciencia de clase capitalista o procapitalista cuyo cinismo está demostrado

De hecho, como dice Fanon, se trata de «dirigir las mentes en una nueva dirección» (no en la misma que los transhumanistas), para enfrentarse a estos «nuevos problemas que requieren verdaderos inventos» (no solo limitados a la tecnología, las necesidades de mercado, la competencia, etc.) aprendiendo del desastre de la civilización capitalista, para otro tipo de relaciones interpersonales, sin explotación, ideando nuevas formas de socialización de los medios de producción principales, y sin opresión/dominación. Para unas relaciones de igualdad entre las personas, seres naturales, y con el resto de la naturaleza extrahumana. Esto no puede desvincularse de la constante lucha multidimensional que se vive a diario tanto a nivel nacional como internacional contra los distintos tipos de violencia social (explotación de la fuerza de trabajo, pobreza, patriarcado, desempleo, etc.), contra la naturaleza no humana, organizada no solo por las transnacionales extranjeras y sus Estados, sino también por los Estados y otras llamadas potencias tradicionales, las capitales africanas y su Unión Africana: «La liberación y la unidad africana solo se lograrán a través de la lucha contra los aliados africanos del capital internacional» (Walter Rodney) [18]. El panafricanismo emancipador sólo puede ser ecologista, feminista, socialista y contra todas las demás formas de opresión (étnicas/raciales, sexuales, etc.).

 Jean Nanga (militante del CADTM en África, colabora regularmente en la revista Inprecor)

Fuente: http://www.cadtm.org/Zone-de-libre-echange-continentale-africaine-Quel-panafricanisme-Partie-3-3

Traducido para UMOYA por Ana Afonso Fernández, Elena López Gálvez, Ainhoa Condominas García y Andrea Méndez Segovia

 

[1] Unión Africana, Cincuenta años de éxito: La voz de África de 1963 a 2013 (contrariamente a lo que sugiere el título, no se trata de un libro de repaso de medio siglo, sino de una colección de discursos pronunciados en el momento de la creación de la OUA y con motivo de su 50 aniversario). Como en la novela de George Orwell, 1984, se afirma que «La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza», la Unión Africana afirma que, de una forma u otra, el fracaso es éxito.

[2] Citado por Olalekan Adetayo, «Por qué Nigeria no firmó el Acuerdo de Asociación Económica – Buhari», Punch, 5 de abril de 2018, https://www.bilaterals.org/./?why-nigeria-didn-t-sign-economic. Véase también, por ejemplo, Marius Sagna: «aplicar la CFTA significa abrir un segundo bulevar después de los AAE en las multinacionales de la UE, Estados Unidos y China»; «Entrevista a Marius Sagna», Bilaterals.org, 5 de enero de 2017, http://www.bilaterals.org/./?interview-de-guy-marius-sagna.

[3] «En 10 meses, los AAE Camerún-UE ha resultado en pérdidas de 600 millones de francos CFA en ingresos aduaneros», Investing in Cameroon, 22 de junio de 2017, https://www.investiraucameroun.com/index.php/gestion-publique/2206-9054-en-10-mois-les-ape-cameroun-ue-ont-fait-perdre-600-millions-de-fcfa-de-recettes-douanieres.

[4] Véase J. Berthelot, «Pérdidas aduaneras en África Occidental con y sin AAE», Sol. Alternatives agroécologiques et solidaires, 13 de febrero de 2018, y «Ghana nunca debería haber implementado su AAE provisional», 13 de febrero de 2018, http://www.sol-asso.fr/analyses-politiques-agricoles-jacques-b/.

[5] Cifras de Thierry Pairault, «Inversiones en África: China vs. socios tradicionales», 8 de julio de 2018, https://www.pairault.fr/sinaf/index.php/15-references/1357-investissements-en-afrique-chine-vs-partenaires-traditionnels.

También muestra que en 2016 las IED italianas en África son similares a las de China (2400 millones de dólares), después de haber sido de 2800, 3700 y 3900 millones para Italia en 2013, 2014 y 2015, en comparación con los 3400, 3200 y 3000 millones de China.

[6] ¿Se puede considerar a Paul Kagame anti-neocolonialista, cuando hace campaña por la elección de su ministra de Asuntos Exteriores como jefa de la Organización Internacional de la Francofonía (de la que Ruanda, que se hizo anglófona después del genocidio de 1994, siguió siendo miembro), con, al parecer, el apoyo del presidente francés Emmanuel Macron? ¿Será un aficionado de la «cultura francesa»? A pesar de la participación de Bélgica, Canadá y Suiza en esta organización, es sobre todo un instrumento de la influencia de Francia como potencia.

[7] «Llamamiento en favor de unas relaciones transformadoras y equitativas entre la ACP y la UE», lanzado al final de la reunión de las organizaciones de la sociedad civil de África, el Caribe y el Pacífico, del 20 al 22 de marzo de 2018, en Acra, disponible en http://www.twnafrica.

[8] Ndongo Samba Sylla, «La Zona Africana de Libre Comercio es un error». Véase también Cornelius Adedze, «La CFTA se aflige mientras África se apresura a establecer un Área de Libre Comercio», African Agenda, Issue, Vol. 19, nº 2, 2016, p. 5-7, www.twnafrica.org.

[9] Documentación disponible en: https://ec.europa.eu/commission/external-investment-plan_fr

[10] En lo que respecta a la ecología de mercado, véase, por ejemplo, Grupo del Banco Mundial, Para que el mañana no muera nunca. La Costa de Marfil ante el cambio climático, julio de 2018, www.banquemondiale.org/fr/country/cotedivoire. Y Seyni Nafo (líder del grupo africano en las negociaciones de la ONU sobre el clima, la COP 21, París 2017): «África necesita que los fondos públicos se destinen de manera prioritaria las medidas de adaptación al impacto del calentamiento global. Porque de las otras medidas (las destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la energía, el transporte y la industria), se encargarán el sector privado y el mercado», Seyni Nafo (palabras recogidas por Catherine Hours para la AFP), «Para África, el clima es una cuestión de desarrollo», Le Point Afrique, 11 de diciembre de 2017, http://afrique.lepoint.fr/actualites/climat-seyni-nafo-pour-l-afrique-le-climat-est-une-question-de-developpement-11-12-2017-2178743_2365.php

[11] Véase, por ejemplo, Verisk Maplecroft, «Las economías emergentes se ralentizarán con el aumento de las temperaturas – las exportaciones de África y el sudeste asiático se verán amenazadas», 2 de agosto de 2018, https://www.maplecroft.com/portfolio/new-analysis/2018/08/02/emerging-economies-will-slow-down-temperatures-rise-africa-se-asia-exports-tipped-feel-heat/

[12] Declaración del Representante de Comercio de Estados Unidos Robert Lighthizer en la sesión plenaria de apertura del Foro AGOA 2018, Medium, 11 de julio de 2018, en bilaterals.org: https://www.bilaterals.org/./?declaration-du-representant-des

[13] Joan Tilouine y Ghalia Kadiri, «La Unión Africana busca la autonomía financiera desde hace mucho tiempo», Le Monde, 7 de febrero de 2018, https://www.lemonde.fr/afrique/article/2018/02/07/longtemps-sous-perfusion-l-union-africaine-cherche-a-recouvrer-sa-dignite-economique_5253264_3212.html

[14] En cuanto a la NEPAD, creada como una agencia de la UA, su director, el nigeriano Ibrahim Assane Mayaki, dijo que «el 80 % de nuestra financiación para las actividades de desarrollo en este campo proviene de la agencia alemana GIZ, la Agencia Francesa de Desarrollo», y también «la Fundación Bill y Melinda Gates, la Agencia Noruega de Desarrollo o la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) en los desafíos de la transformación rural», (Ibrahim Assane Mayaki, entrevista con Nathalie Tissot y Vincent Dublange), «Podemos prescindir de la ayuda si …», Le Point Afrique, 29 de enero de 2018, http://África.lepoint.fr/economie/union-africaine-ibrahim-assane-mayaki-on-peut-se-passer-de-l-aide-si-page-2-28-01-2018-2190275_2258.php. La Fundación también participa en el PIE.

[15] Véase, por ejemplo, J. Nanga, «Panorama general de la clase dominante actual en África», cadtm.org, 29 de enero de 2018, www.cadtm.org/Apercu-sur-l-actuelle-classe

[16] Véase «AfCFTA – decisiones precipitadas e incoherencias». Para una crítica del extractivismo en África, véase, por ejemplo, la revista eco Instigator de la Health of Mother Earth Foundation (Homef), Lagos, www.homef.org. Sobre las mujeres en particular, véase, por ejemplo, WoMin, Women, gender and extractivism in Africa, http://womin.org.za.

[17] Para la manifestación de esta neomanía, véase, por ejemplo, la página web www.afrikatech.com

[18] Walter Rodney, «Panafricanismo y lucha de clases» (1974-1975), Periodo, http://revueperiode.net/panafricanisme-et-lutte-des-classes/.

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