El cobalto, arma estratégica del Congo

R. D. Congo. Foto: Investig'action.
R. D. Congo. Foto: Investig’action.

La dependencia del automóvil, la “automanía”, por así decirlo, es fuerte. Asistimos a un momento crítico. El planeta y una gran parte de los seres vivos intentan liberarse de las presiones materiales. Sin embargo, las exigencias de los fabricantes de coches no cambian: se trata de vender. Para adaptarse a ellas, sustituyen los vehículos que emplean combustibles fósiles por coches eléctricos.

A lo largo de esta serie de artículos, desgranamos la industria del cobalto. Este metal es clave en la transición a la electromovilidad. En efecto, este metal resulta esencial para fabricar las baterías recargables que abastecen a los coches eléctricos. Gracias a este progreso hacia el coche eléctrico, el Congo vuelve a estar en una posición de fuerza. Este país centroafricano cuenta con las mayores reservas de cobalto y produce dos tercios de ellas, lo que le confiere un sentimiento de poderío.

El 24 de noviembre de 2018, tres metales fueron declarados “minerales estratégicos” en el Congo: el cobalto, el coltán y el germanio. El Decreto nº 18/042 establece textualmente que “la actual coyuntura económica internacional permite que [estos metales] sean declarados” como tales. Esta frase hace referencia, entre otras, al supuesto auge de las ventas de vehículos eléctricos, cuyas baterías recargables consumirán grandes cantidades de cobalto. El Congo produce dos tercios de estas y ocupa una posición de fuerza en el mercado mundial del cobalto.

Ahora mismo el Congo está promocionando este metal como materia prima estratégica. Esta acción, entre otras que se han llevado a cabo en los últimos cinco o seis años, pretende conseguir una remuneración más justa por las materias primas que exporta este precario país. A continuación, se ponen de manifiesto varias tensiones, acciones y luchas. Ya se trate de la redacción de un nuevo código de minería, de la renegociación de los contratos mineros celebrados entre el Estado congoleño y las empresas mineras extranjeras o de las relaciones con las multinacionales, siempre estamos viendo en acción lo que se conoce como la preponderancia de los recursos naturales.
En este sentido, el Congo y su cobalto representan un caso más que emblemático de las actuales relaciones de fuerza en el mundo.

 

Tesla en Kolwezi

En septiembre de 2018, se celebró en Kolwezi, la primera ciudad de la industria minera del Congo, la tercera conferencia sobre minería, que reunió a empresarios, autoridades y ciudadanos en torno a esta actividad que tiene tanto impacto en el sur del país. Allí, por primera vez, se exhibe un coche eléctrico Modelo X del fabricante americano Tesla. Muchos son los curiosos que se acercan a verlo. Los medios de comunicación y los visitantes no dejan de destacar que este vehículo eléctrico se fabricó “gracias al cobalto de las minas de la provincia de Lualaba” y “que extrae su energía de baterías fabricadas a partir de #cobalto que procede principalmente de la #RDCongo“. Sin embargo, no todos comparten este entusiasmo. “Es una burla contra los congoleños…”, escribe alguien, “¿por qué carretera va a andar este coche?”. Y otros reaccionan tal que así: “¿En qué terminal se recargará?”. Una cosa es segura: con sus modelos S y X, Tesla es la primera marca que se sube a la ola del coche eléctrico. Entre 2015 y septiembre de 2018, habría vendido más de 105.000 modelos X.

Pocos días antes de la Conferencia de Kolwezi, las nuevas cifras muestran un progreso notable. Este progreso no se debe tanto a la cuota de mercado, sino al crecimiento de las ventas. En junio de 2018, los vehículos eléctricos representaban sólo el 2,5 % de las ventas mundiales de automóviles. Pero el crecimiento de las ventas deja estupefactos a algunos observadores; según ellos, las ventas de coches eléctricos en China han aumentado de dos mil a principios de 2012 a dos millones a principios de 2019. Por tanto, parece que estamos siendo testigos de una verdadera locura.

La industria minera del país se concentra en Kolwezi, en el sur del Congo. Desde que se produjo la división administrativa de la provincia de Katanga, la ciudad se ha convertido en capital de la nueva provincia de Lualaba. Si bien los mercados del norte son los que se encargan fundamentalmente de la comercialización de los vehículos eléctricos, es en Lualaba donde nacen. El cobalto resulta esencial, ya sea para la movilidad sobre dos o cuatro ruedas. La industria del vehículo eléctrico no puede prescindir de él.

Técnicamente, esta red se explica de la siguiente manera: las baterías recargables de los coches eléctricos integran tres componentes, el ánodo (el polo negativo), el cátodo (el polo positivo) y el electrolito (la transmisión entre los dos polos). Mientras que el electrolito y el ánodo se fabrican con un solo material (litio y grafito respectivamente), se utilizan varios materiales para los cátodos y su proporción cambia con las innovaciones tecnológicas. Los tipos más comunes son los cátodos NCM, compuestos por níquel, cobalto y manganeso. La industria está estudiando cómo pasar de una composición 1:1:1 (1 parte de níquel, 1 parte de cobalto, 1 parte de manganeso) a una composición 8:1:1, con una elevada proporción de níquel (más barato) y cobalto y manganeso en proporciones reducidas (más caros). No obstante, mientras los cátodos 8:1:1 no estén disponibles, las baterías recargables requerirán cobalto. Por consiguiente, es imprescindible para la movilidad eléctrica sobre dos o cuatro ruedas. [1]

Con todo, el cobalto es un material considerado crítico. Esto se debe a las especificidades geológicas. Este metal solo aparece como sustancia aislada en la naturaleza en contadas ocasiones. Generalmente se encuentra combinada con minerales de cobre o níquel y en los lugares del subsuelo de donde se extraen estos otros metales. Seguidamente, se debe separar el cobalto de estos otros minerales mediante procesos de molienda y refinado. Chile, el primer productor de cobre del mundo, no forma parte de los países productores de cobalto. La mitad de las reservas mundiales de este metal están en manos del Congo, que por sí solo produjo dos tercios: 76.000 toneladas en 2017 de las 110.000 toneladas producidas en todo el mundo.

Los usos “clásicos” del cobalto son en las industrias aeroespacial y siderúrgica. Esta rama del “cobalto metal” consume actualmente menos del 40 % de la producción El 60 % del “cobalto químico” se destina a los catalizadores (que purifican los gases de escape de los vehículos), pigmentos de pintura y polímeros y, sobre todo, baterías recargables (baterías de iones de litio). Mediante esta distribución se subraya la importancia estratégica del cobalto para conseguir una transición energética y otros modelos de movilidad. También demuestra que esta transición no puede lograrse sin el Congo, que se revela cada vez más como el Estado imprescindible en este campo.

 

El coche reina…

Durante cuarenta años, los automóviles han ocupado una posición central en las políticas económicas occidentales. Bélgica lo sabe bien. Ford, Renault, Opel, Volkswagen… todas ellas se han instalado en el país gracias a los apoyos acordados por los gobiernos para hacer las maletas en el momento en el que estimaran que los gastos se elevarían de manera intolerable (y los beneficios no alcanzarían los objetivos). Y lo que es más, volverán también otras dos fábricas automovilísticas: la antigua VW y actual Audi en Forest, así como Volvo en Gante. Además, una nueva fábrica abrirá muy pronto sus puertas en la antigua planta industrial de Caterpillar, situada en Gosselies.

Desde agosto de 2018, los trabajadores de Audi se encargan de fabricar el modelo E-tron, un coche 100 % eléctrico y de alta gama. En colaboración con la empresa belga Umicore, Audi pretende diseñar su propia batería, además de un circuito para reciclar las baterías usadas. La fábrica de Volvo en Gante forma parte de la empresa Volvo Cars, la cual ha sido adquirida por la multinacional estadounidense Ford a través de Geely, una multinacional china. Sin embargo, esta reorientación hacia la movilidad eléctrica no es ninguna novedad.

Gosselies, situada cerca de Charleroi, será testigo de esta evolución, al parecer imparable, hacia la electromovilidad. Precisamente en la antigua planta industrial de Caterpillar se establecerá la fábrica de montaje de Chloe, un pequeño coche eléctrico que pertenece a la firma china Thunder Power. En 2018, esta empresa firmó un contrato con la región valona según el cual el primer modelo Chloe saldrá al mercado en 2020.

En la fase actual, las baterías que propulsarán los coches eléctricos tienden a hacer la movilidad más pesada, literalmente. Basta con ver uno de los prototipos de Volkswagen más a fondo. El chasis está totalmente formado por una batería recargable. Y los nuevos E-tron de Audi, que también poseen este tipo de chasis con batería, no pesan menos de tres toneladas. No obstante, por razones de secreto industrial, tan solo podemos deducir cuál será el peso de la batería. Los E-tron son caros (desde 84.000 euros), así que Audi no venderá millones de este modelo. Sin embargo, todos los fabricantes quieren vender este tipo de vehículos y reemplazar los coches de combustión por los eléctricos.

Cada día se anuncian nuevos estudios de mercado, siempre más especulativos que los anteriores. Según una hipótesis, las ventas alcanzarán los 220 millones de coches eléctricos en 2030. [2] Pero, al igual que ocurre con todas las suposiciones, son tan solo hipotéticas. La política también influye, ya que se asume que los poderes públicos harán todo lo posible por fomentar las ventas.

Por tanto, para que este sueño (¿o pesadilla más bien?) se haga realidad, es necesario que se extraigan del subsuelo cantidades ingentes de materia prima. Y toda la industria es consciente de ello. En cuanto a los fabricantes de automóviles, estos quieren abastecerse de baterías, cobalto y otras materias primas imprescindibles.

Así pues, Volkswagen ha recurrido a Tesla para firmar un contrato de 20.000 millones de euros con el objetivo de que la constructora estadounidense les garantice el aprovisionamiento de baterías. A principios de febrero de este año, en Mining Indaba, el encuentro anual del sector minero en Ciudad del Cabo, Ford confesó que estaba contemplando la posibilidad de invertir específicamente en la producción de cobalto. Apoyadas por el gobierno japonés, Toyota, Honda y Panasonic se están planteando crear una oficina conjunta para la compra de cobalto. La Unión Europea, al igual que las autoridades japonesas, respalda plenamente la Alianza de las Baterías de la UE, una iniciativa de la industria europea que pretende proteger los suministros.

Además de Panasonic, otros fabricantes de dispositivos electrónicos también se han lanzado a participar en esta competición por las materias primas. Así, se han comprometido a negociar directamente con las empresas mineras que operan en el Congo. Por ejemplo, el grupo surcoreano Samsung ha negociado con la compañía Somika, que produce cobalto en la mina de Kisantu. Por su parte, Glencore, la productora número uno del cobalto en el Congo, ha reconocido que habló directamente con la multinacional estadounidense Apple. Sin embargo, la iniciativa más reciente ha causado un cierto revuelo debido a que los multimillonarios Bill Gates (Microsoft) y Jeff Bezos (Amazon) también han decidido participar. Se trata de la empresa estadounidense Kobold Metals, creada a partir de dos fondos de inversión. Kobold Metals utilizará datos geológicos para identificar los yacimientos de cobalto que haya fuera del Congo y que, hasta ahora, no se conocen.

Para que las perspectivas de futuro puedan concretarse, serán necesarias cantidades enormes de cobalto. De ser cierto lo que dicen los especialistas de Darton Commodities, el consumo de cobalto en los coches eléctricos y el resto de aplicaciones de la batería Li-ion, que era de unas 50.000 toneladas en 2016, se vería multiplicado por siete de aquí a 2030, de modo que la cifra anterior se elevaría a las 324.000 toneladas por año. Este dato equivale al triple de la producción anual mundial de 2017. Además, a todo ello se suman las necesidades de las industrias electrónicas y aeroespaciales, entre otras. Por tanto, es comprensible la gran presión que se está ejerciendo sobre los países productores para que distribuyan sus materias primas sin demasiadas complicaciones.

 

Notas:

[1] Para las innovaciones en baterías, véase por ejemplo: Evidence Lab Electric Car Teardown – Disruption Ahead  ?{} UBS Research, 18 May 2017, 95 pages.

[2] Global EV Outlook 2018. Towards cross-modal electrification, International Energy Agency, 2018, 146 pages

 

Fuente: Raf Cuters (24 de abril de 2019). “Cobalt, l’arme stratégique du Congo“, en Investig’action.

Traducido por Delia García Fernández y María Iglesias Isidro (Universidad de Salamanca) para Umoya.

Una respuesta a “El cobalto, arma estratégica del Congo”

  1. Puede que haya también otras opciones, como los motores a base de agua (hidrógeno), que no se quieran implementar porque no habría para los poderosos la posibilidad de hacer negocio a lo grande con ellas. Seguro de ello NO estoy, pero sí convencido. No por estar convencido de una cosa tiene por qué ser necesariamente cierta, pero…

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