Foro BAR Book: simposio sobre la “Crítica de la razón negra”, de Achille Mbembe (Parte 1)

Profesor Vincent W. Lloyd. Fuente: Black Agenda Report.
Profesor Vincent W. Lloyd. Fuente: Black Agenda Report.

La dificultad para el Estudio del Pueblo Negro es mostrar ejemplos de negritud evitando el reflejo del pensamiento e instituciones de Occidente.

“Los defensores del estudio del pueblo negro  a menudo desconfían de cualquier configuración institucional”.

(En este simposio de tres semanas, habíamos pedido a los autores que comentaran el libro de Achille Mbembe, Crítica de la razón del pueblo negro . El colaborador de esta semana es Vincent Lloyd , profesor asociado de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad de Villanova) .

 

 Estudio del pueblo negro, razón del pueblo negro, espíritu del pueblo negro

Vincent Lloyd

Los estudios sobre el pueblo negro han vuelto. Después de años de relativo estancamiento -con pocos recursos, sin un aparato disciplinario sólido como conferencias y revistas comunes, y sufriendo una suma de patologías individuales inevitables por parte de aquellos que sobreviven lo suficiente en espacios académicos racistas para alcanzar cierta posición-, los estudiosos de las humanidades y ciencias sociales críticas  prestan atención a lo que tienen que decir los académicos que realizan estudios sobre el pueblo negro. Dichos estudios están generando una teoría que puede ser empaquetada y exportada, una teoría que puede ocupar su lugar en el menú de hoy, representado por el libro del programa de la Asociación de Lenguas Modernas (MLA, por sus siglas en inglés), con otros temas como la teoría del afecto, el antropoceno y la teología política.

A veces las teorías que emanan de los estudios sobre la población negra están desglosadas, en “teoría feminista negra”,  “afropesimismo” y  “capitalismo racial”, agrupados por separado. En otras ocasiones, todo el fermento teórico alrededor de estos estudios se condensa en el Estudio del Pueblo Negro. Del mismo modo, que en la teología cristiana, iglesias mundanas específicas y concretas no constituyen la Iglesia, las configuraciones institucionales específicas de estos estudios no constituyen el Estudio del Pueblo Negro. De hecho, los defensores de este estudio suelen desconfiar de cualquier configuración institucional, hasta el extremo de que tal desconfianza se convierte en parte constitutiva del Estudio de la población Negra.  Lo ideal es el grupo de discusión informal en lugar de la sala de conferencias de la universidad, un grupo de activistas, miembros de la comunidad y afiliados de la universidad que se aferran todos juntos a la ideas de la “tradición radical negra”. Junto al rechazo a la institucionalización que presenta este estudio aparece un torbellino de otros términos: “los marginados”, “la fugacidad” y “el misticismo negro”.

 

 Los estudiosos de las humanidades y  ciencias sociales críticas  prestan atención a lo que tienen que decir los académicos que realizan estudios sobre el pueblo negro”

 

Si bien me preocupa que debido al gesto de rechazo dirigido a las instituciones académicas -concretamente, a los departamentos universitarios de estudios sobre el pueblo negro- en nombre del Estudio de los Negros, haya riesgo de mantener inalterada la dinámica del mercado académico, facilitando la circulación de dicho estudio como una  mercancía; es importante,  que se alabe y que se hagan preguntas sobre el reciente dinamismo del estudio. En el mejor de los casos, el Estudio de los Negros recupera y eleva lo mejor del espíritu que hay detrás de las protestas estudiantiles que originaron la institucionalización de los departamentos de estos estudios, específicamente, el deseo de que los departamentos se responsabilicen ante las comunidades negras fuera de la universidad, la adjudicación de becas justamente orientadas y el compromiso de recuperar e incorporar los recursos africanos no sólo para admirarlos como piezas culturales, sino también como herramientas teóricas y armas políticas.

La Crítica de la razón negra de Achille Mbembe nada en las corrientes del Estudio del pueblo Negro y se posiciona como un intento de explicar reflexivamente esas corrientes. Basándose en fuentes africanas, caribeñas y afroamericanas, mezclando filosofía, psicoanálisis y literatura, Mbembe ofrece una serie de esbozos que ilustran lo que él considera como métodos ejemplares aplicados a preguntas apremiantes en el Estudio del Pueblo Negro. Al haber recibido su formación  en Francia y no en los Estados Unidos – y como para los estadounidenses su nombre ya se ha convertido en palabra de moda- Mbembe no se siente obligado a emplear las últimas expresiones teóricas en boga. Ofrece meditaciones inspiradas por textos, algunos canónicos del Estudio del Pueblo Negro (Frantz Fanon, Marcus Garvey, Édouard Glissant), otros que aún no son centrales para la discusión (Sony Labou Tansi, Amos Tutuola, Fabien Eboussi Boulaga). Mientras que el trabajo anterior de Mbembe podría interpretarse como la aplicación de la teoría francesa a un contexto africano, la Crítica de la Razón Negra sitúa la teoría francesa en segundo plano y presenta a las fuentes africanas como capaces de “crear” la teoría por sí mismas.

 

Mbembe no se siente obligado a emplear las últimas expresiones teóricas en boga”

 

Estoy interesado en  la presentación del Estudio del Pueblo Negro de Mbembe porque me llama la atención que sugiera un proyecto filosófico aún más ambicioso de lo que él anuncia y explicitar los principios de dicho proyecto filosófico es importante para resistir a la mercantilización del Estudio del Pueblo Negro.

“La esclavitud, la colonización y el apartheid“, escribe Mbembe, “aprisionan las formas en que se expresa el discurso negro”. Estas experiencias históricas específicas son parcialmente constitutivas de la negritud y crean problemas para la experiencia vivida la misma tanto en el pasado como en el presente. Debido a estas experiencias, los negros se encuentran separados de sí mismos, existe una falsificación de su propia esencia por otros y hay una degradación de su naturaleza hasta el punto de la abyección.

En esta dinámica, “el hombre negro”, escribe Mbembe, tiene un fuerte deseo de “conocerse a sí mismo (momento de  soberanía) y autoafirmarse en el mundo (momento de autonomía)”. Por ello, de las circunstancias históricas específicas asociadas con la negritud surgen un par de anhelos que son fundamentalmente ambivalentes. Por un lado, se asemejan a los del hombre occidental liberal, pero, a su vez, han de ir en contra de estos, ya que los anhelos del hombre occidental liberal dieron lugar a la esclavitud, la colonización y el apartheid. El desafío para el Estudio del Pueblo Negro es formular o aportar respuestas exitosas a esta situación ambivalente de anhelos.

 

Los anhelos ambivalentes de los negros van en contra de los anhelos de los occidentales liberales”

 

Una respuesta tentadora es volver al pasado. Si tan solo pudiéramos recuperar una tradición de negritud, arraigada en la experiencia primordial africana, tal tradición permitiría a los negros conocerse y reafirmarse a sí mismos fuera de los términos del liberalismo occidental. Pero esto es pura fantasía, por supuesto, una fantasía sensible a experiencias de dominación y, en última instancia, amarrada a esa dinámica de dominación.

El relato de la tradición negra podría ser importante, afirma Mbembe, pero ha de ser desarrollado con sumo cuidado: “Estar en alerta permite evitar la repetición”. Es necesario teorizar “la identidad en el proceso evolutivo alimentada por las diferencias étnicas, geográficas y lingüísticas entre la población negra y por las tradiciones heredadas del encuentro con lo que Édouard Glissant llama el mundo entero“. En otras palabras, es necesario pensar la identidad, la identidad negra, como algo peculiar, en el sentido de que no deriva de otras reivindicaciones de identidad sino que abarca una pluralidad de diferencias y que impone positivamente la autonomía en un contexto de innumerables diferencias.

Lo que esto significa es bastante vago en el texto de Mbembe: probablemente él se comprende a sí mismo mejor con la demostración  que con el relato de su afirmación teórica. Pero sí señala la  “personalidad herética” de los africanos que les permite ” habitar varios mundos a la vez y situarse simultáneamente a ambos lados de una imagen… reclutando sujetos en los acontecimientos, dividiendo las cosas, duplicándolas y dedicándose a un exceso de teatralidad que, una y otra vez, acompaña las manifestaciones de la vida”.

 

Mbembe señala la “personalidad herética” de los africanos que les permite habitar varios mundos a la vez y situarse simultáneamente a ambos lados de una imagen'”

 

De alguna manera, la posición que Mbembe desarrolla resuena con lo que está emergiendo como convicción esencial del Estudio del Pueblo Negro. Los sistemas de dominación  en contra de los negros han persistido en diferentes formas desde la esclavitud, incluyendo la segregación y el encarcelamiento masivo, lo que indica que el sentimiento contra el pueblo negro  es más profundo que cualquier realidad empírica.

Existe con carácter metafísico: el sentimiento contra los negros conlleva la negación del ser negro, situando la negritud fuera del ámbito de la ontología. Las ideas aparentemente abstractas de Occidente están ligadas a poderes e instituciones que subyugan físicamente a los cuerpos negros. La metafísica ejerce violencia real. Así pues, si la negritud está excluida de la ontología occidental, entonces esta negritud presenta una oportunidad para desafiar los cimientos mismos de Occidente (no solo la supremacía blanca sino también la modernidad, el imperio, el capitalismo, el patriarcado, la heteronormatividad y, en general, todo lo Malo en lo que se pudiera pensar). Esta oportunidad se pierde si la negritud se define en los términos de Occidente, en busca de reconocimiento. La dificultad para el Estudio del Pueblo Negro es mostrar ejemplos de negritud evitando el reflejo del pensamiento e instituciones de Occidente. El fugitivo es el paradigma de la negritud, una realidad empírica que representa un ideal en los campos de la historia, la estética, la política y la filosofía (con las fronteras ilícitas entre estos dominios desde la perspectiva de la negritud como huida).

Este marco del trabajo intelectual me desconcierta. Establece al académico como alguien que se encarga de localizar al fugitivo, encomendándole la tarea de que se convierta en cazador de esclavos. Dicho de otra manera, solo puede encontrarse la redención fuera de la ley, una corriente de pensamiento que los teólogos cristianos han llamado supersesionismo, el cual  ha sido utilizado  por los cristianos para contraponer la gracia frente al seguimiento escrupuloso de la ley por los judíos. Hay un cierto deseo de pureza en este trabajo, pureza que va a ser realizada con la negritud que evita el mundo, esa negritud a la que nuestra fe, esperanza y amor deben adherirse. Pero la búsqueda de la pureza es siempre violenta, sin que se diferencien formalmente la búsqueda de la redención y la caza del esclavo fugitivo con el misionero y el conquistador trabajando de la mano.

La historia que Mbembe presenta caracteriza al antagonista del Estudio del Pueblo Negro, como anti-negro persistente y metafísico y al protagonista, como “la personalidad herética”, escapando tanto en  pensamiento como en la práctica de las fuerzas anti-negras. Mbembe es más prudente que aquellos que pudieran entonar alabanzas a la eterna huida. Reconoce que, “llevado al extremo, la personalidad herética produce situaciones de extraordinaria inestabilidad, volatilidad e incertidumbre”. La huida de los negros no es el punto final para Mbembe, sino una apertura al mundo tal y como realmente es, un mundo de relatividades, de diferencias interminables. Las prácticas de la “personalidad herética” africana tienen éxito cuando sirven como herramienta para abrir ese mundo; fracasan cuando se convierten en un fin en sí mismos.

Pero ¿no es este mundo de innumerables diferencias, de relatividad, de “afropolitismo” [N.T.: panafricanismo], el de la felicidad eterna de otra historia de redención y de gracia que se opone a  la ley? Esto me parece un peligro que hay que evitar, pero hay momentos en el pensamiento de Mbembe que son más dialécticos. Sobre esto, a mí me gustaría señalar que: denominar la anti-negritud como un problema profundo y persistente es indiscutiblemente correcto. Que también es indiscutiblemente correcto que aquellos que luchan (en el sentido más amplio, a través de la organización política, la práctica estética o los silencios sutiles) contra la dominación tienen una percepción privilegiada. Si buscamos la verdad, y con ella la bondad y la belleza, es mucho más probable que las encontremos en las comunidades que luchan contra la dominación, que entre los que viven en la comodidad o complacencia.

 

Es mucho más probable que las encontremos en comunidades que luchan contra la dominación que entre los que viven en la comodidad o complacencia”

 

Sin embargo, parece esencial volver a Hegel, invertido. El espíritu se despliega en los numerosos lugares de la lucha. Estos lugares del reverso de la historia del mundo no están todos unificados espacial o temporalmente, aunque ciertamente resuenan entre sí. Participar en cualquier lugar de lucha implica participar en el despliegue del espíritu, pero el espíritu nunca se manifiesta plenamente en el mundo y no podemos confiar en que donde se desarrolla hoy será donde se desarrollará mañana. Los lugares de lucha cambian rápidamente. El relato de una historia de la razón negra, implícita en la tradición negra, no puede seguir la vía de un romance, que termina en matrimonio. La tragedia es el género propio, alimentada por el espíritu y ahogada por el mundo, pero reconociendo al espíritu como un producto mundano, orientado siempre contra la dominación.

 

Nota de la traductora:

BAR=Informe de la Agenda de la población Negra, por sus siglas en inglés.

 

Fuente: Vincent Lloid (1 de mayo de 2019). “BAR Book Forum: Symposium on Achille Mbembe’s “Critique of Black Reason” (Part 1)”, en Black Agenda Report. 

Traducido por Nuria Blanco de Andrés para Umoya.

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