Conmemorando el genocidio de Ruanda: una resolución del Senado que elogia a la sangre

La semana pasada, el senador de Nueva Jersey, Robert Menéndez, presentó una resolución del Senado conmemorando el 25 aniversario del genocidio que tuvo lugar en Ruanda en 1994. Esta resolución “insta a los Estados Unidos y a la comunidad internacional a cooperar en la prevención y en dar respuesta al genocidio y a los crímenes contra la humanidad en países de todo el mundo”.

Al igual que el Acta de Prevención de Genocidio y Atrocidades Elie Wiesel, aprobada en diciembre de 2018, la resolución de Menéndez refuerza el argumento “humanitario intervencionista” que los políticos estadounidenses habían desplegado para justificar el bombardeo, las fuerzas especiales y/o las sanciones en Libia, Siria y ahora en Venezuela. Esta resolución describe el genocidio de Ruanda de 1994 como el genocidio de 800.000 tutsis ruandeses por parte de extremistas hutu, pero In Praise of Blood: Crimes of the Rwandan Patriotic Front (Elogio a la sangre: crímenes del Frente Patriótico Ruandés), obra de la periodista de investigación canadiense Judi Rever, es solamente uno de los últimos libros que avala esa versión de los acontecimientos.

Entre los libros publicados anteriormente se incluyen Rwanda and the New Scramble for Africa: From Tragedy to Useful Imperial Fiction (Ruanda y la nueva lucha por África: de la tragedia a la ficción imperial útil), de Robin Philpot; Surviving the Slaughter: The Ordeal of a Rwandan Refugee in Zaire (Sobrevivir a la masacre: el calvario de un refugiado ruandés en Zaire), de Marie Beatrice Umutesi; Dying to Live: A Rwandan Family’s Five-Year Flight Across the Congo (Muriendo por vivir: el vuelo de cinco años de una familia ruandesa por el Congo), de Pierre-Claver Ndacyayisenga; How Paul Kagame Deliberately Sacrificed the Tutsi (Cómo Paul Kagame sacrificó deliberadamente a los tutsi), de Jean-Marie Ngadimana; Enduring Lies: Rwanda in the Propaganda System 20 Years On (Afianzando mentiras: Ruanda en el sistema de propaganda 20 años después), de Ed Herman y David Peterson y The Accidental Genocide (El genocidio accidental), una recopilación de documentos de fuentes principales llevada a cabo por Peter Erlinder, antiguo abogado defensor del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (ICTR por sus siglas en inglés).

Judi Rever tenía previsto hablar sobre su libro en la Universidad del Condado de Tarrant, en Hurst (Texas), el 1 de abril, pero algunos ruandeses de Estados Unidos se quejaron y la llamaron negadora del genocidio. El superviviente de la guerra y del genocidio de Ruanda, Claude Gatebuke, publicó un contraargumento titulado Tarrant Community College: Why Author Judi Rever’s Scheduled Presentation Must Go Ahead (La universidad comunitaria de Tarrant: Por qué la presentación programada de la autora Judi Rever debe seguir adelante) en Black Star News y la charla pudo llevarse a cabo, a pesar de que algunos manifestantes vestían camisetas en las que la acusaban de negar el genocidio.

La Ruanda de Kagame tiene una alianza con el Israel de Netanyahu desde hace tiempo, basada en una ecuación permanente del Holocausto nazi y del genocidio de Ruanda. Sin embargo, estas dos tragedias no fueron en absoluto similares. Los judíos no invadieron Alemania, ni ningún otro país europeo. No tomaron ningún territorio ni libraron una guerra de cuatro años. Tampoco se apropiaron del poder del Estado al terminar una guerra. Los judíos europeos que perecieron en el Holocausto eran una minoría, llevados a campos de concentración y asesinados en masa por cristianos defensores de la supremacía de la raza blanca.

El Frente Patriótico Ruandés de los tutsi (RPF por sus siglas en inglés), liderado por el presidente Paul Kagame, era en realidad una división del Ejército de Uganda, que invadió Ruanda el 1 de octubre de 1990. Libró una guerra de cuatro años contra el Ejército de Ruanda y la población civil, de los cuales el 85% eran hutu. Masacraron a cientos de miles de hutus de Ruanda antes de tomar el poder en Kigali, el 4 de julio de 1994. Entonces, ¿quién está negando el genocidio?

El genocidio hutu y tutsi

Judi Rever, en In Praise of Blood: Crimes of the Rwandan Patriotic Front (Elogio a la sangre: crímenes del Frente Patriótico Ruandés), no negó el genocidio de los tutsis, en el que cientos de miles de tutsis de Ruanda fallecieron, entre el 6 de abril y el 4 de julio de 1994. Tampoco lo hicieron ninguno de los autores mencionados anteriormente. En su lugar, incorporaron la historia y la documentación del genocidio hutu cometido por el ejército tutsi antes, durante y después del genocidio tutsi en Ruanda.

El libro de Rever involucra al presidente Paul Kagame y a su ejército tutsi en las masacres tanto de los hutus como de los tutsis. “Kagame no detuvo el genocidio”, contó a la Canadian Broadcasting Corp. (Corporación Canadiense de Radiodifusión), “porque, al mismo tiempo que se asesinaba a la etnia tutsi en zonas controladas por los hutus, sus tropas tutsi estaban matando con el mismo empeño y organización. Y en cada zona a la que el ejército de Kagame llegó y controló, asesinaban a los hutus de forma masiva”.

No solamente eso, escribe Rever, sino que el ejército de Kagame también fomentó el genocidio en contra de los tutsi. Se infiltraron en las milicias hutu con éxito. Estos hechos no solo están bien documentados por Rever, sino que también es totalmente creíble porque los hutus y los tutsis son ruandeses que hablan el mismo idioma, comparten la misma cultura e incluso se casan unos con otros, a pesar de que la identidad hutu y la tutsi es patrilineal: los hijos e hijas de padre tutsi son tutsis; los hijos e hijas de padre hutu son hutus, independientemente de su apariencia.

Según Rever, los tutsis infiltrados en las milicias hutu fueron quienes provocaron e incitaron a la violencia. Incluso, algunos de sus comandos participaron en la masacre de tutsis en controles de carreteras. ¿Por qué? Porque Kagame y su círculo más íntimo sabían que la masacre de los tutsi valdría como una excusa para justificar en el futuro la dictadura de la minoría de esa etnia, quienes luego podrían adoptar el papel de víctimas.

Es por esto que el gobierno de Ruanda y sus partidarios incitaron al mundo a creer que la matanza había sido un genocidio exclusivo de tutsis y que los hechos ocurrieron durante 90 días, entre el 6 de abril y el 4 de julio de 1994. Preferían que nadie reparase en la guerra que tuvo lugar durante cuatro años, en la cual el ejército tutsi masacró a los hutu. O en las guerras resultantes en la República Democrática del Congo, en las que el ejército de Kagame persiguió y masacró a cientos de miles de hutus que huían por todo el Congo y que además provocó la muerte de millones de congoleños.

Rever aporta evidencia documental de los testimonios de desertores del ejército tutsi de Kagame, muchos de los cuales han afirmado que fueron ellos quienes fomentaron el genocidio contra los tutsi, así como contra los hutu.

En una entrevista a la BBC, Rever manifestó:

“Al menos 500.000 hutus fueron asesinados por las tropas de Kagame durante el genocidio y en los meses posteriores a él. Ahora, sin embargo, algunas personas han dicho que la cifra podría alcanzar un millón”.

“La matanza en zonas controladas por el Frente Patriótico Ruandés (FPR) no fue investigada. Además, recalco que la ONG Human Rights Watch (Observatorio de Derechos Humanos) se encontraba en el sitio después del genocidio y no investigó a fondo las áreas controladas por Kagame”.

“Así que, número uno, existe un problema con las organizaciones de Derechos Humanos que se encontraban allí.”

“Número dos, los periodistas que estaban presentes durante el genocidio tuvieron problemas para descubrir lo que sucedía al principio. Y, cuando consiguieron entrar en las zonas del FPR, estuvieron escoltados por sus fuerzas.”

“Número tres, tuvimos una increíble campaña de propaganda en marcha, que se inició con una ONG llamada African Rights (Derechos para los africanos). Y básicamente, dieron prioridad a la opinión mundial y a la periodística sobre lo que sucedió durante el genocidio”.

“Y esta fue una organización que, como hemos sabido, fue una pantalla para el FPR, el partido político de Kagame, y que además, recibió fondos por parte de este líder. Y, por lo tanto, hemos sido capaces de descubrir cómo hicieron una investigación y, luego, de cómo esa investigación de African Rights se masticó y regurgitó incluso por el Human Rights Watch y por la prensa internacional”.

Potencias occidentales, incluidas Canadá, Reino Unido y EE. UU., han sustentado esa campaña propagandística durante 25 años y la han convertido en un punto central de su argumento “humanitario” intervencionista. Ahora, la resolución del Senado introducida por el senador de Nueva Jersey, Robert Menéndez, continúa lo que Judi Rever llama su “elogio a la sangre”.

Rever escribe: “Parecía que el FPR ahora podía cometer crímenes en campo abierto y, aun así, recibir miles de millones de dólares en ayudas. Y que Kagame podía seguir recibiendo premios de Derechos Humanos a pesar de estos asesinatos, de las acusaciones españolas y de los informes de Amnistía, todo ello alentado por la propaganda y protegido por los poderosos amigos de Occidente.”

“¿Qué apoyaban estos aliados occidentales? Desde el punto de vista de las víctimas del FPR, todo parecía ser a favor de su elogio a la sangre, un apoyo a los homicidios en masa.”

Por Ann Garrison

Ann Garrison es una periodista independiente que vive en el Área de la Bahía de San Francisco.

En 2014, recibió el premio Victoire Ingabire Umuhoza por la Democracia y la Paz por su reportaje sobre el conflicto en la región de los Grandes Lagos de África.

Pueden contactar con ella a través de: ann@kpfa.org.

Traducido por Iria López y Leticia García.

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