Los defensores congoleños del poder corrupto me piden que olvide a Paul Kagame

Cuando les preguntamos el porqué, nos responden que, actualmente, el Congo está liderado por un “verdadero hijo del país”. A mí me gusta recordarles que su respuesta no tiene en cuenta el hecho de que no todos compartimos esa misma concepción de “poder”. Me refiero a esa clase de poder que África ha necesitado normalmente: aquel que se corresponde con la necesidad de emancipación y de construcción de la propia África en ese momento concreto de su historia. Y me refiero también a la forma en que los africanos, y especialmente los congoleños, deberían adquirir dicho poder. Además, advierto que su respuesta apenas recoge el cambio actual que está sufriendo el mundo que nos rodea.

Algunas naciones que, tan solo pocos años atrás, fueron reconocidas como potencias, hoy en día han sufrido catástrofes de todo tipo. Van desapareciendo. Y, con su desaparición, también acaba el momento del poder corrupto. Sin embargo, los partidarios congoleños del poder corrupto quieren convencernos de la legitimidad de su estrategia a la vez que nos excluyen. Ellos habrían adquirido ese poder corrupto porque les correspondía por derecho. En cuanto al resto, ocurre lo que suele pasar: que deberían aprender a crear su propio mundo. “Soki olingi te, soki olingi biso te, sala mokili na yo”.

El Congo y la ocupación ruandesa

A pesar de todo, nos alegramos bastante de oírles decir (aunque nosotros hayamos sido los primeros), que actualmente el Congo está liderado por un “verdadero hijo del país”. Aunque no lo admitan públicamente (porque tampoco les hace falta), reconocen que Joseph Kabila, que fue nombrado presidente y ya estaba allí antes que ellos, nunca había sido realmente hijo del país, ya que no permitía que los verdaderos hijos del país desempeñaran adecuadamente las funciones de su mandatario, que se encontraba al frente del poder corrupto en el Congo.

Nos alegramos bastante de oírles decir (aunque nosotros hayamos sido los primeros), que actualmente el Congo está liderado por un “verdadero hijo del país”. Aunque no lo admitan públicamente (porque tampoco les hace falta), reconocen que Joseph Kabila, que fue nombrado presidente y ya estaba allí antes que ellos, nunca había sido realmente hijo del país, ya que no permitía que los verdaderos hijos del país desempeñaran adecuadamente las funciones de su mandatario, que se encontraba al frente del poder corrupto en el Congo.

No obstante, eso no es suficiente para acabar con nuestra adhesión a un proceso bastante similar al de una comunidad francesa que, bajo las órdenes de Alemania y de Hitler, disfrutaba con la idea de que un francés de pura cepa como Pétain, con la ayuda de políticos tales que Pierre Laval (que fue fusilado) y François Asselineau (el líder francés de UPR), que gobernaban en Francia y Europa, fuera nombrado encargado francés de la contienda alemana. ¿Qué ventajas había, sabiendo que únicamente el cambio en las relaciones de poder acabaría con la elección entre Alemania y Francia en 1945?

Ya sé que me dirán que no tiene nada que ver, ya que una comparación nunca puede constituir una prueba. Además, se trata de dos casos totalmente diferentes que no pueden contraponerse. Sin embargo, entre el desacuerdo del público que se generó, todavía había quienes insistían en que demostrásemos que el Congo sigue estando sometido a la ocupación ruandesa. Y, puesto que en este país el ridículo no mata, se han llevado a cabo acuerdos entre este bando y los tutsis de Ruanda en el Congo para que su favorito, esté interesado o no, se sitúe al frente del país. De lo contrario, este bonito mundo no podrá seguir recordándonos hoy la importancia del perdón. En efecto, el perdón requerido implica necesariamente el reconocimiento no confeso de los acuerdos entre las partes. Pero, quien dice acuerdo, está insinuando que existe una sumisión y, por lo tanto, hace falta defender a toda costa el poco honor que aún queda .

No hay política sin enemigos

Sin embargo, estoy en todo mi derecho de preguntarme qué ha cambiado finalmente cuando sabemos cómo lo hicieron Alexis Thambwe Mwamba y los de la Unión de los Demócratas e Independientes (UDI). Todo esto después de haber sido los primeros aliados de Ruanda y Paul Kagame, tras haberle arrebatado la victoria al difunto Étienne Tshisekedi, viajaron por todo Occidente para bloquear las fuentes de financiación y evitar así que la llama de Tshisekedi gobernara de alguna forma en el Congo en un sistema en el que predomina el poder corrupto. A Étienne Tshisekedi le llevó mucho tiempo formar su gobierno. Este retraso se debió especialmente al desacuerdo que oponía a los mobutistas, la UDI y la sociedad civil contra los aliados de unos y otros. Tshisekedi nombra más tarde a Attale como ministro de Economía a pesar de que, siempre según la UDI, este hombre no supo defender las finanzas del Estado o hablar de números cuando estuvo en Nueva York en la sede del Banco Mundial. Y el resto ya se sabe. Más tarde lo persiguieron como a un perro y tuvo que cerrar la Oficina del Primer Ministro; sentado en el suelo sobre un pañuelo, lo grababan mientras miraba lo que llamamos a menudo el cielo. Sí, sé que me dirán que me vaya al infierno y que ya estamos en el poder. No podría consentir que me dijeran que se hizo para combatir a Kagame y que, en esta lucha, está el apoyo popular de nuestras masas en el este del Congo, vecinos directos de Ruanda, ya que ellos se consumen bajo la dominación ruandesa. Hoy en día, el ejército que asegura la protección del poder corrupto es quien tiene como superiores a los oficiales ruandeses. Esperamos que los hechos lo desmientan. No todo es imposible. Pero ¿cómo pueden Ruanda y Paul Kagame haber ganado de antemano?

El enemigo siempre viene de fuera. Primero, empieza siendo ideológico. Después, termina por estar encarnado en algo concreto, ya sea un individuo o una religión. Cuando escucho la palabra perdonar, me da la impresión de que Kagame no puede ser el enemigo del Congo, a pesar de la Agrupación Congoleña para la democracia, de los rebeldes del M23, o del genocidio cometido en el Congo en nombre de los socios que mata en nosotros el sentido humano.

¿Cómo podemos olvidarnos tan fácilmente de Paul Kagame? Kagame, como su aliado Israel en Palestina, al que representa y cuyos intereses en la Región de los Grandes Lagos defiende, no dejará nunca de controlar el Congo, un tesoro adquirido a la fuerza y con armas con el pretexto de ser denunciado. No me malinterpreten, porque Israel, que cuenta con el apoyo de las élites anglosajonas (el reciente discurso de Donald Trump ante la nación americana) no ha dejado Palestina a pesar de las numerosas resoluciones votadas en la ONU. ¿Cómo pretendemos que Kagame sea distinto, sobre todo si este no ganó por la fuerza en el Congo? Un ruandés del círculo de Kagame, uno de sus seguidores, escribió en un muro de Facebook que Ruanda nunca cederá su poder al Congo para que este último no se imponga sobre Ruanda. E incluso, si eso significara acabar con el tribalismo instaurado en el Congo y con todos los jóvenes congoleños, que es lo que ya se ha hecho en Ituri, en Béni, al este del Congo, y en Kasaï, Ruanda no dejaría nada. Pero ¿quién dice y a quién que los congoleños, en su conjunto, han aceptado esta humillación? Cómo quieren convencernos con unas simples palabras cuando todo demuestra que la gente solo quiere los honores. Qué significa cuando la gente dice ekomi pe tour na biso. Es simplemente una barbaridad. Ruanda y Paul Kagame son de todo menos inocentes.

Finalmente, un combate exige un enemigo para que pueda llevarse a cabo. Solo hay combate y competitividad cuando hay dos partes envueltas. Si el enemigo no existe, ya sea bueno o malo, lo terminamos creando. Y, si lo hacemos de tal manera que no haya enemigos, no podemos hablar de combate. Porque el enemigo no puede ser uno mismo en política. La experiencia con Occidente, en este tema, nos enseña lo contrario. El enemigo siempre viene de fuera. Primero, empieza siendo ideológico. Después, termina por estar encarnado en algo concreto, ya sea un individuo o una religión. Cuando escucho la palabra perdonar, me da la impresión de que Kagame no puede ser el enemigo del Congo, a pesar de la Agrupación Congoleña para la democracia, de los rebeldes del M23, o del genocidio cometido en el Congo en nombre de los socios que mata en nosotros el sentido humano. En ciencias políticas, enseñamos a los estudiantes de primer año que no hay política sin enemigo. Dejad de hacernos creer que os habéis convertido todos en pastores y religiosos. Sé y puedo comprender que la gente tenga buenas intenciones, kasi liloba na ngai nganga:

Likambo oyo eza likambo ya mabele.

Por Mufoncol Tshiyoyo
Mufoncol Tshiyoyo, por el triunfo del pensamiento y por la patria.
MT & Associates Consulting Group

Fuente: http://www.ingeta.com/les-tenants-congolais-du-pouvoir-os-me-demandent-doublier-paul-kagame/

Traducción de María Iglesias Isidro y María Teresa López Bote (Universidad de Salamanca).

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