¿Y tú, RT? Amplificando la desinformación occidental sobre Ruanda

Captura de pantalla de una información de RT sobre Ruanda. Foto: Black Agenda Report.
Captura de pantalla de una información de RT sobre Ruanda. Foto: Black Agenda Report.

La gran mentira sobre la masacre ruandesa provocó un genocidio mucho mayor en la República Democrática del Congo y justificó el intervencionismo militar de EE. UU. en todo el planeta.

En un reciente acto de campaña, el senador del Estado de Florida, Bill Nelson, señaló que “la historia de Ruanda es instructiva porque, cuando un lugar se vuelve tan tribal, las dos ‘tribus’ [1] no tienen nada que hacer entre ellas y la envidia, por lo tanto, se convierte en odio. Ya vimos lo que sucedió con los hutu y los tutsi en Ruanda; el conflicto pasó a ser un genocidio. En tan solo unos meses, un millón de personas fueron asesinadas a golpes. Y hay que vigilar lo que está pasando aquí”.

 

La institucionalización del ‘genocidio de Ruanda’ ha supuesto el logro más notable de un sistema de propaganda mantenido por centros de poder públicos y privados.

 

Se escribieron numerosos titulares sobre las palabras de Bill Nelson, a pesar de que la etnicidad estadounidense es binaria solo si se considera la etnia blanca contra todas las demás. Sin importar lo que quisiera decir el senador Nelson, aquellos que lo entienden de esa manera han ganado sin ninguna duda protagonismo desde que Trump llegó a la Casa Blanca.

No obstante, se trata de una nueva referencia al genocidio de Ruanda en el marco del discurso estadounidense. A menudo se recuerda como un llamamiento urgente a una “intervención humanitaria”, más bien a una guerra, para detener otro genocidio. Nos dicen que EE. UU. no pudo detener el genocidio de Ruanda en 1994, así que ahora nos vemos obligados a “intervenir” en cualquier momento y lugar para frenar otro genocidio que ya ha empezado.

Por eso nos dicen que EE. UU. y sus aliados en la OTAN tuvieron que bombardear Libia en 2011 debido al caos creciente. Por eso la compañía multinacional Lockheed Martin tuvo que aumentar la producción de misiles de crucero para lanzarlos sobre Siria. Por eso los senadores Cory Booker y Elizabeth Warren, ambos candidatos demócratas a la presidencia de EE. UU. en 2020, fueron copatrocinadores iniciales de un proyecto de ley calificado de orwelliano; el objetivo de este proyecto consistía en “mejorar” mediante la fuerza militar la capacidad de nuestro gobierno para “evitar genocidios y atrocidades en masa”. Ver Senate Bill 1158 – Elie Wiesel Genocide and Atrocities Prevention Act of 2018 [Proyecto de Ley del Senado 1158 – Ley de Prevención de Genocidio y Atrocidades Elie Wiesel de 2018].

 

Nos dicen que EE. UU. no pudo detener el genocidio de Ruanda en 1994, así que ahora nos vemos obligados a “intervenir” en cualquier momento y lugar para frenar otro genocidio que ya ha empezado.

 

Ahora en serio, debido a las mentiras que nos han contado con el objetivo de empezar guerras, ¿no es probable que esta historia, la historia de que EE. UU. no pudo detener el genocidio de Ruanda, sea otra mentira? No que el genocidio no sucediera o que no fuese una terrible tragedia, sino que la historia que nos contaron a todos y las lágrimas de cocodrilo de Bill Clinton sobre su “peor error” son una mentira. De hecho, Estados Unidos y Reino Unido respaldaron la invasión a Ruanda liderada por Paul Kagame desde Uganda el 1 de octubre de 1990. Igualmente, bloquearon una intervención por parte de las Naciones Unidas hasta que Kagame y su ejército hubieron masacrado a todos los que se interpusieron en su camino hasta Kigali, la capital de Ruanda, para hacerse con el poder el 4 de julio de 1994. Unas tres semanas después, el 28 de julio, The New York Times informó de que “EE.UU. está considerando establecer una base en Ruanda para equipos de socorro” y Kagame ha sido un aliado clave de Estados Unidos y un “socio militar” desde entonces. Kagame no solo colaboró con AFRICOM, sino que también invadió la República Democrática del Congo, dejó millones de muertos y creó, por tanto, nuevas oportunidades para las empresas mineras de EE. UU.

El profesor Edward S. Herman y el investigador y autor David Peterson desmontaron la propaganda sobre Ruanda en The Politics of Genocide [La política del genocidio] y en Enduring Lies: The Rwandan Genocide 20 Years On [Mentiras duraderas: el genocidio de Ruanda 20 años después]. En el primero, establecen que “la institucionalización del genocidio de Ruanda ha supuesto un logro notable de un sistema de propaganda mantenido por centros de poder públicos y privados, con la ayuda decisiva de una estructura relacionada compuesta por sicarios intelectuales. Estos sicarios utilizan las mentiras institucionalizadas como armas y las recitan como si del Evangelio se tratase mientras retratan a los que critican el modelo establecido acusándolos de negar el genocidio, personas malvadas que tienen la misma moral que los pederastas, para que sean condenadas e incluso proscritas”.

 

Kagame colaboró con AFRICOM, invadió la República Democrática del Congo y dejó millones de muertos.

 

Ed Herman y yo mantuvimos muchas conversaciones sobre este tema antes de su muerte en noviembre de 2017, incluida aquella en 2016, en el programa The Project Censored Show, emitido en la emisora de radio KPFA. La transcripción fue publicada por el periódico San Francisco Bay View y en las páginas web Black Agenda Report y Global Research.

Más recientemente, Judi Rever, antigua periodista en la Agence France-Presse y en Radio Francia Internacional, analizó la historia de las víctimas tutsi y los responsables hutu en su libro In Praise of Blood: Crimes of the Rwandan Patriotic Front [En honor a la sangre: los delitos del Frente Patriótico Ruandés]. A continuación aparecen algunos fragmentos de su entrevista con la corporación de radiotelevisión pública Canadian Broadcasting Corporation después de la publicación de su libro:

Judi Rever: Kagame no detuvo el genocidio porque, al mismo tiempo que mataban a la etnia tutsi en zonas controladas por los hutu, el ejército tutsi de Kagame mataba con el mismo fervor y organización. Y el Frente Patriótico Ruandés (FPR) y su ejército mataron en masa y de una forma organizada en aquellos territorios que ocuparon.

CBC: ¿Mataron a hutu?

Judi Rever: Mataron a hutu. También alimentaron el genocidio contra los tutsi.  Lograron infiltrar la milicia hutu sin problemas y los atrajeron con la violencia.  Actuaron alentados por la violencia, pero algunos de sus comandos también participaron en la masacre de tutsi en las barricadas.

Kagame, a sabiendas de lo que sucedía, ordenó y animó a los responsables de la masacre de la etnia tutsi a elaborar un argumento que pudiese justificar su dictadura de la minoría tutsi después de que se hiciese con el poder y con el control del sistema electoral del país. Si hubiese convocado unas elecciones libres, como se estipula en los Acuerdos de Arusha que se firmaron para poner fin a la guerra, la mayoría hutu habría elegido a un presidente hutu. El ex ministro ruandés de Asuntos Exteriores Jean-Marie Ndagijimana cuenta la misma historia desde un punto de vista diferente en el artículo “How Paul Kagame Deliberately Sacrified the Tutsi[Cómo Paul Kagame masacró intencionadamente a los tutsis]. La mayoría de las víctimas eran tutsi pobres que se habían quedado atrás cuando los tutsi ricos y pertenecientes a la aristocracia huyeron a Uganda durante la sublevación campesina que tuvo lugar entre 1959 y 1961.

 

Kagame, a sabiendas de lo que sucedía, ordenó y animó a los responsables de la masacre de la etnia tutsi a elaborar un argumento que pudiese justificar su dictadura de la minoría tutsi después de que se hiciese con el poder.

Las conclusiones de Rever se basan en años de investigación y entrevistas, muchas de ellas con miembros del ejército del FPR, que vivían atormentados por los recuerdos de lo que habían hecho y quisieron confesar. En su libro, Rever también habla sobre cómo ella y su familia se vieron amenazados mientras ella investigaba y sobre cómo los agentes de seguridad belgas la acompañaron en todo momento durante un viaje a Bruselas con el fin de entrevistar a exiliados políticos y a algunos refugiados.

En un correo electrónico publicado en Wikileaks, un analista en Stratfor, la empresa privada especializada en inteligencia y espionaje, dijo que “los ruandeses son unos desalmados hijos de puta” y describió detalladamente los asesinatos de agentes de Ruanda en otros países, así como otros intentos de homicidio. Sus objetivos suelen ser casi siempre personas notorias que, como Rever, se enfrentan a la historia de las víctimas tutsi y desafían a los responsables hutu tan esenciales para la supervivencia y prestigio internacional de Kagame.

Yo no tuve miedo de morir a manos de agentes ruandeses, pero sí que presenté una demanda por agresión después de una disputa en 2011 con el contingente de Kagame, que tuvo lugar en la Tercera Conferencia Internacional sobre el Genocidio en la Universidad Estatal de Sacramento.

¿Y tú, RT?

A pesar de todo esto, la propaganda ha resultado tan eficaz que la historia habitual de las víctimas tutsi, los responsables hutu y el fracaso de Bill Clinton permanece irrefutable en los medios de comunicación principales. Está en Wikipedia, donde un servidor que controla los avisos de edición se asegura de que cualquier intento para cambiarla dé lugar a una “guerra de edición” permanente que los moderadores de Wikipedia terminarán sofocando sin que se haya hecho ningún cambio. Es una parte vital del libro intervencionista de la exembajadora de la ONU, Samantha Power, A problem from Hell: America and the Age of Genocide [Un problema procedente del Infierno: EE. UU. y la era del genocidio]. Está en la Directiva Presidencial de Estudio sobre las Atrocidades Masivas de Obama, elaborada en 2011, y en el manual Mass Atrocities Response Operations: A Military Handbook [Operaciones de respuesta contra las atrocidades masivas: un manual militar], elaborado por el Pentágono y por el Centro Carr para la Política de Derechos Humanos y la Iniciativa Humanitaria de la Universidad de Harvard, con la ayuda de la fundación Pierre Omidyar – Humanity United. Y está en la plantilla de cada teletipo de Reuters y de la cadena de radio AP cada vez que se refieren al tema.

Sin embargo, me sorprendió que el canal de televisión RT también repitiese la propaganda habitual. ¿No cabría esperar que RT investigase más en profundidad sobre una narrativa empleada para justificar la guerra de EE. UU. en Siria entre otras? No sé por qué, pero nunca antes me habían pedido que comentara acerca de una noticia sobre el llamamiento reciente de un fallo del tribunal francés en el que se establecía que los soldados franceses no eran culpables de complicidad por no haber protegido a los tutsi que fueron masacrados en Bisesero, Ruanda, en 1994. Accedí, así que me llamaron por Skype, pero el presentador y yo procedimos a frustrarnos mutuamente y la mayor parte de lo que dije se quedó en la sala de montaje. Phil Taylor, presentador de la emisora de radio CIUT 89.5 FM – Toronto y antiguo investigador en el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR), me envió una nota de consuelo que decía: “Lo sentí por ti, Ann. Vi el vídeo en directo y enseguida entendí lo que pasaba. El corte se hizo con cizallas”.

La ética periodística básica y el no querer que me malinterpretaran me obligó a escribir sobre por qué esta entrevista acabó siendo un desastre después de comenzar con el falso recital típico de que “el genocidio de Ruanda duró poco más de tres meses y dejó alrededor de un millón de muertos”.

(..)

“El genocidio se perpetró principalmente por el gobierno hutu y sus patrocinadores contra la minoría étnica tutsi. Las acusaciones dirigidas al gobierno francés por apoyar a los hutu (responsables de casi toda la masacre en el genocidio) han sido duras y se criticaron las relaciones que el gobierno francés ha mantenido con el gobierno ruandés durante años. Pero los franceses, aunque admiten que cometieron errores, afirman que no son cómplices del genocidio que sucedió allí“.

 

Fue una distorsión para desacreditar las tropas francesas debido a este incidente.

 

Le dije a RT que la masacre que tuvo lugar en Bisesero en 1994 fue una guerra de cuatro años que comenzó el 1 de octubre de 1990, cuando un destacamento del ejército ugandés liderado por el entonces general y ahora presidente Paul Kagame invadió Ruanda desde Uganda. Señalé que esas tropas ugandesas estaban formadas por soldados tutsi ruandeses o por los hijos de aquellos que huyeron a Uganda entre 1959 y 1961, cuando la mayoría hutu se liberó por fin de siglos de dominación ejercida por la minoría tutsi.

Dije que centrarse solo en este trágico incidente, en la masacre de los tutsi en Bisesero, imponía la narrativa propagandística sobre el genocidio de Ruanda en su historia.

Dije que la Operación Turquesa, llevada a cabo por Francia, había creado un corredor humanitario para los civiles que están huyendo de la RDC aterrorizados por el avance del ejército de Kagame, así que se trataba de una distorsión para desacreditar las tropas francesas debido a este incidente, por el que los soldados fueron acusados de no haber podido actuar a pesar de que no estaba claro que tuviesen órdenes para ello.

Me planteé citar a Ed Herman, David Peterson y Judi Rever, pero no tuve tiempo. Suponía más complejidad de la que RT quería añadir a esta noticia. Antes de llamarme, ya habían decidido cómo enfocarían la información de la que disponían sobre lo sucedido en Ruanda. Como yo misma he comentado más noticias en la radio, sé que el espectáculo, aunque pudiese ser mejor, debe continuar a la hora prevista. ¿Nunca se habían planteado que algo podía estar mal en sus argumentos? No lo sé, pero voy a enviar esto al productor y espero que entiendan que solo les estoy animando a darle un enfoque distinto a esta historia occidental, igual que hacen con muchas otras. Manténganse al tanto.

 

Notas de la edición:

[1] Se traduce aquí el término tribe (“tribu”) por ser necesario para comprender el discurso occidental, pero recordamos que se trata de un concepto neocolonial e imperialista que no refleja la realidad africana. En África Negra no hay tribus; hay naciones, Estados, etnias, pueblos… pero no tribus, una palabra empleada con una intencionalidad claramente imperialista, que traslada matices de barbarismo y escaso desarrollo y que no refleja de modo alguno la realidad de estos lugares. Tradicionalmente se ha empleado como una herramienta de simplificación de los conflictos existentes en el continente con el objetivo de huir de sus verdaderas causas y actores, así como de los intereses occidentales que hay detrás de todos ellos.

 

Fuente: Ann Garrison (7 de noviembre de 2018). 
"Et tu, RT? Amplifying Western Disinformation 
on Rwanda", en Black Agenda Report. 

Traducido por Mar Sánchez Pulido (Universidad 
de Salamanca) para Umoya.

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