Alioune Sall: “África debe aceptar sus recursos inmateriales primero”

Para Alioune Sall, director ejecutivo del Institut des Futurs Africains, “seguir la trayectoria occidental sería como aceptar que el pasado de los demás sea el futuro de África”. Fuente: Le Point Afrique.
Para Alioune Sall, director ejecutivo del Institut des Futurs Africains, “seguir la trayectoria occidental sería como aceptar que el pasado de los demás sea el futuro de África”. Fuente: Le Point Afrique.

ENTREVISTA. El director ejecutivo del Institut des Futurs Africains (en español, Instituto de los Futuros Africanos), Alioune Sall, estuvo presente en el Foro de Saint Louis, en N’Dar y Esauira. Habló para Le Point Afrique sobre el África del futuro.

El desarrollo sostenible de África requerirá el aumento de su patrimonio inmaterial y la interiorización de un conjunto de valores comunes. Convencido de que África necesita “reinventar sus propios paradigmas y reconocer sus conocimientos endógenos”, liberándose de la supremacía occidental, el sociólogo Alioune Sall afirma que seguir la trayectoria occidental sería como aceptar que el pasado de los demás sea el futuro de África. 

 

Le Point Afrique.- Cuando hablamos de África, a menudo nos centramos en las materias primas como los recursos mineros y agrícolas en detrimento de los recursos inmateriales. ¿Podría decirnos por qué África debe recuperarlos y cómo?

Alioune Sall.- cuando hablamos del papel de lo inmaterial en el desarrollo, lo primero que se me viene a la mente son las palabras de René Maheu, antiguo Director General de la Unesco. Le gustaba decir que “el desarrollo es ciencia convertida en cultura”. Las inversiones en ciencia, tecnología y educación son, sin duda, las más rentables. Esto es especialmente cierto en estos tiempos en los que las economías se basan en el conocimiento y ya no solo en los recursos naturales. Algunos países sin capital natural salen del paso porque han acumulado capital científico y tecnológico que les permite vender conocimientos. A este respecto, África está poco comprometida, ya que el continente representa el 3 % de los conocimientos científicos medidos en función de las publicaciones y solo el 1 % de las patentes a nivel mundial. Sin embargo, el tejido bogolán maliense se produce en China porque no hemos protegido nuestro patrimonio.

Para poder recuperar sus recursos inmateriales, África debe aceptarlos primero. Es víctima de esta pirámide tóxica del saber sobre la que reinan epistemologías no africanas. Los conocimientos endógenos se consideran más bien como una cuestión de rito o creencia. Debido a la primacía que se le ha dado a la ciencia que viene del extranjero, África no reconoce el valor de sus propios conocimientos, habilidades y aptitudes. Los africanos tienen dificultades para convencerse a sí mismos y a los demás de que África no está destinado a ser consumidor de los conocimientos de otros lugares. Una de las consecuencias de la colonización fue que los africanos interiorizaron la idea de que solo hay ciencia y conocimiento si está validado por las universidades occidentales.

 

LPA.- ¿Cómo valorizar lo inmaterial en una perspectiva de desarrollo sostenible de las economías africanas?

A. S.- Valoramos poco lo inmaterial porque los planificadores económicos están atrapados por una lógica que solo mide lo medible. Lo que no puede medirse se considera de dudoso o nulo interés. Sin embargo, lo inmaterial se mide de otra manera: el sentimiento de contribuir a la sociedad, la ética del futuro, la responsabilidad colectiva, el sentido de la entrega. La calidad del crecimiento, su utilidad social y la finalidad de la producción se escapan de los indicadores convencionales que miden el crecimiento.

 

Valoramos poco lo inmaterial porque los planificadores económicos están atrapados por una lógica que solo mide lo medible. Lo que no puede medirse se considera de dudoso o nulo interés”

 

Por supuesto, las cosas tienden a cambiar. Con la cuarta revolución industrial, la ciencia y la tecnología plantean cuestiones éticas o bioéticas. Esta revolución pone a la ciencia en un primer plano y los que no hayan adquirido esta maestría científica, aunque tengan todos los recursos materiales del mundo, no podrán hacer nada con ellos. La ventaja comparativa que suponen las materias primas de África se perderá definitivamente ya que los productos sintéticos sustituirán a la producción natural.

Igualmente, nos damos cuenta de que, para que una sociedad se desarrolle en armonía, es necesario compartir una serie de valores, además de aprender a vivir juntos y en comunidad. La capacidad de organizarse, los principios éticos, el sentido de la responsabilidad… son todos ellos elementos inmateriales característicos de las sociedades africanas que adquirirán una mayor relevancia el día de mañana. Cuando seamos capaces de vivir más años, producir más, consumir más… En resumidas cuentas, cuando hayamos cubierto nuestras necesidades básicas, tendremos que plantearnos una serie de cuestiones filosóficas.

Lo mismo sucede con la preocupación por el futuro. El tiempo debe recuperar su valor tridimensional con un pasado, un presente y un futuro. Ya no solo se trata de vivir el presente; el carpe diem y el hedonismo son actitudes culturales importantes para el desarrollo. Gro Harlem Brundtland definió la sostenibilidad como “la conciencia que no heredamos de la tierra, sino que la tomamos prestada de las generaciones futuras”. Esta ética del futuro fuera de lo material, que defiende la integración de la dimensión a largo plazo en nuestros cálculos económicos, es difícil de encontrar en las economías convencionales.

 

LPA.- ¿Cree usted que los Estados africanos, en especial Senegal, han comprendido lo que implica el desarrollo sostenible en relación con lo inmaterial?

A. S.- Lo entiende a nivel elemental y tienen una mentalidad de reequilibrio de la formación. Necesitamos formar a más científicos e ingenieros, hay demasiados literatos, juristas y filósofos. Es algo totalmente justificable, también para fomentar lo inmaterial. Pero la otra dimensión de lo inmaterial, es decir, la relación consigo mismo y con los demás, la reflexión sobre los objetivos o la organización y proyecto de una sociedad, está algo difusa. Los Estados están turbados por la brecha entre África y Occidente. Esa filosofía de la recuperación se calcula en función de factores occidentales, pero África no tiene por qué seguir dicha trayectoria. Hacerlo sería aceptar que el pasado de los otros es nuestro futuro. No habría nada más erróneo que eso.

 

Hacerlo sería aceptar que el pasado de los otros es nuestro futuro. No habría nada más erróneo que eso”

 

LPA.- ¿Qué tendría que cambiar África, en cuanto a su relación con los otros continentes, para no continuar a la cola del progreso en muchos ámbitos?

A. S.- Simplemente nos tenemos que decir a nosotros mismos que África no es ningún territorio aislado del resto del mundo. África tiene que adaptar su modo de actuar al mundo en el que vive y con el que está continuamente en contacto. Desde este punto de vista, hay dos obstáculos que se tienen que evitar. El primero sería el de adoptar una actitud esencialista y replegarse sobre uno mismo por el hecho de defender que África tiene valores esenciales que preservar y que cualquier contacto con innovaciones procedentes del exterior corrompería su pureza original. El segundo, que hay que evitar a toda costa, sería fundirse con lo universal, borrar las señas de identidad africanas, ya que esa “universalidad” no es otra que la de los dominantes, la de Occidente. Evitando esos dos extremos, hay que esforzarse por pensar en una nueva manera de ser uno mismo y a la vez estar con los demás.

 

Hay que evitar a toda costa, sería fundirse con lo universal, borrar las señas de identidad africanas, ya que esa “universalidad” no es otra que la de los dominantes, la de Occidente”

 

LPA.- ¿Cuándo sitúa usted el momento en el que el destino de África se estancó política, cultural y económicamente?

A. S.- El contacto con el exterior fue enriquecedor, pero a su vez resultó ser una fuente de problemas. El Sahel tuvo una economía próspera. Principalmente en la época de los reinos de Sahel con el emperador de Mali Kanku Musa, quien en su peregrinación a La Meca distribuyó tanto oro que los precios se devaluaron. Recordemos que Tombuctú y sus bibliotecas fueron centros de saber y de intercambio de ideas. Un punto de intercambio entre el Magreb y el África subsahariana. Pero el contacto con el Magreb cesó cuando la carabela reemplazó a la caravana. El comercio de sal y de oro se desplomó en cuanto los exploradores europeos tomaron posesión de las costas y comenzaron con el comercio de esclavos negros.

 

Fuente: Manon Laplace y Malick Diawara (3 de noviembre 
de 2018). "Alioune Sall : « L'Afrique doit d'abord accepter de reconnaître 
ses ressources immatérielles »", en Le Point Afrique.

Traducido por Andrea Méndez Segovia y 
Elena López Gálvez para Umoya.

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