El peso político del Premio Nobel de la Paz otorgado al doctor Denis Mukwege

El doctor Denis Mukwege. Fuente: http://nzingagermain.com
El doctor Denis Mukwege. Fuente: http://nzingagermain.com

El pasado viernes 5 de octubre de 2018, el pueblo congoleño comenzó el día con una inusual nota de alegría, pero, sobre todo, orgulloso de haber nacido congoleño debido al Premio Nobel de la Paz otorgado a uno de sus distinguidos hijos, el doctor Denis Mukwege, junto con la yazidí Nadia Murad, quien fue esclava sexual del Dáesh, la organización yihadista del Estado Islámico.

Un reconocimiento muy merecido por parte de este ginecólogo de 63 años que ha dedicado dos décadas en cuerpo y alma a “arreglar” decenas de miles de cuerpos de mujeres, víctimas de violación o mutilaciones de todo tipo. Todos los días realiza de doce a quince operaciones para salvar vidas humanas mientras forma al personal de apoyo que le ayuda.

Desde 1999, cuando tuvo el primer caso de violación a una mujer por seis soldados, uno de los cuales había llevado su crueldad al extremo disparándole en la vagina, el doctor Mukwege ha podido operar a unas 50.000 mujeres en dos décadas. Honramos con gran respeto y profunda gratitud el Premio Nobel que ha recibido y que tiene un valor de 900.000 euros.

Esta notoriedad internacional pondrá la causa nacional congoleña en primera línea del panorama mundial y la consecuente suma de dinero podrá permitirle modernizar las infraestructuras médicas, suministrarles productos farmacéuticos y, de este modo, ofrecer a las otras muchas víctimas la oportunidad de escapar de las fuerzas de la muerte.

Sobra decir que, al cumplir fielmente la voluntad de Alfred Nobel, su fundador, que recomendaba que todos los años se recompensara a la persona que más o mejor hubiera contribuido al acercamiento de los pueblos, a la propagación del progreso para la paz, los derechos humanos, la ayuda humanitaria y la libertad, el Premio Nobel de la Paz ejerce un gran peso político.

En vista de los actuales desafíos internacionales -que plantean el resurgimiento del terrorismo a escala internacional, así como el aumento de las zonas de conflicto y guerra en todo el mundo y las consecuencias directas que esto supone para la seguridad de los grupos más vulnerables de la sociedad, como las mujeres y los niños-, el Premio Nobel de la Paz de 2018 es, para estos galardonados, un llamamiento urgente de la opinión pública internacional para decir un fuerte “basta” a la violencia impuesta a las mujeres y expresar la voluntad de un mundo cansado de gritos de dolor que intenta reinventarse en una nueva era de paz.

Dado el contexto de la crisis congoleña, el premio concedido a Denis Mukwege otorga un mayor alcance a la lucha liderada por la resistencia congoleña contra las fuerzas del Estado y las multinacionales que se enriquecen a la espalda de la miseria y el sufrimiento de las congoleñas y los congoleños. Tal vez, sin saberlo, el premio vaya a sacar a debate la trágica situación que atraviesa el pueblo congoleño y dé a conocer las caras de los pirómanos que prenden fuego al país y la sangre y la presión que harán falta para que cese esta insufrible situación.

 

Tal vez, sin saberlo, el premio vaya a sacar a debate la trágica situación que atraviesa el pueblo congoleño y dé a conocer las caras de los pirómanos que prenden fuego al país y la sangre y la presión que harán falta para que cese esta insufrible situación

 

Repasando la historia de los Premios Nobel, muchos de ellos, como el de Aung San Suu Kyi en 1991 frente a la junta birmana o el de Liu Xiaobo en 2010 sobre el gobierno chino, cumplieron la función de desacreditar al poder.

El premio concedido a Nadia Murad es, sin lugar a dudas, una protesta apenas velada sobre la legitimidad de los dirigentes del terrorismo internacional. El premio otorgado al doctor Mukwege, en cambio, señala con dedo acusador todo un sistema depredador y cosificador del pueblo congoleño. Un premio que molesta a toda la clase dirigente congoleña y a sus socios. Desprende una sensación de desaprobación contra el régimen de Kabila hasta el punto de querer dar un nuevo giro de los acontecimientos en cuanto los alertadores llamen la atención de todo el mundo sobre la violencia que se desencadenó ayer en el este del Congo y que avanza hacia el centro y el oeste.

Toda esta violencia ha sido aplicada, por desgracia, bajo las órdenes de un tal Joseph Kabila, quien ha decidido mantenerse en el poder mediante la creación de focos de conflicto sobre todo el territorio congolés. Su obstinación por permanecer en el poder o por colocar marionetas de manera fraudulenta para seguir controlándolas en la sombra puede tener un efecto bumerán en cuanto la opinión nacional e internacional comiencen a comprender que el enemigo número uno del dotor Mukwege y de las mujeres que él opera no son unas milicias cualesquiera, sino que es el propio Joseph Kabila, quien las crea y las dirige para poder reforzar su poder.

 

El enemigo número uno del dotor Mukwege y de las mujeres que él opera no son unas milicias cualesquiera, sino que es el propio Joseph Kabila, quien las crea y las dirige para poder reforzar su poder

 

Su estrategia de guerra contra la élite intelectual a la que diezma sistemáticamente (el doctor Mukwege reconoce haber escapado de seis atentados con disparos hacia su persona), junto con su estrategia de vender mujeres congoleñas para asesinar la “fuente” de la vida y erradicar a todo un pueblo para controlar el territorio congoleño son medios maquiavélicos, pero paradójicamente conformes al plan de consolidar el sistema de ocupación del que Kabila es el ejecutor principal, encargado por sus mentores.

Las consecuencias políticas de este premio Nobel consistirán en dejar al descubierto todo este mecanismo de violencia contra las mujeres congoleñas para poner término definitivamente a este tipo de gobierno genocida y democraticida. ¡Ojalá este galardón permita abrir la maloliente herida de la moda actual de gobierno en la RDC, determinar las responsabilidades de unos y otros para que se haga justicia y que finalmente, en los próximos comicios, se sepa a quién elegir para la refundación de un Estado de derecho y el renacimiento del Congo de Lumumba!

Que conste: muchos retos seguirán a este premio Nobel, que no ha puesto fin a la violencia, sino que simplemente la ha reconocido oficialmente.

Sigue vigente la dolorosa verdad de que la comunidad internacional que ha concedido el Premio Sakharov y ahora el Nobel de la Paz al ginecólogo congoleño de Panzi constituye una parte interesada de los principales actores de la violencia que se ejerce sobre nuestras mujeres. Las estadísticas actuales calculan diez millones de mujeres violadas y el doctor Mukwege no ha podido tratar más que al 10% de las víctimas. La inmensa mayoría muere en el silencio y la indiferencia total de muchas ONG, de la Casa Blanca, del Consejo de Europa y de numerosos gobiernos occidentales a los que el médico del hospital de Panzi hubo de alertar en múltiples ocasiones sin obtener ningún tipo de respuesta eficaz por su parte.

 

Las estadísticas actuales calculan diez millones de mujeres violadas y el doctor Mukwege no ha podido tratar más que al 10% de las víctimas

 

Los analistas han explicado extensamente esta indiferencia del gobierno y de la comunidad internacional, la cual pone a los congoleños frente a su propia responsabilidad histórica. Bien se comprometen a erradicar este sistema salvaje para hacer que el Congo renazca sobre las nuevas bases de un estado de derecho, bien se contentan con aplaudir el premio ganado por doctor Mukwege mientras esa misma noche cientos de mujeres siguen conociendo el mismo infierno en Beni y en Kasai.

El doctor Mukwege ha cumplido con su parte de ciudadano que ama a su pueblo y honra a su país. Y estoy seguro de que continuará haciéndolo de manera encomiable. ¡De ahora en adelante corresponde a cada congoleño comprometerse personalmente a transformar la opresión en fuerzas de cambio allá donde viva, para que mañana todos puedan reconocer que este galardón ha servido de catalizador de fuerzas y de punto de partida para un nuevo impulso!

 

Fuente: Germain Nzinga, Le poids politique du Prix Nobel 
décerné au Dr. Denis Mukwege, publicado el 5 de 
octubre de 2018

Traducido por Andrea Méndez, Ainhoa Condominas 
y Ana Afonso (Universidad de Salamanca) 
para Umoya.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos
Responsable Federación de Comités en Solidaridad con África Negra +info...
Finalidad Gestionar y moderar tus comentarios. +info...
Legitimación Consentimiento del interesado. +info...
Destinatarios Automattic Inc., EEUU para filtrar el spam. +info...
Derechos Acceder, rectificar y cancelar los datos, así como otros derechos. +info...
Información adicional Puedes consultar la información adicional y detallada sobre protección de datos en nuestra página de política de privacidad.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.