Una verdad sobre África inconcebible para Occidente

Debate con Charles-Philippe David, profesor en Ciencias Políticas y catedrático en estudios estratégicos en la Universidad de Quebec, Montreal.

El análisis del catedrático Charles-Philippe-David y su opinión acerca del futuro de África me infundió una gran esperanza como africano que soy. Pero, como son pocos los africanos que pueden acceder a estas declaraciones, me dispongo a compartirlas aquí:
«Hace más de veinticinco años que enseño estrategia. A lo largo de mi carrera, he tratado con decenas de oficiales y altos funcionarios africanos. He de confesar que la tragedia de África, como la de muchas otras naciones ricas en el mundo, emana de su encuentro con Occidente.

En el siglo XV, África estaba en plena construcción, con ciudades que nada tenían que envidiar a las occidentales. Contaba con militares y estrategas de gran renombre. Pero todo ello desapareció deliberadamente de la memoria de los africanos.

No obstante, a día de hoy, África se está reconstruyendo a una velocidad extraordinaria. El problema es que la gente lo ignora. Por ejemplo, la población africana, que en la segunda mitad del siglo XIX cayó por debajo de los cien millones de habitantes, está a punto de alcanzar el nivel más alto del mundo. Otros pueblos que no han sufrido tanto como los africanos han desaparecido por completo.

Les voy a explicar por qué el mundo tiembla ante África. En el momento en que hablo, el mundo se enfrenta a tres grandes retos: la energía, la defensa estratégica y la globalización. Pues bien, ¡en África confluyen las tres!

Empecemos por la energía:

Todas las fuentes de energía estratégicas que más escasean en el mundo se encuentran en África. A pesar de que nuestros países occidentales hayan hecho un uso descarado de ellas, nadie puede presagiar la extinción de las reservas, ya que cada día se descubren más. Se darán cuenta de que no se habla de ello en los medios; se prefiere centrar la atención de los africanos y del mundo en las guerras y la pobreza. Pero, para quien esté al corriente de la situación, esto es un timo. ¿Alguna vez han oído hablar de la extraordinaria fuente que constituye el vasto desierto del Sáhara, o del inmenso recurso de agua dulce que se encuentra en el subsuelo africano?

Conscientes de esta fantástica riqueza que posee África, países como Estados Unidos, Francia, China y Reino Unido, entre otros, han decidido usarla como reserva y, al mismo tiempo, como vertedero a nivel mundial.

En la actualidad, proliferan los grupos de estudio que se encargan de analizar y  ayudar a que las naciones consigan apropiarse de los recursos mundiales y tengan garantizado su abastecimiento pase lo que pase.

¿Y África, qué? África está formada por 54 minúsculos Estados repartidos entre el Banco Mundial, el FMI, el Club de París, el Club de Londres, los vendedores de armas, los mercenarios y los medios de comunicación occidentales. Estos Estados no han tenido ni siquiera el tiempo suficiente para reconstituir su historia, pues  han tenido que rendirse a la globalización. ¿Qué pueden hacer los jefes de estos Estados? Una de dos: o ceden, o se les excluye. El margen de maniobra existe, sí, pero es mínimo. Occidente ha logrado imponer un amplio sistema para gobernar el mundo. Y, hasta el momento, ningún país ha conseguido resistirse a él, excepto China. Piensen en América Latina y díganme, ¿qué país se salva? Ninguno. ¿Y de entre los países árabes? No hay ninguno verdaderamente independiente, ni siquiera Arabia Saudí.

Pasemos a la defensa estratégica: el estado de desintegración armamentística está diseñado a conciencia. No se coloniza una zona dejándola con un ejército fuerte. Así que los ejércitos africanos se han transformado en ejércitos de represión interior más que de guerra o de defensa inteligente.

¿Por qué? Porque nuestras naciones necesitan que sus ejércitos se vuelvan en contra de sus pueblos para garantizarnos el acceso a las fuentes de riqueza. Los Estados tampoco pueden financiarse militarmente. Los jefes de Estado tienen miedo de financiar el ejército porque este puede volverse contra ellos en cualquier momento y derribarlos.

Tomen el ejemplo de la defensa antiaérea. No hay casi ningún país africano que posea un sistema de defensa equipado con misiles antiaéreos modernos. Se ha bloqueado totalmente su acceso. Esto da pista libre a los aviones de reconocimiento occidentales, que pueden así infiltrarse en suelo africano con toda la tranquilidad. Además, ningún país puede acceder a satélites capaces de informarlos sobre los movimientos de personas o aeronaves sospechosas en su espacio aéreo sin la ayuda de fuerzas extranjeras. Todo ello es una estrategia para crear dependencia y mantener a los jefes de Estado dóciles.

Hoy, países como Estados Unidos, Francia o Reino Unido pueden acabar, en un día, con todas las estructuras de un ejército africano sin derribar a ningún soldado: les basta con usar satélites, misiles de crucero y bombarderos estratégicos. En mi opinión, esto no va a durar mucho tiempo. Los africanos empiezan a entender lo que está en juego.

Si los países africanos se unieran y acordaran destinar solo un 10% de su presupuesto militar a un centro continental de investigación y aplicación para sus sistemas de defensa, el continente podría progresar enormemente en este sentido. De hecho, existen cientos de científicos muy cualificados en Rusia, Ucrania, China e India que aceptarían trabajar por 3000 USD (unos 2700 €) al mes para proporcionarles armas sofisticadas fabricadas en el continente y disponibles para su defensa. Y no, no crean que bromeo. No hay que ser ingenuo. Si para que Occidente sobreviva, se tiene que volver a colonizar África y a controlar sus recursos naturales vitales, no se lo pensarán dos veces. No crean demasiado en el derecho internacional ni en los principios de la paz, son siempre los débiles los que se aferran a estas ilusiones.

Creo que ha llegado el momento de que transformen a sus oficiales en científicos capaces de llevar a cabo labores de investigación y desarrollo. Los pequeños Estados africanos no disponen de medios suficientes. Están en guerra desde que tomaron contacto con Occidente.

Por último, hablemos de la globalización: si entienden que están en guerra, lo han entendido todo. No hagan caso de lo que tratan los medios de comunicación occidentales, como la ayuda a los países subdesarrollados y a los países pobres para enfrentarse a la globalización. ¿A nuestros países les interesa que se desarrollen? No.

Aunque en mis funciones haya realidades que no se me permita revelar, voy a hacerlo de todas maneras.

La globalización es la forma moderna para perpetuar la desigualdad económica. Hablando en plata, el objetivo de este concepto es mantener algunos países como fuentes de suministro de bienes y recursos que permitan a otros conservar su nivel de vida. Incluso la noción de “país rico” y “país pobre” está sesgada. En otras palabras, el trabajo duro, pesado, con escaso valor añadido e impracticable en Occidente sí se practicaría en el tercer mundo. Así, los dispositivos electrónicos que costaban 300 USD (unos 270 €) en 1980 se vendían al mismo precio en 2006.

Algunos países pequeños se mantienen como depósito de consumo donde se vierten todos los productos fabricados en el mundo. Y no solo ocurre en África.

Para mí, la independencia significa, en primer lugar, un cierto grado de autonomía. Pero, cuando países como Senegal, Mali, Niger, Chad, o la República Centroafricana importan casi el 45 % de sus propios alimentos del extranjero, comprenderán que un simple embargo militar en el reparto de bienes y servicios bastaría para acabar con ellos. Sin olvidar la independencia militar y monetaria, algo que no se consigue de repente.

Para concluir, les contaré una anécdota: mientras estaba hablando hace unos meses con un coronel senegalés en prácticas con nosotros, vimos en la televisión las imágenes de millones de libaneses que se manifestaban en las calles para pedir la retirada de las tropas sirias de su país. Le pedí su opinión.

Simplemente me respondió: “geopolítica”. Efectivamente. Todo se basa en geopolítica y geoestrategia. En estas manifestaciones, Israel ansía enfrentarse al partido político Hezbolá y, como Tel-Aviv no puede declarar la guerra simultánea a Palestina, al Hezbolá y a Siria, su deseo es que Damasco se retire. Una vez que Líbano esté al descubierto, Israel tendrá carta blanca para invadirlo y hacer allí lo que quiera.

Todos los conflictos mundiales son la expresión de los juegos y la lucha por un recurso preciso

Lo que es cierto es que África ha progresado y que los africanos cada vez son más conscientes de la necesidad de unión, análisis y anticipación.
La Historia nos muestra que la coexistencia entre pueblos siempre ha sido y será un instrumento de poder. El día en el que tengan armas nucleares como China e India, podrán dedicarse tranquilamente al desarrollo.

Soy optimista, puesto que, si mañana la Unión Africana (UA) o la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) deciden crear un Instituto africano de estudios estratégico creíble y fiable, aunque no despegue inmediatamente, marcará el fin de una era.

En primer lugar, África necesita una unión, luego, tendrá que desarrollar la manera de ver el mundo, una visión africana que vele por los intereses del continente. Por tanto, los funcionarios en el cargo, deberán dejar de lado el copia-pega. Tendrán que crear herramientas y estrategias adecuadas para África. Antes de que los ministerios de Asuntos Exteriores analicen el mercado mundial, primero deberían trabajar por sus propios intereses».

O.S. (periodista, Montréal)
©Beni-Lubero Online.

Fuente original: Beni Lubero Online: Une vérité que l’Occident ne supporte pas au sujet de l’Afrique…, publicado en mayo de 2018.

Traducido para UMOYA por Paula Calvo Avedillo y María Martín-Luquero Rodríguez.

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