Ruanda, Paul Kagame y Judi Rever (2/2)

En un primer artículo [1] traté de demostrar cómo la periodista Judi Rever había llegado a escribir su libro In Praise of blood: The Crimes of the Rwandan Patriotic Front («En alabanza a la sangre: los crímenes de guerra del FPR»), publicado por Random House Canada (ISBN 978-0-345-81209-4). Lo hizo basándose en hechos, en su experiencia y saliendo de los paradigmas marcados desde hace más de 20 años.

Creo que es interesante hablar sobre algunos personajes que aparecen en la obra de Judi Rever. En la anterior publicación señalé que el eslogan de esta pequeña testaruda podría haber sido «Cuenta todo lo sucedido, da todos los nombres». De hecho, ya en las primeras páginas, la escritora menciona dos nombres: Boulle y Bill ¡Y no son dos amigos protagonistas de un cómic! En absoluto. Son un tal Jean-Raymond Boulle y un tal Bill Clinton [2]. No es una historia de ficción. Bill Clinton nació en un pequeña ciudad, Hope («esperanza», en español), situada en el estado de Arkansas, de donde fue gobernador. En los alrededores de la ciudad, hay una región en la que los geólogos descubrieron, hace tiempo, formaciones rocosas peculiares. Se trataba de afloramientos de chimeneas volcánicas causadas por un vulcanismo intrusivo. Hace alrededor de 100 millones de años, una cámara magmática, tras enfriarse, subió a la superficie y se niveló después de varias erosiones y movimientos tectónicos. El lugar fue declarado Parque Estatal con el nombre de Cráter de Diamantes; los afloramientos, efectivamente, eran diamantíferos, más o menos como en Kimberley, Sudáfrica. Clinton, como gobernador, acordó en 1980 una derogación a Boulle para hacer prospecciones en la zona «clasificada». Las prospecciones resultaron ser infructuosas, lo que hizo que los gastos de explotación lastraran los beneficios esperados. Desde entonces, Boulle y Bill dejaron de ser uña y carne.

Pero, ¿qué pintan Judi Rever y Ruanda en todo esto? Pues bien, hay que saber que Jean-Raymond Boulle es un empresario británico-mauriciano, francófono y residente a caballo entre Luxemburgo y Mónaco. Curiosamente, él mismo es el fundador de la antigua empresa Diamond Fields Resources Inc, actualmente Diamond Fields International Ltd, así como de la America Mineral Fields Inc, y otras tantas. En Labrador (Canadá), su grupo descubre el yacimiento de Voisey’s Bay, uno de los más importantes de níquel a nivel mundial, y comienza a explotarlo. El imperio de Boulle se amplía rápidamente en los ámbitos de todos los minerales con carácter estratégico desde Sudáfrica hasta Australia, Namibia, Canadá o Zaire (actual República Democrática del Congo). Ya en la década de los 80, una sociedad canadiense realizaba prospecciones en Ruanda, parece ser que sin resultados, con helicópteros y medios de transporte similares bastante sofisticados: magnetometría de alta resolución, electro magnetometría y espectrometría de rayos gama.
Tras el genocidio tutsi de Ruanda, la proximidad de la antigua compañía minera, American Mineral Fields, a las personalidades emergentes locales, habría llevado a Boulle a apoyar a los ejércitos ugandés y ruandés en su guerra por la conquista de Zaire. Incluso habría puesto de su bolsillo en 1998 para ayudar a Kabila padre [4]. Por tanto, la canadiense Judi Rever, que descubrió Zaire justo en 1996, tenía una buena posición desde Canadá para seguir las actividades de los aliados de Kagame: las sociedades canadienses y estadounidenses que estaban precisamente, y por casualidad, desarrollando sus negocios en Zaire cuando iba a convertirse en la República Democrática del Congo (RDC). La escritora descubrió que, tras el fin del colonialismo, el complejo militar-industrial, que había denunciado Eisenhower en 1961, todavía tenía mucho trabajo que hacer. Las fundaciones Clinton, Bill y Melinda Gates, Warren Buffet, Ford, Open Society Foundations, Bono, la Clooney Foundation for Justice, la Band Aid Trust de Geldof  han estado muy presentes en Ruanda tras el genocidio con su galaxia de empresas de «beneficencia» como la Halliburton, de servicios petroleros; la multinacional minera Barrick Gold; el grupo minero Rio Tinto Inc; la compañía de café Starbucks; la empresa de hidrocarburos Royal Dutch/Shell; Oppenheimer and DeBeers mining, compañía centrada en la explotación, talla y venta de diamantes; el comerciante de diamantes, Maurice Tempelsman; la empresa militar privada Sandline International; la Military Professional Resources, Inc., proveedora de servicios militares; las empresas dedicadas a la explotación de petróleo y gas Hardman Resources, Heritage Oil and Gas y H Oil & Minerals; la eléctrica Gigawatt Global; Monsanto, multinacional dedicada a la producción de agroquímicos y biotecnología; y la compañía minera Vangold Resources, entre otras muchas.

También podríamos mencionar otros personajes interesantes: Roméo Dallaire, Louise Harbour, Carol Off y Sian Cansfield. Todos ellos son canadienses y, por tanto, compatriotas de Judi Rever.

Roméo Dallaire comandante de MINUAR, la misión de Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz en Ruanda entre 1993 y 1994, habría rechazado que Judi Rever le entrevistase, alegando que no tenía nada más que añadir a su libro, J’ai serré la Main du Diable («Estreché la mano al diablo»). Sin embargo, se hacía las siguientes preguntas: «¿La campaña y el genocidio de Ruanda no se habían orquestado para que el país volviese al status quo de 1959, cuando los tutsi dirigían todo?, ¿quién había tirado del hilo?, ¿estaban los extremistas hutus más engañados que yo mismo?» «Todavía no puedo ignorar estas desconcertantes cuestiones»[5]. Podemos plantearnos si, después de 24 años, el comandante Dallaire sigue haciéndose estas preguntas[6]. Judi Rever no ha podido o no ha querido aportar una nueva perspectiva de Dallaire. No obstante, en una investigación de 2017 llevada a cabo por el ejército canadiense sobre la mefloquina, un tratamiento contra la malaria, el comandante reconoció que el medicamento había disminuido su capacidad intelectual y minado su salud mental durante su misión en Ruanda, mientras estaba al cargo de la MINUAR; hasta el punto de llegar a pedir a uno de sus subcomandantes que controlase su propio comportamiento. Asunto delicado donde los haya.
Louise Arbour [8] fue la segunda fiscal del TPIR (Tribunal Penal Internacional para Ruanda en Arusha, Tanzania) y del TPIY (Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia en La Haya, Países Bajos) a partir de septiembre de 1996. En su libro The Lion, The Fox, The Eagle:  A Story of Generals and Justice in Yugoslavia and Rwanda, —refiriéndose a Dallaire, Mackenzie y Arbour, respectivamente— Carol Off [9] informa sobre un incidente sorprendente. Robert Fowler era embajador de Canadá en la ONU. Por aquel entonces, Louise Arbour era candidata al puesto de fiscal general de los dos TPI para sustituir a Richard Goldstone (que dimitió después de menos de 22 meses en su puesto de trabajo [10]). Madeleine Albright, embajadora de EE.UU. en la ONU, pidió a Robert Fowler que se encontrase con la candidata Louise Arbour en la propia sede de la delegación canadiense de la ONU. Al principio quería quedar a solas con Arbour. Así, Madeleine se encerró con Louise Arbour en el despacho de Fowler, lo que le resultó enormemente inhabitual a Robert Fowler, teniendo en cuenta que otros seis expertos del Consejo de Seguridad habían sido invitados a este encuentro que, además, ¡tuvo lugar en la misma sede de la delegación canadiense! Madeleine Albright le habría dicho a Arbour: «Si tiene que hacer este trabajo, deberá ser muy dura. Mucho más dura de lo que cualquiera pueda imaginar» [11]. En febrero de 1997, el investigador australiano de la Fiscalía del TPIR en Arusha, Michael Hourigan, (fallecido en 2013),  anunció a Louise Arbour, que estaba en La Haya (sede del TPIY), mediante una llamada telefónica encriptada desde la embajada estadounidense de Kigali, que había descubierto pruebas de que Kagame era el autor del atentado del 6 de abril contra el presidente hutu Habyarimana. Louise Arbour, muy entusiasmada, le pidió a Michael que fuese inmediatamente a La Haya para corroborar las informaciones que le acababa de proporcionar Alison Des Forges (fallecida en 2009), de la ONG Human Rights Watch. Nada más llegar de urgencia a La Haya, Michael Hourigan se quedó atónito cuando la propia Louise Arbour le dijo que debía dejar la investigación, que no debía meterse con el mandato del TPIR y que ¡tenía que destruir el informe que había preparado para ella!

Volviendo a Judi Rever, es una pena que no haya tenido tiempo suficiente para añadir a su libro las declaraciones de Louise Arbour para el periódico The Globe and Mail [12] en octubre de 2016, que son las siguientes: «El Gobierno de Kagame ha ocultado pruebas del crimen». ¡También es una pena que no haya podido entrevistar a Madeleine Albright!

– Para escribir The Lion, The Fox, The Eagle (2000), Carol Off recurrió a los servicios de la documentalista Sian Cansfield (fallecida en 2002), que se documentó sobre Ruanda, Roméo Dallaire y Louise Arbour. Sin embargo, parece que no verificó alguna información que había obtenido y que constituye un error grave para una experta. Por ejemplo, documenta la introducción del libro de Carol Off de la siguiente manera: «En el Este», de Ruanda, «… volcanes […] algunos aún activos; […] en el Oeste […] el gran lago africano llamado Kivu, parte del nacedero del río Nilo [13] […]». Los Virunga son volcanes en la frontera noroeste con la RDC y Uganda; los volcanes activos, Nyiragongo y Nyamuragira, están aún más al noroeste, en la RDC. El lago Kivu alimenta el lago Tanganica a través de la provincia de Rusizi y, por último, es un afluente de la cuenca del río Congo: solo son detalles pero, ¿quién se los dio a Sian Cansfield? Es bastante extraño que, en estas condiciones, Carol Off recomendase a Roméo Dallaire esta documentalista para que se convirtiera en su «escritor fantasma» [14]. ¿Habría tenido Sian Cansfield tiempo de terminar la redacción del libro de Dallaire, si se suicidó meses antes de su publicación? Según Dallaire, «en las últimas etapas de la redacción […], se cansaba […], el contenido de la obra y el trabajo afectaban a su objetividad». Sin embargo, la editorial, Random House Canada, ha mantenido que el suicidio de Sian Cansfield no estuvo relacionado con la investigación que llevó a cabo para el libro [15]. Lysiane Gagnon, del periódico The Globe and Mail de Toronto, escribía que «Dallaire utiliza su suicidio», el de Sian Cansfield, «seguramente relacionado con causas ajenas a la tragedia ruandesa, para volver a sus propias pruebas». Según una tal Eugene Oregon [16], «sus amigos dicen que Sian Cansfield hizo su última llamada aquella mañana y que dejó un mensaje para el general».

Judi Rever se entrevistó con Carol Off pero parece que no abordó el tema de los misterios que rodean la carrera y el suicidio de la pobre Sian Cansfield [17].

Antes de terminar…

– Sabiendo que su compatriota, el cantante Corneille, canadiense de origen ruandés, habría visto cómo los miembros del Frente Patriótico Ruandés (FPR) exterminaban a su propia familia en Kigali, ¿no habríamos esperado que Judi Rever completase uno de sus capítulos con el informe de una entrevista a Corneille?

– Sabiendo que Judi Rever ha trabajado para Radio Francia Internacional, ¿no habríamos esperado que encontrase (en el Institut National d’Audiovisuel, por ejemplo) los informativos (¿desaparecidos?) relacionados con la situación de Kigali, el día después del atentado contra el presidente Habyarimana, el 7 de abril de 1994? En dichos informativos, Madeleine Mukambano anunciaba: «tres cascos azules belgas han sido asesinados, esta mañana, en una emboscada en la carretera que lleva al aeropuerto […]» ¿No será esto una forma de echar leña al fuego?

Hay todavía tantísimas preguntas para investigaciones libres que un segundo libro de Judi Rever sobre qué ocurrió antes, durante y después del genocidio tutsi en Ruanda sería bienvenido lo antes posible. Un autor nunca debe quedarse sin algo de lo que hablar.

Por Bertrand Loubard
el viernes 27 de abril de 2018.

Referencias:
[1] https://umoya.org/2018/05/21/ruanda-paul-kagame-y-judi-rever-12/#more-60729

[2] https://www.free-simone-and-laurent-gbagbo.com/single-post/2017/12/12/From-the-Arusha-peace-accords-to-the-Arusha-tribunal-silencing-history-23-years-down-the-line, en inglés.

[3] El Libro Amarillo, la Biblia del TPIR de Arusha – Rakiya Omaar – Alex De Waal.

[4] Triste noticia falsa, acusación gratuita y conspiracionista de la que Boulle fue librado de todas las sospechas por Kofi A. Annan, Secretario General de las Naciones Unidas, en persona: «el 23 de octubre de 2003 corrigió un borrador anterior S/2002/1146 del 15 de octubre de 2002».

[5] J’ai serré la main du Diable pág. 588

[6] El general también afirmó que Kagame le « entrevistó a condición de que sus compañeros tutsi pagaran por la causa ». (pág. 632 del libro)

[7] https://www.theglobeandmail.com/news/politics/dallaire-testifies-mefloquine-drug-impaired-his-thought-process/article34235648/

[8] https://journals.openedition.org/eccs/277

[9] Carol Off es una periodista, comentarista y autora canadiense asociada a la cadena de televisión y emisora de radio CBC.

[10] Normal cuando leemos su biografía: http://www.jeuneafrique.com/200652/politique/qui-est-richard-goldstone/

[11] Fragmento extraído de The Lion, The Fox, The Eagle de Carol Off – pág. 287

[12] http://www.theglobeandmail.com/news/world/kagame-government-supporters-complicated-un-efforts-to-investigate-crimes/article32524359/

[13]  The Lion, The Fox, The Eagle Carol Off – pág. 12

[14]L’Homme de l’ombre de Robert Harris (2007). Adaptado por Roman Polanski (2010)

[15] http://www.worldaffairsboard.com/showthread.php?t=961

[16] http://demagogue.blogspot.be/archives/2003_10_12_demagogue_archive.html

[17] Judi Rever acude al programa de Carol Off, As It Happens, para hablar sobre su Nuevo libro In Praise of Blood (Julian Uzielli/As It Happens)

http://www.cbc.ca/radio/asithappens/as-it-happens-monday-full-episode-1.4602119/canadian-journalist-challenges-rwandan-genocide-narrative-in-new-book-1.4602122

Fuente: Agora Vox, le Média citoyen: Le Rwanda, Paul Kagamé et Judi Rever. (2/2), publicado el 27 de abril de 2018.

Traducido para Umoya por Paula Calvo Avedillo y Marta Martínez Grández (USAL).

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