La alineación de la izquierda nigeriana


Uno de los mayores problemas que limita la eficacia y el impacto de los partidos de izquierda nigerianos en la política del país, al menos desde el final de la Guerra civil (1967-1970), ha sido las contradicciones, o más bien la desconexión, entre las organizaciones y su programa en sí. En otras palabras: la ineficacia de las organizaciones de izquierda para completar y conseguir de una manera satisfactoria las tareas que ellos mismos se asignaron mediante las estructuras, los medios y métodos de empleo que crearon, y, por consiguiente, que les eran disponibles, ha sido uno de los mayores factores que limitaron su poder e impacto en la política nigeriana.

Mientras que la izquierda se prepara en la actualidad para “variar” su manera de hacer política participando en futuras sesiones electorales mediante combinaciones y alianzas, ha llegado el momento de intensificar el esfuerzo para combatir esta debilidad crónica. Voy a exponer a continuación los sucesos que determinaron el problema actual, dejando siempre al margen aquellos considerados inapropiados o irrelevantes.

En algún momento en la segunda mitad de 1988, un gran número de socialistas nigerianos se conocieron en la ciudad universitaria de Nsukka, en el estado de Enugu, quienes procedían de todas las partes del país. Sucedió durante el culmen de la dictadura del General Babangida, en el momento en el que el régimen estaba intentando instaurar, o mejor dicho, institucionalizar, una forma de “democracia militar” o de diarquía. De la misma manera, esta época también se enmarca en el culmen del vanguardismo marxista en la izquierda nigeriana.

La gran mayoría de las personas que estuvieron presentes en esa larga, y por supuesto oculta, noche de reunión se posicionaron en la primera línea de varios problemas, financiados en ese momento por tres organizaciones demócratas-populares que estaban particularmente bajo un ataque del estado y de las clases dirigentes. Estas organizaciones eran las que formaban el movimiento laborista/populista y que se organizaban principalmente bajo el Nigerian Labour Congress [Congreso Popular de Nigeria] y sus afiliados, la Academic Staff Union of Universities [Unión de empleados de las Universidades Nigerianas] y la National Association of Nigerian Students [Asociación Nacional de Estudiantes Nigerianos].

Otros cuantos participantes, entre ellos los convocantes y coordinadores del encuentro, fueron o bien poco conocidos en sus abiertas batallas en absoluto (a excepción de para las fuerzas de seguridad) o bien conocidos por el público como periodistas o como simples seguidores ideológicos. Una o dos de las asediadas organizaciones demócratas-populares estaban, en el momento, también dando unas conferencias muy bien promocionadas y abiertas al público por todo Nsukka y sus alrededores. Estas dos tácticas, la existencia y desarrollo de varios convocantes y coordinadores escondidos junto con la celebración de una reunión de carácter revolucionario y al mismo tiempo de las conferencias públicas, fueron una tapadera que se llevó a cabo con efectividad, al menos así lo pareció y lo creímos.

Viajé desde Lagos donde estaba trabajando como miembro del equipo editorial y como editor para el periódico The Guardian. En mi viaje, primero paré en Calabar, la ciudad que era mi “base”. Allí me uní a otros miembros del Grupo Socialista de Calabar. Desde allí, nuestra delegación se dirigió hasta Nsukka en tres grupos separados que iban por tres rutas distintas.

Las intenciones de la reunión celebrada deberían, a estas alturas, ser más que obvias. Sus acciones se pueden dividir, en términos generales, en dos. La primera fue nuestra respuesta a las restricciones del régimen a las importantes organizaciones de las masas populares y de la izquierda nigeriana. El segundo fue la revisión del programa de transición de Babangida y nuestra actitud hacia el mismo. Entre los elementos secundarios se incluyen la estructura de las organizaciones, la finanza y la logística, los problemas locales y los problemas más generales. Estos se consideraron elementos secundarios, subsidiarios y simplemente de apoyo. Esto era lo que suponía la izquierda nigeriana de hace 30 años. Pero con el beneficio posterior, ahora me arrepiento de no haber integrado naturalmente esos elementos secundarios en los planes de la reunión principal ni en ninguna otra celebrada en ese mismo periodo.

Los denominados elementos generales y comunes incluían la pregunta sobre la nación, las preguntas sobre el género y las de la democracia, preguntas que atacaban continuamente y que continúan atacando que solíamos llamar “la política burguesa”. Otros elementos, como las preguntas relacionadas con las estructuras organizacionales, finanzas y logística fueron simplemente mencionados mientras que los delegados miraban a sus relojes y calculaban cuanto tiempo les quedaba para irse de Nsukka o para coger sus autobuses.

Este casi descuido de los elementos en “la política burguesa”, las organizaciones internacionales y la logística es algo que permanece y que en la actualidad debemos enterrar, ya que considero que ha sido un elemento rechazado a lo largo de la historia. Podemos llamar a este problema “la dialéctica de la organización y del programa”, “la alineación de las estructuras organizacionales con lo que se debe de hacer” o “la correlación entre lo que se debe hacer y cómo se hace”.

La reunión, que duró toda la noche, comenzó a las 21 horas. En ella se pretendía, en parte, elegir a un presidente, a dos diputados y a la composición del secretariado, lo que duró casi una hora ya que era una reunión de representantes de diferentes grupos en la que cada cual protegía su propia “autonomía” y tenía miedo de la “dominación” de otros. Aquellos que asistieron a la reunión habían desarrollado muy poco su personalidad, en puntos ideológicos, morales y políticos, para actuar como representantes. La solución de este problema, de primeras inicial, se convirtió en un problema mayor como veremos más adelante.

Los participantes que finalmente se convirtieron en representantes, es decir, los fideicomisarios de la reunión, procedían de diferentes puntos del país y de diferentes grupos. La reunión, como se esperaba, tocó y tomó, estratégicamente, las decisiones principales. Además, los comités de implantación fueron constituidos por nominaciones aleatorias. Las graves deficiencias que se hablaron en la reunión, por las cuales los patrióticos y valientes nigerianos tomaron tantos riesgos, convencidos de que era necesario salvar a la nación del progresivo neofascismo, comenzaron a surgir poco después de la reunión, mientras que los delegados empezaron a hablar de solidaridad y de internacionalidad de vuelta a casa.

La expectativa de la reunión, en teoría, consistía en que los representantes se reunieran tras la misma para confirmar y “ordenar” lo hablado y las decisiones tomadas, y dejárselo saber a los interesados a través de los medios y canales usuales. Se esperaba, de la misma manera, que los comités de implantación celebraran otras reuniones para confirmar tanto su participación como para llevar a cabo todas las tareas que se les habían asignado. También se esperaba que se eligieran a los convocantes y a los coordinadores.

Sin embargo, estas expectativas no se llegaron a cumplir antes de la dispersión de los grupos: si los representantes y los comités de implantación hubiera llegado a reunirse, habrían descubierto que, desde que sus participantes se dispersaron a lo largo del país, tanto las personas como las organizaciones principales no estaban siendo suficientemente favorables como para permitirles viajar por el país, y que deberían de haber buscado otras maneras de llevar a cabo sus tareas. Sin embargo, estas otras reuniones nunca se celebraron, ya que se consideró por finalizada la reunión principal. Su resultado fue un gran número de deficiencias graves en la ejecución de las tareas.

Esta tendencia, la cual mi generación conoció en los primeros años de los 70, continúo hasta la reunión en Calabar en abril de 1989. Esta reunión de la derecha nigeriana tuvo lugar al margen de otra conferencia organizada por el Nigeria Labour Congress [Congreso Popular Nigeriano], cuyo objetivo era la formación de un partido laborista. Al final de la reunión de la izquierda, 12 miembros poderosos del comité coordinador, cada uno de ellos representante de un grupo principal, fue elegido. Además, en la reunión se eligió a dos secretarios asentados en Lagos. Ambos eran personas serias, comprometidas y con experiencia, quienes tenían historia de haber ya trabajado juntos, sus lugares de trabajo estaban cerca y uno de ellos tenía más miembros que estaban dispuestos a colaborar.

Esos dos pasos tan sencillos, el elegir a un comité coordinador representante y poderoso y la configuración de un secretariado eficiente, causaron un gran salto positivo en el esfuerzo posterior a la Guerra Civil para fundar una organización nacional de la izquierda nigeriana. Otro salto histórico se daría si la izquierda, la izquierda como tal, no solo variara en las elecciones o la política burguesa, sino que alineara su correcta organización. Es más, en el intento, la izquierda puede necesitar replantar y revisar, y por lo tanto recrear, su teoría heredada de la organización centralista-democrática. En la actualidad, con Internet y las redes sociales trabajando en este salto, se podría dar uno el doble o el triple de fuerte.

Por Edwin Madunagu
* Edwin Madunagu es un matemático y periodista. Escribe desde Calabar, en el Estado de Cross River, Nigeria.

Fuente: https://www.pambazuka.org/democracy-governance/aligning-organisation-programme-leftist-politics

Traducido por : Fátima León Medialdea (Universidad de Salamanca)

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