Israel y Ruanda: cómplices en las persecuciones

Los mayores violadores de los derechos humanos en el planeta tienen asientos en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, incluida Ruanda que, junto con Israel, demanda privilegios de «genocidio» para acabar con los derechos de otros pueblos. Paul Kagame, el dictador de Ruanda, pide ayuda a Israel para luchar contra los yihadistas islámicos cuando en su país el 95% de la población es cristiana.

«El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde Ruanda se ha comprometido a defender a su amiga Israel, es un consejo de violadores de derechos humanos en la misma medida en que no lo es».

El 9 de julio, el «presidente» ruandés Paul Kagame llegó a Israel en otra de sus muchas visitas para fortalecer el longevo pacto entre su dictadura militar y el brutal régimen colonial israelí. En esta ocasión, Kagame disfrutó de un honor poco común que ni tan siquiera se le concedió al presidente Donald Trump cuando visitó Israel en mayo: el primer ministro Benjamin Netanyahu y el presidente Reuven Rivlin acudieron a recibirlo en su llegada. El periódico israelí Jerusalem Post sugirió que la bienvenida especial estaba seriamente relacionada con el asiento de Ruanda en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El presidente Rivlin pareció confirmarlo en sus declaraciones:

«Ahora Ruanda va a ser un miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Este es un organismo que siempre se posiciona contra Israel, lamentablemente. Por eso damos la bienvenida a todos aquellos, a todos aquellos que están preparados para llevar nuestra voz. Y apreciamos mucho su apoyo».

El régimen totalitario de Kagame es de triste fama como consecuencia de sus abusos de los derechos humanos en Ruanda, incluidos los asesinatos y encarcelamientos de periodistas y oponentes políticos y el encarcelamiento de Victoire Ingabire Umuhoza, que se atrevió a enfrentarse a él por la presidencia en 2010. También es infame por los crímenes cometidos en la República Democrática del Congo (RDC), como quedó confirmado en la publicación del Informe de la propia ONU conocido como Maping Report, un mapeo de abusos de los derechos humanos en la República Democrática del Congo entre 2003 y 2010. El informe afirma que las masacres de cientos de miles de refugiados hutu por parte del ejército patriótico ruandés (FPR) podría considerarse genocidio si se llevara a los tribunales. Por supuesto: los poderosos amigos de Kagame se han asegurado de que eso nunca suceda; citando a Bill Clinton: «No se ha adjudicado».

El panel de la ONU de expertos en la explotación ilegal de los recursos naturales y de otras formas de riqueza de la República Democrática del Congo, en sus informes de 2001, 2002, 2003 y 2008 ha documentado la invasión y el saqueo del Congo por parte de Ruanda. El informe del panel de expertos de la ONU del año 2012 identificaba al ministro de defensa de Ruanda, James Kabarebe, como el máximo comandante de la milicia M23 que devastó las poblaciones nativas del este del Congo.

«La masacre realizada por el ejército de Ruanda de cientos de miles de refugiados hutu podría considerarse un genocidio si se llevara a juicio».

Así, teniendo en cuenta todos estos informes condenatorios de la ONU, ¿cómo puede haber sido elegida Ruanda como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU? ¿Cómo es posible que se comprometa a usar su asiento para defender Israel?

No era difícil en absoluto y no conllevaba más contradicciones que otras elecciones de la ONU. En 2014 el comité especial de descolonización y política de la asamblea general de la ONU eligió al representante de Israel, Mordehai Amihai, como vicepresidente. El Jerusalem Post logró expandir esa ilógica Orwelliana al definirlo como «una isla de relativa normalidad en el mar turbulento de la injusticia y la completa absurdez que caracteriza el funcionamiento de la ONU».

También en 2014, la Asamblea General de la ONU eligió como presidente para el próximo año al ministro de asuntos exteriores de Uganda, Sam Kutesa, pese a que la Carta de las Naciones Unidas criminaliza las guerras de agresión contra naciones soberanas que son parte de la ONU y Uganda ha invadido tres de ellas, Ruanda, la RDC y Sudán del Sur, durante los últimos 27 años y ha dejado millones de muertos. No importa cuántos abusos de los derechos humanos, cuántas guerras de agresión y cuantas atrocidades en masa tengan los estados miembros a su nombre, todos son promocionados a posiciones de autoridad moral en la ONU cuando se estima que es su turno.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde Ruanda se ha comprometido a defender a su amiga Israel, es un consejo de violadores de derechos humanos en la misma medida en que no lo es. Sus 47 miembros incluyen Bangladesh, China, Egipto, Etiopía, India, Filipinas, Qatar, Rusia, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido y Estados Unidos, entre otros. La Asamblea General elige a sus miembros en periodos de tres años por medio de un sufragio directo y secreto. Los votos supuestamente se basan en «la contribución de los estados a promover y proteger los derechos humanos, así como sus promesas y compromisos voluntarios en esta área». En realidad, son el resultado del politiqueo, del mercadeo de votos y de las listas de los cinco grupos geográficos representados: África, América latina y el Caribe, la región Asia-Pacífico, Europa occidental y otros estados (occidentales) y Europa del este. Las naciones africanas simplemente entran y salen de forma rotatoria, de tal forma que ninguna de ellas queda nunca señalada como no apta.

«No importa cuántos abusos de los derechos humanos, cuántas guerras de agresión y cuantas atrocidades en masa tengan los estados miembros a su nombre, todos son promocionados a posiciones de autoridad moral en la ONU cuando se estima que es su turno».

Sin embargo, el Consejo se las ha arreglado que Israel alegue persecuciones y recurra a Ruanda para que acuda a su rescate. Tan solo en marzo de este año se aprobaron cinco resoluciones censurando Israel; y Estados Unidos y Togo votaron en contra de las cinco. De acuerdo con la AIPAC (el Comité Americano Israelí de Asuntos Públicos), «El Consejo de Naciones Unidas ha aprobado 67 resoluciones que condenan el Estado judío desde su creación en 2006, más de las que ha formulado contra todos los demás países juntos».

¿Quién podría ser más apropiado para emprender la tarea de hacer frente a tal injusticia que Ruanda, el aliado perpetuo de Israel en las persecuciones? Con la llegada de Kagame esta semana, Netanyahu ha repetido el compromiso «nunca más» como raíz del pacto entre Israel y Ruanda y la ideología de «intervención» humanitaria militar de Estados Unidos y la OTAN:

«Nos hemos comprometido, en mi opinión, ambos pueblos, con un simple compromiso. Nunca más. Nunca más. Nosotros que fuimos testigos del mayor holocausto en la historia, vosotros que lo habéis sido quizás de uno de los más recientes. Nunca más. Es otro gran vínculo entre nosotros».

Kagame, como respuesta, da la bienvenida a la expansión de Israel por el continente africano:

«Desde la visita histórica del primer ministro al este de África el año pasado, Israel ha mantenido su palabra con el objetivo de incrementar su compromiso a lo largo de África. Es una tendencia muy positiva que recibimos con gusto y que merece nuestro apoyo. Estamos deseando fortalecer nuestra colaboración con Israel ante los retos de interés mutuo».

Las colaboraciones actuales incluyen el entrenamiento de las fuerzas de seguridad israelíes en Ruanda. En el segundo día de su visita, Kagame declaraba necesitar el apoyo de Israel para derrotar a los yihadistas en Ruanda (un país con más de un 95% de población cristiana) porque al-Shabaab se puede extender al sur desde Somalia y Boko Haram al este desde Nigeria. «Necesitamos tener la capacidad», dijo, «de prevenir que eso ocurra y de poder hacerle frente cuando suceda».

De hecho, Kagame necesita una fuerza policial persuasiva y militar para controlar a sus propios ciudadanos, la mayoría de los cuales son hutus que han sido demonizados, empobrecidos y/o encarcelados por su dictadura tutsi de facto; de forma similar a como les sucede a los Palestinos en su propia tierra.

Texto de Ann Garrison

Ann Garrison es una periodista independiente asentada en Oakland, California. En 2014 recibió el Premio VictoireIngabireUmuhoza por la Democracia y la Paz por sus reportajes sobre el conflicto en la región de los Grandes Lagos de África. Puede ser contactada a través de ann@kpfa.org.

Fuente: Black Agenda Report, Israel and Rwanda, Partners in Persecution. Publicado en Black Agenda Report, 12/07/2017

Traducido para UMOYA por Jon Fontán Calzada.

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