El descenso de la fecundidad en África es más lento de lo esperado

En el año 2100, una de cada tres personas en el mundo será africana

En Níger, la tasa de natalidad es una de las más altas del mundo. © AFP / ISSOUF SANOGO

La población del continente africano crece rápidamente: se registraron 140 millones de personas en 1990, y en 2010 ya se alcanzaron los mil millones. En 2050, contará con 2,5 miles de millones y con más de 4 miles de millones en 2100, según el escenario medio proyectado por la ONU. Actualmente, una de cada seis personas en el mundo vive en África. Según esas mismas estimaciones, en 2050 será una de cada cuatro y más de una de cada tres en 2100.

¿A qué se debe este gran crecimiento? ¿Va a continuar? ¿Es inevitable que se multiplique por cuatro de aquí a final de siglo?

Las causas del crecimiento

La población de África aumenta debido al excedente de nacimientos sobre los fallecimientos, puesto que los primeros cuadruplican a los segundos. Aunque la mortalidad africana sea la más alta del mundo, actualmente ha disminuido, como ya había ocurrido en el resto de continentes.

La fecundidad también ha disminuido en África; de hecho, en 2017, cada mujer, de media, trae al mundo a 4,5 niños, frente a los 5,5 de hace 20 años y a los 6,5 de hace 40. El continente africano experimenta ahora una evolución que ya ha sucedido en el resto de continentes, y ahora, en 2017, estos se encuentran en una fase más avanzada: en Asia, una mujer de media da a luz a 2,1 niños; a 2,0 en América Latina; a 1,9 en América del Norte y a 1,6 en Europa.

Esta mortalidad, más baja que otras veces, y esta fecundidad, todavía relativamente alta, explican por qué la población africana crece tan rápido. Aunque la fecundidad siga disminuyendo, tal y como prevé el escenario de la ONU, no se va a producir de golpe una reducción apreciable en el índice de crecimiento y todavía menos una detención de este último, debido a la inercia demográfica.

Supongamos que la fecundidad africana cae, desde ahora, hasta 1,6 niños por mujer, como en Europa o en China, pero se trata de un escenario muy improbable. A pesar de todo, la población seguiría creciendo durante varios decenios hasta aproximarse a los 1.600 millones de habitantes en 2050. En efecto, entre la población africana hay muchos adultos jóvenes en edad de tener hijos y, aunque tuvieran pocos, la cifra de nacimientos seguiría siendo alta.

La evolución de la fecundidad: muchas sorpresas recientes

Las estimaciones de población publicadas por la ONU en 1981 anunciaban que, en el año 2100, la Tierra estaría habitada por 10.500 millones de seres humanos según su escenario medio. Las últimas previsiones publicadas en junio de 2017, anuncian que habrá 11.200 millones, es decir, 700.000 más de lo previsto.

Por tanto, el total es un poco más elevado, pero el verdadero cambio se encuentra en el reparto por continente. Según la estimación publicada en 1981, Asia contaría con 5.900 millones de habitantes en 2100, pero en la estimación de 2017 solo se estiman 4.800 millones. La revisión también resultó ser a la baja para América Latina: ahora se cree que contará con 712 millones en 2100, en lugar de 1.187 millones (un 40 % menos). Por el contrario, África, que en el informe de 1981 se estimaba que tendría 2.200 millones de habitantes en 2100, en los publicados en 2017, se prevé que tendrá el doble, 4.400 millones.

La primera sorpresa fue la siguiente: las investigaciones revelaron que, desde hace aproximadamente 30 ó 40 años, la fecundidad había comenzado a disminuir muy rápidamente en muchos países de Asia y América Latina. Por ello, la ONU ha revisado ligeramente a la baja sus estimaciones demográficas para estos continentes.

Otra sorpresa, más reciente, viene del África intertropical: se esperaba que la fecundidad allí bajara más lentamente que en Asia y en América Latina, debido a su retraso en el desarrollo socioeconómico. También se creía que solo sería un simple desfase temporal y que, una vez hubiera comenzado, lo haría con un ritmo de disminución similar al del resto de regiones del sur. Eso fue justo lo que pasó en África del Norte y en África austral, pero no en el África intertropical, donde el descenso de la fecundidad se realiza más lentamente, aunque ya haya comenzado. Por esto, se produjo el aumento en las previsiones para África, que, entonces, podría llegar a representar más de un habitante de cada tres en el planeta en 2100.

La situación del África intertropical

La fecundidad disminuye claramente en el África intertropical, pero es más habitual en las ciudades y en los lugares con acceso a la educación que en el medio rural, donde todavía vive la mayoría de la población. Muchos factores podrían explicar que el descenso de la fecundidad aquí, por el momento, sea más lento que el que se observó hace algunos decenios en Asia y en América Latina.

África se desarrolla en el plano económico, pero lentamente y sin haber alcanzado todavía el nivel de los países asiáticos o latinoamericanos en el momento en que su fecundidad comenzó a disminuir considerablemente. Ahora bien, el desarrollo económico y el descenso de la fecundidad van, a menudo, de la mano. Normalmente, el segundo se considera una consecuencia del primero. La instrucción de las mujeres es un elemento clave en este proceso, pues las que han ido a la escuela tienen menos hijos que las que no han ido. Los países asiáticos y latinoamericanos invirtieron grandes cantidades de dinero hace algunas décadas para lograr el acceso universal a la educación. Aunque la educación progresa en el África intertropical, especialmente en lo que respecta a las mujeres, todavía no alcanza los niveles registrados en Asia y América Latina cuando comenzó el descenso de la fecundidad en estos continentes.

Otro de los factores que se mencionan para explicar este ligero descenso de la fecundidad en África es el hecho de compartir los gastos derivados de la crianza de los hijos. Además, una parte de la población infantil africana recibe el cuidado de otros adultos que no son sus padres –como abuelos o tíos–, y estos corren con los gastos escolares, de ropa y de manutención. De manera progresiva y generalizada en el mundo, los adultos optan por reducir el número de hijos que están dispuestos a tener y prefieren invertir más en cada uno de ellos para asegurarles, así, una vida más larga y de mejor calidad, algo que resulta difícil cuando se tienen demasiados. Pero, aunque tener un hijo de más no entrañe gastos añadidos porque otros se van a hacer cargo de él, la población se sigue mostrando reacia ante la idea de limitar el número de hijos.

Élites poco comprometidas con la limitación de nacimientos

En África, la fecundidad decrece más lentamente que hace unas décadas en Asia y en Latinoamérica. Esto no se debe a un rechazo hacia la contracepción por parte de los africanos. La mayoría de las familias rurales todavía no se han convertido al modelo de dos hijos, pero sí desean tener menos y, concretamente, con más años de diferencia. Para ello, están dispuestas a usar métodos anticonceptivos, pero no disponen de servicios adaptados para acceder a ellos.

Hay programas nacionales de limitación de nacimientos, pero no son realmente eficaces y no disponen de los medios suficientes. Además, los responsables y el personal encargado carecen de motivación para aplicar los programas in situ. Algunas insólitas excepciones son Ruanda, Etiopía y Malawi, tres países donde las autoridades muestran un gran compromiso en aras de la pequeña familia; además, la reducción de la fecundidad se ha convertido en una de sus prioridades.

En Ruanda, la fecundidad ha experimentado uno de los descensos más grandes de todo el continente, pues cayó más de un 20 % en una década: pasó de 5,4 niños por mujer a principios de los años 2000 a 4,2 a principios de la década del 2010. Sin embargo, en la mayoría del resto de países del África intertropical, los responsables y las élites no están interesados en limitar los nacimientos, ni siquiera en los niveles más altos del Estado, aunque este no es el discurso oficial presentado ante las organizaciones internacionales. Aquí se sigue percibiendo una de las diferencias con el continente asiático y el latinoamericano durante las décadas de 1960 y 1970.

El «dividendo demográfico»

Para convencer a los gobiernos africanos de convertir la limitación de nacimientos en una prioridad nacional, las organizaciones internacionales les intentan seducir con un «dividendo demográfico».

En efecto, cuando la fecundidad sufre una rápida caída en un país, la proporción de jóvenes disminuye considerablemente sin que, en un primer momento, se produzca un evidente aumento de los ancianos. Como consecuencia del proceso, la proporción de la población activa aumenta de manera considerable y permite que el país se desarrolle económicamente. Esta situación favorable solamente dura un tiempo, puesto que, décadas más tarde, toda esa población activa envejece y, entonces, aumenta el número de personas mayores.

Se estima que algunos países asiáticos, entre los que se encuentra China, se beneficiaron de este «dividendo demográfico», y que pudo suponer entre un 10 y un 30 % de su crecimiento económico nacional. Sin embargo, los países latinoamericanos no se habrían beneficiado del mismo, pues no se crearon empleos suficientes para cubrir el aumento de personas en edad activa.

Sin embargo, Asia y América Latina no se comprometieron con la instauración de pequeñas familias para beneficiarse de un dividendo demográfico, que entonces era un fenómeno desconocido. Los gobiernos desarrollaron políticas de limitación de nacimientos para reducir el aumento de la población, que se considera un obstáculo para el buen desarrollo del país.

En cuanto al continente africano, este todavía no reúne las condiciones para que tenga lugar un dividendo demográfico: la fecundidad desciende a un ritmo muy lento y, en el caso de que comenzase a agilizarse, las perspectivas de crecimiento de empleos son limitadas y los países no lograrían absorber la mano de obra suplementaria. Se trata de una perspectiva lejana, puesto que en el caso poco probable de que tuviese lugar un «dividendo demográfico», sucedería dentro de algunas décadas.

Debido a la inercia demográfica inevitable, África no podrá impedir la duplicación de su población de aquí a 2050. Según el desarrollo económico de los próximos años, el progreso de la educación de las mujeres y las políticas a favor de la pequeña familia, la población africana en 2100 será tres, cuatro, cinco o incluso seis veces mayor que la actual.

Por Gilles Pison

Profesor en el Museo Nacional de Historia Natural de Francia de la Universidad de la Sorbona (MNHN) e investigador asociado al Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia (INED).

Fuente: Slate Afrique, La baisse de la fécondité en Afrique est plus lente que prévu, publicado el 20 de septiembre de 2017.

Traducido para UMOYA por Sandra Iscan Luengo y Marcos Orcástegui Herbera (Universidad de Salamanca)

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