Zimbabue ya no le debe nada al FMI (Fondo Monetario Internacional). Después de saldar su deuda por completo, el país dirigido por Robert Mugabe ha elegido el camino del crecimiento. En su última estimación, el FMI prevé un crecimiento del 2,8 % para 2017. Es menos de lo que se anunció en un principio, pero, si estas previsiones se confirman, el país se recuperaría holgadamente de la década de crisis. La economía de este país de África austral puede respirar aliviada, al menos, por ahora.
Durante la década de crisis, este país africano estuvo esperando durante mucho tiempo un poco de luz entre tanta oscuridad. Todo esto ya solo pertenece al pasado de Zimbabue. Los indicadores económicos del país gobernado por Robert Mugabe muestran colores favorables a una recuperación.
Unos indicadores poco claros que muestran un crecimiento positivo, pero decreciente
A pesar de haber estado durante varios años a mitad de camino, el FMI estima que, en el año 2017, el índice de crecimiento del país alcanzará el 2,8 % en el contador. De este modo, la institución de Bretton Woods rectifica las previsiones que había hecho para el año actual, que eran de un 3,7 %. Con pensamientos más pesimistas para el futuro, los equipos de Christine Lagarde consideran que el crecimiento de Zimbabue volverá a caer hasta un 0,8 % en 2018.
Por ello, surge el miedo de volver a la hiperinflación de 2009 desde que el gobierno, que adoptó el dólar estadounidense como divisa, amenaza con volver a su propia moneda. Con un sector agrícola deprimido, Zimbabue, conocido como «el almacén de cereales africano», no se ha podido salvar ni con su industria extractiva. El resultado es que, desde hace más de dos años, el crecimiento tiene dificultades para superar el 1,5 % del PIB. Para el 2018, el crecimiento debería situarse muy por debajo de la media de África austral, establecida para ese año en un 3,4 %.
«Hola, ¿inversores? ¡Zimbabue os necesita!»
La economía zimbabuense, que lleva una década en crisis, ha percibido un atisbo de esperanza gracias a haber saldado la deuda con el FMI, que ascendía a 107,9 miles de millones de dólares. Al liberarse de toda deuda existente con la institución que dirige Christine Lagarde, Zimbabue emprendió una amplia campaña para atraer donantes e inversores extranjeros.
Temerosos ante la idea de participar en la financiación del régimen de Robert Mugabe (93 años), que ronda ya las tres décadas, los donantes no están seguros de llevarse la mano al bolsillo y piden reformas, especialmente en los sectores económicos y financieros. Debido a esto, Zimbabue pide ayuda a los inversores exteriores ahora que el país está casi ahogado económicamente a causa de una imponente deuda de 1,6 miles de millones de dólares con el Banco Africano de Desarrollo (BAfD) y con el Banco Mundial.
John Mangudya, el presidente del Banco de la Reserva de Zimbabue mantiene su previsión de crecimiento del 3,7 % en 2017, contraria a la del FMI. Sin embargo, en un comunicado de prensa recordó que «las sanciones occidentales no dejaban que Zimbabue maximizase el potencial de su economía. El país africano necesitaba inversiones extranjeras directas, además de capitales asequibles». El país espera, entonces, un gesto exterior para librarse de semejante encrucijada.
Ibrahima Bayo Jr.
Fuente: Cameroon Voice, Zimbabwe : le FMI projette 2,8% de croissance en 2017, publicado el 1 de noviembre de 2017.
Traducido para UMOYA por Sandra Iscan Luengo y Marcos Orcástegui Herbera (Universidad de Salamanca)