“Los humoristas africanos ya no hacen política”

En la comedia “Bienvenue au Gondwana” (“Bienvenido a Gondwana”) que se estrenó en las pantallas [francesas] el 12 de abril, el realizador Mamane propone una sátira alegre pero cruel de los dictadores africanos.

El duo Michel Gohou y Digbeu Cravate en «Bienvenue au Gondwana».

¿Cuál es el perfil tipo del régimen dictatorial en el continente? Seguramente un puñado de elecciones falsificadas, opositores metidos en la cárcel o “comprados” con un puesto político, una corrupción a gran escala, de la clase dirigente y una transmisión del poder de padres a hijos. Un rompecabezas que puede a la vez corresponder a Gabón, dónde Ali Bongo se ha reenganchado para un mandato más tras un relleno de urnas apenas disimulado, a la República Democrática del Congo, dónde Joseph Kabila aplaza las elecciones para mantenerse en el poder, o incluso a Angola y su petróleo que están entre las poderosas manos de la familia Dos Santos.

El realizador de Costa de Marfil Mamane ha reunido todos estos vicios de los regímenes autocráticos para hacer un país imaginario que da su nombre a la película que se estrena en las salas el 12 de abril en Francia: “Bienvenue au Gondwana”.

Desde un punto de vista técnico, “Gondwana es un supercontinente formado al final del Neoproterozoico y que ha comenzado a fracturarse en el Jurásico”, nos explica la enciclopedia online Wikipedia.

Pero en boca de Mamane, que ha sacado su inspiración de los cursos de geología que seguía en la universidad, es un poco otra cosa:

«Gondwana habla a todo el mundo. Como la radio RFI difundía mis sketches en la época y esta radio se escuchaba por todo el mundo en el África francófona, no quería que los congoleños, los habitantes de Costa de Marfil u otros pudieran sentirse aludidos en particular por mis chistes. De hecho, todos los habitantes del África francófona pueden reconocerse sin que se identifique un país. Cuando voy al Congo, la gente me dice “Gondawana somos nosotros” y lo mismo cuando voy a Costa de Marfil o a Camerún», dice.

“Gondwana se ha convertido en una referencia”

La película, que es una comedia mordaz y alocada, traza las peripecias de una delegación de observadores de la ONU que es enviada a Gondwana para vigilar el desarrollo de la elección presidencial in situ. Este equipo cosmopolita se tropieza rápidamente con la realidad del terreno descubriendo desde su prisión dorada (hotel cinco estrellas y desplazamiento en rutilante 4×4) los entresijos políticos de un país donde la Comisión Electoral Nacional Independiente tiene sus oficinas en el seno del palacio presidencial. Un joven francés miembro de la delegación de las Naciones Unidas, Julien Franchon (interpretado por el actor Antoine Gouy), sin embargo va a hacer de todo para denunciar las irregularidades de la votación tras haber caído bajo el encanto de una joven opositora local, Betty (interpretada por Prudence Maidou).

Para Mamane, que nos responde cómodamente instalado en un mullido canapé del hotel Marignan a dos pasos de la avenida de los Campos-Elíseos, no hay nada mejor que el humor para denunciar la corrupción y las peculiaridades del poder.

«Hoy en África, Gondwana se ha convertido en una referencia de lo que no hay que hacer. Lo que sucede es que los opositores apostrofan a los dirigentes así: “no podemos aceptar esto, no estamos en Godwana”».

El comediante de Costa de Marfil Digbeu Cravate interpreta en la película a un guardaespaldas que está encargado con su compañero Michel Gohou de vigilar a los miembros de la misión de la ONU, sirviéndoles de guía en las calles de la capital imaginaria. Prolonga el discurso de Mamane sobre el humor como herramienta democrática.

«Como humorista, recuerda los problemas de sociedad. La corrupción forma parte de nuestra vida cotidiana. Los políticos no pueden ir hacia el pueblo solamente en el momento de las elecciones. Hacen de todo para que los ciudadanos no sean educados», se indigna.

Betty y Julien Franchon, los dos principales personjes de la película.

«El mensaje ya no es el mismo»

Pero para ellos, los humoristas africanos han perdido su fuerza crítica frente a los poderosos. “Hace 20 años, los actores como nosotros eran mucho más políticos. Hoy, los humoristas hacen bromas sobre muchas cosas del diario, los teléfonos, las marcas de zapatos… pero no sobre el régimen actual, ni sobre la política”, dice Michel Gohou.

Hay una razón simple para esto según su compañero Digbeu.

«Los humoristas ya no hacen absolutamente política en sus sketches. El mensaje ya no es el mismo. Los humoristas, hasta en Costa de Marfil que es un país bastante libre en el plano de la libertad de expresión, están a menudo bloqueados. A menudo son financiados por el régimen en festivales o acontecimientos y por tanto en estos casos ¿Cómo criticar al que te alimenta? También reina la autocensura en la televisión, donde estar fuera de sistema es casi imposible.»

Una crítica que nos recuerda las palabras de los raperos del colectivo 2Mondes, que entrevistamos en 2015 en Brazzaville, en la República del Congo, y que denunciaban la censura de las radios locales sobre las palabras demasiado políticas.

“Todo el tiempo es así. En este momento está el Festival panafricano de música en Brazzaville, Pero no estamos invitados. No quieren este género de música. No quieren rap comprometido”, nos decía Martial Panucci, el líder del grupo.

En países donde los humoristas no tienen medios para vivir de su arte, a menos que se exilien, y donde no existe ningún sistema de ayuda o de subvenciones para los artistas, encontrar a un patrocinador es a menudo la única forma de salir. “Los políticos compran a los humoristas con cachés. El chico no va a privarse de su fuente de ingresos cargando sobre el político que le financia“, cuenta Digbeu.

Una nueva generación

Pero la película “Bienvenue àu Gondwana” se tiñe también de un mensaje de optimismo esbozando a través del personaje de Betty, el retrato de una juventud africana comprometida, crítica y sin complejo político hacia Occidente.

«Es el personaje más positivo. Betty conoce el mundo occidental. Ha decidido volver al país para pelearse. Representa el África de mañana, la esperanza. Esta juventud que se pelea: en Senegal, en el Congo, en Chad, en Burundi y que en Burkina particularmente ha conseguido expulsar al dictador Blaise Compaoré por un levantamiento popular. Se comunican entre ellos vía redes sociales, saben cómo se desarrolla la vida en otro lugar en el mundo. Ya no se les puede mentir», estima Mamane.

Un bello mensaje de esperanza.

Camille Belsoeur

Fuente: Slate Afrique, «Les humoristes africains ne font plus de politique», publicado el 7 de abril de 2017.

Traducido para Umoya por Mª Isabel Celada Quintana.

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