RDC – Tshisekedi: por qué es el padre de la democracia congoleña

RETRATO. Con un coraje insensato, se ha enfrentado a todos los potentados congoleños, de Mobutu a Kabila hijo, hasta el punto de pasar por un eterno opositor.

Cartel de Étienne Tshisekedi, en las elecciones de 2011.

El que era sin duda el opositor congoleño más conocido en el mundo se ha apagado de una embolia pulmonar, el 1 de febrero de 2017, a la edad de 84 años, en Bruselas dónde estaba hospitalizado desde el pasado 24 de enero. “Un estruendo en el cielo congoleño. Un duro golpe para la democracia congoleña”, recalca Jean-Jacques Wondo, un politólogo congoleño. Si no tenía amigos, en particular en la clase política congoleña, hay que reconocer que Étienne Tshisekedi Wa Mulumba, el líder de la Unión para la Democracia y el Progreso Social (UDPS), gozaba de una popularidad muy importante en el seno de la población. Una notoriedad que debía a su larga y tenaz oposición al expresidente Mobutu y a sus sucesores, así como a su lucha incesante por la democracia, que comenzó en los años 70.

Primero, un pilar en el régimen de Mobutu

Es en 1960 cuando este doctor en derecho de la universidad Lovanium (actual universidad de Kinshasa), nacido el 14 de diciembre de 1932 en Luluabourg (actual Kananga, cabeza de distrito de Kasaï central), en lo que era entonces el Congo belga, hace su entrada en la arena política, como “comisario general adjunto a la Justicia”, en el Colegio de los Comisarios Generales, durante el gobierno provisional puesto en marcha por Joseph-Désiré Mobutu tras su golpe de estado  del 14 de septiembre de 1960. Después de la segunda toma del poder de Mobutu en noviembre de 1965, Tshisekedi ocupará diversos puestos ministeriales (Interior, Justicia y Planificación). Durante este transcurso al lado de Mobutu Sese Seko, se le reprochará “haber cerrado los ojos” ante el asesinato del Primer ministro congoleño, Patrice Emery Lumumba, en 1961 y sus declaraciones sobre la necesidad de “prevenir las tentativas de golpe de estado”, avalando así el ahorcamiento, el 2 de junio de 1966, de cuatro personalidades congoleñas. Gilbert, un vecino de Kinshasa, sostiene, por su parte, que “Tshisekedi no tuvo responsabilidad en estos acontecimientos. Todas las órdenes venían de Mobutu, que decidía todo”. Debido a su proximidad con Mobutu, entonces el hombre fuerte del país, algunos han calificado a Tshisekedi de “pilar del régimen”. Ciertamente, “lo fue hasta 1969, pero no después”, asegura Elvis Mwinyi-Hamza Badjoko, miembro del G14, una formación aliada de la  UDPS.

La grieta de los primeros desacuerdos con Mobutu

Los primeros signos de desacuerdo aparecen, en efecto, cuando Mobutu crea, el 20 de mayo de 1967, el Movimiento Popular de la Revolución (MPR), cuyo programa y las grandes opciones fijadas en el Manifiesto de N’Sele, aparecido un mes antes, auguran la instauración del monopartidismo. El MPR tendrá estatuto de partido único con la reforma constitucional de diciembre de 1970. El bipartidismo que preveía la Constitución de 1967, del que Tshisekedi fue el padre con Marcel Lihau, es pues abolido. La brecha entre los dos hombres se ahonda en 1969, durante la matanza de estudiantes de la universidad de Lovanium que piden una mejora de sus condiciones materiales y una autonomía más grande  de su establecimiento. Este acontecimiento se conjuga con las derivas dictatoriales del régimen, tantos hechos que Tshisekedi denuncia. En 1969, es enviado como embajador a Marruecos, para alejarlo del país. La gota que colmará el  vaso es la matanza de buscadores clandestinos de diamantes en julio de 1979, en Kasaï oriental, en Katekelayi. Una matanza duramente condenada por la Federación Internacional de los Derechos Humanos y Amnesty International. Entonces diputado nacional, Tshisekedi cofirma la carta al presidente Mobutu que denuncia las violaciones de los derechos humanos en Katekelayi.

Por su coraje, impulsa la democracia en el Congo

El 1 de noviembre de 1980, el brazo de hierro de Mobutu se endurece. Mientras que ocupa un escaño en la Asamblea Nacional, Tshisekedi es uno de los trece diputados que exigen la democratización del país en una carta abierta enviada al presidente de la República. La carta fue rehusada por Mobutu, que los hace detener y torturar y les expulsa de  sus mandatos parlamentarios. Pero Tshisekedi persiste y firma cofundando la UDPS, en 1982, en compañía de una docena de sus colegas. Esta iniciativa le vale estancias prolongadas en prisión. Este partido deberá esperar una decena de años, en la clandestinidad, antes de ser autorizado a funcionar como partido político. El coraje del que da prueba desde esta época le vale todavía hoy la admiración de los congoleños. “Tshisekedi ha sido uno de los raros hombres políticos que se ha opuesto al régimen de Mobutu en Kinshasa. La mayoría de los otros opositores se fueron al exilio. Pero él se quedó en el país. Se mostró muy valiente atreviéndose a decir públicamente que Mobutu era un dictador”, testifica Arnaud, de Kinshasa. Un punto de vista compartido por Elvis Mwinyi-Hamza Badjoko.

Primer ministro tras la Conferencia nacional, pero…

La ola de democratización que se apodera de África, al principio de los años 1990, después de la caída del muro de Berlín, no perdona al Zaire. Mobutu suelta lastre renunciando al monopartidismo. Étienne Tshisekedi, mucho tiempo bajo arresto domiciliario, recobra su libertad. El 7 de agosto de 1991 se inaugura la Conferencia nacional de Zaire, interrumpida en septiembre por saqueos. Para intentar hacer frente a los acontecimientos, Mobutu nombra a Tshisekedi Primer ministro. Este último declina este nombramiento. Al final de los trabajos de la Conferencia nacional que se habían retomado el 4 de agosto de 1992 después de la suspensión en enero, Tshisekedi es elegido, el 15 de agosto, Primer ministro por la Conferencia nacional, con el alborozo popular. Será no obstante destituido en marzo de 1993 por Mobutu, que lo reemplaza por Faustin Birindwa, procedente de la UDPS. Pero Tshisekedi se considera el Primer ministro legítimo, presentado por la Unión sagrada de la oposición radical y aliados. Comienza entonces un período confuso que ve la instauración de dos gobiernos y de dos parlamentos en el país.

Después de esto con Mobutu, el cara a cara con los Kabila

À la llegada de Laurent Désiré Kabila a la cabeza del país en mayo de 1997, apoyado por ejércitos extranjeros, las relaciones entre los dos hombres se agravan cuando Tshisekedi denuncia la infiltración de soldados ruandeses y ugandeses en el ejército congoleño. De golpe, es detenido, encarcelado, luego sometido a arresto domiciliario en su pueblo natal, Kabeya-Kamwanga. Cuando Joseph Kabila es designado presidente tras el asesinato de su padre en enero de 2001, Tshisekedi, que no ve en el hijo a un gran demócrata, rehúsa entrar en el gobierno. Sí participa en el diálogo intercongoleño de Sun City (Sudáfrica), “el apoyo de Tshisekedi y de la UDPS eran necesarios para legitimar el encuentro y firmar el acuerdo”, explica Wondo, es no obstante Arthur Z’ Ahidi Ngoma el que es preferido para representar  a la oposición no armada en el seno del gobierno de transición llamado 1 + 4, puesto en marcha el 30 de junio de 2003. Punto positivo, los “resbalones” de la transición no pudieron serle imputados. Entre 2002 y 2011, se le reprochará a Tshisekedi haber pasado al lado de numerosas oportunidades invitando a la población a boicotear las votaciones. El sí a la nueva Constitución (con más de 84 % de los votos válidos) en el referéndum de diciembre de 2005, que la UDPS había llamado a boicotear, no lo detiene. En 2006, Tshisekedi persiste y firma negándose a participar en las votaciones, con el motivo de que no se reúnen condiciones para la celebración de elecciones creíbles. Una negativa que desorienta a los militantes puros y duros de la UDPS, que esperan la “gran tarde” tras lustros.

Una gestión de la UDPS que no genera la unanimidad

A lo largo de los años, la UDPS ha conocido varias crisis graves, que se han traducido por la salida de una parte de sus miembros, entre ellos Frédéric Kibassa, Marcel Lihau, Faustin Birindwa, que habrían reprochado la falta de debates internos. Una desafección que algunos atribuyen a la personalidad del líder de la UDPS, considerado autoritario, testarudo y falto de flexibilidad. Un punto de vista que no comparte Elvis. “Escuchaba más que hablaba y respetaba a sus interlocutores. Era paciente. Pero, cuando no estaba de acuerdo, lo decía. No reía a menudo y con cualquiera, pero cuando se reía, era de buena gana”. Otros atribuyen esta desafección a la dificultad de algunos militantes a permanecer mucho tiempo en la oposición. “Es un problema de resistencia psicológica”.

Tshisekedi, un hombre constante

Si se lo considera rígido y demasiado exigente, se  le reconocen también grandes cualidades. En primer lugar, su libertad de tono y su franqueza. “No tenía un lenguaje diplomático. No envolvía las cosas y llamaba al pan pan y al vino vino”, insiste Arnaud. En segundo lugar, la constancia de su combate por la justicia y la democracia. Y su honradez. Cualidades raras entre la clase política congoleña. “Tshisekedi tenía el sentido del compartir y defendía a los pequeños y a los pobres”, informa Elvis. “No era un hombre de dinero. No vivía en el lujo en su casa en Limete”, prosigue Arnaud. En tercer lugar, su lado legalista. Tshisekedi era partidario de la no violencia y rehusaba la toma del poder por las armas. Así, no ha estado implicado en las guerras de repetición que han desgarrado el país particularmente desde 1998. Y jamás formó parte o creó milicias armadas. Opiniones ampliamente compartidas por Raphaël Katebe Katoto, gran amigo de Tshisekedi con  el que trabajó desde 2002: “era un hombre de principios, leal, fiel y recto. Jamás cambió de  línea de conducta y ha permanecido constante”. En todo caso, lejos de ser austero, Tshisekedi amaba leer y escuchar música. “De joven, escuchaba música zaireña. También le gustaba leer y era ecléctico. He visto sobre su mesa una obra sobre el origen del hombre”, recuerda Elvis.

Cuando Tshisekedi se tira a la arena de la elección presidencial

En 2011, Tshisekedi cambia de estrategia y se presenta a las elecciones presidenciales del 28 de noviembre, una votación que estará salpicada de fraudes y violencia. Pierde quedando segundo con el 32,3 % de los votos válidos, por detrás de Joseph Kabila (48,9 %). Una derrota que Tshisekedi negará presentándose hasta su muerte como el presidente legítimo de la RD Congo.

Aunque poco presente en el país estos últimos años por razones médicas que lo llevaron al extranjero durante largos meses, su cota de popularidad no ha descendido. Ni de lejos. “Ya Tshishi” (Tshitshi el mayor), como le apodan respetuosa y afectuosamente los congoleños, era apreciado por una gran parte de la población. Prueba de ello es la afluencia sin precedentes que tuvo su vuelta a Kinshasa en julio de 2016, donde lo acoge una muchedumbre numerosa y entusiasta.

Tshisekedi imprescindible

Este orador sin igual era también una personalidad política imprescindible, muy respetada por los medios diplomáticos, que no vacilaban consultarle, y por la clase política congoleña. Son sus cualidades morales y su capacidad de movilizar a la población las que han llevado a esta oposición, entre ellos al G7, a reagruparse alrededor de él en le Rassemblement, para hacer frente contra Joseph Kabila y las tentativas de la mayoría presidencial de mantenerse en el poder.

Olvidados entonces sus defectos, particularmente lo que algunos califican de “retiradas” que le han valido el sobrenombre de “eterno opositor”. Una fórmula por lo menos desdeñosa que recusa Annie, una nativa de Lubumbashi. “Era un hombre de convicción, que jamás se dejó atrapar por el cebo de un puesto o  de dinero. Era un garante moral indiscutible, el  único que podía movilizar a la población, incluso tras la fluctuación ligada al cambio de estrategia política de Rassemblement en diciembre de 2016″.

Tshisekedi al timón de la UDPS

Curiosamente, a pesar de las crisis y las desafecciones que ha conocido, “la UDPS sigue siendo el partido central alrededor del que gravitan los demás partidos. Es una referencia, una suerte de escuela de formación política por la que los políticos deben pasar, incluso  si no lo reconocen”, comenta Wondo. Para prueba, numerosos políticos, de la mayoría presidencial o de la oposición, han formado parte, como Évariste Boshab, secretario general del Partido del Pueblo para la Reconstrucción y la Democracia (PPRD); Vital Kamerhe, presidente de la Unión para la Nación congoleña (UNC); Jean-Bertin Ewanga, exsecretario general de la UNC, o Eve Bazaïba, secretaria general del Movimiento de liberación del Congo (MLC). Como prueba también, el homenaje rendido a la “esfinge de Limete” por el presidente de la Asamblea nacional, Aubin Minaku.

Tshisekedi ha desaparecido, ¿y ahora?

Sea como sea, la desaparición de líder máximo va a abrir una crisis de sucesión en el seno de la UDPS. Y crear “un gran vacío entre la población, que será difícil de colmar. Es como si fuéramos huérfanos”, lamenta Elvis. Muchos no creen en la muerte “natural” del líder. “Pensamos que ha sido liquidado para hacer fracasar el acuerdo del 31 de diciembre”, indica Gilbert. De golpe, la profunda tristeza ligada a la desaparición de Ya Tshitshi es también un sentimiento de desconcierto. Lo demuestran las escenas de llantos y de rebelión en las calles de Limete al anuncio de su muerte y los días siguientes. “En las calles de Kinshasa, coches y taxis enarbolan ramas de hojas a modo de duelo. Todo hace creer que, el día de la llegada del cuerpo de Tshisekedi a Kinshasa, habrá millones de personas en las calles”, predice Gilbert.

¿Temor al futuro? ¿Riesgo de reacciones de violencia y de desesperación de una población que ha “perdido a su padre y no tiene ya nada que temer”? Seguramente. Así las cosas, “por la constancia de su combate, Tshisekedi, que ha desmitificado a Mobutu y ha sabido resistir incluso cuando estaba en arresto domiciliario o encarcelado, ha transmitido a la población congoleña la idea de que no debe tener miedo y que debe tomar las riendas de su destino. Son adquisiciones no despreciables”, sostiene Wondo. Difícil de saber lo que va a pasar en los meses venideros. En todo caso, más que nunca 2017 será el año de todos los peligros.

Por Muriel Devey Malu-Malu

Fuente: Le Point, RDC – Tshisekedi : pourquoi il est le père de la démocratie congolaise, publicado el 3 de febrero de 2017.

Traducido para Umoya por Mª Isabel Celada Quintana.

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