Una corrupción sofisticada alcanza nuevos niveles en Kenia

Ahora parece que cada vez que transcurre un trimestre, se descubre una nueva estafa financiera en Kenia. A pesar de que este gobierno es uno de los mejores equipados para combatir la corrupción, parece que es el más afectado por la corrupción en comparación con todos los gobiernos previos juntos. Kenia se está convirtiendo gradualmente en un sumidero de corrupción. Y el Presidente admite frente a las cámaras que él no puede hacer nada más al respecto. 

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©NMG

“El régimen del Presidente Uhuru Kenyatta ha favorecido la creación del ambiente más permisivo para la corrupción en toda la historia de Kenia…”, clama la editorial de la edición del domingo del New York Times. Continúo leyendo  la editorial en su totalidad y hacia la mitad mi mente rápidamente está sugiriendo varias cuestiones que serían suficientes para escribir una contestación específica a este artículo de opinión del NYT, tal y como hice el año pasado a todas aquellas críticas internacionales sobre Kenia en general. Pero súbitamente y tristemente percibo que no hay defensa alguna. En otras palabras, no puede haber una defensa.

Como mucha gente, he tomado conciencia de que la corrupción en Kenia ha alcanzado un nuevo nivel que bajo ninguna circunstancia puede ser defendido, independientemente de lo comprensivo que uno sea con este gobierno. Cualquier otra medida más leve supondría, en mi opinión, una lealtad ciega conducida por unas fuerzas muy distintas a las de un buen gobierno y al máximo interés del pueblo keniata. He perdido totalmente la voluntad de defender a este gobierno frente a la malversación de fondos y a la corrupción. Además, el hecho de que el propio presidente haya dado un discurso público declarando que, en lo que a la lucha contra esta lacra se refiere, “….sus manos están atadas…”, enfatiza mi falta de voluntad y deseo por defender a este gobierno.

En mi opinión, lo que mejor explica este hecho, además de la pura coincidencia, es el anuncio de un nuevo escándalo involucrando la desaparición de 50 millones de dólares del Ministerio de Salud. El mismo periódico recogía una historia sobre una madre embarazada que murió por pérdida de sangre en un hospital de Kenia al no fue admitida debido a varias razones, entre ellas, la falta de dinero. Lo más preocupante del asunto es que la parte de malversación de fondos del Ministerio de Salud estaba destinada para la adquisición de equipamiento de maternidad y para proveer un subsidio de maternidad en las admisiones hospitalarias.

Ahora parece que con el transcurso de cada trimestre, se saca a la luz un nuevo escándalo financiero. A pesar de que este gobierno es uno de los que mejor equipados tecnológicamente se encuentra para luchar contra la malversación de fondos de toda la historia de esta nación, ha resultado ser uno de los más afectados por la corrupción, en comparación con todos los gobiernos anteriores. Kenia se está convirtiendo gradualmente en un sumidero de la corrupción.

El presidente Uhuru Kenyatta parace no hablar de forma sincera. Conoce bien las palabras correctas que debe usar para obtener el apoyo de su base y el del país en su conjunto. Es, con diferencia, el presidente de Kenia más articulado y quizás uno de los pocos de su continente que puede exponer de forma hábil y coherente su visión y su programa político. Ha sido capaz de continuar con algunas de sus promesas en el ámbito de la educación y de las infraestructuras generales. Sin embrago, desgraciadamente, ha fracasado en su lucha contra la corrupción. Y él mismo lo afirma, delante de las cámaras. Todo tiene sus límites, incluso la confianza que otorgamos a alguien, y cuando coge el micrófono y confirma su incapacidad de asegurar los procesos pendientes, hay que tomarles la palabra.

La economía, en general, ha sobrepasado las expectativas y esto debería atribuirse al gobierno de Uhuru. Pero al igual que cualquier función, no podemos evaluar a alguien solo por lo que ha hecho correctamente e ignorar completamente sus defectos y carencias.

La corrupción podría ser perfectamente la batalla de Waterloo de Uhuru. Muchos líderes en el mundo han disfrutado de un apoyo unánime del país y a largo plazo, sus bases se han terminado hartando. Incluso Moisés agotó la paciencia de su gente, tal y como muestra la Biblia. Esto se debe a que la gente tiene límites hacia cuanto pueden soportar y, al igual que una goma elástica, se rompen si se estira demasiado.

La corrupción descarada que estamos presenciando en Kenia a día de hoy afectará a largo plazo el futuro de nuestros hijos, porque a diferencia de los gobiernos anteriores donde los fondos fueron directamente robados de las arcas públicas, estos nuevos funcionarios corruptos sofisticados están robando dinero prestado que tendrá que ser pagado durante décadas. Kenia, así como otros países africanos, están pidiendo préstamos como nunca antes se había hecho, con el fin de satisfacer a las poblaciones crecientes y crear una infraestructura moderna y actualizada que beneficie a los negocios en auge y el comercio intergubernamental en constante transformación. Algunos de estos préstamos tienen un plazo de 30-50 años a través de Hacienda. Lo que significa que en las próximas décadas, todo ciudadano medio verá cómo una parte de sus ingresos son tomados para pagar estos préstamos. Este ciudadano es el niño que usted ve jugando en el parque hoy en día. También es el niño nonato, e incluso el embrión que no se ha concebido todavía.

Por lo tanto, este dinero tomado prestado no cumple con su propósito original y termina en cambio en el bolsillo de alguien, tal y como está sucediendo ahora, por lo que la generación próxima estará pagando unos préstamos que nunca beneficiaron al país. Estarán administrando préstamos que fueron a cuentas corrientes pertenecientes a algunos miembros corruptos del gobierno. Si esto no te afecta, no estoy seguro de qué otro tipo de mala administración podría hacerlo.

Esta es una receta fantástica para producir resentimiento hacia el gobierno. El hurto del dinero público es tan evidente y frecuente que algunos en Kenia lo ven como una norma; son insensibles y han desarrollado formas de incorporarlo en sus vidas. Es como tener una enfermedad incurable donde no tienes otra elección que convivir con ello y aprender métodos y tácticas para manejarlo. Es una pena cuando personas como Robert Mugabe, que destrozó su país en menos de una década, puedan señalar a Kenia y decir “…esta es la personificación de la corrupción…”. Pero para ser sinceros, los escándalos de corrupción en Kenia son legendarios en el mundo entero.

A menudo escucho decir a la gente “…si solo elegimos nuevos líderes, las cosas deberían ir a mejor…”. Quizás. Pero ¿cambiaría mucho un partido si cambiásemos a los jugadores y al árbitro? No. Porque el partido no es únicamente los jugadores y el árbitro. El partido es la estructura, las reglas que lo regulan. No aquellos individuales que participan en él. Podemos cambiar a los líderes eternamente, pero a no ser que cambiemos el diseño estructural y sistemático que favorece  corrupción, nunca seremos capaces de liquidarla. Alguno de los cambios estructurales sería, por ejemplo, reforzar seriamente las leyes anticorrupción ya existentes. Empezando por procesar realmente a los funcionarios corruptos y promocionar intensamente el embargo de bienes de toda aquella riqueza que se demuestre obtenida por medios fraudulentos. Y en este caso nos encontraríamos no frente a jóvenes funcionarios como se ha visto en las últimas décadas, sino ante aquellos altos cargos, en su mayoría políticos.

La mejor forma de enviar el mensaje es poner algunos ejemplos. Hoy en día, la consecuencia más seria que un político corrupto puede tener en Kenia es una prohibición de obtener el visado para viajar al mundo occidental. E incluso en esto, no se trata de esfuerzos realizados por el gobierno keniata si no por EEUU, Gran Bretaña, Canadá, etc. Otra forma lógica de acabar con la corrupción requeriría que todos los partidos políticos recibiesen financiación del tesoro público. Porque mientras la financiación privada sea permitida en la financiación de las elecciones, siempre habrá un deuda política a pagar. El cumplimiento de esta deuda suele ser ignorar cuando el que ha sido el financiador electoral de tu partido emprende negociaciones turbias, ha ganado mucho dinero robando de las arcas públicas, como si de un bandolero se tratase. Como se suele decir, no se puede morder a la mano que te alimenta.

Aún está por ver si se requieren cambios en la constitución que den al poder judicial más poderes y libertad para procesar. Pero Uhuru necesita hacer bastante más que limitarse a ofrecer discursos aparentemente sinceros. Tiene que apoyar un discurso firme contra la corrupción con algo tangible  y creíble con el fin de restablecer la fe y la confianza pública en su capacidad de liderazgo. Porque hablar es barato.

Hezron Karanja

El autor escribe en el blog Hezron Karanja.

Fuente: Pambazuka News, Sophisticated graft rises to new levels in Kenya, publicado el 3 de noviembre de 2016.

Traducido para UMOYA por Clara Donoso Fernández.

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