La corrupción vista por un niño

“La autora vuelve a sumergirse gustosamente en el discurso público, los rumores, los cotilleos y las expresiones locales sobre la corrupción en su Liberia natal. Así, desvela aquí la corrupción, que suele darse por supuesta, y la somete a un análisis mucho más riguroso. El libro amplía el enfoque de la corrupción para cuestionar su integración en la vida social y sus formas habituales.”

AllAfrica

La corrupción se ha convertido en el verdadero asunto del discurso público y la práctica diaria en muchas sociedades africanas, implicando tanto a los ciudadanos como a los sujetos y tanto en la vida pública como en la privada. Durante el estudio de campo realizado recientemente en mi Nigeria natal, me encontré una y otra vez impresionado por la cantidad de rumores, historias y producciones discursivas cuyo tema principal era la corrupción. La naturaleza omnipresente de la corrupción, sin duda, la convierte en una especie de “cultura”, y como tal, es fácil darla por supuesto en lo cotidiano.

No obstante, como muestra la última edición africana del Barómetro de Corrupción Global, los africanos de a pie (especialmente los pobres), se ven lastrados por la corrupción cuando intentan acceder a los servicios básicos en su país: el 22 % de las personas que han estado en contacto con un servicio público en los últimos 12 meses pagó un soborno. En todo el continente, se ha comprobado que la gente pobre que hace uso de un servicio público tiene el doble de probabilidades de pagarlos. Como consecuencia de esta corrupción diaria, la legitimidad del Estado y sus instituciones se debilita ante la mirada de pobres y desahuciados.

Contra este entorno, el nuevo libro de cuentos para niños, Gbagba, escrito por la académica y activista liberiana Robtel Neajai Paieyy publicado por One Moore Book en 2013, llega justo a tiempo. Robtel se sumerge de nuevo, sorpresivamente, en el discurso público, los rumores, los cotilleos y las expresiones locales de la corrupción en su Liberia natal. Así, desvela el tema público de la corrupción, que se da por supuesto, y lo somete a un análisis mucho más riguroso. A diferencia de muchos académicos y periodistas, que enfocan tendenciosamente la corrupción de alto nivel y sus efectos adversos sobre las políticas económicas de África, Robtel expande en Gbagba el enfoque de la corrupción para cuestionarlo como está de integrado en la vida social y las formas más comunes que los liberianos de a pie conocen de sobra al estar en contacto directo, ellos lo explotan, lo resisten o se convierten en sus víctimas a diario.

Gbagba está ilustrado por el artista visual liberiano Chase Walker a través de la conciencia imaginativa de dos gemelos, Sundaygar y Sundaymah, que “cuestionan la corrupción de diversas formas” durante el transcurso de un viaje desde su casa en la ciudad costera de Buchanan (Liberia) hasta la capital, Monrovia, para visitar a sus tíos. A través de estos personajes, Robtel llama la atención sobre el creciente papel de la imaginación popular en la creación de vidas sociales y realidades vividas en África. En el libro, Sundaygar y Sundaymah traducen gbagba como “engaño”, una palabra del bassa local que utilizaban sus padres para englobar “mentir, engañar y robar”. La palabra gbagba engloba  la complejidad de la corrupción in situ y destaca su banalidad en la sociedad de Liberia. Como indica la misma Robtel, gbagba es “una faceta de las interacciones diarias; ocurre en todos y cada uno de los sectores de Liberia”. La autora cuestiona la reducción del significado de corrupción al mal uso, limitado y simplista, de un cargo público para beneficio privado. Lo que implica es que cualquier discurso serio sobre corrupción en África, o incluso en la esfera pública, se encuentra necesariamente con la difusa línea entre lo público y lo privado, lo grande y lo corriente, lo social y lo personal.

Sorprende que la primera experiencia real de gbagba de Sundaygar y Sundaymah sea en la carretera, de camino a la casa de la tía Mardie, en el coche con Opah, el conductor:

“Cuando el tráfico avanzó por fin, Opah condujo directo hacia el agente de policía que estaba en el cruce. ‘Tengo mucha sed’, dijo el policía, de pie entre los coches. ‘Con este calor, me apetece un poco de agua fría’. Opah bajó la ventanilla despacio y sacó la mano. Sundaymah y Sundaygar vieron el billete de 100 dólares liberianos que el policía metió en su bolsillo rápidamente. Dio paso a Opah en medio del tráfico por un carril que hasta entonces no había allí”.

El fragmento tiene un hondo significado. En primer lugar, en muchos países africanos el soborno se hace más evidente en el sector del transporte; en concreto, en la carretera, donde el humor y los sueños conviven con el patetismo y la angustia existencial.

En segundo lugar, el extracto muestra como Opah inició el soborno cuando “condujo directamente hacia el agente de policía del cruce”. Esta voluntad del hombre normal (en este caso, el conductor) por hacer uso de la corrupción para “salir” de una situación difícil (por ejemplo, un atasco) a veces se convierte en muchas cuentas de corrupción en África. Además, el hecho de que sea Opah quien inicia el acto de soborno refleja la complicidad ambivalente en muchas sociedades africanas, donde la corrupción implica tanto a los ciudadanos como a los funcionarios de la calle, y donde la gente reproduce las prácticas corruptas que lamenta. No obstante, la mayoría de los textos sobre corrupción mantienen un extraño silencio sobre el “lado de la oferta”, es decir, las personas que quieren influenciar al funcionario público en beneficio propio.

En tercer lugar, el fragmento enfatiza el arraigamiento de la corrupción en los modismos locales e interacciones. En ese caso, el lenguaje del soborno está codificado como “agua fría” para saciar a un sediento agente de policía. Estas metáforas de la corrupción como consumo no son solo propias de Liberia. En mi Nigeria natal, la corrupción se representa frecuentemente como una “tarta nacional” para “repartir” (comer) entre titulares de cargos públicos. En países francófonos, como Níger, Senegal o Benín, la corrupción se representa de forma familiar con verbos como manger (comer) o bouffer (devorar). Se suele decir del malversador que ha mangé la caisseoul’argent (comido la caja registradora o el dinero) o que es un mangeurd’argentd’autrui (un devorador del dinero de otros). La expresión dendidii ka dan me se traduce literalmente como “coge eso y ponlo en tu boca” y significa “esa es tu parte”. En la República Democrática del Congo, términos como kukatamilomo (cortar los labios) o ya sucre, ya cayi (por limonada o té) son expresiones populares para la corrupción. En Lumumbashi, la idea de comer se utiliza para designar la malversación de fondos: Il a toutbouffé (se lo ha comido todo). El Gbagba de Robtel, por lo tanto, establece la necesidad que tienen los africanos de liberarse de lo que el escritor NgugiwaThiong’o denomina una “prisión lingüística”, cuando se involucran en el “complejo de la corrupción” en África.

Con la publicación de Gbagba, Robtel espera iniciar una tardía “conversación nacional sobre cómo la corrupción nos afecta negativamente, tanto política como socialmente”. Para ello, ha llevado a cabo una efectiva campaña publicitaria del libro, que ha sido presentado en el New York Times, Voice of America, VoxAfrica, la BBC, NPR, ENCA Televisión (Sudáfrica), Channels TV (Nigeria) y en medios de noticias liberianos como el Bush Chicken, LiberianObserer, Power TV y UNMIL Radio, entre otros.

One Moore Book, la editorial original, publicará una continuación de Gbagba en 2017. Robtel espera llevar ambos libros a los mercados regionales de Nigeria, Ghana, Sudáfrica, Rwanda, Kenya y Egipto, en primera instancia. También ha encargado una canción y un vídeo adaptados del libro con el título Gbagba is corruption, en colaboración con el artista, compositor y activista liberiano Takun K y patrocinada por la Iniciativa Sociedad Abierta para África Occidental (OSIWA). El estribillo de la canción dice:(dile ‘no’ a la corrupción,estará bien). Sin embargo, me pregunto si el liberiano de a pie, niño o adulto, y siempre africano, puede realmente estar “bien” cuando diga “no” a la corrupción, especialmente en un contexto de posguerra como Liberia, donde aún se sienten las punzadas del renacer y donde la corrupción, literalmente, contrataca.

El autor, Daniel Agbiboa es un doctorando de tercer año en la Universidad de Oxford (Reino Unido) que investiga la corrupción rutinaria, la burocracia a nivel de la calle y la precariedad laboral en las zonas urbanas de Nigeria. Este texto se publicó originalmente en Oxford Development Matters, una revista del Departamento de Desarrollo Internacional de Oxford de la Queen Elizabeth House.

Daniel Agbiboa

Fuente: Pambazuka News, A child’s eye view of corruption, publicado el 26 de mayo de 2016.

Traducido para Umoya por Sara Nieto Reyero.

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