Día Mundial contra la Malaria: el 90% de las muertes ocurren en África

Con motivo, hoy, del Día Mundial contra la Malaria, diversas ONG quieren llamar la atención sobre los datos que rodean esta enfermedad. Porque, aunque ha habido avances innegables en materia de innovación e inversión, los equipos de Médicos Sin Fronteras, por ejemplo, siguen constatando día a tras día altísimas tasas de malaria en muchos de los países africanos.PLAN, por su parte, alerta de que en la última década, la mortalidad por malaria en África se ha reducido una tercera parte, pero sin embargo hoy día, la enfermedad transmitida por la picadura de un mosquito sigue provocando la muerte de un niño cada minuto. Nueve de cada diez fallecimientos tienen lugar en el continente africano, especialmente en África Occidental.

 

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PLAN, en asociación con el Fondo Mundial contra la Malaria y otras organizaciones locales, trabaja en países del África Occidental como Liberia, Camerún, Burkina Faso y Togo, concienciando a los niños y jóvenes en la prevención y tratamiento del paludismo y distribuyendo mosquiteras impregnadas con insecticida de larga duración.

La malaria es una enfermedad que puede prevenirse y que tiene cura con un diagnóstico precoz y un tratamiento farmacológico correcto pero la mayoría de las áreas proclives a la malaria tienen un acceso limitado a los servicios de salud. Los niños pequeños son los que presentan mayores índices de mortalidad ya que no han desarrollado ninguna inmunidad ante la enfermedad.

La malaria cerebral, la forma más grave de malaria, causa convulsiones, coma y muerte en el 93% de los niños afectados. El 7% que sobrevive arrastra problemas neurológicos permanentes, como la epilepsia, la ceguera, debilidad, problemas del habla, así como importantes problemas cognitivos.

Concha López, directora general de PLAN en España, afirma que a pesar de los avances es necesario seguir invirtiendo en la prevención de la enfermedad: “si incrementamos los esfuerzos para lograr que la población de África Occidental pueda disponer de mosquiteros en sus camas, habremos salvado las vidas de tres millones de niños africanos en 2015”.

Los casos de malaria se disparan en República Democrática del Congo (RDC).

Los datos son mucho más desesperanzadores en República Democrática del Congo. El masivo brote de la enfermedad está desbordando la capacidad de prevención y tratamiento en el país africano, por lo que urge una respuesta inmediata tanto del Gobierno congoleño como de otros actores nacionales e internacionales especializados en salud, según alerta la organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF).

La mayor parte de los centros de salud y hospitales gestionados por MSF en RDC han registrado un importante aumento de los casos de malaria, incluyendo muchos casos de malaria severa. En algunas estructuras situadas en seis provincias del este del país (la mitad del territorio congoleño), la cifra de pacientes con malaria tratados anualmente por MSF ha llegado a triplicarse en apenas tres años.

Este masivo aumento en el número de casos es especialmente alarmante debido al elevado número de pacientes con malaria severa que necesitan ser hospitalizados y sometidos a trasfusiones urgentes de sangre debido a la anemia.

“No es normal ver una proporción tan elevada de pacientes con malaria severa”, explica el doctor Jorgen Stassijns, especialista en malaria de MSF. “La capacidad de tratamiento fuera de las ciudades es muy reducida, ya que el tratamiento muchas veces no está disponible y los pacientes se encuentran en zonas de difícil acceso. En algunas áreas, la atención médica sencillamente no existe —añade—. E incluso cuando el tratamiento está disponible, los medicamentos a veces son inadecuados o están obsoletos”..

Las causas exactas de este aumento en el número de casos se desconocen. En todo caso, esta nueva crisis recae sobre un sistema de salud que sufre de graves carencias a todos los niveles: faltan medicamentos adecuados, suministros médicos y personal formado. En lo relativo a la malaria, los sistemas de prevención y seguimiento son deficientes.

Y es que, aunque los avances que ha habido en materia de innovación e inversión son verdaderamente innegables, los equipos de Médicos Sin Fronteras siguen constatando día a tras día altísimas tasas de malaria en muchos de los países africanos en los que trabaja. De hecho, no hay que olvidar que a lo largo del año pasado esta enfermedad acabó con la vida de mas de 650.000 personas en todo el mundo, “lo que demuestra que estamos aún muy lejos de acabar con la seria amenaza que para muchos supone”.

La TCA (Terapia Combinada con Artemisinina) es actualmente el único medicamento efectivo para tratar la malaria, y MSF la administra cada año a más de un millón de pacientes en unos 30 países, muchos de ellos africanos. “Por tanto, si este aumento de resistencias que ya estamos viendo en algunos lugares del sudeste asiático empezara a darse en los países africanos, lo que ahora mismo supone ya de por sí solo un desastroso problema de salud pública, se agravaría hasta límites insospechables, pues a día de hoy no existe un medicamento alternativo efectivo para tratar esta enfermedad”, alerta la ONG en un comunicado.

Según argumenta MSF, en África se dan todos los factores de riesgo que podrían llevar al aumento de resistencias a los medicamentos, y por eso “hay que poner todos los esfuerzos en eliminar estos factores o en reducir su amenaza”. Uno de estos factores es el escaso acceso a los tratamientos y a la atención médica de calidad que sigue existiendo en muchos países; un problema que lleva a hacer uso demedicamentos falsos o de poca eficacia a muchas personas.

Además, en ocasiones la medicación se toma en dosis insuficientes, o el tratamiento se ve interrumpido por su elevado precio o por la falta de sensibilización sobre la importancia de completar todo su curso. Y es que a pesar de la existencia de pruebas diagnósticas rápidas baratas que pueden confirmar si el paciente tiene malaria o no en tan sólo 15 minutos, los antipalúdicos suelen recetarse y tomarse sin diagnósticos apropiados, lo que lleva a un uso excesivo e inadecuado de los mismos.

Por todo ello, MSF cree que es necesario que se adopten algunas medidas urgentes en la lucha contra la malaria: iniciativas más serias y rigurosas para la prevención y el tratamiento de la enfermedad, inversión en promoción de la salud, esfuerzos para mejorar la adherencia al tratamiento, o más medidas para reducir la transmisión. Los programas nacionales de lucha contra la malaria deben evaluar regularmente la eficacia de los medicamentos y estar preparados para actuar si se detecta una disminución de la eficacia. Y en lugares donde ya hay resistencias a los medicamentos o donde su eficacia es reducida, hay que aunar esfuerzos para contener la propagación de las cepas de la malaria resistente a los medicamentos.

Sólo a través de un paquete integral para detectar, tratar, monitorear y prevenir la malaria se salvarán más vidas y se aumentarán las probabilidades de lograr evitar, o por lo menos retrasar al máximo, cualquier desarrollo de resistencias al único antipalúdico vital que existe hoy en el mundo: la TCA.

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