Conferencia-testimonio de Marine Gasaraso, en el día de la Red Internacional de Mujeres por la Democracia y la Paz, que se celebró el 17 de octubre de 2015 en Monreal – Canada.

Comentarios de Marine Gasaraso,

Antes de nada, me gustaría darle las gracias a la Red Internacional de Mujeres por la Democracia y la Paz y, más en concreto, a la señora Perpétue por esta cordial invitación.
Es todo un honor para mí estar aquí con todos ustedes para que se oiga mi humilde voz, que lucha por honrar a nuestras familias, amigos, vecinos y colegas ruandeses masacrados por pertenecer a una etnia; mi humilde voz, que lucha por las injusticias hacia las mujeres y los niños refugiados en la RDC.

Gracias.

Antes de continuar, me gustaría pedirles a todos y todas que se levanten y guarden un minuto de silencio en homenaje a todas las víctimas de esta barbarie.

Mi idea es hablarles hoy de los refugiados ruandeses en el Congo, y seguramente se pregunten a qué viene tanto apego.

Cuando veo a estos refugiados, me veo reflejada en ellos, y la única diferencia está en que he tenido la suerte de vivir aquí, en Canadá, un país de derechos en el que he podido rehacer mi vida.

El 18 de julio de 1994, la víspera de mi cumpleaños, atravesé la frontera ruandesa en Bukavu con una muchedumbre interminable que buscaba refugio en el Congo. Había que apresurarse porque el FPR (Frente Patriótico Ruandés), que acababa del hacerse con el poder, quería cerrar las fronteras. Así, mi familia y yo teníamos mucha prisa por salir de una Ruanda maldita, sobre todo porque mi padre acababa de reunirse con nosotras tras haber sobrevivido una noche bajo las balas del FPR en Grenarwa/Kicukiro.

Cuando cruzamos, la mayoría de nosotros llevábamos bolsas con ropa y comida. Yo llevaba una mochila con ropa y una cacerola llena de comida cocida que tomaríamos para cenar. Los militares congoleños nos cachearon y lo único que encontraron en la cacerola fueron unas patatas cocidas.

Cuando veo a todas esas mujeres ruandesas refugiadas en el Congo, me veo reflejada en ellas porque tenemos prácticamente las mismas heridas. En 1994, durante el «Genocidio»,  yo no era más que una joven llena de vida y muy atlética; jugaba todos los días al baloncesto o al balonmano (mi amiga Diane puede asegurarlo porque pasábamos mucho tiempo juntas) y mi futuro me parecía muy prometedor.

Esa noche dio un vuelco a mi vida…

Estaba en casa de mi hermana cuando apareció un hombre armado. Nos pidió nuestros carnés de identidad y vio que éramos hutus. Entonces, nos tiró al suelo y me mandó que me metiese en la habitación. Cinco minutos más tarde, me siguió, cargó su fusil y me violó. Es algo que me avergüenza tanto que me ha costado varios años ser capaz contarlo.

Dicen que fue un accidente porque era hutu; pero no es verdad, ya que no solo me ha pasado a mí. En 1990, cuando el FPR atacó Ruanda, muchas niñas y abuelas fueron violadas de la noche a la mañana durante varios días y por diferentes personas. Las humillaron ante sus propias familias y sus maridos. En otras palabras, las convirtieron en autenticas esclavas sexuales.

Una amiga de Byumba me habló del dolor que abruma su corazón. Su madre tenía 70 años cuando el FPR entro en su casa. Varios hombres la violaron en repetidas ocasiones… ¡Y delante de su padre! Al final, su madre falleció a causa de las heridas de las repetidas violaciones. Por desgracia, nunca hablamos de estas víctimas de etnia hutu. ¡Y tampoco las incluimos entre las 400 000 mujeres ruandesas violadas durante el genocidio!

Este olvido voluntario sigue afectando a todas nuestras hermanas refugiadas en la RDC. Esas «violaciones utilizadas como herramienta de guerra» aparecen extensamente documentadas en el informe de la ONU, el Informe de Documentación de 2010.

Hace muy poco, en el campo de tránsito de Kisangani, las mujeres que se negaron a entrar voluntariamente en Ruanda fueron de nuevo capturadas como rehenes y violadas mañana y tarde con el fin de que cambiasen de opinión. Se documentaron muchos casos en junio de 2015, aunque ese campo está bajo la protección de la ONU.

Las mujeres ruandesas tienen heridas inimaginables. Mi corazón también está con las mujeres tutsis violadas durante el genocidio. Todas somos víctimas de estos crímenes tan horribles.

A mí me gustaría que el acto de violación durante la guerra se juzgase como una «muerte». Nos matan dos veces: física y moralmente. Las supervivientes somos las que tenemos que seguir luchando y compartiendo nuestras malas y dolorosas experiencias con ustedes y, sobre todo, somos las mujeres como nosotras las que tenemos que apoyarnos sin juzgarnos y, juntas, podremos destruir sus impunidades y llevar ante la justica a estos criminales.

Como soy madre, los problemas de los niños refugiados también me afectan. Les privan de alimentos, educación y cuidados médicos y, lo que es todavía peor, los separan de sus padres cuando estos se niegan a volver a Ruanda. Esto que les cuento ocurrió recientemente en el campo de Kanyabayonga, donde los rebeldes atacaron y secuestraron a los niños y se los llevaron como rehenes para chantajear a sus padres para que aceptasen volver a Ruanda. Los escondían en agujeros cavados en el suelo durante días y los privaban de todo: comida, cuidados médicos… Algunos de ellos fallecieron. Por su parte, el gobierno ruandés sigue insistiendo en llevar de nuevo a estos niños a Ruanda diciendo que sus padres son culpables de genocidio porque son hutu… ¡Quieren que los niños se queden huérfanos separándolos de sus padres!

En estos campos, se les proporcionan cuidados médicos sólo si aceptan volver a Ruanda. Manirakiza Ushindi, un bebé que nació el 9 de septiembre, murió veinte días después, por vómitos y diarrea, a manos de la ONU, que se negó a cuidarle porque sus padres no querían volver a Ruanda.

Cuando ACNUR decide dar alimentos a los refugiados, lo hace en pequeñas cantidades y sin madera para cocinarlos… ¡Y eso se ha convertido en el chantaje de cada día!

ACNUR no hace absolutamente nada por la educación de los niños refugiados ruandeses. Son los propios refugiados los que se organizan voluntariamente para educar a los niños y les enseñan las competencias básicas de lectoescritura. Hay organizaciones benéficas de refugiados que trabajan en el terreno y que facilitan esta educación: Aferwar-duterimbere (Asociación de mujeres ruandesas refugiadas) y Hope ikizere (proyecto con el que pretenden ayudar a los niños y jóvenes ruandeses a los que las organizaciones internacionales dejan de lado), que aporta material escolar, construye aulas improvisadas en forma de pequeñas cabañas y da clases a los niños.

Yo trabajo con estas organizaciones que están conectadas directamente con los refugiados. Fui la representante de Aferwar-Duterimbere hace algunos meses y ahora trabajo con Hope-ikizere en uno de sus objetivos principales de la educación para los niños refugiados en la RDC. Hope-ikizere tiene otras acciones humanitarias que apoyan a los refugiados ruandeses maltratados por la MONUC en la RDC. Con Hope-ikizere hemos concienciado a la población de todos los sitios del mundo a los que llegamos sobre los problemas de los niños e intentamos proporcionarles ayuda para cubrir sus «necesidades básicas» y que puedan sobrevivir. Pero siempre es difícil, porque a veces no tenemos nada que ofrecerles; por eso necesitamos su ayuda. ¡Imaginen que sus hijos son iletrados, no tienen comida ni cuidados sanitarios! Lo peor de todo es que ACNUR, que se supone que debe proteger a los refugiados y proporcionarles las ayudas básicas necesarias es el primero que les priva de ese derecho porque se niega a volver a Ruanda. Eso es lo que viene ocurriendo desde 1996, cuando la ONU dio luz verde al FPR para que atacase los campos de refugiados y los masacrase sin piedad. A los recién nacidos, a los enfermos y a los ancianos, a las embarazadas y a los jóvenes inocentes los repatriaron por la fuerza y los mataron como si fuesen animales. Como mi abuelo era mayor y estaba enfermo, como ya no podía salir de la cama, lo mataron; dicen que lo masacraron. Nunca vimos su cuerpo. Los refugiados ruandeses en la RDC han vivido y siguen viviendo una situación más que catastrófica. Los tratan como animales salvajes que hay que abatir en lugar de como los seres humanos que son; al igual que ustedes y que yo.

Pediría a los jóvenes que se interesasen por todo lo que ocurre en su país de origen, que se muestren sensibles con nuestra historia y que empiecen a hablar con sus padres para que compartan con ellos sus experiencias, ya que no es normal que los niños que crecen lejos de Ruanda aprendan nuestra historia en clase o a través de los medios de comunicación, que en muchos casos parten de bases falsas. Somos nosotros, los padres, los que debemos favorecer o facilitar esta comunicación/educación.

Ustedes, los jóvenes, los que han nacido o han crecido aquí, tienen mucha suerte y capacidad de elección. Van a la escuela todos los días y pueden ir a la universidad que quieran. Piensen en aquellos niños refugiados que ni siquiera tienen la oportunidad de ir a una clase estable, de disponer de material escolar como ustedes, de sentarse en las sillas de los centros (porque, en su lugar, tienen piedras improvisadas), o de ir a clase todo un año. Si estos niños tienen suerte, aprenden a leer y a escribir, porque muchas veces tienen que buscar la forma de salvarse la vida, ya que no dejan de amenazarles el FPR/Inkotanyi o los rebeldes congoleses, y todo delante de la MONUSC, que debería protegerlos.

Me gustaría terminar dándoles las gracias de todo corazón y pidiéndoles a todos los presentes que sean conscientes de las injusticias que no dejan de vivir los ruandeses de la RDC y que sepan que juntos podemos luchar contra esta violación de los derechos humanos que sufren los refugiados que se niegan a volver a Ruanda. Además, les pido que recuerden que estos refugiados, incluso si están en peligro, tienen que seguir cubriendo sus necesidades básicas como todo ser humano: alimentación, cuidados médicos y educación para los niños. Su ayuda, por muy pequeña que sea, marcará una gran diferencia en su vida. Seguimos pidiéndole a Dios misericordioso que haya negociaciones y se reestablezca la paz en la región de los Grandes Lagos y que un día los vulnerables refugiados ruandeses de la RDC vuelvan voluntariamente a nuestro país natal y construyan con los demás ruandeses un país mejor donde todas las etnias «Hutu-Tutsi-Twa» puedan vivir en harmonía.

Gracias

Traducción por: Raquel de Pazos Castro

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos
Responsable Federación de Comités en Solidaridad con África Negra +info...
Finalidad Gestionar y moderar tus comentarios. +info...
Legitimación Consentimiento del interesado. +info...
Destinatarios Automattic Inc., EEUU para filtrar el spam. +info...
Derechos Acceder, rectificar y cancelar los datos, así como otros derechos. +info...
Información adicional Puedes consultar la información adicional y detallada sobre protección de datos en nuestra página de política de privacidad.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.