Inversiones chinas en África: el mercantilismo de los palillos chinos

China no juzga a África. Ese es exactamente el tipo de postura que, a los dictadores africanos, cansados de los sermones occidentales, les gusta. Sin embargo, el problema no es China. Son los líderes africanos quienes se niegan rotundamente a aprender de su propia historia, en la que se enseña a que toda entidad extranjera que va al continente lo hace para perseguir su propio interés.

© Xinhua/Lan Hongguang

A principios del siglo XXI, China se convirtió en una importante fuente de financiación para el desarrollo africano. Las infraestructuras del continente estaban en mal estado. Se habían desplomado tras décadas de descuido y destrucción lamentables por guerras civiles sin sentido. Se necesitó ―y se sigue necesitando― una inversión considerable para reconstruir dichas infraestructuras. Según un informe de 2009 del Banco Mundial, «el mal estado de las infraestructuras del África subsahariana ―la electricidad, el agua, las carreteras y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)― hace que el crecimiento económico nacional disminuya en un 2 % al año y reduce la productividad en un 40 %». Para acabar con el déficit de infraestructura, sería necesario invertir 93 mil millones de dólares al año. Según el Banco Africano de Desarrollo (BAfD), África tiene que invertir 360 mil millones de dólares en infraestructuras para el 2040.

África, sin embargo, no tenía los fondos necesarios, pero sí disponía de los recursos naturales que China necesitaba para alimentar a su máquina de la economía, galopando a un vertiginoso ritmo del 9 % en 2006. Por eso, China fue a África, entre otros lugares, en busca de recursos, y buscó el apoyo de los líderes africanos mediante tópicos diplomáticos sobre «igualdad de condiciones» y grandes promesas de ayuda externa sin condiciones. Este país declaró el 2006 como el «Año de África» y convocó un Congreso de África en Pekín en noviembre. Eso contentó a los líderes africanos, molestos por la insistencia de Occidente en las condiciones para su ayuda. Al actuar con la idea errónea de que «el enemigo de mi enemigo es mi amigo», 48 jefes de Estado africanos ―principalmente del África subsahariana― se lanzaron ansioso a la conferencia, dejaron a un lado la prudencia y empezaron a firmar una avalancha de acuerdos o intercambios de «infraestructuras por recursos». Se vendieron como acuerdos que beneficiarían a ambas partes. Como dijo Benjamin (2017),

«Alrededor de un millón de chinos se han mudado a África en una década en la que el comercio entre China y África ha aumentado de 10 a 115 mil millones de dólares. La inversión directa de China se ha disparado en más de 9 mil millones de dólares desde 2003, cuando contaba con menos de 500 millones, a pesar de que Estados Unidos sigue siendo el mayor inversor. Actualmente, China es el mayor socio comercial del continente (incluyendo el norte de África). El comercio entre China y África alcanzó los 222 mil millones de dólares en 2014, lo que hizo que este país se convirtiera en el mayor socio comercial de la zona por sexto año consecutivo.»

Entre los proyectos chinos está la mina de uranio Husab de Namibia, una base militar china en Yibuti, una línea ferroviaria de alta velocidad de 8 mil millones de dólares que atraviesa Nigeria y una línea ferroviaria multinacional a lo largo de 750 kilómetros, con un coste de 4 mil millones de dólares, desde Yibuti hasta Adís Abeba (Etiopía) que ya se ha construido o está en proceso de construcción. [1] Las inversiones mineras chinas se han multiplicado por 25 en solo 10 años, de invertir en algunas minas a hacerlo en más de 120 en 2015. [2]

Sin embargo, en 2015 la economía china cayó en picado y se redujo la demanda de materias primas africanas. Para ayudar a calmar el desasosiego, el presidente chino Xi Jinping se comprometió en diciembre de 2015 a donar 60 mil millones de dólares al continente durante tres años en préstamos, créditos a la exportación y subvenciones.[3] Quizás fuera con buena intención, pero es poco probable que China siga siendo una importante fuente de financiación para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aun así, han aparecido, por desgracia, nuevas pruebas que cuestionan la credibilidad de la fuente de financiación china.

Las inversiones chinas en África no produjeron ese maravilloso resultado de beneficios para ambas partes que anticipaban los analistas. En muchos países, los acuerdos de infraestructuras por recursos eran de naturaleza dudosa. Bajo muchos de estos acuerdos, algunos intermediarios y sindicatos chinos sospechosos emprendieron estudios de viabilidad, calcularon el coste del proyecto de infraestructuras y buscaron financiación del Banco de Exportaciones e Importaciones de China. A cambio, exigieron que se enviara a China una cantidad de los recursos de los países africanos; es decir, básicamente, un trueque.

Con este plan, había muchos incentivos para aumentar el coste y hacer que el acuerdo fuese tan «colosal» como fuera posible. Cuanto mayor fuese el presupuesto, mayor sería el préstamo y, cuanto mayor fuera el préstamo, mayor sería la cantidad de recursos que se enviarían a China. Un presupuesto elevado beneficiaría, lógicamente, a la empresa china que llevara a cabo la construcción, lo que se traduciría en grandes ganancias. Además, cuanto más colosal fuera el préstamo, más testarudo sería el jefe de Estado africano, quien aguantó para sacar provecho político de él. Por ejemplo, en 2009, China ofreció al expresidente de Guinea, el capitán Moussa Dadis Camara, un acuerdo de infraestructuras por recursos por valor de 7 mil millones de dólares. El PNB de Guinea era de solo 4,5 mil millones de dólares. A lo largo de su historia, ninguna entidad ha ofrecido un préstamo tan alto a este país, mucho menos uno que superara su PNB. Ni siquiera el Banco Mundial se acercó.

Lo que obtuvo a cambio el país africano receptor fueron infraestructuras a un coste mucho mayor, que podrían entregarse o no, además de provecho político. Y, por si el gobierno africano lo dudaba, los chinos estaban dispuestos a construir un palacio presidencial o un estadio deportivo como «regalos de China».

Normalmente, un acuerdo como aquel habría sido comunicado por los auditores y la sociedad civil, pero en muchos casos fue básicamente un acuerdo a puerta cerrada, con discreción y firmado en su mayoría con regímenes autocráticos. Muchos de los acuerdos eran opacos sin ofertas abiertas ni competitivas: todas estaban a favor de China. Si se aprobaban, era una empresa china la que llevaba a cabo los proyectos de infraestructuras con sus propios materiales y trabajadores, lo que generaba escasas oportunidades de empleo para los residentes del lugar. Además, no había protección contra los sobrecostes. Tras un año o más, la empresa china podía subir el coste presupuesto y decir que se equivocó en la estimación inicial. Ese fue el caso del proyecto de la presa de Bui, en Ghana. El coste total de la construcción de la presa se estimó en un principio en 622 millones de dólares en 2009, pero una revisión del coste realizada en 2012 aumentó el importe en 168 millones. [4]

A continuación, se analizan tres casos de estudio:

Un acuerdo de 23 mil millones de dólares con Nigeria

Un caso típico fue el acuerdo de 23 mil millones que China firmó con Nigeria, un país productor de petróleo que no produce los suficientes productos de petróleo refinado para sus habitantes y debe importar el 85 % de ellos. China tuvo que construir tres refinerías con una capacidad conjunta de 750.000 barriles por día que sobrepasarían la demanda nacional, de 450.000. A cambio, China se quedaría con un sexto de los 36 mil millones de barriles de reservas de petróleo nigerianas.[5]

El precio de 8 mil millones de dólares para una refinería con capacidad para 250.000 barriles por día era excesivo en comparación con estos otros:

  • En octubre de 2002, el presidente Obasanjo colocó la primera piedra de la refinería Tonwei, en el estado de Bayelsa, para inaugurar el edificio. Dicha refinería costaría 1.500.000 dólares y tendría una capacidad inicial de 100.000 barriles por día, que podría ampliarse a 200.000. [6]
  • En Egipto, China construirá una refinería por un coste de 2 mil millones de dólares que sería la planta más grande del mundo árabe y de África. Su capacidad ascendería a 15 millones de toneladas, 105 millones de barriles de petróleo o 287.671 barriles por día. [7]

Está claro que el precio que cobra China por construir refinerías de petróleo varía extremadamente entre los diferentes países africanos. Fue incluso más excesivo lo que China exigía a cambio: un sexto de los 36 mil millones de barriles de reservas de petróleo nigerianas. Una simple multiplicación por el precio del petróleo a 107 dólares el barril en 2010 produjo 642 mil millones de dólares, que era lo que China exigía por un proyecto de infraestructuras de 23 mil millones de dólares.

En julio de 2012, Nigeria firmó un memorándum de entendimiento con la empresa Vulcan Petroleum Resources por un proyecto de construcción de seis refinerías que costaría 4,5 mil millones de dólares. Éstas tendrían una capacidad de 180.000 barriles por día. Vulcan, filial de la empresa de capital privado Vulcan Capital Corp, con sede en Nueva York, se puso como objetivo haber terminado dos de las refinerías en menos de un año. [8]

Un acuerdo de 3 mil millones de dólares con Ghana

En 2012, China ofreció a Ghana un préstamo de 3 mil millones de dólares en trueques. El préstamo debía utilizarse para rehabilitar partes de la deteriorada red de ferrocarriles de Ghana, construir infraestructuras que capturaran gases que, de otra forma, se quemarían en la producción de petróleo y reconstruir carreteras. A cambio del préstamo, China exigió el suministro diario de 13.000 barriles de petróleo crudo ghanés ―toda la parte perteneciente al Gobierno de Ghana en los yacimientos Jubilee― durante los próximos quince años y medio. El gobierno en el poder del partido NDC, que contaba con la mayoría parlamentaria, aceptó firmar el acuerdo.[9]

Unas cuantas operaciones en una calculadora barata revelarían que, tras el periodo de quince años y medio, se enviarían 74 millones de barriles de petróleo a China. El valor del precio del petróleo crudo a 107 dólares por barril en 2010 se convierte en 8,1 mil millones. Buen cambio para un préstamo de 3 mil millones de dólares.

Los 4 mil millones de dólares invertidos en el «Lunatic Express» de Kenia

El 16 de junio de 2017, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, anunció la construcción de una línea de ferrocarril de 480 kilómetros que conectaba Nairobi con el puerto marítimo de Mombasa. Su coste ascendió hasta los 4 mil millones de dólares, lo que la convirtió en la infraestructura más cara proyectada en Kenia desde su independencia hace 54 años y que equivale a un 20 % de su presupuesto nacional. El Banco de Exportaciones e Importaciones de China aportó cerca del 90 % de los fondos para el proyecto Nairobi-Mombasa. Dicho préstamo ha elevado la deuda de Kenia por encima del 50 % del PIB, y la importación de los suministros y materiales procedentes de China necesarios para la construcción del ferrocarril genera preocupación con respecto al ya creciente déficit entre ambos países. Los panfletos que anunciaban la inauguración del ferrocarril se repartían en Chino, [10] y algunos de los trabajadores vestían un uniforme con los colores de la bandera del país asiático: rojo y oro. Incluso la música del tren no era keniana. Y, por si fuera poco, la escultura de Mao Zedong en la estación de Mombasa era en realidad de Zheng He, un explorador chino que vivió durante el siglo XV y que navegó hasta África del Este. [11] También se pospuso la inauguración del Madaraka Express, otro proyecto de línea de ferrocarril, «porque el director general Atanas Maina declaró que los empleados de la Corporación China de Carreteras y Puentes, elementos clave en este proyecto, acababan de llegar al país y necesitaban tiempo para adaptarse». [12]

Acuerdos «agridulces»

En esos acuerdos agridulces (dulces para China, pero agrios para África) se incluían costes adicionales. Dado que los tratos se firmaban con la mayoría de los gobiernos autocráticos de África, no eran transparentes ni se controlaban. En muchas ocasiones, se firmaban en secreto, mediante sobornos y cohechos; es el caso de la construcción de un palacio presidencial para el déspota de Sudán, la donación de los azulejos azules que adornan el nuevo palacio de 7 millones de dólares de Robert Mugabe en Harare, un enorme palacio presidencial en Windhoek, y recintos deportivos en la República Democrática del Congo y Guinea.[13]

En julio de 2008, hubo una protesta contra el acuerdo petrolero entre China y Níger. Algunos grupos en defensa de los derechos civiles solicitaron una investigación parlamentaria del acuerdo de 5 mil millones de dólares y también un escrutinio del gasto del presupuesto. En junio, a la petrolera estatal de China se le concedieron derechos de exploración en Níger. «Un sindicato minero en Níger ha declarado que el acuerdo con China se llevó a cabo con gran secretismo y menospreciando la normativa».[14] En noviembre de 2011 y después de que el precio subiese de 600 millones a 900 millones de dólares, Níger prometió solicitar que la refinería de petróleo Soraz, que está construyendo la Corporación Nacional de Petróleo de China y que tiene una capacidad de 20.000 barriles al día, sea sometida a una auditoría. [15] Cabe señalar que la misma refinería con la misma capacidad construida en Chad por China costó solo 60 millones de dólares. [16]

En julio de 2009, los fiscales de Namibia comenzaron a investigar algunas pruebas de soborno y corrupción en los contratos de gobierno con China. Uno de ellos incluía un contrato para proveer a Namibia con escáneres en los controles de seguridad. La compañía que fabricaba estos escáneres, Nuctech (cuya sede se encuentra en Pekín), estuvo dirigida hasta 2008 por el hijo del presidente de China, Hu Jintao. [17] Se acusó a Nuctech de haber pagado 4.2 millones de dólares en sobornos a una compañía fantasma de Namibia. Mientras los fiscales investigaban una red de tráfico de influencias con China, se abrió otra investigación que involucraba un contrato chino para construir una importante línea de ferrocarril.

En julio de 2010, la radio estatal de Angola informó de que el hospital general de Luanda evacuó a 150 pacientes por miedo a que se derrumbase el edificio, construido por una empresa China 4 años atrás y que costó 8 millones de dólares. [18].

En Guinea, el sindicato chino Queensway estableció una empresa conjunta, African Development Corporation (ACD) [Corporación para el Desarrollo de África], y de la cual adquirió el 85 % de las acciones y dejó el 15 % restante al gobierno del país. Guinea posee las reservas más grandes de bauxita y de reservas sin explorar de mineral de hierro. La ACD consiguió los derechos exclusivos para la extracción de mineral en Guinea, incluido el derecho a negociar contratos de producción de petróleo en el Golfo de Guinea. A cambio, el sindicato prometió invertir 7 millones de dólares en la construcción de hogares, transporte y servicios públicos. El PIB de Guinea se sitúa alrededor de los 4.500 millones de dólares. El sindicato Queensway estaba tan satisfecho que le regaló un helicóptero al capitán Moussa Dadis Camara, dirigente militar de Guinea.

En Zimbabwe, el sindicato creó una compañía nueva llamada Sino-Zimbabwe Develompment [Desarrollo Chino-Zimbabwe], a la que se le concedió el derecho a extraer petróleo, gas, oro, platino y cromo. A cambio, la compañía prometió públicamente construir vías ferroviarias, aeropuertos y viviendas sociales. El gobierno del señor Mugabe estableció el coste total de estas promesas en 8 mil millones de dólares. Pero como apuntó The Economist (13 de agosto, 2011):

«El sindicato Queensway no consiguió hacer frente a muchas de sus obligaciones. Zimbabwe sigue esperando, al menos, una parte de la infraestructura que se le prometió. Los materiales enviados desde China a África son conocidos por su baja calidad. Ninguno de los 50 autobuses que se enviaron a Zimbabwe funcionó y se canceló el envío de otros 250. De los tres aviones de pasajeros MA60 que China envió a Mugabe, uno nunca consiguió despegar, otro tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en las cataratas Victoria (lo que causó heridos entre los pasajeros) y el tercero se incendió durante el despegue en Harare en noviembre 2008. Todos ellos se anclaron para ser retirados. Además, Guinea jamás recibió los 100 autobuses públicos que se prometió que llegarían 45 días después de que se firmase el acuerdo de 2009.»

La entrada de mercancía y mano de obra china dificultaría el logro de algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las fábricas textiles en Lesoto, Nigeria y Zambia se quejan de la mercancía barata de China, lo que destruye sus mercados y trabajos.  En Nigeria, el comercio de productos chinos ha destruido el sector industrial de Kano. En 1982, 500 fábricas producían en masa productos textiles en Kano, pero hoy en día se mantienen menos de 100, la mayoría sin alcanzar su capacidad máxima de producción. El mercado textil Kwari de Kano, el más grande de África Occidental, ahora comercia con ropa y tela procedente de China. Hace una década, el 80 % del material textil que se vendía en Kwari procedía de Nigeria. En 2012, solo era el 5 %.[19] Hoy en día se registra la mayor cantidad de mendigos y de otras señales visibles de pobreza en toda la historia de Kano. No es descabellado relacionar el colapso de la industria textil en el norte de Nigeria con el surgimiento del grupo terrorista Boko Haram.

Las fábricas textiles ya no ofrecen oportunidades de trabajo a los jóvenes de África, y el desempleo juvenil se ha convertido en una bomba de relojería. La juventud decepcionada y desilusionada por la falta de trabajo puso en marcha la Primavera Árabe en 2011. [20] Otros abandonaron sus países y se embarcaron en peligrosos viajes a través del desierto del Sáhara en busca de un mejor futuro en Europa. Miles se ahogaron en el Mediterráneo. Otros jóvenes en paro fueron víctimas de ideas radicales y reclutados por grupos terroristas.

Incapaces de competir con las importaciones chinas, las fábricas textiles de Lesoto cerraron en 2003 y 2004, dejando en el paro a 5.000 trabajadores. En Sudáfrica, el sindicato textil declaró que se han perdido unos 100.000 puestos de trabajo debido a los tejidos sintéticos chinos, que han desplazado a los estampados de algodón de los mercados callejeros en toda África. En 2007, los sindicatos amenazaron con boicotear a todo el que vendiera productos chinos. [21]

En Ghana «había más de 20 empresas textiles que empleaban a más de 20.000 personas en 1995. En 2012, la industria contaba con 4 fábricas en las que trabajaban menos de 3.000 ghaneses. La que ayer era una próspera industria se ha visto inundada por productos textiles chinos de baja calidad, lo que ha disparado la tasa de desempleo. La situación ha empeorado aún más con las empresas textiles que están en funcionamiento dando trabajo a una 2.961 personas». [22]

Los africanos no obtuvieron muchos beneficios de los acuerdos de «infraestructuras por recursos» con China ya que ofrecían escasas oportunidades de empleo. No solo destruyeron puestos de trabajo textiles, sino que China se llevó a sus propios trabajadores a África. Los chinos también invadieron sectores tradicionalmente exclusivos de la población local. En julio de 2011, los propietarios de la capital de Uganda (Kampala) cerraron sus negocios para protestar contra una moneda debilitada y el influjo de comerciantes chinos. [23] En agosto de 2011, Ghana empezó a arrestar a ciudadanos extranjeros, en su mayoría chinos, involucrados de forma ilegal en la extracción artesanal de oro.

«Veintisiete ciudadanos chinos involucrados en actividades ilegales de extracción de oro, conocido popularmente como “galamsey”, han sido arrestados por un equipo coordinado del ejército y la policía. Actuaban en el río Ankobra, en Kutukrom, cerca de Prestea, Sikane-Asem y Tumantu en la Región Occidental. La policía también incautó 3 rifles de bombeo, 41 cartuchos de perdigones, dos walkie-talkies, 19 pasaportes chinos, 4 teléfonos móviles, una caja fuerte metálica con las llaves y la maquinaria». [24]

Además, los tratos chinos enriquecieron a las corruptas élites dominantes. Angola, Nigeria, Sudán y Zimbabwe son ejemplos de cómo los acuerdos comerciales y petrolíferos con China no han beneficiado a los pobres. Los yacimientos de diamantes de Marange, en Zimbabwe, considerados como uno de los más grandes del mundo y con un valor estimado de 10 mil millones de dólares estadounidenses, se crearon con ayuda de la compañía china Anjin. Las élites dominantes y las fuerzas policiales y del ejército saquearon las ganancias de la venta de diamantes. Muy pocos de esos ingresos llegaron a las arcas gubernamentales. [25] «Los chinos se llevan la mejor parte, millones en efectivo de los yacimientos de diamantes de Marange mediante un acuerdo que les permite exprimir el 90 % de los ingresos que el trato genere, lo cual priva al país de más de 200 millones de dólares hasta la fecha». [26]

La ayuda y las inversiones chinas, que, supuestamente, no exigían ningún tipo de condiciones, están dañando gravemente a África. En primer lugar, China ha estado apoyando de forma horrible regímenes represivos en Etiopía, Guinea, Sudán y Zimbabwe. [27] En segundo lugar, su creciente compromiso con África impide que el continente avance hacia una responsabilidad democrática y un mejor gobierno. La ayuda de Occidente estaba vinculada al progreso hacia la reforma en varios ámbitos, entre los que se incluyen el pluralismo democrático, el Estado de derecho, los derechos humanos, la reducción de la corrupción y un mejor acceso a la educación. China nunca demandó estos compromisos tan ambiciosos. Recibió con los brazos abiertos cualquier régimen abusivo que echase por tierra las condiciones del Banco Mundial.

De hecho, en 2002, un equipo del FMI viajó a Angola para ayudar al país a organizar los asuntos financieros. Se quedó atónito ante la economía de ladrones de Angola y se sorprendió todavía más ante la indiferencia de los altos funcionarios. Aunque solo en 2001 el régimen contrató 3 millones de euros en préstamos, un alto funcionario dijo al equipo del FMI que Angola no había pedido ningún préstamo comercial en los últimos años. [28] En marzo de 2002, el FMI declaró que, a pesar de haber colaborado durante años, las finanzas públicas permanecieron totalmente opacas, que los funcionarios habían eludido todas las demandas de reforma y por eso «sería muy difícil para Angola crear una estrategia apropiada para la reducción de la pobreza». Se programó una «conferencia de donantes» para julio de ese año. Pero después del informe del FMI, Estados Unidos y Reino Unido se retiraron, y a Angola, todavía profundamente endeudada ─a pesar de los miles de millones procedentes de los ingresos del petróleo─, solo le quedó contemplar con amargura sus opciones. Afortunadamente, un nuevo benefactor se acababa de materializar. China acudió al rescate con un acuerdo de 2 mil millones de dólares a cambio de petróleo.

Hubo otros países africanos que dijeron literalmente a los donantes occidentales y a las instituciones financieras multilaterales que se perdiesen en el Océano Atlántico. Lo más inquietante: Occidente cedió. Alarmados por los progresos que China estaba logrando en África, la Unión Europea convocó apresuradamente la cumbre UE-África en abril de 2014. Congregó a más de 60 dirigentes de la UE y de África y un total de 90 delegaciones para debatir sobre el futuro de las relaciones UE-África y reforzar los vínculos entre los dos continentes. Como no podía ser menos, Estados Unidos organizó su propia cumbre EE.UU.-África en agosto de 2014, con los jefes de Estado y los altos funcionarios del Gobierno de 50 países africanos. En ninguno de los dos programas se mencionó siquiera la reforma, lo que autorizaba claramente a los dictadores para hacer lo que quisieran. Sin embargo, ha habido algunas reacciones negativas. Es poco probable que el continente que tanto sufrió por la explotación y la opresión de Occidente vaya a someterse a cualquier otro tipo de explotación.

Aumenta el odio hacia China

No se debe culpar a China por los acuerdos que acabaron mal. Sabe lo que quiere en África y no se preocupa por lo que cueste conseguirlo. Sobornará si tiene que hacerlo. Construyó una nueva y ostentosa sede central de 200 millones de dólares en Adís Abeba para la Unión Africana. [29] China no juzga a África. Es el tipo de postura que, a los dictadores africanos, cansados de los sermones occidentales, les gusta.

China sabe regatear y no se le debería culpar por ello. [30] El problema han sido los líderes africanos, quienes se niegan rotundamente a aprender de su propia historia, en la que se enseña que toda entidad extranjera que va a África lo hace para perseguir su propio interés. Los estadounidenses van a África para perseguir los intereses estadounidenses; los franceses, para perseguir los intereses franceses; los árabes, los intereses árabes y así sucesivamente. Sin duda, los chinos no están en África porque adoren a la población negra. Esta es una perspectiva que los líderes africanos deben entender.

Está claro que los líderes africanos rara vez buscaron los intereses de África, sino los suyos propios, lo cual está generando descontento en muchos países. El entusiasmo inicial con el que África recibió a China se ha perdido. «Hay una creciente oposición hacia las incursiones cada vez más intensas de China en el continente africano», según dijo News Africa (marzo 2007). El expresidente de Sudáfrica Thabo Mbeki avisó de que permitir a China importar materias primas podría llevar a «una nueva forma de aventura neocolonialista», con el intercambio de materias primas africanas por importaciones manufacturadas de mala calidad, y una atención mínima al desarrollo de un continente empobrecido. [31] Rene N’Guetta Kouassi, el director del departamento de Asuntos Económicos de la Unión Africana advirtió lo siguiente: «Hay que evitar que África salga de un neocolonialismo para caer en el neocolonialismo chino». [32] Algunos comentaristas africanos son menos comprensivos y denuncian lo que ellos ven como «mercantilismo de palillos chinos», aludiendo a la habilidad de manejar los palillos con la que China coge, a su gusto, platino de Zimbabwe, cobre de Zambia y petróleo de Angola, Nigeria y Sudán.

La negativa ante las inversiones chinas ha sido especialmente fuerte en Zambia debido a los accidentes laborales, las malas condiciones de trabajo y los pagos por debajo del salario mínimo en minas de cobre chinas. Más de 50 trabajadores zambianos murieron por la explosión de una mina en 2005, y a otros muchos los despidieron guardias de seguridad chinos en 2006. En el periodo previo a las elecciones generales de septiembre de 2006, el líder de la oposición Michael Sata incluyó en su campaña electoral el tema de las inversiones de China en el país. Según Sata, las compañías chinas contratan, en proporción, a pocos zambianos. «Nuestros chinos no traen ningún equipamiento ni generan un número significativo de puestos de trabajo. De hecho, por cada zambiano en una compañía china, hay unos 15 chinos». Sata llamó a los chinos usureros, no inversores, en un país en el que el desempleo ronda el 50 % y más del 73 % de la población vive sumida en la pobreza. «Las inversiones chinas no han mejorado la vida de la población zambiana», declaró. [33] En una descarada muestra de arrogancia, el embajador chino Li Baodong advirtió a los zambianos de que China podría romper las relaciones diplomáticas con Zambia si Sata salía elegido como presidente y reconocía a Taiwán. El embajador también amenazó con detener la inversión china. Sin embargo, los zambianos no se inmutaron; eligieron a Michael Sata en septiembre de 2001, pero murió en octubre de 2014.

Los militantes de la inestable región petrolífera de Nigeria detonaron un coche bomba en mayo de 2016 y alertaron de que los inversores y los funcionarios de China serían «tratados como ladrones» y el blanco de futuros ataques. Un portavoz del Movimiento por la Emancipación del Delta del Níger (MEND, por sus siglas en inglés) dijo en un correo electrónico que envió a las nuevas organizaciones que el ataque del coche bomba fue «la última advertencia» antes de que los militantes se centraran en los trabajadores del sector petrolífero, las instalaciones de almacenamiento, los puentes, las oficinas y otros «objetivos fáciles de la industria del petróleo». [34] En Etiopía, el Frente para la Liberación Nacional de Ogadén (ONLF, por sus siglas en inglés) ha advertido a las compañías chinas de exploración de energía acerca de trabajar en la región de Ogadén. En abril de 2007, unos hombres armados asesinaron a nueve trabajadores chinos en un yacimiento petrolífero al este de Etiopía. [35]

Hemos tratado en detalle la relación entre África y China porque este giro en los acontecimientos es lamentable y debe ser condenado en cualquier circunstancia. El comercio con China o con cualquier otro país extranjero debería beneficiar a ambas partes. Pero es probable que estos ataques contra los chinos continúen mientras los acuerdos comerciales no beneficien a la población en algunos países africanos. También es difícil decidir si un aumento en el comercio con China o en las inversiones de este país ayudaría a los africanos más pobres.

George B. N. Ayittey

* GEORGE B N AYITTEY es nativo de Ghana. Se doctoró en la Universidad de Manitoba, Winnipeg, Canadá, en 1981. En 1990 pasó a ser un distinguido Economista residente en la American University, Washington D. C., hasta que se jubiló en 2010. El Dr. Ayittey ha escrito varios libros sobre África, entre los que se incluyen Indigenous African Institutions, Africa Betrayed, Africa in Chaos, Africa Uncahined, Defeating Dictators o Applied Economics for Africa. Actualmente es el presidente de Free Africa Foundation, con sede en Washington D. C, que sirve como catalizador para mejorar. Este artículo se publicó previamente en Al Mariam’s Commentaries.

Referencias:

Banco Africano de Desarrollo (2015). Assessing Progress in Africa Toward the MDGs. https://www.afdb.org/fileadmin/uploads/afdb/Documents/Publications/MDG_Report_2015.pdf

Benjamin Matthew, 2017, «Sub-Saharan Africa: Will it regain its economic footing?» Sage Business Researcher, 7 de junio, 2017.
—————————–

[1] The New York Times, 13 de mayo, 2017, http://tinyurl.com/la2a8nl.

[2] The New York Times Magazine, 2 de mayo, 2017, http://tinyurl.com/msm8eyx.

[3] The Wall Street Journal, 4 de diciembre, 2015, http://tinyurl.com/my4g8ko.

[4] «China is building a third of Africa’s new power capacity» Climate Home, 7 de abril, 2016 www.hydroworld.com/articles/2008/09/china-signs-financing-for-ghanas-400-mw-bui.html

[5] Financial Times, 15 de mayo, 2010: http://on.ft.com/wkh4vn).

[6] Vanguard, 21 de octubre, 2002. http://allafrica.com/stories/200210230287.html

[7] Reuters, 2 de mayo, 2010. http://af.reuters.com/article/newsOne/idAFJOE64105S20100502

[8] Tim Cocks and Camillus Eboh, «Nigeria signs $4.5 bln refineries deal with Vulcan Petroleum», Reuters, 3 de julio, 2012 http://www.reuters.com/article/ozatp-nigeria-refineries-idAFJOE86200820120703

[9] Daily Guide, 29 de febrero, 2012: http://bit.ly/xfmQdP.

[10] Kimiko de Freytas-Tamura, «Kenyans Fear Chinese-Backed Railway Is Another ‘Lunatic Express», The New York Times, 8 de junio, 2017. https://mobile.nytimes.com/2017/06/08/world/africa/kenyans-fear-chinese-backed-railway-is-another-lunatic-express.html?mwrsm=facebook&referer=http%3a%2f%2fm.facebook.com

[11] Ibid.

[12] «Launch of Madaraka Express inter-county train postponed» Daily Nation, 30 de junio, 2017 http://www.nation.co.ke/news/Madaraka-Express-inter-county-train-launch-postponed/1056-3994696-ruedmqz/index.html

[13] RW Johnson, «China Empire-Builder Sweep Up Africa’s Riches», The Sunday Times,16 de julio, 2006 https://www.thetimes.co.uk/article/chinas-empire-builders-sweep-up-african-riches-lgr0ngvlmms

[14] «Outcry Over China-Niger Oil Deal», BBC, 30 de julio, 2008 http://news.bbc.co.uk/2/hi/africa/7534315.stm.

[15] Reuters, 24 de noviembre, 2011.

[16] AFP, 20 de enero, 2012.

[17] Sharon LaFraniere and John Grobler, «China Spreads Aid in Africa, With a Catch», The New York Times, 21 de septiebre, 2009

Fuente: Pambazuka News, Chinese investments in Africa: Chopsticks mercantilism, publicado el 5 de octubre de 2017.

Traducido para Umoya por Esther Aceituno Ugarte, Gabriela Hernando Barrios y Ana Olarte de Santiago.

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