Ruanda. Los países occidentales deben llamar al órden al “Monstruo de las colinas” . Carta de un amigo de Quebec

La siguiente carta fue enviada a la “Red de apoyo a los prisioneros políticos ruandeses” (RAPPR) por un canadiense exasperado ante las injusticias cometidas por su país contra algunos ciudadanos ruandeses. Esta se ajusta bien a la situación actual, ya que vemos como el “monstruo de las colinas” ha enseñado sus garras y encarcelado sin miramientos a sus opositores políticos.

Queridos amigos:
El pasado 9 de septiembre, en Montreal, tres generosos abogados nos propusieron crear un recurso colectivo que, sinceramente espero, contará con el apoyo de un gran número de ruandeses presentes en Canadá. Si os escribo, es para deciros que de verdad estaré con ellos aunque mi patria sea la de Félix Leclerc y Gilles Vigneault, y no haya pisado nunca Ruanda o no haya sido capaz de situar este país en un mapa de África hasta hace unos años.

Lucho con los ruandeses porque su causa es justa y porque esta forma parte de la batalla de los pueblos contra la mentira, la injusticia y la tiranía. Lucho porque me parece absolutamente intolerable que inocentes padres de familia, que ayer todavía vivían tranquilamente entre nosotros con sus mujeres y sus hijos, sean deshumanizados, condenados al ostracismo, encarcelados, torturados y asesinados lentamente por una banda de psicópatas disfrazados de demócratas en Canadá y Ruanda.

Lucho ante el cruel destino reservado a cientos de miles de ruandeses, en especial hutus, a quienes se les acusa colectivamente de los crímenes cometidos por sus torturadores. Lucho por la memoria de los padres Simard y Pinard asesinados a manos del FPR sin que Ottawa levantase ni un solo dedo. Lucho porque las famosas palabras del pastor Martin Niemöller, perseguido por los nazis, sean más importantes que nunca para la humanidad. Durante la reunión del día 9 uno de nuestros amigos hizo alusión a las mismas:

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío.
Cuando vinieron a llevarse a los católicos, no proteste, porque yo no era católico.
Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.

Os recuerdo estas líneas porque la solidaridad, lejos de ser un lujo, es una necesidad fundamental. Si no somos capaces de ser solidarios, muchos acabarán devorados por la manada de lobos voraces. Los que miraron para otro lado terminarán muriendo también, en la vergüenza y el deshonor. Nadie es eterno, no lo olvidemos. Los ruandeses deben tejer lazos de solidaridad entre ellos aquí, en Quebec y en Canadá. Los pueblos del mundo tienen que luchar por una solidaridad universal que permitirá que a lo mejor un día la humanidad encuentre la paz y la armonía.

Desde que en 1990 Ruanda cayó en el horror, muchos otros países han probado la medicina de una oligarquía con sede en Wall Street. Desgraciadamente estos países están cada vez más aislados no solo por las presiones financieras y militares que ejerce el Imperio sobre la comunidad internacional, sino que también por las masivas campañas de propaganda que buscan engañar a los contribuyentes de los países ricos para que acepten lo inaceptable. Los señores de los crímenes de masa se han convertido en maestros en el arte de organizar los escenarios para engañar al público, mientras sus hombres armados hacen el trabajo sucio lejos de las miradas. De este modo, la opinión pública manipulada se confunde de villanos y los pueblos agredidos, unos tras otros, se ven obligados a enfrentarse a los distintos tiranos dispersados.

¿Durante cuánto tiempo nos vamos a dejar hipnotizar de esta forma? ¿Cuántas veces vamos a escuchar a los ruandeses suplicar por favor a las cancillerías occidentales que llamen al orden al monstruo de las colinas? La raíz del problema no está en Kigali, sino en Washington, Ottawa, Londres, Bruselas; allí donde, para maximizar los dividendos de los millonarios, se decide el destino de los regímenes africanos y se condena, sin escrúpulos, a la muerte a millones de personas como si no tuvieran nada que ver. Algunos moralizadores del parlamento parecen sentir pena ante los informes de las ONG compradas, mientras financian y arman a terroristas. Si verdaderamente quisieran, habrían encarcelado o retirado del poder a Kagame desde hace tiempo imputándole una montaña de crímenes.

No hay que tratar con los ruines dirigentes, sino con nuestros iguales. Démosles la mano para defender no solo a una persona o a un pueblo, sino a todos los condenados de la tierra que están rendidos antes un mismo sistema basado en la mentira, la avaricia y la barbarie.

Solo hay dos argumentos que pueden hacer que los autoproclamados dueños del mundo se dobleguen y no se trata ni de la democracia ni de los derechos que tenemos como personas; son, en realidad, el dinero y las bombas atómicas. Kim Jong-un lo ha comprendido muy bien y, por ello, no correrá la misma suerte que Habyarimana, Milosevic, Huseín, Gadafi o Gbagbo. Nosotros también debemos entender esto y usar con los verdugos el idioma del dinero, pues es el único que entienden.

Omar Khadr recibió 10,5 millones de dólares y podrían salir muy caras las facturas a pagar a los centenares de canadienses de origen ruandeses afectados por las injustas decisiones de las autoridades federales; estas suponen una violación de sus derechos más fundamentales o de los de sus personas más cercanas. En el peor de los casos, ante una eventual derrota frente a los tribunales, un recurso colectivo nos permitiría cuestionar públicamente ciertas pseudoverdades y llamar la atención de los quebequenses y de los canadienses ante un sufrimiento del que no se hacen la más mínima idea. Hace falta intentarlo. Es necesario unir fuerzas y superar los miedos.

Podéis contar conmigo y espero poder contar con vosotros.

Vuestro amigo quebequés de corazón.
15 de septiembre de 2017.

publicado por Gaspard Musabyimana

Fuente: Blog de Gaspard Musabyimana. Rwanda. Les pays occidentaux doivent rappeler à l’ordre « leur monstre des collines ». Lettre d’un ami québecois. Publicado el 15 de septiembre de 2017.

Traducido para Umoya por Edurne Gil.

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