Cómo África podría utilizar sus planes nucleares para impulsar el desarme y promover la paz mundial

Con el ataque unilateral de Estados Unidos contra Siria, un aliado ruso, hay un miedo razonable a que se pueda acelerar el deterioro de las relaciones entre Washington y Moscú. Los africanos no deben imaginar que estos sucesos están demasiado alejados como para afectarles. Estados Unidos y Rusia son potencias nucleares, y la guerra entre ellos pone en peligro al mundo entero. Los africanos deberían explorar formas creativas de poner la cuestión del desarme nuclear firmemente de nuevo en la agenda global.

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Tras reflexionar sobre los acontecimientos recientes, durante los cuales Estados Unidos lanzó misiles de crucero contra objetivos militares del gobierno en Siria, el mundo ahora parece ser un lugar mucho más peligroso. Por desgracia, y a juzgar por las advertencias de que el gobierno de Estados Unidos ha promulgado que se reserva el derecho de iniciar nuevos ataques contra objetivos sirios y el anuncio del gobierno ruso de que planea aumentar sus defensas antiaéreas alrededor de instalaciones militares en Siria, Estados Unidos y Rusia (las principales potencias nucleares) parecen haber superado las expectativas en las consecuencias inmediatas de estos ataques. Para apreciar la volatilidad de esta situación, se debe tener en cuenta que cualquier enfrentamiento entre estos estados, deliberado o accidental, tiene el potencial de provocar un intercambio nuclear entre ellos y que incluso un intercambio nuclear limitado entre estas potencias podría significar la aniquilación mundial.

El nivel de tensión entre estas potencias y, por lo tanto, el potencial para el conflicto entre ellas, probablemente se intensifique si admitimos la posibilidad de que la acción del gobierno de Estados Unidos estuvo más motivada por objetivos más amplios de su política exterior, que por la necesidad de castigar al gobierno sirio por el uso de armas químicas, la razón ostensible de los ataques. Concretamente, los ataques estaban motivados por la necesidad de enviar un fuerte mensaje a los principales rivales de Estados Unidos para la hegemonía geopolítica global: Rusia y China. Para ver cómo este podría haber sido el caso, tengamos en cuenta que, desde su toma de posesión, el presidente Trump ha sido perseguido por las acusaciones de que los rusos lograron su victoria electoral y que se le ha acusado de querer intimar con el presidente Putin. Al enfrentarse al presidente Bashar al Assad, aliado ruso y beneficiario de la ayuda militar rusa, envía un mensaje claro a los opositores políticos internos: que no será nada indulgente en sus tratos con Rusia y que está preparado para tomar decisiones difíciles, incluso peligrosas, independientemente de Rusia o del daño que puedan infligir a los intereses rusos.

En cuanto a las relaciones con China, la oportunidad de demostrar la disposición de los estadounidenses a utilizar la fuerza militar no podría haber sido más apropiada para el presidente Trump, debido a que iba a reunirse con el presidente chino Xi Jinping en aquel momento. Los estrategas de la Casa Blanca pudieron haber calculado que atacar a los objetivos sirios en presencia del ejército ruso enviaría el claro mensaje a China de que los estadounidenses están preparados para actuar independientemente de los peligros potenciales.

Además de confirmar la imagen del presidente Tump como un hombre de negocios despiadado y un operador político atrevido, la audacia de este ataque unilateral podría servir para advertir a los chinos que necesitan hacer más para controlar a los norcoreanos, a menos que los estadounidenses decidan responder militarmente a las constantes provocaciones norcoreanas y atacar a su vecino solitario. Este mensaje no se habría perdido en el presidente Xi y en los miembros de su delegación tan pronto como lo hizo después de que el presidente Trump acusara a los chinos de «no hacer lo suficiente para contener a Corea del Norte» y el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, declarara que «todas las opciones están sobre la mesa» cuando se trata de lidiar con Corea del Norte.

Aunque ver estos desarrollos en una perspectiva internacional más amplia puede elevar los niveles de ansiedad global, es probable que algunos africanos se muestren indiferentes ante ellos, situados lejos del actual teatro de operaciones como estamos, siendo ciudadanos de países cuyos gobiernos parecen gozar de limitada influencia diplomática cuando se trata de estos asuntos en la escena global. Otros podrían desesperarse al pensar que es inútil alarmarse con estos acontecimientos ya que, más allá de pedir a las potencias nucleares que cumplan con sus obligaciones de reducir sus arsenales de armas nucleares, los africanos no pueden hacer nada para influir en los acontecimientos mundiales en este ámbito. Sin embargo, dado lo que está en juego, pocos estaremos satisfechos con ser relegados al papel de meros espectadores de este drama que se desarrolla, donde el destino de la humanidad está decidido por los líderes de unos pocos países.

Para evitar el sentimiento de desempoderamiento y el desánimo, puede que los africanos deban explorar maneras creativas de poner el asunto del desarme nuclear en el punto de mira internacional y, además, buscar formas de facilitar activamente la reducción de la cantidad de armas nucleares presentes en el mundo.

Uno de los pasos más creativos que podrían dar los africanos para avanzar en la causa del desarme nuclear y evitar el riesgo de una confrontación nuclear es presionar a aquellos estados africanos que esconden sus ambiciones nucleares para que aprovechen el ingente presupuesto, el cual destinarían a dichos programas, para promocionar una escenario global más pacífico. Estos gobiernos africanos podrían potenciar su influencia decidiendo el descarte completo de sus planes nucleares, además de renunciar al desarrollo de la energía nuclear. De tal forma, estos gobiernos enviarían un mensaje claro a los poderes nucleares de que no quieren tomar parte en la industria y los procesos que se usan para crear las armas que amenazan ahora la propia existencia de la humanidad.

Para que este mensaje resulte lo más efectivo posible, resulta crucial el cese de la minería y la extracción de uranio, la materia prima con la que se fabrican estas armas. Aunque haya miembros de las comunidades mineras en las cuales todavía se encuentran estas minas (comunidades que siguen estando entre las más pobres de sus respectivos países, las cuales reciben un mínimo beneficio de la riqueza mineral de dichos territorios) que aprueben esta iniciativa, es posible que se presente una gran oposición a estas medidas a nivel nacional ya que supondrían el rechazo de los beneficios que se obtienen de la extracción y venta del uranio. Un buen punto de partida para comenzar a buscar un apoyo más amplio sería cuadrar el coste verdadero de la extracción de uranio en África; la contabilización de los costes económicos y financieros del daño medioambiental causado por la rehabilitación de las minas, y el reparto justo de la responsabilidad del pago de los costes entre los países africanos y los consumidores de estas materias primas en el mundo desarrollado.

De manera alternativa, si los países deciden proseguir con sus programas de construcción nuclear, los gobiernos podrían especificar que solo están preparados para embarcarse en estas iniciativas si los reactores de los proveedores estuvieran diseñados para utilizar uranio enriquecido obtenido de armas nucleares desmanteladas, que hayan sido abandonadas por los países armados nuclearmente. Dado que las empresas que tienen un papel preponderante en la industria nuclear son subsidiarias en posesión completa (o ampliamente subsidiarias) de los gobiernos de los estados propietarios de armas nucleares, la adjudicación de contratos podría estar supeditada a asegurar las garantías de desmantelamiento (y, de manera crucial, al no-reemplazo de las armas nucleares desmanteladas) y al acceso al uranio enriquecido. Si los países que disponen sus armas para el desmantelamiento no reemplazan sus cabezas nucleares una vez que estas son desmanteladas, esta política podría llegar a conseguir reducir el número absoluto de armas nucleares en el mundo.

Ciertamente, podría resultar difícil persuadir a los países africanos para que se unan a este esquema ya que, tanto ellos como los estados no-nucleares, puede que estén hartos de las garantías de los países que han incumplido constantemente sus promesas a la hora de reducir sus arsenales nucleares, las cuales se comprometieron a cumplir en los numerosos tratados de los que forman parte. Además, convencer a los poderes nucleares de abandonar uranio de calidad para las armas y para entregarlo a unos estados considerados más inestables, algunos de los cuales están en medio de insurgencias sangrientas, puede parecer un obstáculo insuperable debido a los miedos cuya raíz es el riesgo incrementado de la proliferación de materiales nucleares que este sistema supone. Por otro lado, esta tarea podría no resultar más fácil ni más difícil que pedir a estos países que accedan a construir instalaciones nucleares en países africanos.

Los africanos poseen algo de poder de actuación para acercarse a la meta de la paz mundial y ayudar al mundo a comprender que es finalmente libre de la amenaza de las armas nucleares, independientemente de las decisiones que puedan tomar individualmente algunos países africanos en este aspecto. Se insta a los numerosos países africanos que albergan ambiciones nucleares y cuyos ciudadanos se encuentran descontentos con el statu quo, en términos en los cuales el destino del mundo está en manos de los líderes de unos cuantos países, a que ejerzan este poder haciendo de la paz mundial y el desarme nuclear una meta explícita en sus programas nucleares. Cualquier defecto en este aspecto supone la renuncia al deseo legítimo de los africanos de tener una voz significativa a la hora de determinar el destino común de la humanidad y a la hora aceptar el papel de África como observador en los asuntos mundiales.

Gerard Boyce

* El Doctor Gerard Boyce es profesor en la Escuela de Estudios de Población y Desarrollo de la Universidad de KwaZulu-Natal en Sudáfrica y escribe a título personal.

Fuente: Pambazuka News, How Africa could use its nuclear plans to push for disarmament and advance world peace, publicado el 13 de abril de 2017.

Traducido para Umoya por Alba López Fregeneda y Óscar Pérez Clemente.

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