RDC: La batalla diplomática ante el Consejo de Seguridad de la ONU

El pasado 21 de marzo de 2017 tuvo lugar en Nueva York una sesión especial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la situación de seguridad del Congo. Tres oradores intervinieron en la prestigiosa tribuna del Palacio de Cristal: Maman Sambo Sidikou, enviado especial de la ONU y jefe de la Misión de la Organización de las Naciones Unidas para la Estabilización en la República Democrática del Congo (MONUSCO); Mgr Marcel Utembi, presidente de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO) y mediador del Acuerdo de San Silvestre; y, por último, Léonard She Okitundu, ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Badibanga, primer ministro de la RDC.

Lo que nos ha llamado la atención como investigadores ha sido la confrontación entre los dos últimos oradores, ambos de origen congoleño. El presente estudio trata de esclarecer lo que no se ha dicho y que oculta la verdad en todo discurso diplomático.

Las flechas de Mgr Utembi contra She Okitundu y el Gobierno que representa

Antes de coger su avión a Nueva York el 19 de marzo de 2017, Mgr Marcel Utembi reunió a los actores políticos de la Mayoría Presidencial, así como a los de la Agrupación Congoleña para la Democracia, para comunicarles su versión sobre la causa del actual bloqueo del Acuerdo de San Silvestre. Mgr Utembi alzó la voz para denunciar el retraso en la aplicación del acuerdo del 31 de diciembre de 2016. Les pidió que dejen de lado sus “tejemanejes” políticos y que trabajen en el proceso de cogestión del país para preparar las elecciones presidenciales y legislativas. “Resulta curioso e inadmisible que los trabajos de ‘planificación particular’, es decir, el método de designación del comité de seguimiento, la composición del gobierno y el proceso de nombramiento del primer ministro, entre otros, lleven más tiempo que las negociaciones sobre el acuerdo propiamente dicho”, ha expresado el congoleño.

Ante la tribuna de las Naciones Unidas, se armó de valor para describir detalladamente la trágica situación que atraviesa la República Democrática del Congo y, al mismo tiempo, centró la atención del Consejo de Seguridad sobre dos puntos muy importantes que constituyen el verdadero origen de la crisis congoleña.

En primer lugar, señaló que la RDC se encuentra actualmente en una situación única en la historia de las naciones. Todas las instituciones sobre las que debería basarse el funcionamiento de un Estado de derecho se encuentran al margen del mandato y fuera del marco constitucional. Dicho claramente, ni la presidencia de la República, ni el Senado, ni la Asamblea Nacional, ni las autoridades que rigen los organismos provinciales se ajustan a ningún tipo de legitimidad ni de legalidad.

En segundo lugar, indicó que el acuerdo del 31 de diciembre de 2016, concebido precisamente para remediar este vacío jurídico, es la única hoja de ruta que puede llevar a la RDC, a través de las aguas turbulentas de la transición, hacia unas elecciones democráticas y transparentes. Este acuerdo es precisamente el que intentan sabotear los políticos congoleños, tanto los de la Mayoría Presidencial como los de la oposición, a través de negociaciones “egoístas” y mercantilistas para ocupar puestos ministeriales o mantener el statu quo político actual del que todos salen beneficiados.

Acusó expresamente a la clase política, en especial a la Mayoría Presidencial y a la Agrupación Congoleña para la Democracia, de ser la razón fundamental de que se esté prolongando el estancamiento político actual. Condenó públicamente su falta de voluntad política para la aplicación del compromiso político que ponga en funcionamiento un Gobierno de transición encargado de conducir al país hacia unas elecciones presidenciales sin Joseph Kabila.

Las incoherencias de She Okitundu

De todas las incoherencias del tercer orador, conviene mencionar los tres errores gravísimos cometidos por un político que debería defender la diplomacia nacional.

Error n°1: Cuando el ministro de Asuntos Exteriores tomó la palabra y pronunció un discurso innecesariamente largo, todos los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tuvieron la clara impresión de que no trataba de defender el interés superior de la Nación congoleña, sino más bien de apoyar al clan Kabila. Sin rodeos, recalcó lo siguiente: “En cuanto al nombramiento del primer ministro, se ha pedido a la Agrupación que presente una lista con los nombres de al menos tres candidatos para dicho puesto, de los cuales el jefe de Estado tendrá que nombrar a uno, conforme al artículo 78 de la Constitución”.

¿Ignora este político todo lo que se ha dicho previamente sobre un jefe de Estado sin legitimidad constitucional desde el fin de su mandato el 19 de diciembre de 2016? ¿Finge desconocer Léornard She Okitundu que Joseph Kabila solo continúa en el poder como resultado del consenso del 31 de diciembre, alcanzado contra la voluntad del pueblo congoleño en la Constitución de 2004 y al que, además, nunca se le consultó para superar la fecha límite del 19 de diciembre de 2016? Una vez dicho esto, hay que detener esta situación de una vez por todas: Joseph Kabila ya no posee ninguna autoridad jurídica para exigir la lista de tres nombres a la Agrupación, mientras que esta posee ahora el poder de retirarle su confianza en todo momento y de dejarle a merced de la venganza popular.

Más adelante en su discurso, mientras fingía estar en la piel de alguien que busca el progreso de su país, She Okitundu, irónicamente, hizo un llamamiento para presionar a la oposición congoleña: “el gobierno pide a esta última, particularmente la Agrupación, que supere las desavenencias actuales con el fin de llegar a un acuerdo sobre un candidato que pueda reemplazar al difunto Étienne Tshisekedi”. Así lo declaró ante todo un pueblo martirizado, que es consciente de que los bloqueos actuales en el seno de la Agrupación no se deben únicamente al apetito insaciable de puestos ministeriales tanto de unos como de otros: estos desacuerdos en el seno de la oposición están preparados con antelación, en gran parte, por Joseph Kabila y su familia política, que han creado falsos opositores, a los que han introducido en la Agrupación con la clara intención de dividirla para tener más peso a la hora de tomar las decisiones internas y para imponerles su orden político.

Error n°2: She Okitundu fue incluso más allá y terminó vendiendo públicamente y a cualquier precio la soberanía del Estado congoleño: “En efecto, es inadmisible constatar que, a pesar de los medios de los que dispone la misión de paz de las Naciones Unidas, la más importante del mundo y que lleva presente en mi país desde hace alrededor de dos décadas, no sea capaz de poner fin a una situación de crisis que perdura desde hace años”.

Sin ningún reparo, el número uno de la diplomacia congoleña acusaba a los demás de no haber podido acabar con la violencia en su propio territorio, como si olvidara que la defensa del territorio nacional forma parte de las prerrogativas soberanas del Gobierno al que representaba él en la sede de las Naciones Unidas.

Error n°3: El ministro de Asuntos Exteriores no se detuvo aquí para dejar de ridiculizar a su país y a su pueblo. En lugar de eso, apoyó la renovación del mandato de esta misión de las Naciones Unidas, cuyo fracaso de dos décadas acababa de denunciar de manera desmesurada. También continuó recurriendo, ante todo, a las fuerzas de la ONU para que erradiquen a las fuerzas negativas que siembran el terror. Según sus declaraciones, estas son, principalmente, las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), la Armada de Resistencia del Señor (LRA) y las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR). Para erradicarlas, el ministro congoleño ha pedido, en nombre de su Gobierno, que se refuerce la eficacia operativa de las fuerzas de las Naciones Unidas y se mejore la colaboración y el intercambio de información con las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC).

She Okitundu ha presentado estas peticiones ante un Consejo de Seguridad suficientemente informado de la identidad de los verdaderos comanditarios de estas fuerzas negativas. Todas las cancillerías con base en Kinshasa conocen perfectamente la complicidad de estas milicias genocidas con los políticos congoleños que forman parte del Parlamento y del Gobierno. ¿Qué cancillería con sede en Kinsasa podría ignorar que la ADF es la policía personal de la autoridad (im)moral que rige el Ejecutivo congoleño y que enseguida bombardea las posiciones de las FARDC o dispara contra los helicópteros de oficiales congoleños en las zonas donde se esconden esas milicias?

La batalla diplomática sobre el futuro del Congo en realidad comenzó el día 21 de marzo

Este autor publicó el pasado 20 de marzo una reflexión titulada “¿Qué oculta el encuentro de Paul Kagame, el presidente de Ruanda, con el papa Francisco?” donde ya había advertido de nuevas maniobras políticas iniciadas por la diplomacia del Vaticano. Estas nuevas políticas se deben a que la Santa Sede se dio cuenta de que quien gobierna la RDC recibe sus órdenes de Kigali y que toda la clase política congoleña (tanto la Mayoría Presidencial como la oposición) es irresponsablemente corrupta y está dispuesta a vender su país y la vida de sus conciudadanos al enemigo por unos dólares o por un simple puesto ministerial.

El cambio en la diplomacia del Vaticano consiste, por tanto, en tratar directamente con los órganos que dan órdenes a Kabila y que constituyen los verdaderos artífices del caos político que desequilibra el Congo de Patrice Lumumba. Esta es la verdadera razón de la entrevista del papa Francisco con Kagame. Al mismo tiempo, el papa está moviendo sus cartas para aislar y asfixiar a Joseph Kabila de manera diplomática y, posteriormente, política. La llegada de obispos congoleños a la sede de la ONU y sus evidentes acusaciones contra la clase política controlada por Kabila siguen esta línea y nos hacen pasar a la segunda fase de la batalla de prelados contra el poder de Kabila.

Aunque la ONU sea un instrumento de imperialismo occidental y el objetivo principal del Consejo de Seguridad consista en renovar por enésima vez su mandato en RDC con vistas a apoyar intereses imperialistas y sanguinarios de los poderosos, el soberano pontífice sirve como pedestal para poder extender su red diplomática y, así, poder mostrar al mundo la identidad de las crueldades y las masacres que tienen lugar en RDC; las mismas que los poderosos pretenden ocultar.

Con la entrevista a Paul Kagame y el envío de sus hombres a la ONU, una institución internacional sobre la que el papa es consciente de sus vínculos con las fuerzas negativas y del proyecto de balcanización del Congo, el santo pontífice quiere informarles de que ahora conoce la verdad, al igual que la Iglesia católica y el mundo formado por gente de buena voluntad, sobre las causas humanas que perjudican y destruyen las vidas de millones de personas en la RDC. El papa sabe que en esta era de la comunicación no existe peor enemigo para los “dueños del mundo” que una información verdadera y pública. Sabe que los poderosos que tienen algo que ver en la tragedia congoleña temen una opinión pública con fundamento. El papa utiliza esta poderosa arma puesto que pretende llevar la victoria precisamente donde el ejército y la política no han podido.

Esta fase de explicación de la opinión nacional congoleña e internacional sobre los verdaderos desafíos y autores de la crisis en RDC podría facilitar la ejecución del plan B de la CENCO y crear anticipadamente las condiciones propicias para acelerar la caída de Joseph Kabila y de todo su sistema injusto y sanguinario.

En efecto, no es necesario insistir en que la RDC tiene a la cabeza una banda de criminales muy peligrosos que pretenden hablar en su nombre pero que han pactado con el diablo y con los enemigos de la República para condenar su futuro a un sometimiento perpetuo. No obstante, la CENCO no podrá conseguir nada sin la firme voluntad del pueblo congoleño y sin su implicación directa en el noble proyecto de acabar, de una vez por todas, con este orden injusto que le oprime y que le mata poco a poco.

Así, tres batallas han de conjugarse y completarse para conducir al pueblo congoleño a su total liberación: la militar, la política y la diplomática.

Las numerosas llamadas de Jean-Jacques Wondo para la creación de un pacto republicano Ejército – Nación siguen sin resultados tangibles para volver a dinamizar la batalla militar.

Las interminables e infértiles negociaciones de la clase política, cómplices tanto los unos como los otros en un juego sucio repleto de tejemanejes, deben abandonarse definitivamente, como aconsejaba recientemente el profesor Fweley Diangituka, para dar paso a nuevas formas de gestión de los asuntos públicos decididos por el pueblo para un mejor gobierno del futuro de la RDC.

La batalla diplomática iniciada por la CENCO, a partir de ahora, debe animar a todos los congoleños, donde quiera que estén en el mundo, a organizarse para denunciar la situación a través de diplomacias camufladas en lugar de injurias o marchas pacíficas, y a poner en relieve la ilegalidad de los dirigentes actuales y la urgencia de un nuevo orden político. En este momento se trata de una cuestión de vida o muerte para todo un pueblo. Quien tiene un pueblo advertido tiene un tesoro.

Por Germain Nzinga Makitu

Fuente: Blog del autor, LA BATAILLE DIPLOMATIQUE ENTRE Mgr M. UTEMBI ET She OKITUNDU DEVANT LE CONSEIL DE SÉCURITÉ DE L’ONU, publicado el 22 de marzo de 2017.

Traducido para UMOYA por Lorena Gómez Pérez (Universidad de Salamanca)

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