El viaje del presidente Paul Kagame a Davos: un agujero en el presupuesto ruandés

El presidente Paul Kagame asistió al Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) que celebró su 47ª edición el pasado 17 de enero. Es razonable plantearse la siguiente pregunta: ¿qué va a hacer? Teniendo en cuenta las características del evento, parece que éste no está diseñado para un presidente de un país como Ruanda, al que tanto le cuesta financiar su presupuesto. Para este 2017, deberá conseguir financiación para cubrir su déficit presupuestario, que es de 40%.

Davos: un pozo sin “fondos”

Davos, una ciudad de los Alpes suizos, es conocida por albergar cada año el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF). Este evento nació de la mano de Klaus M. Schwab, profesor de economía en la Universidad de Ginebra. En 1971, invitó a algunos directores de empresas europeas con el objetivo de desarrollar un nuevo sistema de gestión similar al estadounidense. Este foro consiguió tal alcance que, en 1974, incorporó a responsables políticos. La edición de 2017 reunió a casi 3.000 participantes, de los cuales 1.200 eran dueños de empresas y unos cincuenta eran jefes de Estado y de Gobierno procedentes de casi todos los países desarrollados. El presidente ruandés es uno de los pocos jefes de Estado de un país pobre que ha participado en la cumbre: las malas lenguas hablan, citando a Jean de la Fontaine, de la rana que quiso aparentar ser un buey.

De hecho, celebrar el WEF supone el desembolso de una gran cantidad de dinero: primero, la entrada de 19.000 dólares y una cuota anual a la fundación de 52.000 dólares. Luego, 137.000 dólares para acceder a las reuniones privadas. A todo esto, hay que sumarle 263.000 dólares para comprar la entrada de un acompañante. Para un máximo de cinco personas, hacen falta 527.000 dólares en cuotas y 95.000 en entradas. Todo ello sin hablar del coste de desplazamiento, como en aviones privados, o los gastos de alojamiento que pueden superar los 600 dólares por noche.

El precio de la opulencia

Paul Kagame y sus dos hijos en la Cumbre de Davos de 2016.

Los precios mencionados tienen su explicación si se tiene en cuenta que los participantes son, entre otros, Bill Gates (Microsoft), Lloyd Blankfein (Goldman Sachs) y Eric Schimdt (Google). Pero estos precios, trasladados al presupuesto de Ruanda, constituyen una gran cantidad de dinero. Además, al presidente Paul Kagame le acompaña este año una verdadera delegación (el año pasado, asistió con sus dos hijos y algunos ministros), lo que ha contribuido a que la factura haya aumentado. Sólo se puede lamentar este derroche que constituye una indignante irresponsabilidad. Se trata ni más ni menos que de gastos en meros lujos, ya que los resultados esperados no se han producido.

Davos: portavoz de la globalización

Los detractores de este foro no son escasos: la cumbre de Davos ha ido ganando con el paso de los años un impresionante poder, encarnación del imperialismo. ¿Quién se atreverá ahora a decir que Paul Kagame es nacionalista?

Además, la cumbre de Davos fomenta la globalización ultraliberal y actúa de forma que los dirigentes nacionales tengan cada vez una mayor relevancia en la toma de decisiones importantes para la economía de sus países. Esto va en detrimento del papel que desempeña la regulación de los Estados. Davos trabaja para asegurar la legitimidad de una nueva “gobernanza mundial” en la cual las empresas tiendan cada vez más a sustituir el papel de los Estados, en contra de todo principio ético y sin una implicación ciudadana. Cabe destacar que Paul Kagame está bien integrado en esta gobernanza mundial. ¿Es que no cuenta acaso con un gobierno paralelo compuesto por consejeros internacionales (board advisors) entre los que se encuentran el expresidente estadounidense Bill Clinton, el ex Primer Ministro británico Tony Blair y el riquísimo hombre de negocios Warren Buffett, que gestiona el control de la región a través de Ruanda?

El WEF no representa los intereses de la población mundial, sino sólo los de las empresas muy grandes, los de los bancos y los de los Estados más ricos. Este foro se atribuye el derecho de tomar las decisiones importantes en cuanto a las orientaciones económicas del mundo; es una reunión de la opulencia, de los que llevan la voz cantante en la globalización económica. Una vez más, Paul Kagame ha aprovechado la coyuntura: su holding, Crystal Ventures encaja bien en la filosofía del Foro Económico de Davos. ¿No se ha apropiado acaso de los recursos de la economía ruandesa (construcciones, ingeniería, agroalimentaria, obras públicas, materiales de construcción, electricidad, granito, café…) para facilitar a las multinacionales que se instalen en Ruanda, muchas veces en contra de los intereses de la población? Abundan los ejemplos: en abril de 2011, autorizó a la compañía farmaceutica Merck a administrar Gardasil [Vacuna contra el VPH o papiloma humano] a más de 100.000 niñas ruandesas con el pretexto de luchar contra el cáncer de cuello de útero, a pesar de que la eficacia de esta vacuna se ha cuestionado en algunos estudios. De hecho, estas niñas sirvieron de cobayas en las investigaciones llevadas a cabo por la compañía farmacéutica. Recientemente, Ruanda autorizó a la empresa estadounidense de robótica Zipline a que probara sus drones en este país bajo el pretexto de facilitar el transporte de sangre a los hospitales; sin embargo, la prioridad de los hospitales ruandeses no son los drones, sino las ambulancias, de las que la mayoría de los centros carecen. Mientras, se han repartido cientos de hectáreas entre los ricos hombres de negocios en numerosos rincones del país. Debido a que la tierra escasea de manera alarmante, este proceso ha supuesto la cruel expropiación de los terrenos de los campesinos.

El dinero se tira por la ventana en un país que lo necesita

Cuando Paul Kagame se encontraba de camino a Davos, se cortó la corriente eléctrica de la Universidad Nacional de Ruanda, concretamente en el campus de Butare, debido al impago de las facturas de los 12 últimos meses. Según algunos estudios llevados a cabo por expertos en la economía de Ruanda, este país se verá obligado a solicitar la ayuda de financiación externa para equilibrar el presupuesto de 2017, que presenta un déficit del 40%.  Y esto no es todo.

He aquí una recopilación: los artículos de prensa no hacen más que mostrar hospitales en los que las mujeres dan a luz con la iluminación de linternas ante la falta de corriente eléctrica; estudiantes que no pueden continuar sus estudios debido a la falta de becas; el hambre que, desde hace años, sacude el país y que ha dado lugar a emigraciones masivas de campesinos hacia Uganda; el agua que escasea en numerosas zonas del país entre ellas en la capital, Kigali, donde los menos pudientes se conforman con el agua ya usada de las acequias o con la de los charcos como ocurre en la región de Mutara; etc.

A las sumas de dinero gastadas en Davos se unen otras que hunden aún más el presupuesto del Estado, como el coste de los incesantes viajes del presidente Paul Kagame.  Ya estuvo en India entre el 9 y el 12 de enero para asistir de nuevo a un congreso económico;  del 13 al 14, en Bamako (Mali) para acudir a la Cumbre África-Francia; y, tras esto, partió a Davos.  Este ritmo de vida refleja ni más ni menos que el presidente se dedica a hacer aquellos viajes turísticos que le apetecen.  También fue así en 2016 cuando, por ejemplo, solo en el mes de octubre encadenó unos viajes con otros: Maputo (Mozambique) del 24 al 25/10/2016, del 27 al 28/10/2016 Brazzaville (Congo), 28/10/2016  Libreville (Gabón), etc.

A Ruanda todavía le quedan problemas que afrontar, pues Paul Kagame, que inicia un nuevo mandato de siete años este verano, ha modificado la Constitución de tal forma que el país va a permanecer bajo sus órdenes hasta 2034.

Por Jean-Charles Murego

Fuente, el Blog de Musabyimana, Le Voyage du président Kagame à Davos: un trou de trop dans le budget Rwandais, publicado el 20 de enero de 2017.

Traducido para Umoya por Laura de la Barrera Díaz y Edurne Gil Garayoa (Universidad de Salamanca).

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