Nigeria. Un nuevo informe sobre el genocidio de los igbo rompe el silencio orquestado

baifrReproducimos este artículo del autor nigeriano Herbert Ekwe-Ekwe, residente en Reino Unido, sobre la historia de sufrimiento de su pueblo, los Igbo, en el sureste de Nigeria. Solamente queremos añadir un par de consideraciones por parte de Umoya. En primer lugar, ciertamente los Igbos han sufrido matanzas y masacres que, investigadas adecuadamente, podrían calificarse de genocidio, no lo ponemos en duda y precisamente con esta difusión de su escrito, queremos sumarnos a sus denuncias, pero ni mucho menos son las mayores de África, lo cual no resta gravedad a su sufrimiento.

Recordemos que bajo la colonización del rey de Bélgica Leopoldo II, más de 10 millones de congoleños fueron asesinados en la República Democrática del Congo. En tan solo 15 años, entre 1885 a 1908, fueron inhumanamente asesinadas en el Congo más personas que en los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Y después, desde la llamada independencia en 1960, sus pueblos, principalmente los del este, sufren otro genocidio que no cesa, que se ha cobrado la vida de entre 6 y 8 millones de personas. En segundo lugar, los mencionados informes de Amnistía Internacional eluden la probada historia real de la llamada guerra civil o de secesión de Biafra en Nigeria, en la que dos grandes multinacionales petroleras (la estadounidense de los Rockefeller Exxon Mobil y la anglo-holandesa Royal Duch Shell) armaron e impulsaron un enfrentamiento militar en lucha por sus intereses de exploración y explotación petrolera en la rica región del Delta del Níger, como ha sido demostrado en múltiples investigaciones. Umoya tampoco comparte la técnica que Amnistía utiliza en estos y otros informes, cuando da desorbitadas cifras de muertos, a la vez que afirma de soslayo que le ha sido imposible verificar tales cifras. Creemos que en tal caso, no debieran ofrecer números que podrían dar al lector una imagen errónea de una realidad lejana y desconocida para la mayoría.

Nigeria y quienes respaldan a este país deben haber aprendido que ninguna fuerza puede detener la voluntad firme de un pueblo. Ningún pueblo africano ha sufrido un genocidio de tal envergadura y tan espantoso como los igbo, ni el incalculable empobrecimiento que estos han padecido. Sin embargo, los igbo han escrito un impresionante ensayo durante los últimos 50 años sobre supervivencia humana y resistencia, que les permitió superar las fuerzas más atroces e indescriptiblemente brutales de Nigeria.

“La negación es la última etapa de un genocidio, la que siempre lo sigue y la que perdura. Es uno de los indicadores más fiables de que se producirán más masacres genocidas. Los autores de los genocidios […] intentan encubrir las pruebas […]. Niegan haber cometido crimen alguno y a menudo culpan a las víctimas de lo sucedido. Bloquean a quienes investigan sus crímenes y siguen gobernando […] con impunidad […] a menos que sean capturados y se establezca un tribunal para procesarlos. La respuesta a la negación es el castigo impuesto por parte de un tribunal internacional o nacional […]”. Gregory Stanton, presidente de la ONG Genocide Watch; es también profesor de estudios y prevención de genocidios en la Universidad George Mason del estado de Virginia, EE.UU.

Una de las tragedias más crueles derivadas de la repercusión de 400 años de esclavitud, conquista, incomparables expropiaciones y ocupación paneuropeas en el Mundo Africano es el pedestal de “autoridad moral” que los sucesivos líderes occidentales o euroamericanos han creado y levantado. Desde él, aleccionan a los supuestos líderes africanos de estados que han “superado” su época colonial (europea) y de otros territorios sobre la manera en que deberían tratar a sus pueblos.

Los líderes occidentales menosprecian expresamente a estos “líderes” africanos, lo que es comprensible porque a la mayoría de ellos los ha creado e implantado el poder supremo existente de forma sistemática en el panorama africano. Por eso, Occidente no se cansa de aleccionar una y otra vez a la gran cantidad de títeres que controla en toda África: “Respetad los derechos humanos de vuestro pueblo”; ”Dejad de asesinar a vuestro pueblo…”; “¡Sois unos corruptos, unos enormes corruptos! Robáis el dinero de vuestro pueblo. ¡Parad ya! ¡Tenéis que ser trasparentes y rendir cuentas!”; “Estableced una declaración de derechos”; “Respetad el estado de derecho”; “Celebrad elecciones libres y justas”; “No os convirtáis en presidentes vitalicios porque en verdad no queremos que tratéis con nuestra próxima generación de líderes, la de nuestros hijos”, etc.

Un cúmulo

Aun así, ningún demócrata realmente centrado en su obligación debería dejarse confundir por esta pasmosa ironía que expresa Occidente. Los “líderes” africanos, a menudo en connivencia con algunos de los hipócritas occidentales que los difaman, han asesinado a 15 millones de africanos en todo el continente en los últimos 50 años, durante los terribles genocidios que se han sucedido, los cuales empezaron el 29 de mayo de 1996 con el genocidio de los igbo, y durante otras guerras que tuvieron lugar prácticamente en todas las regiones de África. Se le daría la bienvenida sin reparos hasta al mismísimo diablo si este se pusiera a aleccionar a los “líderes” africanos para que dejen de asesinar a su propio pueblo y, de paso, ayuden a evitar que ningún africano más sea anulado por sus corruptos jefes caciques. Las poblaciones africanas están asediadas por regímenes brutales, increíblemente abundantes en toda África, y por el cúmulo de genocidios de Nigeria y Sudán. Los pueblos de estos países y de cualquier otro necesitan apoyo continuo para que se respete su derecho a proteger sus vidas y a progresar en cualquier parte del mundo. Nada menos.

Pero, por supuesto, estos sentimientos liberadores, aparentemente a favor de la libertad africana, que expresan los líderes occidentales ya mencionados, no muestran nada que nos haga pensar que a estos últimos les importa realmente la humanidad africana, la cual tanto ellos como sus antepasados llevan casi 500 años destruyendo y deshumanizando. Dichos sentimientos tampoco parecen indicar que estos líderes en verdad deseen que llegue el día en el que traten con una África democrática, cuyos líderes sean responsables hacia sus pueblos, hacia la gente de sus respectivos países. Al contrario, si eso sucediera, Occidente cesaría de ejercer el férreo control que actualmente tiene sobre África. Ningún líder que reaccione ante esta situación desempeña jamás el papel de supervisor que estos regímenes africanos se comprometen a cumplir.

Resulta crucial que, hasta ahora, la misión particular de Occidente  de castigar a sus “líderes” africanos haya consistido en seguir cubriendo desesperadamente el rastro de los atroces crímenes que ha cometido en África en el pasado, borrándolo en la medida de lo posible para evitar afrontar cualquier tipo de castigo o de condena sistematizada eventual. Sin embargo, incluso mientras persigue este arriesgado objetivo, Occidente suele ser muy selectivo con los “líderes” en los que decide centrarse. Las decisiones que toma dependen en última instancia del interés o intereses nacionales individuales que tenga en ese momento, lo que le permite, por ejemplo, ignorar algunas “fechorías” cometidas por un líder cliente suyo al que Occidente considera “nuestro hijo de p***”, como vulgarmente diría el expresidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt.

Un vil operativo genocida

Hace poco, en mayo de 2016, en Londres, el mundo fue testigo de una muestra totalmente pública de un clásico de esta selectividad, cuando se intentó bromear con algunos “delitos menores” cometidos por uno de los “líderes” africanos en el que un líder occidental había decidido centrarse con motivo del banquete de estado celebrado para conmemorar el nonagésimo cumpleaños de la Reina Isabel II. El ex Primer Ministro británico David Cameron, junto al Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había colocado en marzo de 2015 a Muhamadu Buhari, un vil colaborador con el genocidio de los igbo, a la cabeza del nuevo régimen de Nigeria. Sin embargo, Cameron se dirigió a la Reina dramáticamente en compañía de otros invitados influyentes de la siguiente  manera: “[Su Majestad], van a venir a Gran Bretaña líderes de algunos países extraordinariamente corruptos… Nigeria y Afganistán, posiblemente los dos países más corruptos del mundo…”.

Es evidente que, durante todo este obvio espectáculo de títeres, Cameron no mencionó el atributo más grave que podemos encontrar en el desalentador espectro de la cartera de Buhari, que fue clave en la decisión conjunta de Cameron y Obama de dar el poder en Nigeria a este colaborador genocida (concretamente, para continuar el genocidio contra el pueblo igbo, el cual empezó hace 50 años). Buhari estaba contento con su “maestro” titiritero por su sabia elección entre la diversidad de currículos disponibles; el “chico” lo agradeció como corresponde, admitiendo, también públicamente mientras se dirigía a una recepción junto a la secretaria general de la Commonwealth, Patricia Scotland, que su “país es [verdaderamente] corrupto”.

Los británicos conocen a Buhari desde hace 50 años, cuando comenzó en mayo de 1966 el genocidio de los igbo, el primer genocidio de otros que se sucedieron en África tras su época colonial (europea), el cual inició Nigeria, estado cliente de Gran Bretaña, con un sólido apoyo militar, diplomático y político de este país. Harold Wilson, el primer ministro británico en aquel entonces, supervisó y coordinó personalmente la ejecución del genocidio desde su residencia en el número 10 de Downing Street en Londres. Durante la tercera fase del genocidio, que fue la invasión de Biafra, la cual tuvo lugar entre julio de 1967 y enero de 1970, Buhari fue el comandante de un cuerpo genocida en el norte y la zona centro-septentrional de Biafra; este llevó a cabo una absoluta matanza de hombres, mujeres y niños igbo. Durante los 44 meses que duraron la primera, segunda y tercera fase, que terminó en enero de 1970, 3,1 millones de igbos, el 25% de su población, fueron asesinados. Desde que Cameron y Obama le dieron el poder en marzo de 2015, Buhari ha retomado, como estaba previsto, su misión de masacrar a los igbo. Como era de esperar, tanto la administración de Cameron y la de su sucesora Theresa May como el gobierno de Obama respondieron permaneciendo ensordecedoramente callados ante esta catástrofe.

No se puede elogiar suficientemente a Amnistía Internacional por la valentía que ha mostrado al publicar dos importantes reportajes sobre este genocidio que se está produciendo, uno en junio de 2016 (consultado el 10 de junio de 2016) y el segundo hace muy poco, el 24 de noviembre de 2016 (consultado el 23 de noviembre de 2016). Estos reportajes, sobre todo el último, rompen el silencio orquestado que se inició en las más altas esferas de los gobiernos del Reino Unido y Estados Unidos para intentar proteger la implicación activa de estos estados en el crimen del genocidio contra el pueblo igbo, que es un crimen contra la humanidad.

Un avance

Nigeria y quienes respaldan a este país deben haber aprendido que ninguna fuerza puede detener la voluntad firme de un pueblo. Ningún pueblo africano ha sufrido un genocidio de tal envergadura y tan espantoso como los igbo, ni el incalculable empobrecimiento que estos han padecido durante un siglo. Sin embargo, los igbo han escrito un impresionante ensayo durante los últimos 50 años sobre supervivencia humana y resistencia, un ejemplo del espíritu humano resistente, capaz de derrotar las fuerzas más atroces e indescriptiblemente brutales de Nigeria. Se debería reiterar que el genocidio es un crimen contra la humanidad. Por ello, no existe prescripción en el derecho internacional que salve a los responsables de este crimen de ser arrestados y castigados. Los igbo buscan y conseguirán hacer justicia por el crimen que se ha perpetrado contra ellos. Están preparados para recuperar la soberanía en su tierra natal, Biafra. Este será uno de los avances más destacados del movimiento por la libertad de esta época.

Herbert Ekwe-Ekwe

* Herbert Ekwe-Ekwe es el autor del libro Longest genocide – since 29 May 1966 (El genocidio más largo – desde el 29 de mayo de 1966), que se publicó en diciembre de 2016.

Fuente: New report on the Igbo genocide shatters this orchestrated silence, publicado el 8 de diciembre de 2016.

Traducido del inglés por el equipo de prácticas de la Universidad de Salamanca.

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