Mis inquietudes y mis esperanzas… Germain Nzinga

drapeau-rdc[Este artículo fue escrito y publicado el 28 de noviembre, antes del desenlace que han tenido las negociaciones de alto nivel en la República Democrática del Congo, previas al cumplimiento del mandato presidencial de Joseph Kabila, el 19 de diciembre. A pesar de la obsoleto de la fecha, consideramos que merece la pena difundir las reflexiones del autor]

Al contar con los dedos de una mano los días que nos quedan para que nuestro pueblo [de la República Democrática del Congo] deje de caminar por la vía de la legalidad con ese gran riesgo de entrar en un largo túnel negro, observo, con un profundo dolor, marcas del paso del tiempo muy inquietantes que causan serias preocupaciones.

Parece que la clase política ha perdido toda credibilidad ante sus administrados. Son muy pocas las figuras políticas que ocupan su puesto debido a que el pueblo todavía las necesita o porque tienen un proyecto de sociedad que abriría las puertas a un futuro mejor. ¡Pero no! Están ahí y permanecen ahí sin una visión de futuro y a pesar de toda la decepción que inspiran en un pueblo que está harto de sus promesas vacías. Ya sea porque la coalición política Alianza para la Mayoría Presidencial está en proceso de acabar con la legislación para perpetuar un sistema político totalmente opuesto a los deseos del pueblo, pero del que ellos, los barones del régimen, obtienen enormes beneficios económicos en gran detrimento del pueblo.

Ya sea porque la oposición política (o la que queda de ella, como una cáscara vacía) destaca por contradicciones internas espantosas e inaceptables. Sus líderes, que se habían negado firmemente al diálogo con Edem Kodjo, están milagrosamente dispuestos a basarse en el acuerdo del mismo mediador para participar en el gobierno títere de Samy Badibanga, que es el resultado directo del mismo. Gritan con todas sus fuerzas contra la prolongación del mandato de Kabila mientras luchan con uñas y dientes para arrebatarle uno o más puestos al Gobierno de transición que se está formando. Un Gobierno que, sin duda, garantiza que el mismo mandato presidencial se prolongue hasta abril de 2018 y probablemente más allá de esta fecha.

Las élites intelectuales, que hasta ahora estaban muy decididas a mostrar ante la opinión nacional e internacional los mecanismos mortíferos del sistema de ocupación del Gobierno de Kabila, que mantiene esclavizado a todo un pueblo, de repente han decidido cambiar de bando para atacarse mutuamente. Han optado por alejarse del objetivo principal de su lucha para atacarse entre ellas. Esas élites, que hasta el momento habían respetado los métodos de la lucha intelectual de cada una, han caído, por desgracia, en la tentación de hacerse pedazos mutuamente. De esta forma, siembran dudas y confusiones en millones de congoleños de a pie que las han subido al pedestal de los modelos que suponen, apoyándose cada día en sus escritos, un fuerte incentivo para combatir la ley de la fuerza con la fuerza de la racionalidad.

Aunque no se puede negar que es del choque de la tesis y la antítesis del que brota toda verdad liberadora, los debates contradictorios de nuestras élites deben evitar pronunciarse a toda costa en un ambiente pasional y en público por temor a que se vuelvan una fuente de confusión y sean recuperados por el régimen actual, que solo desea aumentar la atmósfera de caos que se ha asentado en la dinámica de resistencia congoleña. En esta trayectoria de lucha contra el ideal de la fuerza que caracteriza al partido gobernante, a su arbitrariedad política y a su cultura de secretismo, la élite intelectual debe, por su parte, responder con la cultura del debate, sembrando poco a poco las nobles ideas de la igualdad de derechos, de la creación del Estado de derecho y de la comunicación pública de la verdad sobre la gestión del bien común nacional. Su misión principal es contribuir a inventar y reinventar constantemente los conceptos que alimentan el orden democrático de las masas populares, que tienen sus ojos puestos en ella. ¡Pobre de ella si se aparta de su batalla de ideas por lo vil y mezquino de un cuerpo a cuerpo físico!

Por su parte, la sociedad civil destaca por la notoria falta de un rumbo que negociar para su futuro bienestar. Ella, que descubrió la vocación de ser la dueña y defensora de la soberanía nacional y que puso todas sus fuerzas en la balanza para buscar buena información con vistas a oponerse a todos los intentos autocráticos. Ella, la misma que de repente ha violado su ideal de libertad al dejarse comprar por su enemigo.

Ya sea porque los nuevos movimientos ciudadanos buscan antes la atención mediática que fomentar acciones eficaces para concienciar a las masas populares. Ya sea porque el régimen de Kabila recurre a atiborrarse en efectivo de dólares y centavos de muchos miembros emergentes de la misma sociedad civil para animarles a desviar el debate en la red. Actualmente, varios miembros de la sociedad civil vuelven la poderosa arma de las redes sociales, que les ha servido para combatir la ocupación, contra aquellos que corren grandes riesgos para contarles la verdad sobre la gestión injusta de la vida cotidiana del congoleño medio.

Muchos internautas que han sido comprados durante estos últimos años con el dinero del Estado se han comprometido, por desgracia, a contradecir a quemarropa, a través de insultos y comentarios irrelevantes, toda publicación encaminada a arrojar luz sobre las cuestiones políticas del momento y los chanchullos del sistema vigente. A otros se les paga para organizar conciertos de música que contribuyan a distraer al pueblo de su vigilancia en favor del cumplimiento del calendario que dicta la ley fundamental. Otros, aún más recientemente, han recibido grandes sumas de dinero por agredir físicamente a los compatriotas que hayan rechazado estas manifestaciones artísticas dirigidas a formatear la cultura BMW y a desviar así a los congoleños de su noble causa: la liberación del Congo.

Estos tres niveles de preocupación dan paso a una inquietud más profunda que procede de la nueva estrategia para mantenerse en el poder en Kinshasa del régimen de Kabila, quien ha decidido dividir todas las fuerzas activas que le ofrecen resistencia. Este comenzó, en la fase final de su mandato, la ardua batalla de la información de la que les hemos hablado largo y tendido durante el pasado mes de mayo y que le permite anticipar acciones secretas. Su objetivo es incitar al resto del pueblo a reaccionar frente a su plan, en vez de que este le imponga una agenda a él, quien sería el indicado para expresar las cualidades de su soberanía incondicional. La estrategia de poder, en este caso, consiste en seguir siendo el dueño de la agenda política del Congo de Lumumba y en mantenerse como la única autoridad que marca el tempo.

Para librar esta batalla, el poder invierte cantidades colosales de dinero únicamente para corromper a los opositores, hasta este momento fieles a la ideología de la Agrupación Congoleña por la Democracia, empujando a los intelectuales a devorarse los unos a los otros y aprovechándose de las querellas internas de estratos enteros de la sociedad, sinceramente lamentables, como el reciente concierto anulado, las divisiones internas en la línea de resistencia y el resultado del linchamiento físico a cualquiera que se atreviera a oponerse. Enterémonos de una vez por todas: la victoria de esta batalla de la información es la que dará fuerza y éxito a la batalla militar y policial del 19 de diciembre. Habrá hecho tanto ruido y habrá provocado en el campo contrario una desbandada y una dispersión de fuerzas tal, que la capitulación no se hará esperar más. En estas condiciones, tras haber dividido y sembrado el caos en el campo contrario, le será más fácil someter al pueblo entero e imponerle sus deseos como ukases [1].

Al observar esta oscura estampa, una pregunta acuciante me taladra el interior: ¿un reino dividido contra sí mismo puede seguir luchando eficazmente contra su adversario número uno, que va a su encuentro? Mi respuesta es no. ¿Por qué? Porque sus fuerzas están dispersas y, por lo tanto, se disponen a perseguir varias liebres, liberadas deliberadamente por el enemigo, mejor entrenado para los golpes bajos, que las empuja a abandonar, sin quererlo ni saberlo, la concentración de sus fuerzas de cambio en el punto clave del obstáculo principal, que dificulta la realización del sueño de libertad tan preciado para la mayoría del pueblo congoleño.

Como resultado, la capacidad intelectual de la élite de este reino, que se equivoca de objetivo, se debilita por sí sola y pierde toda credibilidad científica y moral con respecto a una opinión nacional que ha moldeado sobre estos nuevos líderes de opinión, sobre estos pensadores libres y liberados, su forma crítica de pensar en la gestión de los asuntos públicos y su determinación cotidiana para actuar en favor de un ideal de cambio. Al final, habiéndose desviado de su enemigo real, contra el que ha luchado durante años, los esfuerzos de este reino dividido están indudablemente condenados al fracaso, dejando marchar al tren de toda una población sin una locomotora que le guíe en la dirección correcta.

Más allá de nuestras divergencias metodológicas, sin la unidad de espíritu de liberación y sin la comunión de todos nosotros en torno a un mismo ideal, no veo cómo el pueblo congoleño va a poder liberarse del régimen de ocupación que le subyuga… Recobraré mi esperanza en los próximos días, al igual que la esperanza de las masas populares que le han cogido el gusto a las redes sociales gracias a los discursos sobre verdad y justicia de una minoría disidente, si y solo si se consigue crear una unión sagrada entre estos tres estratos: lo poco que queda de la oposición aún fiel a la legalidad, las fuerzas intelectuales del cambio y los líderes de la sociedad civil, llamados los tres a entender imperativamente el modus operandi actual del adversario, que consiste en romper el núcleo duro de la resistencia que está en contra de su permanencia en el poder.

Con la férrea convicción de que lo que nos une es más fuerte de lo que nos separa, tras la profunda inteligencia de lo que se trama a nuestro alrededor y comprendiendo el profundo sentido de cualquier provocación que nos vayamos a encontrar, en el plazo de los días que nos separan de la fecha límite, habrá que evitar, cueste lo que cueste, reacciones epidérmicas para mantener nuestra decisión, contra todo pronóstico, de mantenernos unidos en torno a un único y mismo objetivo de liberación y de sacrificios acompañados de la disciplina necesaria para conseguirlo.

¿Tengo el derecho a esperar primero por mi parte y después por la de aquellos con los que hemos compartido los sacrificios de este combate por el único bien de nuestro pueblo? ¿Estamos dispuestos a dejar de lado nuestros sobredimensionados egos para conjugar nuestros esfuerzos y conseguir al fin la victoria en esta recta final de la batalla? ¿Tenemos nosotros, todos los que aspiramos a un nuevo Congo, el derecho a creer que nada puede frenar a nuestro pueblo, que está completamente decidido a avanzar? Nos corresponde responder a cada uno de nosotros… Sin embargo, hay que darse prisa, pues la cuenta atrás ya ha comenzado.

GERMAIN NZINGA MAKITU

Tomado del blog del autor: www.nzingagermain.com. MES INQUIÉTUDES ET MON ESPOIR … Germain Nzinga, Publicado el 28 de noviembre de 2016.

Traducido para Umoya por Isabel Fernández Palacio y Rocío Porto Urbano (Universidad de Salamanca).

NdT: [1]: 1.en la Rusia revolucionaria, un pedido del Zar que tenía fuerza de ley.
2.cualquier orden o decisión, especialmente una que dicte un auto estilo experto o gurú.

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