El drama de África: los trabajadores pobres y los subalternos ricos

selected-subalternExisten dos tipos de personas en África: los que no pueden ganarse la vida independientemente de lo mucho que hagan y los que tienen un estilo de vida lujoso y privilegios independientemente de lo poco que contribuyan. El primer grupo está formado por aquellos que no tienen relación con los “blancos” y el segundo está compuesto por personas que están en contacto con los “blancos”. Esta palabra en África se utiliza para “europeos”, “chinos”, “libaneses”, “americanos”, etc. En el contexto de este artículo, se podría sustituir perfectamente por “extranjeros”.

Hace poco [Artículo publicado originalmente en febrero de 2013] conocí a un empresario alemán cuya familia se ha dedicado al negocio de la exportación de madera de África durante más de medio siglo. Vivió y trabajó en Ghana, Liberia y algunos países más. Manteníamos una conversación fluida hasta que de repente me preguntó por qué tanta gente quería invitarle a su casa en Ghana, algo que él entendió intuitivamente como una posibilidad para esa gente de elevar su estatus social y sentirse respetados por estar en compañía de un blanco. No pude responder a su pregunta en el tren, pero me vino a la cabeza tres meses después y esta publicación es una especie de respuesta tardía.

Si vive en África o conoce a africanos, haga una lista de 10 personas que conozca o haya oído que “vivan bien” y tengan privilegios sociales. Descubrirá rápidamente que el 90% de ellas son personas que trabajan para los “blancos” o con los “blancos”. Están al servicio de empresas con propietarios extranjeros o controladas por estos, organizaciones u ONG foráneas en África. Tienen casas grandes, coches buenos, criados y gozan de un estatus social alto y de privilegios. A esos los llamo los “subalternos ricos” o los “subalternos selectos”.

Los “trabajadores pobres” son el resto de África, aquellos que se levantan a las 5 de la mañana, se van a la granja o al mercado, plantan semillas para cultivar comida y alimentar a sus hijos o salen pronto para conseguir un lugar en la calle para vender cosas. Ellos son los que producen y crean valor, pero hagan lo que hagan, por mucho que trabajen, siempre tienen una vida muy difícil. Este grupo está formado por la población pobre de las zonas rurales y los buscavidas de las ciudades. Por desgracia, esta profunda brecha social crea el drama de África.

En esta publicación, mi intención no es profundizar en la explicación de por qué hay una dicotomía en la sociedad africana, sino mostrar cómo esta dicotomía está creando y difundiendo una intensa impresión de que la única manera de tener una buena vida en África es estar al servicio de los intereses extranjeros o estar asociados con esos intereses adquiridos, organizaciones u ONG foráneas. La consecuencia más grave de este fenómeno es la generalizada incapacidad de las sociedades modernas africanas de crear líderes locales fuertes con la habilidad de pensar correctamente a través del prisma de las realidades en donde viven, pues los líderes que crean están controlados principalmente por programas extranjeros.

¿Cuál es el problema?

El problema es que no se puede desarrollar un país o un continente en el que la mayoría de las personas con potencial para ser líderes se preparan para ser “buenos subalternos” para tener éxito. Los jóvenes aspiran a emular los ejemplos más exitosos de su sociedad y, actualmente, el único modelo visible, tangible y disponible es el del subalterno rico.

No habría ningún problema con el modelo del subalterno rico si este grupo de población no estuviera formado principalmente por gente “no productiva” que trabaja como directivos intermedios. En las oficinas, estos no crean empresas ni valor ni puestos de trabajo, no inventan, innovan o actúan en una posición de líderes con el poder para cambiar las cosas.

Un amigo mío escribió hace poco acerca de la “clase media”, esos “directivos intermedios”, en África: “son profesionales que trabajan en Microsoft, Boeing, T-Mobile, etc. Viven cómodamente con sueldos de seis cifras y, a pesar de que poseen la ‘codicia del empresario’, ¡tienen demasiado miedo de dejar esos trabajos fáciles!”

¿Cómo podrían estos ejemplos de personas cambiar África?

No pueden, porque distraen a nuestros jóvenes de los trabajos que tienen el potencial de cambiar las cosas, como los agricultores locales, los arquitectos, los fontaneros, los ingenieros, los investigadores o los emprendedores. Y es que los jóvenes no ven suficientes pruebas de que se pueda vivir bien con estos empleos.

El único sueño que tienen es “entrar en contacto con los blancos” para acabar con “su sufrimiento”, y de que esto funciona sí que tienen bastantes pruebas: desde los subalternos ricos locales hasta los emigrantes que vuelven con brillantes zapatos.

Entonces, no sorprende que África tenga el porcentaje más alto del mundo de jóvenes que quieren emigrar, según un estudio reciente de Gallup.

Tenemos que cambiar nuestra mentalidad de “colonización de cinco estrellas” y comenzar a construir líderes locales, cuyo éxito no quepa duda de que no está relacionado con otro proyecto financiado por la Unión Europea o respaldado por “blancos”.

La mayoría de nuestros jóvenes necesita una señal clara e inequívoca de que nuestros líderes, nuestros “mayores”, consiguieron lo que han conseguido gracias simplemente a su propia voluntad, determinación y organización. Si no, la creencia de que no se puede tener éxito a no ser que se tenga el respaldo de un blanco continuará reafirmándose y asentándose en sus mentes, lo que también seguirá minando nuestra confianza en nosotros mismos y nuestra capacidad de limpiarnos el polvo y enfrentarnos nosotros solos a nuestros propios problemas.

Si la ayuda, la inversión y la colonización extranjeras ayudaran a desarrollar algún sitio, África sería el continente más desarrollado del mundo.

No hay esperanza con los subalternos ricos y su mentalidad, ya que solo han utilizado su influencia política de una manera predatoria hacia el resto de la población: “La élite política utiliza su control del estado para extraer los ahorros de la población pobre de zonas rurales, que, si hubiera podido, habría invertido ese dinero en mejorar sus técnicas o en otras actividades económicas productivas.

La élite desvía estas ganancias hacia su propio consumo y las utiliza para reforzar los instrumentos represivos del estado. Mucho de lo que la élite africana consume son importaciones. Así, el consumo del estado no crea un mercado significativo para los productores locales, sino que resulta una sangría importante para los ingresos nacionales, que podrían haberse destinado a una inversión productiva.

Esto explica el empobrecimiento creciente de África. Cuanto más consolidan su poder las élites políticas, más fuerte se vuelve su control del estado y, por lo tanto, más se hunden las sociedades rurales en la pobreza”, escribió Moeletsi Mbeki.

Necesitamos líderes locales fuertes que hayan crecido rodeados de las mismas realidades que sus conciudadanos. Necesitamos que busquen su legado y su lugar en la historia, no a través de recompensas simbólicas por parte de organizaciones extranjeras, sino a través del impacto profundo y positivo que hayan tenido en las vidas de sus compatriotas.

Mawuna Remarque KOUTONIN

*Mawuna Koutonin es un activista en pro de la paz mundial. Trabaja sin descanso para empoderar a la gente para que exprese todo su potencial y persiga sus sueños, sin importar sus orígenes. Es el editor del blog SiliconAfrica.com.

Fuente: SiliconAfrica, “Africa Drama: The Working Poor and the Rich Subalterns”. Publicado en febrero de 2013.

Traducido del inglés para Umoya por Andrea Santos García y Cristina Velasco González (USAL).

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