La fuerza del Tutsi Power reside en su capacidad de planificación y de división del trabajo. Es “un grupo organizado en conciencia”. Es consciente de poder convertirse en un grupo dominante en el África de los Grandes Lagos. Para ello, ha decretado un modus operandi y ha puesto los medios. Todos los medios. Incluido el “genocidio congoleño”. Debatir sobre la dimensión ética de estos medios en un mundo donde la política y la justicia internacionales organizan guerras secretas, es difícil. Los dominantes [1] intentan liquidar el derecho internacional.
Nos llega a través de Twitter una foto mostrando a “Joseph Kabila” [2] con las manos cruzadas escuchando religiosamente a Paul Kagame, como un discípulo frente a su maestro; los dos asistidos, atrás al fondo, por Yoweri Museveni. A diferencia de la cara ceñuda que presenta habitualmente en Congo Kinshasa, la de la cumbre de la UA (del 17 y 18 de julio) es una cara relajada: “Joseph Kabila da la impresión de comerse las palabras de su amo”; lo escucha atentamente. No hay ningún congoleño ni ninguna congoleña alrededor de estos “tres KA” (Kagame, Kabila y Kaguta).
Kabila, Kagame y la red transnacional de depredación
Esta foto puede analizarse gracias a una confidencia hecha por Denis Sassou Nguesso a Pierre Pean en 2008, en Oyo: “Llegado de ninguna parte, en quince días obtuvo honores de París, de Bruselas, Londres y Washington… Joseph es un caballo de Troya del presidente ruandés. Oficialmente, durante el día, (él) se opone a Paul Kagame, pero cuando cae la noche, camina junto a él… Sin embargo, en África, es durante la noche cuando ocurren las cosas importantes…”.
¿Y quién es Paul Kagame según Denis Sassou (y varios testimonios históricos)? Un paralítico que planta cara a los “aliados parisinos” de sus patrocinadores. Y Sassou dice al respecto: “Cuando el paralítico sentado al pie de un árbol juega con hojas muertas, es que hay alguien en el árbol que se las ha lanzado. Si no, ¡sólo está jugando con hojas muertas!”. Y añade: “Bastaría con que París dijese a sus “amigos” los protectores de Kagame -Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel- que calmen a sus protegidos para que los ataques cesen”.
A través de estas dos citas se desvelan los verdaderos cabecillas de la guerra en el Congo Kinshasa y dos de sus subalternos. Estos últimos son parte de una red de élites dirigida al saqueo, a la balkanización del Congo Kinshasa y a la exterminación de los congoleños y congoleñas.
Esta red de élites es a la vez africana y transnacional. Forma parte de los dominantes que buscan someter, a toda costa, a las mayorías ugandesas, ruandesas y congoleñas.
En el seno de esta red de élites, el Tutsi Power es “una organización en conciencia”. Tiene objetivos que trata de lograr ahumando a “los congoleños encorbatados” o trabajando con ellos como “esclavos voluntarios”. Ha equiparado a los Nandes y muchos más congoleños y congoleñas a una “resistencia” que debe someter por todos los medios: asesinatos, masacres extrajudiciales y encarcelamientos. Este modo operacional no tiene nada que ver con ningún proceso político democrático. Está ligado a la imposición de la hegemonía de una ínfima minoría de “tutsi” y sus clientes congoleños.
Cómo se impone una hegemonía
Esta minoría organizada en conciencia dice lo siguiente en su proyecto hegemónico que data de los años 60: “Todos los tutsi deben saber que los hutu están emparentados con los congoleños y que nuestro plan de colonización se debe aplicar a los dos grupos”. La imposición de la hegemonía se planifica y se enseña a todos los tutsi. Aunque haya quien acabe siendo víctima de ella o no la comparta.
Frente a esta hegemonía planificada en 18 puntos, no hay nada que le plante cara. Los congoleños encorbatados tienen proyectos neoliberales de sociedad dictados por los “aliados” del Tutsi Power. No tienen un plan conjunto para unirse y oponer una hegemonía congoleña a la hegemonía de la ínfima minoría del Tutsi Power.
Para llevar a cabo esta hegemonía, se ha infiltrado en todas las instituciones congoleñas. Ha convencido a sus “amigos”, “los protectores de Paul Kagame”, que impongan a través de Thabo Mbeki a su “caballo de Troya” como “soldado en jefe” a la cabeza de todas estas instituciones.
Incultos y/o ignorantes de toda esta planificación hegemónica, los jóvenes congoleños, amigos de la ropa, nacidos poco antes de la guerra hegemónica de depredación, gritan “al raïs [gobernante] bien vestido”: “Wumela”. [Significa ‘Larga vida’ en lingala, es la palabra que han adoptado como hashtag, #Wumela, los defensores de que Kabila permanezca en el poder].
Sí. A menudo, una hegemonía se impone allá donde se han instalado la incultura, la ignorancia y la superficialidad. ¿Qué quieren ustedes que los jóvenes que, desde los años 80, por culpa de los programas de ajustes estructurales dictados por el FMI y el Banco Mundial, no han podido tener acceso a una educación y una formación adecuadas puedan decirle al “raïs” en un país donde la música permite acceder a un coche, a las mujeres y a un bonito techo como señales de éxito individual?
Además del mantenimiento de la incultura y de la ignorancia, hay un amor exagerado por los trajes y las corbatas. Hay “codicia” e ingenuidad. Y en el plan de la colonización de los Hutu y de los congoleños, está escrito esto: “Debemos luchar contra los Wanandes y los Hutu que se oponen a Jean Mirubo utilizando a los Hutu ingenuos. Aprovechemos la codicia de los Hutu (equiparados a los congoleños) Ofrezcámosles alcohol y dinero. No miremos lo que gastamos porque tenemos suficiente dinero.” (Todo este plan puede leerse en ‘Ces tueurs tutsi. Au coeur de la tragédie congolaise’ de C. ONANA, p. 92-94).
La fuerza del Tutsi Power y el callejón sin salida congoleño
No queda excluido que, al planificar la imposición de su hegemonía, la red de élite tutsi haya procedido a una división del trabajo que pudiesen ayudarle a conocer las trampas tendidas a los congoleños por los centros financieros colonialistas para eliminar la independencia económica de Congo Kinshasa.
En efecto, “los círculos financieros creían firmemente (…) que era suficiente con que dieran a algunos congoleños títulos de ministros o de parlamentarios, grandes insignias, coches de lujo, grandes salarios, casas de lujo en la ciudad europea para parar definitivamente el movimiento de emancipación que amenazaba sus intereses.” (J. COME, ‘L’ascension de Mobutu. Du sergent Joseph Désiré au général Sese Seko’, Bruxelles, Complexe, p. 24).
La fuerza del Tutsi Power reside en su capacidad de planificación y de división del trabajo. Es “un grupo organizado en conciencia”. Tiene conciencia de poder convertirse en un grupo dominante en el África de los Grandes Lagos. Para ello, ha decretado un modus operandi y ha puesto los medios. Todos los medios. Incluido el “genocidio congoleño”. Debatir sobre la dimensión ética de estos medios en un mundo donde la política y la justicia internacionales organizan guerras secretas es difícil. Los dominantes intentan liquidar [3] el derecho internacional. (Si no, Clinton, Bush y Blair podrían haber sido encarcelados por todas las guerras que han llevado a cabo bajo motivaciones falsas). Frente al Tutsi Power, no hay un Congoleño Power. Hay 600 partidos políticos infiltrados por las ONG de los aliados del Tutsi Power y por los propios Tutsi.
Frente al Tutsi Power, hay un punto muerto congoleño. Y cada vez más y más compatriotas que se niegan a leer y archivar los libros leídos. Ellos están preparados para acciones no estudiadas, no planificadas a corto, medio y largo plazo. Hablan de diálogo, de democracia mientras el Tutsi Power que ha planificado la conquista de las tierras congoleñas se apodera de ellas. Ya posee más de 78.000 kilómetros cuadrados.
Mbelu Babanya Kabudi
NOTAS:
1. http://ktpress.rw/live-reporting-27th-au-summit/
2. http://ktpress.rw/live-reporting-27th-au-summit/
3. Le droit international et les puissances occidentales : tentatives de liquidation — Robert CHARVIN
Fuente: Ingeta, RDC, La différence entre le Tutsi Power et quelques politicards Congolais cravatés, publicado el 19 de julio de 2016.
Traducción y edición: Equipo de redacción de Umoya.
