RDC. Esas élites políticas e intelectuales que vuelven la espalda a nuestra memoria histórica…

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“Un pueblo sin memoria no puede llegar a ser un pueblo libre” – D. Mitterrand.

En la cabeza de determinadas élites políticas e intelectuales congoleñas parece haberse asentado la costumbre de poner entre paréntesis aquellos libros que permiten comprender el devenir histórico de la República Democrática del Congo (RDC). Esas élites, salvo casos excepcionales, no leen los libros que publican sus compatriotas. Se han decantado por la videosfera y las selfies. Se encuentran a gusto con traje y corbata en Facebook y en Twitter. Es lo que han elegido, ¿quiénes somos nosotros, pues, para juzgarlos?


LOS CONGOLEÑOS, LOS OCCIDENTALES Y LA REPETICIÓN DE LA HISTORIA

Lo único es que esta apetencia por la videosfera corrompe nuestra memoria colectiva. Nos sumerge en el inmediatismo y en la amnesia. Resulta curioso que unos compatriotas reunidos en Genval [Bélgica] hayan olvidado textos como el de Arnaud Zajtman titulado Il est minuit moins une à Kinshasa [Un minuto para medianoche en Kinshasa]. Este texto, escrito el 7 de diciembre de 2011, explica de manera sencilla cómo los occidentales prefirieron perder las elecciones de 2011 a ganarlas. Arnaud Zajtman sostiene que la crisis de legitimidad creada entonces es asimilable a la que en los años 60 del XX desembocó en el asesinato de Patrice Lumumba.

En 1960, este líder anticolonialista congoleño representaba un peligro. Se iba a hacer imposible controlarlo. En 2011, Étienne Tshisekedi, candidato a las elecciones, representaba un peligro. Se iba a hacer imposible controlarlo. Entonces, ¿cómo es que este hombre, considerado incontrolable por los occidentales, querría hacernos creer hoy que el mejor diálogo en la RDC sería el pilotado por el diplomático togolés Edem Kodjo bajo la supervisión de la Unión Europea, la Organización Internacional de la Francofonía y la Unión Africana? ¿Cuál es el peso de esta última en los asuntos internacionales? Si la Unión Africana tuviera algún peso, Gadafi no habría sido asesinado.

¿Por qué nuestro acercamiento a la comunidad internacional no va más allá de nuestras antiguas metrópolis y sus aliados? ¿Dónde quedan países como China, la India, Irán o Rusia en ese acercamiento?

Si esas élites políticas e intelectuales han olvidado que “la guerra perpetua” mantenida contra la RDC forma parte de las “guerras secretas de la política y de la justicia internacionales”, hay dos libros que pueden ir a consultar o leer si nunca los han leído. Uno es el libro de Florence Hartmann titulado Paix et châtiment. Les guerres secrètes de la politique et de la justice internationales [Paz y castigo. Las guerras secretas de la política y de la justicia internacionales]. Otro es uno de Pierre Péan que se titula Carnages. Les guerres secrètes des grandes puissances en Afrique [Carnicerías. Las guerras secretas de las grandes potencias en África]. Y ya que la actual presidenta de la Organización Internacional de la Francofonía es una canadiense, les invitamos a que lean –o vuelvan a leer– Noir Canada. Pillage, corruption et criminalité en Afrique [Negro Canadá. Saqueo, corrupción y criminalidad en África] de Alain Denault, Delphine Abadie y William Sacher.

LA RDC EN LAS GUERRAS SECRETAS DE LA POLÍTICA Y DE LA JUSTICIA INTERNACIONALES

Únicamente tres libros. Han salido de la pluma de los occidentales, conocedores de lo que sucede en África y de la política económica de sus países. Si citamos a Mbeko, Ngbanda, Fweley, Musavuli, Tshiyoyo o a algún otro congoleño, corremos el riesgo de que esas élites digan que hay una proclividad a hablar de su país.

Cuando los que leemos estos libros nos despertamos una mañana y nos enteramos de que en Genval hay una puerta abierta al diálogo al abrigo de la comunidad internacional, un primer reflejo pasa por exclamar en nuestra lengua materna: “Tudi bantu balowa anyi?” [¿Estamos embrujados o no? ¿Quién nos ha embrujado?]. Y miramos a nuestro alrededor y vemos a Brasil hostigado por la comunidad internacional, y a Venezuela y a Bolivia con un panorama similar. Y nos preguntamos: ¿dónde ven nuestros compatriotas que la comunidad internacional esté luchando por la democracia y la dignidad humana? En Francia, las huelgas se suceden unas a otras. En Bélgica, más de lo mismo. Grecia está completamente destrozada y Reino Unido amenaza con salir del euro. ¿Porqué esta comunidad internacional habría de ser capaz de ayudar a la RDC y no a Grecia, Francia, Bélgica, España, Bolivia, Venezuela o Brasil? ¿Qué tenemos de particular las congoleñas y los congoleños para que nos mantengan al margen de las “guerras secretas de la política y de la justicia internacionales”?

¿Por qué nuestras élites políticas e intelectuales olvidan con tanta rapidez nuestra historia colectiva? ¿Se habrán vuelto como los ídolos que crearon? ¿Como el oro y la plata? Tienen ojos, mas no ven. Orejas, mas no oyen. Nariz, mas no huelen (cfr. salmo 115).

Es posible que seamos tan tontos como para tragárnoslo, que ya no entendamos nada acerca de la marcha del mundo. ¡Que los mejor preparados de entre nosotros vengan en nuestro auxilio! He aquí nuestra plegaria.

Mbelu Babanya Kabudi – Jean-Pierre Mbelu

Fuente: INGETA, Ces élites politiques et intellectuelles qui crachent sur notre mémoire historique…, publicado el 14 de junio de 2016.

Traducción para Umoya de Borja Alonso.

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